Blas de Lezo y Cartagena de Indias

Desperta Ferro Historia Moderna

n.º 48
Octubre 2020
Blas de Lezo y Cartagena de Indias Guerra de Asiento
7€IVA incluido

Cartagena de Indias, primera escala de la ruta de la Flota de Indias y principal puerto del virreinato de Nueva Granada, fue siempre un objetivo codiciado por piratas y corsarios. Desde finales del siglo XVII, sin embargo, fueron las armadas enemigas de la Corona española quienes pusieron sus miras en la ciudad. El ataque británico de 1741 fue la mayor amenaza que afrontó la ciudad. Con una opinión pública enfervorizada por el espíritu mercantilista y deseosa de poner fin al monopolio español en América, el gobierno de Horace Walpole envió contra Cartagena la mayor expedición anfibia organizada hasta entonces por Gran Bretaña. Vernon, un oficial curtido, pero con intereses políticos en juego, tenía frente a sí un verdadero desafío geográfico y climático. Además de los defensores, capitaneados por hombres no menos duchos en su oficio como Blas de Lezo y Sebastián de Eslava –dos fuertes personalidades en pugna–, la difícil orografía de la bahía cartagenera y las enfermedades tropicales que proliferaban en el ambiente jugarían en contra de los británicos. Walpole estaba en lo cierto cuando afirmó que los mismos que festejaban la declaración de guerra a España se vestirían de luto poco después. La batalla de Cartagena de Indias llevó la guerra al continente americano a una escala nunca vista hasta entonces, y su categórico desenlace puso fin de forma definitiva a las ansias expansionistas de Gran Bretaña en la América hispana.

La Guerra del Asiento por Richard Harding (University of Westminster)

La Guerra del Asiento por Richard Harding (University of Westminster)

Cuando Gran Bretaña declaró la guerra a España el 19 de octubre de 1739, el júbilo se propagó por la ciudad de Londres. Las campañas tañían mientras una multitud enfervorizada que incluía al príncipe de Gales, heredero del trono, seguía a los heraldos que recorrían diferentes puntos de la ciudad para leer la proclamación. En los veinticinco años anteriores la fricción entre ambos países había sido permanente, y en ocasiones había desembocado en la violencia, sobre todo en el Caribe. El gobierno español estaba decidido a detener a los contrabandistas británicos, y la implacable acción de los guardacostas se llevó por delante no solo a aquellos, sino también a mercaderes inocentes. Las fricciones eran percibidas como una amenaza tanto en Gran Bretaña como en España.

Blas de Lezo, el hombre y el mito por Carolina Aguado Serrano y Mariela Beltrán García-Echániz

Blas de Lezo, el hombre y el mito por Carolina Aguado Serrano y Mariela Beltrán García-Echániz

La batalla de Cartagena de Indias es un acontecimiento clave en la vida de Blas de Lezo hasta el punto de convertirle en un ser legendario, pero ¿quién fue realmente?, ¿qué persona se oculta entre las sombras del mito? Blas de Lezo fue un leal servidor de un rey desagradecido que, con una intachable carrera militar cuajada de heroicos hechos de armas, antepuso el servicio al Estado y a su rey por encima de sus intereses personales. También fue un hombre concienzudo, tenaz, franco, sincero, impulsivo, directo, visceral, vehemente, de clara inteligencia y fuerte carácter.

El corso español en el Caribe por Enrique Otero Lana

El corso español en el Caribe por Enrique Otero Lana

Aunque la Guerra del Asiento fue uno de los momentos culminantes del corso español en América, su actividad ya era importante en años anteriores. La causa estaba en el contrabando que ingleses, holandeses, franceses e incluso daneses realizaban con las colonias españolas, a las que el comercio oficial tenía desabastecidas y con precios altos para mercancías a veces básicas. Desde el punto de vista naval, la Armada española se encontraba en clara inferioridad con respecto a la Royal Navy, con unos veintinueve navíos de línea frente a unos noventa de los británicos. Frente a esta desproporción, la solución de España pasaba por alentar a los corsarios particulares

Las fuerzas defensivas virreinales por Francisco A. Eissa-Barroso (University of Manchester)

Las fuerzas defensivas virreinales por Francisco A. Eissa-Barroso (University of Manchester)

La estrategia defensiva utilizada en la América hispana durante la primera mitad del siglo XVIII se basó en la reforma y modernización de las guarniciones permanentes de las plazas fuertes, su refuerzo mediante el envío de tropa veterana de la Península y el nombramiento de oficiales militares experimentados para gobernar provincias estratégicas. Aunque este modelo dio buenos resultados durante la Guerra del Asiento, no logró resolver una serie de problemas de larga data: una escasez crónica de soldados y armamento, retrasos y descuentos en el pago de los situados, y la preponderancia de milicias poco disciplinadas y mal organizadas como única línea de defensa para la mayor parte del territorio.

Bocachica bajo asedio Blas de Lezo por Carlos del Cairo Hurtado, Jesús Aldana y Victoria Báez (Universidad Externado de Colombia)

Bocachica bajo asedio por Carlos del Cairo Hurtado, Jesús Aldana y Victoria Báez (Universidad Externado de Colombia)

En la época colonial, Cartagena de Indias se consideraba “antemural y llave de todos estos vastos reinos, caja principal de su comercio y el mejor y más acomodado puerto de todo este continente”. En dicha ciudad y puerto se dispuso un vasto sistema defensivo cuya función principal fue la de proteger intereses económicos, ideológicos o demográficos.  La gran cantidad y diversidad de recursos que brindaban estas tierras dio lugar a continuos enfrentamientos. Un caso particularmente relevante fue el asedio británico del año de 1741, enmarcado en la Guerra de Asiento. Al sur del mar Caribe, aquel 13 de marzo, las fuerzas británicas divisaron las costas occidentales de Cartagena de Indias. Los cañones de ambos bandos comenzaron a resonar mientras la vista de los invasores reposaba en el canal de acceso de Bocachica, defendido por Blas de Lezo.

El asalto a Cartagena de Indias por José Manuel Serrano (Universidad de Sevilla)

El asalto a Cartagena de Indias por José Manuel Serrano (Universidad de Sevilla)

Tras diecisiete días de encarnizada y desigual lucha, los ingleses tomaban el castillo de San Luis de Bocachica el 5 de abril de 1741. La desproporción entre atacantes y defensores –de 5 a 1 en las fases finales– había decantado la balanza a favor de los británicos, aunque con fuertes pérdidas. Un agudo e imparcial observador habría dictaminado, aquel 5 de abril, que las posibilidades de defensa de los españoles eran virtualmente nulas. Los defensores de replegaron a la siguiente línea de defensa: la bahía interior. Esta constituía la última defensa natural de la ciudad frente a un enemigo que lanzara un ataque desde las aguas de la bahía grande. Comenzaba en estos momentos la fase decisiva de la batalla.

Patógenos y política. La visión británica del desastre por Nicholas Rogers (York University)

Patógenos y política. La visión británica del desastre por Nicholas Rogers (York University)

¿Cómo encaja el factor de las enfermedades en las narrativas sobre la expedición de Cartagena que siguieron inevitablemente a su fracaso? ¿Qué huella dejó en la memoria colectiva? Se trata de cuestiones muy pertinentes, dado que Gran Bretaña, gracias a su amplia alfabetización y su gran diversidad de publicaciones, poseía una de las esferas públicas más vibrantes de mediados del siglo XVIII. A pesar del leve incremento de la esperanza de vida, las enfermedades siguieron formando parte de la vida. Las epidemias más dramáticas de la época se produjeron en el Caribe. A algunos oficiales de la Marina les aterrorizaba la perspectiva de aventurarse en la peligrosa zona y preferían quedarse en casa a media paga, o bien echaban mano de contactos para que los destinasen a puestos más seguros.

Y, además, introduciendo el n.º 49, George Armstrong Custer, una figura controvertida por T. J. Stiles

Y, además, introduciendo el n.º 49, George Armstrong Custer, una figura controvertida por T. J. Stiles

A comienzos del siglo XXI, a George Armstrong Custer se le recuerda por algo que, por definición, no caracterizó su vida: su muerte en Little Bighorn, el mayor desastre que sufrió el Ejército estadounidense en sus últimas guerras contra los pueblos nativos de Norteamérica. Se ha convertido en un personaje mítico que ha evolucionado, en consonancia con la opinión pública, de símbolo de sacrificio caballeresco a fanfarrón ignorante y egoísta. Sin embargo, cuando uno investiga al personaje histórico, se topa en su camino con otro figurado que nos oculta al hombre real, pues Custer ya era una celebridad mucho antes de su muerte y tenía un perfil público desproporcionado a sus responsabilidades. Sus coetáneos lo adoraban o lo odiaban, e insistieron en sus propias visiones del hombre como héroe o villano.

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Blas de Lezo en La Mecánica del caracol-EiTB

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