La Guerra de Sucesión española es una de las contiendas de mayor trascendencia en la historia de España y, sin embargo, sigue siendo relativamente desconocida para el gran público. Del resultado dependía mucho más que una opción dinástica u otra, dependía toda una manera de entender el Estado; el absolutismo uniformador de los Borbones, triunfante, enterrará el modelo territorial y pactista de los Austrias. El trono español, además, era un plato apetecible para las grandes potencias europeas por lo que el equilibrio de poder en el Viejo Continente estaba en juego. El conflicto degenerará en un enfrentamiento a gran escala con múltiples frentes: Flandes, el Rin, Italia, Escocia, el Caribe y, por supuesto, la Península Ibérica. Dedicaremos este número a la primera etapa del conflicto, en el que la suerte de la contienda fluctuó drásticamente entre borbónicos y austracistas y, ni siquiera una batalla tan decisiva como Almansa, fue capaz de decantar el resultado final para un bando u otro.
La guerra de los Borbones por Lucien Bély (Université Paris-Sorbonne)
En 1700, el rey Carlos II de España designaba en su testamento como sucesor al duque de Anjou, nieto de Luis XIV, que se convertía en el rey Felipe V. El gobierno español sin duda esperaba que Francia, la mayor potencia militar del momento, le permitiese conservar su inmenso imperio en su integridad. A ojos del resto de europeos, la suma de estas dos potencias, que habían por turno dominado Europa, se convertiría en hegemónica y temible.
El proyecto austracista de la Corona de Aragón por Joaquim Albareda (Universitat Pompeu Fabra)
El desenlace de la Guerra de Sucesión española (1705-1714) dio lugar a una auténtica ruptura política tanto en el terreno constitucional como en el de la concepción territorial de España y significó el desarrollo de una estructura política en España que substituyó a la monarquía compuesta de los Austrias y a su sistema de consejos (territoriales y temáticos) de carácter deliberativo. En su lugar, se impuso una Nueva Planta absolutista y uniformadora. Justo lo contrario de lo que defendió la derrotada opción austracista, de los partidarios de Carlos III el Archiduque.
Un conflicto con estilo. Los ejércitos de la Guerra de Sucesión española por F. Xavier Hernàndez Cardona y Xavier Rubio Campillo
El final del siglo XVII fue un periodo de profunda transformación en el que la racionalización de los aparatos estatales se combinó con un uso sistematizado de innovaciones como el fusil, la sofisticación de la poliorcética y la definición del regimiento como unidad básica del ejército. En este contexto, el conflicto sucesorio hispano enfrentó a ejércitos con organizaciones, tecnologías y culturas diferenciadas, que trataron de adaptarse a los nuevos tiempos de maneras distintas. Al final del mismo la guerra en el continente europeo se había transformado radicalmente, dando paso a la llamada guerra lineal que dominaría el siglo XVIII.
Un ejército para Felipe V por José Ramón Cumplido Muñoz
Durante largo tiempo la historiografía ha mantenido la tesis de que Felipe V conservó el trono de España gracias al monolítico apoyo de Luis XIV durante la Guerra de Sucesión española. Dentro del cuadro general, dominaba la escena el deplorable estado de los ejércitos hispánicos. Sin embargo, durante el transcurso de la guerra, Felipe V logró reorganizar sus ejércitos, y aumentar su número y su eficacia militar hasta conseguir que fueran estas renovadas fuerzas las que se impusieran en los campos de batalla españoles.
La batalla de Almansa por José Luis Arcón Domínguez
La caída de Madrid, en junio de 1706, no supuso el triunfo de la causa austracista. En las provincias leales del norte el duque de Berwick, comandante del ejército borbónico, pudo reconstruir su ejército y aumentarlo con nuevos regimientos franceses; y en Castilla los ataques guerrilleros agravaron paulatinamente la situación de los confederados, que en agosto se vieron forzados a abandonar Madrid y encaminarse a Valencia seguidos de cerca por el renovado ejército de Berwick. Tras meses de relativa inactividad en un territorio cada vez más devastado, el 25 de abril de 1707 los ejércitos borbónico y austracista se batirían finalmente en la que sería una de las batallas más decisivas de la guerra en el frente peninsular.
El dominio del mar. La Armada inglesa en la Guerra de Sucesión por Christopher Storrs (Universidad de Dundee)
Aunque el papel de la Armada británica en la Guerra de Sucesión española no fue tan épico como el desempeñado cien años después en las guerras napoleónicas, sí contribuyó enormemente al éxito de Inglaterra (Gran Bretaña desde 1707, fruto de la unión de los parlamentos inglés y escocés) en este conflicto. Aunque oscurecidos por las célebres victorias en tierra de John Churchill, duque de Marlborough, los logros de la flota no deben ser subestimados.
Del tercio de Morados Viejos al regimiento Castilla: 1700 – 1714 por Herminio Gómez Gascón
Para conocer cómo eran aquellos soldados que combatieron durante la Guerra de Sucesión Española usaremos, como hilo conductor, la historia de una unidad de infantería española que combatió a lo largo y ancho de la Península durante los 14 largos años del conflicto. Esta unidad, conocida al principio de la guerra como tercio de Morados Viejos, concluirá con la denominación de regimiento de infantería Castilla n.º 11, lo que ya de por sí nos da una de las claves de esta época bélica: el cambio profundo de estructuras militares, de los tercios a los regimientos, de los mosquetes de mecha al fusil de chispa, de la pica a la bayoneta, entre muchas otras.
Reseñas de libros, miniaturas y juegos.
Y además, introduciendo el n.º4: El renacer de la Grande Armée por Pierre O. Juhel
De los 500.000 hombres que en 1812 habían sido enviados a las inmensidades de Rusia, a comienzos de 1813 no quedaba nada o casi nada: los regimientos apenas tenían el tamaño de compañías y las divisiones de magros batallones; la caballería había quedado devastada. Con Rusia avanzando sobre Polonia y Prusia y Austria, oficialmente aliados de Francia, comportándose de una forma cuando menos ambigua, era imprescindible reconstruir la Grande Armée para salvaguardar el Gran Imperio y mantener el control sobre Alemania.