Entre el 16 y el 19 de julio de 1808 sucedió algo inesperado junto a la pequeña localidad de Bailén, en Andalucía. El cuerpo de ejército francés del general Dupont, aquel que en Halle, dos años atrás, había vencido con ocho mil soldados a más del doble de prusianos, fue rodeado y vencido en una amarga batalla que se libró bajo un sol de justicia a treinta grados de temperatura. Atrapados entre las dos alas del ejército español, los franceses trataron en vano de romper las líneas de las fuerzas que les bloqueaban la retirada ante Bailén, pero una y otra vez se estrellaron contra las descargas de fusilería y las andanadas de metralla de los cañones del general suizo Reding, que comandaba sobre el terreno las dos divisiones que obtuvieron el triunfo aquella sofocante jornada. En la batalla de Bailén, las fuerzas del general Castaños, artífice del plan que condujo a la espectacular victoria, tomaron veinte mil prisioneros en lo constituía, hasta la fecha, la mayor derrota de los ejércitos de Napoleón. El triunfo español en la batalla de Bailén fue determinante, pues no solo obligó al recién coronado José Bonaparte a evacuar Madrid, sino que también afianzó la Junta Suprema de España e Indias, el gobierno de la España libre con sede en Sevilla, al tiempo que demostró a toda Europa, y en particular al Reino Unido, que Bonaparte no lo tendría tan fácil como esperaba para vencer a los españoles. La batalla de Bailén dio alas a la resistencia ante los franceses y convirtió una serie de alzamientos dispersos en una guerra nacional contra el invasor.
1808. La rebelión de las provincias por Manuel Moreno Alonso – Universidad de Sevilla
La Guerra de la Independencia surgió como una gigantesca revuelta contra la invasión napoleónica. El joven Alcalá Galiano, que en los momentos en que se produjo la insurrección vivía en Madrid, escribió que entonces “todos tenían puesta la vista en las provincias”. Entendiendo el término “provincia” como región o reino, el levantamiento de los españoles consistió en una extraordinaria insurrección protagonizada en gran medida por estas, no porque quisieran separarse de la monarquía, sino porque, por la constitución del país, fue la forma más natural de alzarse contra el invasor, con la particularidad de que, a pesar de declararse soberanas, nunca pretendieron, como sucedió en América después, consolidar un gobierno independiente.
La formación del Ejército de Andalucía por Emilio de Diego García – Real Academia de Doctores de España
La última semana de mayo de 1808 contempló el levantamiento de gran parte de España contra Napoleón. Al frente de aquella sublevación se situaron diversas juntas regionales, provinciales y locales. En Andalucía, se crearon juntas en Granada, Córdoba, Jaén… y sobre todo la intitulada Junta Suprema de España e Indias, constituida en Sevilla bajo la presidencia de don Francisco Arias de Saavedra. Todo, incluida su propia supervivencia, dependería de la fuerza militar que lograran reunir. Solo así podría afianzar el levantamiento y llevar la guerra contra los franceses. El ejército sería, pues, la piedra angular, y en él habría que integrar cuantos hombres pudieran reclutarse. ¿Cómo era aquel ejército llamado a defender la causa de Fernando VII, la religión católica y la libertad e independencia de la patria?
La campaña de Dupont por Alain Pigeard
Tras haberse distinguido particularmente en las campañas de 1805 y 1807, en Polonia, el general Dupont de l’Étang apuntaba a futuro mariscal. Napoleón le confió entonces el mando del II Cuerpo de Observación de la Gironda con el cometido de subyugar la revuelta en Andalucía contra a José I, nuevo rey de España. Lo que el emperador ignoraba es que la guerra en la que acababa de enzarzarse no sería en absoluto contra un ejército, como había sido el caso frente a austriacos, prusianos y rusos, sino contra todo un pueblo que se sublevaría y le plantaría cara con el auxilio de los aliados británicos y portugueses.
La acción de Mengíbar y el cerco al ejército francés por Jean-Marc Lafon – Université Paul-Valéry, Montpellier III
El 13 de julio de 1808, el dispositivo francés se encontraba extendido en exceso a lo largo de más de 30 km en la orilla derecha del Guadalquivir. La propagación de la insurgencia en la periferia arruinó el proyecto inicial de ocupación de Andalucía, pues otros teatros, como Zaragoza, Valencia y, sobre todo, el norte, parecían prioritarios a los ojos de Napoleón. Por último, la prolongada ruptura de las comunicaciones de Dupont con Madrid, ocasionada por el bloqueo de las gargantas de Sierra Morena por los insurgentes, había impedido la pronta llegada de refuerzos, de manera que el general francés no pudo aprovechar sus éxitos iniciales para someter el sur. Los prolegómenos de Bailén desvelan una larga serie de ocasiones perdidas y decisiones equivocadas en ambos bandos. Pero, al fin y al cabo, fueron los jefes imperiales quienes cometieron los mayores errores.
Bailén. La batalla de los olivares por Manuel Moreno Alonso Universidad de Sevilla
El enfrentamiento final entre los ejércitos de Dupont y Castaños se produjo el martes 19 de julio de 1808. Este día el general francés, pretendiendo sorprender al español, quiso franquear las Termópilas españolas, pero él mismo fue víctima de su propia trampa. Optó por dejar Andújar y dirigirse a Bailén, creyendo que el grueso del ejército de la Junta Suprema de Sevilla se encontraba en los Visos de Andújar. Fue un gran error de inteligencia. Mucho más acertado estuvo el comandante en jefe español, quien, desde dos días antes, tenía muy claro que las tropas de Dupont se encontraban en una situación desesperada que le beneficiaba extraordinariamente. La suerte iba a decidirse aquel 19 de julio en medio de un mar de olivares.
Los ecos europeos del triunfo español por Elías Durán de Porras – Universidad CEU Cardenal Herrera
Afirma el catedrático Manuel Moreno Alonso que la batalla de Bailén fue determinante para el surgimiento de la nación española de la misma manera que Valmy lo fue para la república francesa. La victoria española contribuyó al mito de la “nación indomable” en Europa, al igual que el levantamiento del Dos de Mayo y la heroica resistencia de Zaragoza. En su interesante The Invention of Spain, David Howarth escribe que “pese al interés que intermitentemente provocó España en Inglaterra, los ingleses nunca llegaron a entender la Península en sus propios términos”. Como consecuencia de ello se “inventaron” otra que fue extendiéndose por el resto de Europa y en la que la Guerra de la Independencia fue un capítulo decisivo.
El destino de los prisioneros. La odisea de los soldados derrotados en Bailén por Vicente Ruiz García – Universidad Nacional de Educación a Distancia
Al sur de Mallorca, a una hora escasa de navegación desde la concurrida Colonia de Sant Jordi, se encuentra la isla de Cabrera, un paraíso marítimo y terrestre que constituye el mejor exponente de ecosistemas insulares no alterados del Mediterráneo español y donde a simple vista es difícil de imaginar que este espacio natural fuera el escenario de uno de los capítulos más trágicos de la Guerra de la Independencia española, donde miles de soldados al servicio de Napoleón, muchos de ellos derrotados en Bailén, sufrieron un terrible cautiverio. Fueron los supervivientes de aquella experiencia los que, al regresar a Francia y en plena efervescencia de la novela romántica, escribieron memorias donde se recogieron los padecimientos sufridos durante los cinco años de duró su reclusión en aquel pedazo de tierra, cosa que convirtió la isla de Cabrera en un infierno, pero a la vez en un mito, donde España no salió muy bien parada.
Ruta por la memoria. Batalla de Bailén por Rafael Zurita – Universidad de Alicante
Este mapa nos propone un recorrido por una decena de localizaciones emblemáticas en el Bailén actual íntimamente relacionadas con la batalla, desde ubicaciones que desempeñaron un papel clave en el enfrentamiento, como la huerta de don Lázaro y el Haza Walona, hasta mausoleos dedicados a destacados personajes de ambos bandos como el general Castaños o el francés Dupré, pasando por museos dedicados a la memoria de este acontecimiento clave en la historia de España.
Y además, introduciendo el n.º 46: Los corsarios de la Orden de Malta por Arnold Cassola – University of Malta
Antes de la llegada de los caballeros de San Juan de Jerusalén, las infraestructuras navales de Malta eran muy precarias. Tras el desembarco de la orden se construyeron en Birgu (Vittoriosa), en 1540, importantes instalaciones para la reparación de buques que se ampliarían en 1600 y 1636. En consecuencia, las oportunidades laborales del ámbito naval se incrementaron considerablemente para los malteses y el corso se convertiría en una de las fuentes de ingresos más provechosas para el ciudadano maltés común. El dominio de los caballeros sobre Malta y los malteses trajo aparejado una valiosa fuente de emprendimiento. Desde el siglo XVI, lo que hasta entonces había sido en esencia una empresa privada vagamente regulada por el Estado, se convirtió en una verdadera industria que ayudó a perpetuar la raison d’être de los caballeros de San Juan.