Continuamos la serie Ejércitos medievales hispánicos con este número dedicado a uno de los periodos más cambiantes y trascendentales de la historia peninsular: aquel que abarca desde la caída del Califato omeya de Córdoba, en torno a los años 1031-1035 hasta la muerte del rey Alfonso VII de León, en 1157. Si en el periodo precedente la potencia hegemónica en términos económico, político y militar había sido aquella del Califato, en este la iniciativa quedará en manos de los reinos cristianos –Pamplona, Portugal, Castilla y León, Aragón– frente a una al-Ándalus atomizada en pequeños reinos taifas enfrentados entre sí y vulnerables a las acometidas de sus vecinos septentrionales, cuya paz llegarán incluso a comprar por medio de tributos. Ente estos últimos, es el momento del desarrollo de los vínculos feudovasalláticos, de una aristocracia agresiva y expansiva al tiempo que dotada de instrumentos, técnicas e instituciones militares extremadamente eficaces, desde las instituciones que facilitan la recluta de mesnadas para lanzar cabalgadas en la frontera hasta la técnica de lanza en ristre que facilita la carga de caballería pesada. Un universo militarizado y de frontera, inestable y en mutación constante.
Una península, dos mundos. Al-Ándalus y los reinos cristianos (1031-1157) por José María Monsalvo Antón (Universidad de Salamanca)
En el siglo y cuarto que media entre la caída del califato de Córdoba y el final del reinado de Alfonso VII, la península ibérica experimentó grandes cambios, si bien siempre se mantuvo como un escenario global donde se desenvolvían dos mundos, dos civilizaciones: la de los cristianos del norte y la de los musulmanes del sur. Una frontera original, difusa y dinámica, ganada lenta y progresivamente por los cristianos –con no pocas dificultades–, servía de conexión a ambos.
“Como leones hambrientos”. Cristianos, taifas y almorávides en guerra por Francisco García Fitz (Universidad de Extremadura)
Las tácticas militares de las huestes de los reinos cristianos peninsulares, enfrentadas a las de los reinos taifas y, en particular, a las de los almorávides, mostraban unas divergencias profundas que explican las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos en la vorágine de guerras que se sucedieron en este periodo. El profesor García Fitz desgrana la relevancia que tuvieron estas diferencias de los ejércitos medievales hispánicos a la hora de brindar el éxito o el fracaso a cada uno de estos ejércitos.
Una conquista convertida en “reconquista” y transformada en “cruzada”. La legitimación de la guerra en los reinos cristianos peninsulares por Carlos de Ayala Martínez (Universidad Autónoma de Madrid)
Entre las décadas centrales de los siglos XI y XII, la guerra en la península ibérica experimentó, a nivel de justificación ideológica, un importante proceso de transformación que afectó al conjunto de los reinos cristianos. Toda guerra exige una justificación y para los cristianos esta, desde los días de san Agustín, a comienzos del siglo V, adoptó la forma de “guerra justa” que ya definieran los clásicos y que, básicamente, es aquella que confronta una agresión.
Omnia mea garnimenta. El armamento hispano entre 1031 y 1157 por Darío Español Solana (Universidad de Zaragoza)
Este periodo constituye un punto de inflexión fundamental en relación al armamento y la caballería de los ejércitos medievales hispánicos. La cristalización de la caballería feudal en los reinos cristianos supuso una revolución de todas las estructuras en general, y del armamento muy en particular. Esta transformación también afectó al islam peninsular, cuyos modos de hacer la guerra y tecnología fueron similares a los de sus homólogos cristianos.
El Imperio almorávide por Alejandro García Sanjuán (Universidad de Huelva)
El origen de la dinastía almorávide se encuentra en un movimiento islámico de reforma religiosa que se expandió por amplias zonas del norte de África y la Península, a través de un proceso histórico que se inicia a comienzos del siglo XI y culmina a mediados del XII, cuando la dinastía fue derrocada en su capital, Marrakech.
Un campo sembrado de cruces rotas. La batalla de Uclés por David Gallego Valle y Jesús Manuel Molero García (Universidad de Castilla-La Mancha)
Cuando al atardecer del 30 de mayo de 1108, en las llanuras al oeste de Uclés, el gobernador almorávide de al-Ándalus, Tamin, se postró para la oración en el crepúsculo, el panorama que se extendía ante su vista era dantesco. La tierra estaba sembrada de cadáveres cristianos, entre ellos gran parte de la flor y nata de la nobleza de León y Castilla, con las cabezas cercenadas y apiladas “hasta crear una montaña para llamar a la oración”. En un solo día, los jinetes del desierto y sus aliados andalusíes habían destruido a una gran hueste de caballería cristiana, lo que demostraba que las antiguas tácticas ya no contaban con la superioridad que habían tenido hasta ese momento, superadas por las nuevas maniobras de las tropas norteafricanas en el campo de batalla.
La imagen del enemigo musulmán en el arte románico por Inés Monteira Arias (Universidad Nacional de Educación a Distancia)
Los relieves que decoraban las iglesias de los siglos XI y XII reflejan el ambiente guerrero del momento y representan a los musulmanes como enemigos a combatir. Las autoridades civiles y eclesiásticas que patrocinaron esos edificios estuvieron directamente involucradas en la conquista de al-Ándalus. Eso explica que las campañas de expansión de los reinos cristianos hacia el sur encontraran en los muros de las iglesias románicas un medio privilegiado de difusión, enunciando la sacralización de la guerra desde el propio edificio religioso.
Tesoros u hombres. Dos modos de entender el nervio de la guerra por Josep Suñé Arce (Grupo Ocorde)
Los poderes cristianos del norte peninsular destinaban casi todo lo que tenían, e incluso más que eso, al esfuerzo militar. Los reyes taifas, por el contrario, a pesar de regir unos territorios bastante más reducidos, seguían atesorando enormes reservas monetarias para conseguir una posición singular y preeminente respecto al resto. La diferencia entre los modelos de ejércitos medievales hispánicos solo podía ir en detrimento de la eficacia militar de los segundos frente a los primeros.
Poliorcética en la Plena Edad Media. La lucha por el control del tablero peninsular por David Gallego Valle (Universidad de Castilla-La Mancha)
Los siglos centrales de la Edad Media, en la península ibérica, supusieron uno de los momentos fundamentales para el desarrollo de los sistemas de fortificación y la poliorcética de los ejércitos medievales hispánicos. Tanto cristianos como musulmanes, en el inicio de la denominada gran época de la frontera, fueron conscientes de la importancia de erigir o transformar los recintos defensivos para adaptarlos a unas nuevas necesidades surgidas del desarrollo, cada vez más complejo, de las formas de hacer la guerra, en especial por los recursos que se podían poner sobre el terreno y el tiempo que se podían sostener.
Señores de la guerra en las fronteras peninsulares por David Porrinas González (Universidad de Extremadura) y Sonia Vital Fernández (investigadora independiente)
Durante el intervalo comprendido entre, aproximadamente, mediados del siglo XI y finales del XII, se desarrolló en la península ibérica un curioso modelo de comandante guerrero cristiano: el señor de la guerra. Algunos de ellos gozaron de un amplio margen de autonomía, en un contexto generalizado de transformaciones políticas, sociales y económicas en Europa, que permitieron la expansión de la sociedad cristiana y feudal.
La “cruzada” de Barbastro y los combatientes francos en la península ibérica por Philippe Sénac (Sorbonne Université)
Si el tema de la “reconquista” sigue siendo objeto de gran interés entre los historiadores de la Edad Media, a veces se olvida que la lucha contra los musulmanes de al-Ándalus no fue solo obra de príncipes y guerreros del norte de la Península, sino que también involucró a combatientes del otro lado de los Pirineos, sin duda animados por la idea de la “guerra santa” y por el recuerdo de la expedición dirigida por Carlomagno en 778.
Una sociedad para la guerra por José Luis Costa Hernández
El principio fundamental del arte de la guerra es la victoria, en el complejo contexto político-militar peninsular en los siglos centrales de la Edad Media. Sin embargo, la excepcionalidad hispana que le otorgó la frontera permeable con al-Ándalus integra en dicho principio, si lo enfrentamos con el Occidente europeo, elementos diferenciales en el concepto de victoria por los diferentes modos de hacer la guerra en los que tuvieron participación esencial estamentos sociales que confieren un estatus propio a la Península.