El mundo mediterráneo entre Cayo Mario y Julio César, por Pau Valdés Matías
La Paz de Apamea (188 a. C.) consagró a Roma como el poder dominante dentro del Mediterráneo. Aunque a lo largo del siglo II a. C. dos de las grandes potencias helenísticas como Egipto y el reino seléucida perduraron, el poder romano será hegemónico.
El ejército romano de Mario a Pompeyo, por Yann Le Bohec, profesor de Historia Romana en La Sorbona
Durante mucho tiempo los historiadores pensaron que Mario reformó de manera profunda el ejército romano. Sin embargo, las publicaciones más recientes realizan un análisis diferente: conforme a su mentalidad colectiva, los romanos preferían la evolución a la revolución, y los cambios fueron progresivos y más lentos de lo que creíamos.
Las guerras serviles en Sicilia, por Pedro López Barja de Quiroga, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Santiago de Compostela
“La ruina y una Ilíada de males se apoderaron de Sicilia” (Diodoro Sículo 36,6). Lo ignoramos casi todo acerca de las dos guerras serviles que conmovieron Sicilia durante el último tercio del siglo II a.C., y lo poco que sabemos es dudoso.
Tormenta sobre Italia: las guerra cimbria, por Alberto Pérez Rubio
Durante la última década del siglo II a. C. la República hubo de hacer frente a un peligro excepcional, la migración de cimbrios, teutones, ambrones y tigurinos, que hizo revivir en los romanos sus temores ancestrales a una invasión gala.
Sertorio, el patriota republicano, por Francisco Pina Polo, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Zaragoza
Quinto Sertorio fue un personaje controvertido en la Antigüedad, y ha seguido siéndolo en la historiografía moderna hasta nuestros días. Especialmente su reconocimiento como avezado estratega en el campo militar hizo de él un general famoso. Pero, al mismo tiempo, su enfrentamiento con Sila y con el Senado resultante de la dictadura silana le convirtió en uno de los protagonistas de un período que iba a ser decisivo en el devenir de la República romana.
Sertorio y los hispanos, por Fernando Quesada Sanz, profesor de Arqueología, UAM
“Los valientes se entienden fácilmente con los valientes, y nunca brilló más el valor del soldado hispano que con un general romano” (Floro, Epit. II.10,2). Corre el año 75 a.C. Los generales Perpenna y Herennio, partidarios de Sertorio, han sido derrotados a las puertas de Valentia por una joven estrella en ascenso, Pompeyo, que llegará a ser conocido como Magno (Plutarco, Pomp. XVIII.5; Salustio Hist. II.98).
Gladiadores: del bustum a la arena, por Ricardo Cagigal
En la Roma republicana la muerte de esclavos fue en muchos casos un instrumento de diversión colectiva, donde, más allá de la violencia, se buscaban formas siniestras de crueldad para satisfacer la pasión de una buena parte de los romanos. Esta forma de considerar al esclavo como a un mero objeto cambió, o al menos se suavizó, con el paso del tiempo.
Mitrídates VI, por Philip Matyszak
El auge de Roma ha sido considerado por parte de los historiadores actuales, que cuentan con la ventaja de la perspectiva histórica, como un fenómeno inevitable e imparable. Sin embargo, esto estaba lejos de ser evidente en el siglo I a. C. Muchos, incluidos algunos romanos, pensaban que Roma se enfrentaba a la derrota total e incluso a la aniquilación y, en caso de caer, había un hombre dispuesto a levantar su propio imperio en el lugar del romano: Mitrídates VI del Ponto.
La campaña de Pompeyo contra Mitrídates VI del Ponto (66 a.C.), por Luis Amela Valverde, Grupo de Investigación CEIPAC, UB
Cn. Pompeyo Magno (106-48 a. C.) fue uno de los generales más destacados de la tardía República romana y, curiosamente, fue el único que se enfrentó a los tres peligros que al mismo tiempo atenazaron a Roma: Q. Sertorio y su resistencia en Hispania, la endémica piratería cilicia y las guerras organizadas por Mitrídates VI del Ponto.
Reseñas de libros, miniaturas y juegos.
Y además, introduciendo el n.º 6: La marina catalanoaragonesa, por Mario Orsi
Entre los siglos XIII y XV, los navegantes y barcos catalanoaragoneses surcaron los mares, apoyándose en una sólida tradición naval y militar. Sus rutas comerciales se extendieron desde el Atlántico hasta Oriente Medio, mientras los reyes de Aragón expandían su dominio político en el Mediterráneo centrooccidental.