Asediada por el este y por el oeste, y con los ejércitos enemigos a punto de penetrar en el país, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial Alemania recurrió en 1945, como había hecho siempre, al arma Panzer. Aquellos fueron días de proyectos increíbles, como el poderoso Maus, cuyos prototipos, a diferencia de los Panzer de papel, que nunca salieron de las mesas de diseño, llegaron a retumbar sobre el pavimento, aunque parece que nunca entraron en combate. Aquellos fueron días en que las divisiones Panzer tuvieron que tirar de las últimas reservas, en capacidad industrial, en combustible y en formación de tripulaciones. ¿Qué quedaba de los años de las grandes victorias? Resolución. Desde las Ardenas al lago Balatón en Hungría y desde el frente del Óder a las calles de Berlín, cubiertas de escombros, los últimos de la Panzerwaffe combatieron con ahínco, aprovechando hasta el final no solo su ventaja tecnológica, sino también los aprendizajes tácticos de los años anteriores. Fueron los días álgidos del Kampfgruppe, una organización tan flexible como improvisada a veces, gracias a la cual los combatientes alemanes pudieron crear y deconstruir las unidades necesarias para cada batalla. Y con todo ello, dejaron un recuerdo imborrable. Después de la guerra, la palabra Panzer adquirió un significado propio, evocador, no solo para historiadores e interesados en el cruel conflicto que sacudió Europa entre 1939 y 1945, sino también para la propia Bundeswehr, el Ejército de la República Federal Alemana, que, aunque rechazó las tradiciones de la Wehrmacht, sí recuperó principios tácticos y teorías de combate de las victorias pasadas.
El Götterdamerung de la Panzerwaffe por Patrick J. Chaisson
Durante los últimos nueve meses de la Segunda Guerra Mundial la Alemania nazi produjo una cifra estimada de 10 075 carros de combate y vehículos acorazados. Por increíble que parezca, este “milagro económico” se logró a pesar de la drástica disminución de su capacidad industrial. Mientras los ejércitos enemigos avanzaban desde el este y el oeste ocupando territorios que habían estado bajo su control, la base industrial del país fue perdiendo acceso, paulatinamente, tanto a las materias primas como a la mano de obra forzosa que necesitaba para fabricar armamento. Además, los aliados occidentales llevaron a cabo una campaña incesante de bombardeo estratégico contra las fábricas de carros de combate a lo largo de todo el Reich. A partir de los últimos meses de 1944, su capacidad para producir blindados sufrió enormemente el efecto de estos ataques aéreos, mientras otras flotas de aviones atacaban los nudos de transportes –terminales ferroviarias, puentes y centros de reparaciones– necesarios para trasladar a toda prisa los vehículos recién ensamblados hacia el frente.
Panzer de las SS en todos los frentes por Roman Töppel
El verano de 1943 supuso el momento álgido de las Waffen-SS, cuyas divisiones troncales nunca llegaron a ser tan poderosas y a estar equipadas tan por encima de la media como en aquellas fechas. El II Cuerpo de Ejército Panzer de las SS, integrado por las divisiones Leibstandarte SS Adolf Hitler, Das Reich, y Totenkopf, formó el núcleo de las fuerzas de ataque del Heeresgruppe Süd de Von Manstein para la ofensiva de verano sobre Kursk. Todas ellas no solo tenían más hombres que cualquier división Panzer del Ejército, sino que disponían de más artillería y un mayor número de blindados. No obstante, ese momento marcó también el inicio del declive cualitativo de aquellas divisiones clásicas de las Waffen-SS. La época en la que se nutrían en su mayor parte de voluntarios había quedado atrás y, para 1943 muchos reclutas eran llamados a filas para servir en esta fuerza en contra de su voluntad, mientras los comandantes se quejaban incesantemente de que los reemplazos no poseían ni de lejos la calidad del personal original.
Los ingenieros Panzer. Un cuerpo imprescindible por Dennis Oliver
Uno de los elementos esenciales de la Blitzkrieg fue el batallón de ingenieros que acompañaba a las divisiones alemanas cuando marchaban a la batalla. Combinando su capacidad de construcción y su disponibilidad para el combate, las misiones ejecutadas por estas unidades fueron cruciales para el éxito de las fuerzas Panzer, pues para mantener a los carros de combate en movimiento había que reconstruir con rapidez los puentes dañados, salvar las zanjas contracarro y destruir los búnkeres y demás posiciones fortificadas enemigas. Estas unidades resultaron tan versátiles que, además del batallón orgánico de la división, se asignó una sección de ingenieros propia a cada regimiento de Panzergrenadiere. Entre ellas, hubo tropas especializadas en construir o reparar puentes, algunas cuya función fue el asalto a las posiciones fortificadas y otras que se especializaron en demoliciones. Estas últimas serían especialmente útiles durante la segunda mitad de la guerra.
Bastogne. La última carga de las Ardenas por Philippe Guillemot
En los últimos días de diciembre de 1944, el Sexto Ejército Panzer, bajo el mando del SS-Oberstgruppenführer Sepp Dietrich, había fracasado rotundamente en su misión de cruzar el río Mosa y dirigirse hacia Amberes para romper el frente de los aliados occidentales. El día 27 recibió la orden de pasar a la defensiva frente a las unidades estadounidenses que habían acudido de todas partes para contener la amenaza provocada por el inicio de la ofensiva de las Ardenas el 16 por la mañana. Por su parte, el Quinto Ejército Panzer del General der Panzertruppen Von Manteuffel que era el que más se había acercado al Mosa, primer objetivo de la operación –cuyo nombre en clave era Herbstnebel–, había sido violentamente contenido a 6 km del cauce el día 25, cuando la 2.ª División Panzer, carente de gasolina, sufrió pérdidas importantes a causa de los contragolpes de la 2.ª División Acorazada estadounidense en Celles y Foy-Notre-Dame, que detuvieron en seco su progresión. En paralelo al intento de romper el frente enemigo con sus divisiones Panzer, Von Manteuffel había tenido que gestionar el asedio de Bastogne, cuya guarnición, articulada en torno a la 101.ª División Aerotransportada, enviada a toda prisa por Eisenhower, seguía resistiendo los asaltos alemanes.
Cañones de asalto contra cazacarros por Roman Töppel
En otoño de 1939, Hitler anunció a los mandos del Heer, la Luftwaffe y la Kriegsmarine su intención de atacar Francia lo más rápidamente posible, sin embargo, la fuerza acorazada se encontraba ante el problema de que sus vehículos de combate estaban equipados solamente con cañones de 37 mm –que a una distancia de 100 m y con un ángulo de impacto de 60º solo podían penetrar 35 mm de blindaje– y de 75 mm –cuya penetración en las mismas circunstancias era de 40 mm–. A comienzos de la campaña de Francia, en mayo de 1940, había cuatro batallones disponibles con Panzerjäger I, tres de los cuales contaban con veintisiete cañones autopropulsados cada uno y el cuarto solo con dieciocho, previstos principalmente para proteger los flancos de los cuerpos de ejército motorizados contra los blindados franceses que pudieran atacar por sorpresa. Durante la campaña también entraron en acción las primeras baterías de cañones de asalto, con seis cañones cada una. Su función en primera línea de infantería fue facilitar el ataque en puntos de máximo esfuerzo, enfrentándose a posiciones enemigas de ametralladoras, artillería o troneras de bunker.
Panzerflak. La defensa antiaérea de las divisiones acorazadas por Pier Paolo Battistelli
Durante los primeros años de guerra nadie se preocupó demasiado por la defensa contra la aviación como parte de la organización básica de las divisiones Panzer. Las unidades principales, como los regimientos de carros de combate y de Schützen –más adelante Panzergrenadiere– carecieron de armas antiaéreas propias y la misión solía resolverse utilizando ametralladoras pesadas sobre un soporte antiaéreo. En 1939, solo tres divisiones Panzer (1.ª, 3.ª y 4.ª) dispusieron de una compañía antiaérea del Ejército (Heeres Fla Kompanie), integrada en el batallón de cazacarros y formada por una docena de piezas remolcadas de 20 mm. En 1940 estas compañías fueron absorbidas dentro del batallón antiaéreo ligero (leichte FlaK Abteilung) asignado a cada división Panzer.
Fantasías de acero. El camino hacia el supertanque por Thomas Anderson
Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania construyó carros de combate de una calidad notable y vehículos como el Tiger y el Panzer instauraron estándares que siguen en boga hoy en día. ¿Cómo se crearon estos sistemas de armas? ¿Cuáles fueron los procesos de toma de decisiones? ¿Había perspectivas de ir más allá? ¿Qué sabemos de los fantasiosos proyectos de modelos cuyo peso debía de superar las 150 t? Ninguno de estos proyectos de la industria armamentística alemana llegó a hacerse realidad, pero eso era el futuro. En las primeras semanas de 1942, antes incluso de que se entregara el primer Tiger, Krupp concibió un carro de combate pesado de 70 t, presumiblemente influenciado por el T-34, cuyo diseño debía ser impenetrable, con un blindaje muy pesado, de 140 mm en el frontal y 100 mm en los laterales, y armado con un cañón KwK L/70 de 105 mm que se suponía que debía penetrar un blindaje de 160 mm a 1000 m. Sin embargo, esta idea quedó descartada en julio de ese mismo año, pues se estaban planeando carros de combate aún más pesados.
Nacido de la desesperación. El Kampfgruppe 1001 Noches por Fernando Quesada Sanz (Universidad Autónoma de Madrid)
En los últimos diez meses de la guerra, bajo la dirección del “comandante más grande de todos los tiempos”, como algunos llamaban, con ironía, a Hitler, y pese a la oposición del inspector general Guderian y de otros expertos que hubieran deseado mantener la capacidad combativa de las divisiones regulares tantas veces probadas en combate, las fuerzas acorazadas alemanas recurrieron a medidas primero experimentales y luego simplemente desesperadas, para reforzar el Ejército. Entre las primeras estuvo la creación de nuevas brigadas Panzer independientes. Entre las segundas, además de la desastrosa creación de divisiones de personal “excedente” de la destruida Luftwaffe o de la Kriegsmarine, de excelente calidad humana pero sin adiestramiento de infantería, destacó la creación, sobre todo al final, de divisiones improvisadas, o la reclasificación como divisiones de unidades menores, que estuvieron sistemáticamente cortas de efectivos –a menudo no llegaban ni a regimientos– y sin la estructura adecuada, orgánica, de mantenimiento y logística, sancionada por años de experiencia.
Von Manteuffel. Un general más allá de la guerra por Alaric Searle (University of Salford)
Como tantos otros jefes prominentes de las divisiones Panzer, Von Manteuffel obtuvo su primera experiencia militar en la Gran Guerra, para ser aceptado después, en 1919, en la Reichswehr, donde Heinz Guderian apreció su talento como comandante a mediados de la década de 1930 y ayudó a que su carrera progresara. Por entonces, como muchos de sus colegas, era un firme partidario del Tercer Reich y, a partir de 1939, ascendió con rapidez en el escalafón militar hasta alcanzar el rango de General der Panzertruppen. Sin embargo, en 1945 su figura no se desvaneció, como sucedió con otros, sino que contribuyó significativamente al debate sobre el futuro de las fuerzas armadas de Alemania occidental y se convirtió en miembro del Parlamento en 1953. Su carrera posterior a la guerra terminó cuando fue llevado a los tribunales por una orden de ejecución que había dictado en enero de 1944.
Los últimos Panzer de Berlín por Carl O. Schuster
Superadas en efectivos y en potencia de fuego y escasas de combustible y munición, las formaciones Panzer carecían de la energía y la maniobrabilidad suficientes para efectuar una defensa flexible. En vez de eso, actuaron personándose donde la situación era más delicada hasta que se empezó a combatir cerca de Berlín, donde la densidad urbana impedía que los blindados soviéticos concentraran sus ataques. Además, los 483 puentes que cruzaban los numerosos canales y ríos de la zona –los defensores tenían prevista la demolición de todos ellos, aunque solo llegaron a inutilizar 38– canalizaban los desplazamientos. A partir de entonces la batalla se convirtió en una sucesión de emboscadas urbanas, contraataques a corta distancia y cambios de posición para evitar las concentraciones de artillería soviética que servían de respuesta a los éxitos tácticos alemanes.
La Panzerwaffe. Un análisis crítico por Arthur Gullachsen (Royal Military College of Canada)
En su intento de superar desafíos como la falta de entrenamiento de las tripulaciones, el deficiente mantenimiento de los vehículos, la carencia de repuestos, la inferioridad en el blindaje, un armamento escaso o inútil, la deficiencia de las capacidades logísticas y de recuperación de vehículos, diseños elaborados apresuradamente cuyos defectos provocaron un desempeño inadecuado en el campo de batalla, blindados obsoletos que ya no tenían margen de mejora y, finalmente, un deficiente liderazgo táctico y estratégico durante las operaciones, las tripulaciones y los jefes de las unidades acorazadas alemanas a menudo lograron sorprendentes hazañas en los campos de batalla durante los cuatro primeros meses de 1945, en su mayoría defensivas teniendo en cuenta que la guerra estaba perdida. Esto se debió, a menudo, a la devoción por el deber, el trabajo en equipo y la determinación por aprovechar las capacidades de las fuerzas acorazadas durante las operaciones.
La Bundeswehr. Un nuevo comienzo por Wolfgang Schneider
Los principios de las tácticas acorazadas alemanas de la Segunda Guerra Mundial, que fueron la base de victorias asombrosas e impulsaron las doctrinas de otros países, quedan explicados, con mayor o menor adecuación, en una ingente bibliografía. Ya durante la propia guerra, los soviéticos intentaron aplicar, al menos a un nivel operativo, los principios operacionales alemanes y, a pesar de que los sonados fracasos iniciales supusieron un aprendizaje con un alto precio, entre 1944 y principios de 1945 llegaron a cosechar éxitos impresionantes. Por el contrario, los británicos y los norteamericanos se quedaron anquilosados hasta el final del conflicto aferrados a normas demasiado rígidas: los primeros utilizando los carros de combate casi en exclusiva como apoyo de la infantería y los últimos insistiendo demasiado en emplear medios de apoyo preparatorios (aviación incluida), sin aprovechar ni fomentar el impulso e iniciativa de algunos comandantes.