En la gran obra Comentarios de la guerra de España e historia de su Rey Phelipe el Animoso, el noble sardo de origen valenciano Vicente de Bacallar y Sanna (1669-1726) prolonga la contienda que comenzó en 1704, la Guerra de Sucesión española, hasta el Tratado de Viena de 1725. Tanto para Felipe V, ansioso por recuperar la herencia de Carlos II, como para el emperador Carlos VI, que no renunciaba a la corona española, la Paz de Utrecht (1713) no fue más que una tregua y, en efecto, la guerra volvió con toda su crudeza entre 1717 y 1720. Aquel conflicto, poco divulgado, pasó a la historia como “Guerra de la Cuádruple Alianza”. España, que había iniciado una rápida recuperación económica y militar, organizó la mayor expedición naval hispánica desde la Grande y Felicísima Armada e invadió la Sicilia saboyana tras recuperar la Cerdeña austriaca. Ante aquel inesperado despliegue de fuerza, Londres, París, Viena y Turín reaccionaron sin titubeos y Felipe V tuvo que enfrentarse a la gran coalición europea. Aunque fallido, el intento de recuperación de la vieja Italia española marcó el inicio del exitoso regreso de España al plano internacional como gran potencia militar y naval, que se concretaría en las dos décadas siguientes.
Felipe V y el resurgir español por Christopher Storrs – University of Dundee
Entre 1713 y 1746, España, regida por su primer monarca borbónico, Felipe V, representó –junto a la emergente Rusia en el este–, la mayor amenaza para la paz en Europa. Se trató de un cambio radical respecto a la naturaleza del problema que España, gobernada por el último Austria, Carlos II, supuso para los soberanos europeos y sus ministros. Entonces había sido la debilidad española, no la fortaleza, lo que desafió a los dirigentes de otras partes. El resurgir de España se hizo evidente en términos de fortaleza militar, naval y financiera. El país supo adaptarse particularmente bien a una situación en la que la corte era capaz de desplegar los recursos de una amplia monarquía europea y global, procedentes, sobre todo, de España y las Indias. En cuanto al impacto del resurgir, lo percibieron tanto los súbditos de Felipe como los vecinos de España.
La Cuádruple Alianza y el equilibrio de poderes por Frederik Dhondt – Vrije Universiteit Brussel/Universiteit Antwerpen
La Guerra de la Cuádruple Alianza (1718-1720) es uno de los episodios más complejos de la diplomacia del siglo XVIII. Los vínculos entre los soberanos nunca son lo que parecen. Unas directrices generales pueden ayudar a interpretar las caóticas e incompatibles, pero al mismo tiempo coexistentes reclamaciones entre Madrid, Viena, Estocolmo, Hampton Court, París, Roma, Parma, Florencia y Turín. Debemos comenzar con los tratados de Utrecht (1713), Rastatt (1714) y Baden (1714), que pusieron fin a la Guerra de Sucesión española, al menos entre casi todos los Estados contendientes, salvo los adversarios principales: Felipe de Anjou, que sucedió a Carlos II como cabeza de la Monarquía Hispánica en la península ibérica y sus colonias, y Carlos de Habsburgo, que recibió los Países Bajos españoles y la mayoría de los territorios italianos. Un nuevo conflicto parecía, por lo dicho, lógico e inminente.
Las campañas de Sicilia y Cerdeña por Giancarlo Boeri, Paolo Giacomone Piana y José Luis Mirecki Quintero
El epicentro de la Guerra de la Cuádruple Alianza fueron las islas del Mediterráneo. Cerdeña era una posesión de los Habsburgo de Viena donde habían hallado refugio muchos austracistas peninsulares. Una expedición naval española tomó la isla en 1717 sin muchas dificultades. Al año siguiente, una armada aún mayor desembarcó un gran ejército en Sicilia, posesión del duque de Saboya. La mayor parte de la isla estuvo pronto bajo poder español, pero la destrucción de la armada por sorpresa a manos de la Royal Navy en cabo Passaro dejó a las tropas del marqués de Lede aisladas y abrió la puerta a un vigoroso contraataque aliado. Durante dos años, la guerra prendería en Sicilia a una escala que no se conocía en la región desde la Antigüedad.
“Nunca se ha visto armada más bien abastecida”. La logística de la expedición a Sicilia de 1718 por Eduard Martí Fraga – UIC
La expedición de Sicilia de 1718 supuso una movilización de recursos ingente que no dejó de impresionar a los contemporáneos. El austracista Francesc de Castellví la comparaba con la Gran Armada, pues se trataba de “un numeroso y formidable embarco, tan bien dispuesto y abastecido que desde Felipe II no se había visto en España mayor ni igual”. Por su parte, el borbónico marqués de San Felipe destacaba que “nunca se ha visto armada más bien abastecida”. ¿Cómo se organizó esta expedición? Los comentarios de los autores referidos nos llevan a preguntarnos no solo por el volumen de embarcaciones y pertrechos movilizados, sino también por las personas que se beneficiaron económicamente de esta empresa.
La batalla de Milazzo por Àlex Claramunt Soto
La destrucción de la escuadra española en Cabo Passaro supuso un duro golpe al proyecto mediterráneo de Felipe V. Aun así, el ejército del marqués de Lede seguía intacto y no detuvo la campaña. Las tropas saboyanas, atrincheradas en la ciudadela de Mesina, Trapani y Milazzo, no suponían un grave peligro, y los imperiales, cuyo auxilio Víctor Amadeo II había tenido que aceptar, no se habían movilizado en número suficiente para cambiar las tornas. Tras forzar la rendición de Mesina el 29 de septiembre, Lede desplazó el grueso de sus tropas frente Milazzo. Allí se produjo un largo bloqueo de ocho meses marcado por la batalla del 15 de octubre, el primer gran combate terrestre del conflicto.
Alberoni, servidor de Isabel de Farnesio por Rosa María Alabrús Iglesias – UAO
El presente artículo analiza la figura del cardenal Giulio Alberoni desde sus humildes orígenes hasta su triunfo político (1714-1719), su caída en desgracia y su larga etapa de supervivencia hasta su muerte en 1752. Del personaje queda explicitado el extraordinario servicio que prestó a Felipe V y a su esposa Isabel de Farnesio (de la que fue hombre de confianza), su capacidad de adulación y de intriga, sus dotes de político reformista y su gran apuesta, a la postre fallida, la recuperación de la vieja Italia española después del Tratado de Utrecht. Las razones de su caída se sitúan especialmente en sus relaciones no siempre fáciles con el papado y, sobre todo, con Inocencio XIII.
La batalla de Francavilla por Giancarlo Boeri, Paolo Giacomone Piana y José Luis Mirecki Quintero
El 20 de junio de 1719 se libró en Francavilla la mayor batalla en Sicilia desde la Antigüedad. El desenlace del choque confirmó lo que se intuía desde Almansa, que las reformas militares de Felipe V habían convertido al ejército español en una fuerza a tener en cuenta. En Francavilla, el ejército del marqués de Lede, aunque privado de apoyo externo tras la destrucción de la armada española en Cabo Passaro, consiguió derrotar a las tropas imperiales del conde de Mercy, parte de las cuales habían combatido con éxito en los Balcanes a las órdenes del príncipe Eugenio de Saboya. Los generales imperiales habían subestimado la capacidad de combate de las tropas españolas. La batalla del 20 de junio de 1719 no sirvió más que para reafirmar al marqués de Lede, a sus tropas y a los sicilianos en su propósito de resistir a ultranza.
La invasión francesa de Cataluña y la guerrilla austracista por Núria Sallés Vilaseca – UPF
La Guerra de la Cuádruple Alianza se vivió en Cataluña como una extraña prórroga de la Guerra de Sucesión, en la que, como por arte de magia, las tropas francesas parecían alentar la revuelta de los catalanes contra Felipe V. Solo la alianza coyuntural entre el regente de Francia, el duque de Orleans, y el rey de Gran Bretaña, Jorge I, como contendientes junto a Carlos VI en la Guerra de la Cuádruple Alianza, permite entender la acción de los ejércitos galos en el principado. Ya no se trataba de un ejército “borbónico”, como lo fue el que tuvo como misión defender los derechos de Felipe, nieto de Luis XIV, al trono de la monarquía hispánica. La guerra empezó en Cataluña, antes de la llegada de las tropas francesas, con la reactivación de la guerrilla a partir de agosto de 1718.
Y además, introduciendo el n.º 40: Transilvania y la revuelta de Bohemia por Dénes Harai (Université de Pau)
Gábor Bethlen (1585-1629), príncipe calvinista húngaro y, desde 1613, príncipe de Transilvania, seguía atentamente las tensiones entre la política autoritaria de los Habsburgo austriacos y los Estados de los reinos de Bohemia y Hungría, que anhelaban proteger sus privilegios y la libertad religiosa de los protestantes frente a las injerencias del gobierno de Viena durante el reinado del emperador Matías y luego bajo Fernando II. La dieta de Hungría, susceptible al llamado de los Estados de Bohemia y la Baja Austria, se reunió en Bratislava y se negó a contribuir económicamente al esfuerzo bélico de Fernando. En tales circunstancias, una Transilvania multiétnica y pluriconfesional, gobernada por un príncipe húngaro protestante, se erigía, a comienzos de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), como aliado natural de los Estados de Hungría y esperanza de los de Bohemia.