La Guerra Imjin fue la mayor y más sangrienta contienda del mundo en el siglo XVI. Sin embargo, de ella apenas llegaron a Europa ecos lejanos a través de misioneros jesuitas. Mientras los reinos de Europa occidental se enfrentaban unos contra otros en las Guerras de Religión, en Extremo Oriente el poderoso señor feudal japonés, Toyotomi Hideyoshi, acababa de completar la unificación de Japón. Y, deseoso de expandir su poder más allá de las fronteras niponas y de distraer hacia el exterior las fuerzas latentes de sus potenciales rivales, invadió la Corea de la dinastía Joseon. Así, la península coreana se convirtió en un campo de batalla en el que ejércitos con los que los gobernantes europeos solo podían soñar, de cientos de miles de hombres, se enfrentaron en una guerra de extrema violencia en la que se dirimió la hegemonía en Asia Oriental entre Japón y la China Ming, de la que Corea era vasalla y que acudió en su auxilio. Tras desembarcar en Busán en mayo de 1592, los ejércitos japoneses, curtidos en lustros de luchas intestinas y provistos de abundantes armas de fuego, barrieron con facilidad a las fuerzas coreanas, mal preparadas para enfrentarse a tan poderoso adversario, y ocuparon las capitales de Hanseong –actual Seúl– y Pyongyang. Su victoria parecía ineludible, pero dos factores la frustraron: la resistencia popular coreana, que convirtió la ocupación en una lucha constante contra bandas guerrilleras de campesinos y monjes, y la eficaz marina coreana, dirigida por el almirante Yi Sun-sin, que interrumpió el suministro desde Japón a las fuerzas invasoras. En enero de 1593, un poderoso ejército chino entró en Corea. Se avecinaba una lucha de titanes…
Japón, Corea y China. Un triángulo de tensión en Asia Oriental por Nam-lin Hur (University of British Columbia)
El día 24 de abril de 1592 Toyotomi Hideyoshi ordenó a los daimios que atacasen la Corea de la dinastía Joseon. De acuerdo con dicha orden, el 13 del cuarto mes la 1.ª División de tropas japonesas desembarcó en la ciudad de Busan y atacó la fortaleza de Busanjin. Otras fuerzas niponas siguieron sus pasos. Así comenzó la invasión japonesa de Corea, que se extendería hasta 1598. Con su orden del 13 del tercer mes de 1592, Hideyoshi fue el único responsable de la guerra librada por Japón contra la dinastía Joseon. Independientemente de lo que llevara a Hideyoshi a ordenar a sus daimios que atacasen el país vecino, su objetivo era la sumisión del rey Joseon. Como dejó claro en sus instrucciones, deseaba subyugar el país mediante un golpe militar y, con ello, llevar a su rey a Japón como prueba de dicha sumisión.
“No hay ciudad que no podamos tomar, no hay país que no podamos conquistar”. El gran ejército de Toyotomi Hideyoshi por Arturo Galindo García (Universitat Autònoma de Barcelona)
Resulta fácil entender las palabras de Hideyoshi que dan título a este artículo: había heredado un país unificado tras un siglo de guerra y se había alzado como hegemon de Japón como taikō, o regente imperial retirado, pero sabía que su autoridad era tan real como pudiera plasmarla; si no lograba saciar la ambición de señores curtidos por la guerra, ansiosos de poder, su hegemonía podía ser efímera. Uno de los posibles móviles de la invasión de Corea podría bien haber sido alejar a los belicosos daimios, dándoles un teatro lejano en el que saciar sus ansias de conquista. El ejército nipón que desembarcó en Corea era una maquinaria formidable y no resulta extraño entender por qué Zhou Kongjiao, un oficial chino, se preguntó: “si el Imperio Celestial es todopoderoso, ¿por qué tememos a los japoneses tal si tuviesen la fuerza de tigres?”.
La conquista japonesa de Corea en la Guerra Imjin por Kizaki Braddick (University of Oxford)
Toyotomi Hideyoshi (1536-1598), regente de Japón, desarrolló una gran estrategia basada en el principio de la hegemonía que abarcaba tres grandes objetivos: un anhelo personal de ser el hegemon dentro de un nuevo régimen, que este tuviese a su vez la primacía dentro de Japón, y que el país fuera la potencia dominante de Asia Oriental y posiblemente más allá. Durante la campaña de pacificación interna, Toyotomi Hideyoshi hizo referencia a menudo a su deseo de conquistar la China de los Ming. Con la reunificación prácticamente completada en 1591 alcanzó el segundo propósito y su atención se desplazó al siguiente paso. Lo que se interponía en su camino era la Corea Joseon. Este artículo se centra en las primeras fases de la invasión de la península coreana, en la que los ejércitos nipones barrieron a sus adversarios y tomaron las dos capitales del reino: Hanseong y Pyongyang. El inicio de la Guerra Imjin.
La batalla de Chungju. Anatomía de un desastre por Stephen Turnbull (Leeds University)
“Era una trampa mortal”. Estas son las palabras usadas más a menudo por los historiadores militares para describir el campo de batalla donde el Ejército coreano sufrió la derrota más desastrosa de toda la invasión japonesa. El encuentro toma su nombre del castillo de Chungju, el último bastión coreano antes de Hanseong, pero en realidad se libró en la llanura frente a la colina de Tangeumdae, que se extendía hacia el norte en dirección a un río importante. La catastrófica derrota que sufrió allí el general Sin Rip ha sido considerada durante mucho tiempo como una vergüenza para la historia del país. Difícilmente se puede sobrevalorar la importancia militar de la batalla como derrota –el camino a Hanseong quedó completamente abierto–, pero este artículo la analiza en detalle y se cuestiona acerca de si el oprobio que ha pesado sobre el general perdedor durante tantos siglos está totalmente justificado.
Doctrinas de combate. Las tácticas de la Guerra Imjin por Arturo Galindo García (Universitat Autònoma de Barcelona)
La Guerra Imjin, la invasión acometida por Toyotomi Hideyoshi, fue uno de los mayores conflictos que Asia jamás había visto, en el que cientos de miles de soldados serían movilizados, y constituyó un brutal conflicto en el que Japón y China pusieron a prueba modelos militares perfilados a lo largo de años de conflicto y en el que Corea tuvo que acometer en pocos años la modernización que China había realizado en décadas. Tras sufrir varios reveses a manos de los vietnamitas y los mongoles, la constatación del estado del sistema militar de la China Ming la llevó a un profundo proceso de reforma que la convirtió en una potencia intervencionista, lo requirió profundos cambios relativos al planteamiento, las tácticas y la modernización de sus ejércitos. También el Japón feudal había experimentado a lo largo de los siglos XV y XVI importantes transformaciones tácticas y organizativas, en tanto que el modelo militar coreano se encontraba anticuado en todos los aspectos.
Las campañas navales de Yi Sun-sin por Stephen Turnbull (Leeds University)
Los primeros movimientos de la invasión y conquista japonesa de Corea en 1592 fueron salvajes, rápidos y muy minuciosos, pero tres factores acabarían por anular los logros nipones. Estos fueron las actividades de las guerrillas coreanas, la intervención de la China Ming y las campañas navales del almirante Yi Sun-sin. De los tres, el último es el más apreciado en la historia coreana porque revela un elemento de superioridad militar en el mar que los coreanos nunca igualaron en tierra y tiene que ver con la extraordinaria personalidad del mayor héroe de Corea. Este artículo examina sus cualidades militares, pero también analiza hasta qué punto las victorias coreanas dependieron de la carencia de las mismas de la que hicieron gala los almirantes japoneses.
Resistencia popular contra la invasión japonesa por J. Marshall Craig (Universitat Autònoma de Barcelona)
Cuando el ejército regular Joseon se vio arrollado por las fuerzas invasoras japonesas en la primavera de 1592, empezaron a surgir milicias autoorganizadas por todo el país. En las grandes franjas de territorio que cayeron bajo control japonés en los meses cuarto y quinto de 1592, el colapso de la protección estatal condujo a una situación caótica en la que se produjeron todas las respuestas imaginables: desde huir al refugio en las montañas –muy numerosas en la península– hasta buscar activamente seguridad y ventajas colaborando con las fuerzas de ocupación. Para gran parte de la población, la llegada de los invasores significaba a la vez un peligro letal y una posible liberación de la opresiva jerarquía social y del sistema de corveas impuestos por los Joseon. Los japoneses trataron activamente de explotar este último punto, distribuyendo grano público y prometiendo reducir los impuestos y las corveas, y el estatus de campesino plebeyo a la numerosa clase de nobi, hombres y mujeres sometidos a perpetuidad en servidumbre a sus señores yangban o al Estado.
La contraofensiva chino-coreana y la retirada japonesa por Kenneth M. Swope (University of Southern Mississippi)
La Gran Guerra de Asia Oriental (1592-1598), también conocida como invasión japonesa de Corea, Guerra Imjin o el “rescate de Corea”, fue la mayor contienda del mundo en el siglo XVI y representó el desafío más importante a la hegemonía china en Asia Oriental a principios de la Edad Moderna. Si el hegemon japonés Toyotomi Hideyoshi hubiera satisfecho sus ambiciones de conquistar China, y posiblemente incluso la India, no solo la historia de Asia, sino también la del mundo, podrían haber sido diferentes, pues concebía un imperio comercial de orientación marítima bastante similar a los de las potencias europeas contemporáneas. Sin embargo, la exitosa intervención Ming preservó el statu quo geopolítico en la región hasta mediados del siglo XIX. Por lo tanto, la Guerra Imjin en sí, y en particular la intervención Ming, merecen la atención de académicos e historiadores militares interesados en la importancia de la historia militar para las relaciones internacionales y el equilibrio de poder en los sistemas regionales.