Los Diádocos, guerra fratricida por el imperio de Alejandro

Desperta Ferro Antigua y Medieval

n.º 8
Noviembre 2011
Diádocos
7,50€IVA incluido
“Porque aquellos cuya ambición ni el mar, ni las montañas, ni los inhóspitos desiertos pueden contener, y a cuya codicia ni siquiera son capaces de poner coto las fronteras que separan Europa de Asia, ¿cómo van a contenerse con sus circunstancias presentes sin hacerse daño uno a otro mientras se encuentran en continuo roce y contacto?” (Plutarco, Pirro XII). Así describía elocuentemente Plutarco las continuas guerras desatadas entre los Diádocos, los sucesores de Alejandro Magno, por el reparto del imperio que este conquistó. Desde el Indo hasta la Magna Grecia; esa fue la expansión del horizonte griego que dejó como herencia Alejandro Magno. Según la leyenda, las últimas palabras que este pronunció en su lecho de muerte ante la necesidad de nombrar un sucesor, fueron Krat’eroi (al más fuerte), aunque probablemente dijo “a Crátero”. El dilema supuso el enfrentamiento entre los Diádocos, sucesores que lucharon por su imperio en conflictos sin fin.

Tiempos convulsos: de la muerte de Alejandro a Corupedio, por Ania Myslowska, Universidad Autónoma de Madrid

Los años que siguieron a la muerte de Alejandro iban a demostrar qué destino aguardaba a su imperio, con la sucesión de una serie de luchas por el control del mismo. Los conflictos tuvieron lugar desde el 321 a. C. hasta aproximadamente el 281 a. C., fecha en la que tuvo lugar la batalla de Corupedio. Los generales que lucharon por su imperio fueron llamados Diádocos, (“sucesores”). Realmente sólo dos de ellos querían de verdad conservar el imperio creado por Alejandro, el resto ansiaba crear uno propio.

La legitimación de los sucesores, por José Pascual, Universidad Autónoma de Madrid

El mundo que abandonaba Alejandro era muy diferente del que existía sólo veinticinco años antes. En efecto, la ascensión de Macedonia en la Hélade y la destrucción del Imperio persa habían transformado radicalmente el mapa político de la época e iban a abrir una nueva etapa histórica que llamamos helenística y que habría de perdurar al menos tres siglos. En los decenios que siguieron a la muerte de Alejandro, un puñado de sus antiguos compañeros de armas, verdaderos titanes que sólo la personalidad del Conquistador había velado, darían forma definitiva a este nuevo mundo que ahora comenzaba.

Diádocos

La infantería de los sucesores: Macedonios e iranios al servicio de los Diádocos, por Nick Sekunda

Podemos afirmar que, a comienzos de su reinado, Alejandro no tenía una idea concreta sobre como gobernaría sus dominios tras el derrocamiento del Imperio persa y no fue hasta sus últimos años cuando se embarcó en una serie de profundas reformas para integrar a los iranios en el Ejército Real. Este cambio de actitud puede datarse a finales del verano o comienzos del otoño del 330 a. C., momento en el que Alejandro se convirtió en “un admirador de las costumbres persas” (Diod. XVIII.48.5). Uno de sus primeros pasos fue la creación de los epigonoi (“descendientes”), fuerza compuesta por jóvenes iranios que debían ser instruidos en el uso de las armas macedonias, lo que debemos entender como la pica (sarisa) y el escudo (pelte) macedonios.

El martillo de los Diádocos, por Javier Gómez Valero

La importancia del empleo de la caballería en las guerras de los Diádocos viene condicionada por una serie de cuestiones que tienen que ver no solo con su creciente peso cuantitativo y cualitativo con respecto a la falange, sino también con la propia idiosincrasia de los generales y ejércitos post-alejandrinos. La escalada armamentística y el enfrentamiento intestino que siguieron a la muerte de Alejandro hicieron necesario el empleo de todos los efectivos que estuvieran al alcance de la mano de los diferentes generales contendientes y, salvo en el caso de Egipto, donde por temor a revueltas los lágidas no armaron a la población nativa hasta mucho más tarde, hicieron buen uso de los recursos militares de sus satrapías. Si bien las bisoñas falanges orientales no parecían rival para su contrapartida macedónica, el caso de la caballería era bien diferente.

Reconstruyendo al pezhetairos, por Friedrich Wilhelm Miesen, Hetairoi

Cuando Alejandro Magno murió dejó un imperio forjado por el ejército macedonio. La espina dorsal de mismo era la falange macedonia, una versión mejorada de la tradicional falange griega con lanzas más largas y una formación más cerrada. Los hombres que servían en la falange eran llamados falangitas o pezhetairoi –“compañeros a pie” en griego– y su equipo estaba adaptado a su estilo de lucha.

batalla de Ipsus 301 a.C

La batalla de Ipsus, por David Sierra Estornés

En las llanuras de Ipsus, en el año 301 a. C., tenía lugar una de las batallas más importantes de la historia, donde se iba decidir el futuro de lo que hasta hace poco más de veinte años había sido el imperio creado por Alejandro Magno. Una victoria de Antígono Monóftalmos abriría la posibilidad a la reunificación, una derrota la cerraría definitivamente.

Tríptico desplegable: La batalla de Ipsus, 301 a. C.

El agotamiento de Macedonia, por Alberto Pérez Rubio

Cuando en 279 a. C. los gálatas de Bolgios pasearon triunfantes la cabeza de Ptolomeo Cerauno por Macedonia, su atemorizada población, encerrada tras los muros de las ciudades, sin duda imprecaría a la tornadiza Tyché –Fortuna– que dos generaciones antes había convertido a los macedonios en amos del mundo. Pero, ¿cuáles fueron las causas de ese declive?

Elefantes de guerra en el mundo helenístico, por Borja Antela-Bernárdez, Universitat Autònoma de Barcelona

Los elefantes de combate fueron la innovación militar más destacada del periodo helenístico. Tanto por su sentido táctico como por su poderío y sus múltiples aplicaciones, la incorporación de estos magníficos paquidermos supuso una auténtica revolución en la concepción misma de la estrategia. En este sentido, los elefantes resultaron en muchas ocasiones absolutamente determinantes ante el sino de una batalla, al tiempo que marcaron completamente una época de cambio en la concepción global de las confrontaciones armadas.

Ikko-Ikki

La consolidación del Egipto lágida, por Alba de Frutos, CSIC

En el año 322 a. C. Alejandro Magno anexiona Egipto como parte de su creciente imperio y funda Alejandría. Confía su administración a un egipcio, Doloapsis, y la extracción fiscal a Cleómenes de Naucratis, un griego de Egipto, quien desempeñó su labor con poco escrúpulo y mucha corrupción. Tras la muerte del macedonio, en el 323, Egipto cae bajo dominio de su general Ptolomeo quien, fascinado por las posibilidades y recursos ofrecidos por el “don del Nilo”, dará comienzo al reino helenístico más estable y a la regencia de una de las dinastías más longevas.

Reseñas de libros, miniaturas y juegos.

Y además, introduciendo el n.º 9:Ikko-Ikki, los monjes guerreros del Japón, por Stephen Turnbull, Universidad de Leeds

Al mismo tiempo que las guerras entre católicos y protestantes desgarraban Europa, Japón experimentaba su propio conflicto religioso entre las fuerzas de los daymio (señores de la guerra samuráis) y los ejércitos de comunidades de clases bajas que compartían creencias budistas.

podcast

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