En 1942, el arma Panzer alemana se enfrentaba al enemigo al que no había podido derrotar el año anterior, pero esta vez lo conocía mejor y el reto planteado por los carros de combate soviéticos, como el T-34 o los KV, superiores a sus oponentes de la Wehrmacht, estaba a punto de encontrar respuesta. Por un lado, con la aparición del Langrohr, nombre que recibió el nuevo y letal cañón 7.5 cm KwK 40 (L/43) de tubo largo con que se equipó al Panzer IV y al Sturmgeschütz. Con este arma, el que había nacido como carro pesado destinado a apoyar a la infantería se convertía en la columna vertebral de la Panzerwaffe. Por otro, un monstruo estaba a punto de saltar al campo de batalla, el Tiger I, con su poderoso cañón de 88 mm y un blindaje insuperable, cuyos zarpazos se harían notar primero frente a Leningrado, y luego tanto en la totalidad de la Unión Soviética como en Túnez. Armados con el primero, los alemanes iniciaron una nueva cabalgata, esta vez hasta el Don, desde Voronezh a Rostov, y mucho más allá, hasta Stalingrado, sobre el Volga, y hasta el mismo monte Elbrus, en el Cáucaso. El segundo, a pesar de ser desplegado en el campo de batalla menos idóneo –los pantanos y bosques en torno a Leningrado– se convirtió muy deprisa en el arma decisiva. Al final de aquel año, a pesar de las vicisitudes de la guerra, Alemania había recuperado la ventaja tecnológica en una liza que habría de dirimirse en 1943.
Los industriales del Reich por Michael E. Haskew
Los industriales alemanes no solo proporcionaron apoyo financiero al Partido Nacionalsocialista y al Tercer Reich, también fabricaron materiales de guerra cruciales, como los Panzer que recorrieron Europa durante la Segunda Guerra Mundial. El 21 de septiembre de 1935, Hitler comparecía en la ciudad de Núremberg ante una fervorosa multitud de jóvenes nazis adoctrinados: “lo que queremos de nuestra juventud alemana es distinto de lo que se demandaba en el pasado […]. A nuestros ojos, la juventud alemana del futuro debe ser esbelta y arreglada, veloz como un galgo, resistente como el cuero y dura como el acero Krupp”. La referencia del Führer a este coloso empresarial alemán era una deferencia hacia la todopoderosa industria nacional que fabricaba el armamento que dotaba a la Wehrmacht de los instrumentos para la conquista y la capacidad de destruir a sus enemigos.
Langrohr. El Panzerkampfwagen IV de cañón largo por Thomas Anderson
La planificación militar alemana de preguerra concebía dos tipos de tanques como dotación básica de las futuras divisiones Panzer. El PzKpfw III debía servir como principal arma de combate contra carros enemigos, mientras que el PzKpfw IV apoyaría el avance con su fuego de alto explosivo. Esta distribución de roles funcionó satisfactoriamente hasta la campaña de los Balcanes, pero la invasión de la Unión Soviética lo cambió todo. Ante la tensa sensación de amenaza del Ostfront, la Waffenamt empezó a contemplar el empleo del último cañón anticarro diseñado por la Rheinmetall, el 7,5 cm PaK 44. Esta pieza, pronto rebautizada como PaK 40, con un tubo más largo (L/46) y una velocidad de salida (Vº) del proyectil perforante de 770-990 m/s, casi el doble de dinamismo si lo comparamos con el L/24 original, tenía potencial para rivalizar con los modernos tanques soviéticos.
Panzer al ataque. Táctica ofensiva acorazada por Wolfgagn Schneider
Como lo fue históricamente para la caballería, el ataque es la forma más elevada del arte de combatir de las Panzerverband (formaciones acorazadas), donde la combinación de sorpresa y velocidad permite aprovechar mejor las fortalezas de estas unidades: la habilidad para desplazarse bajo fuego enemigo, la capacidad de realizar un fuego antiblindaje preciso, y la posibilidad de reaccionar con rapidez para cambiar la dirección de ataque y la orientación del Schwerpunkt (el punto de máximo esfuerzo). Además, gracias a su movilidad y protección, las formaciones acorazadas pueden evitar permanecer demasiado tiempo en una zona determinada, por lo que reducen las posibilidades de reacción del enemigo. La doctrina de mando operacional alemán, especialmente en los escalones inferiores, que consistía en la mera comunicación del Auftrag (“misión”) y las intenciones del jefe, y dejaba un amplio margen a su ejecución, favorecía especialmente la acción ofensiva de los Panzer.
La logística de Rommel. Medios acorazados y suministros en el norte de África por Carl O. Schuster
Los dieciocho meses de victorias casi ininterrumpidas habían convertido a Rommel en uno de los comandantes tácticos más brillantes de la Segunda Guerra Mundial. Su conocimiento del campo de batalla y su capacidad para tomar decisiones rápidas contrarrestaron repetidamente la superioridad material de los británicos, pero su perspicacia táctica ocultó sus carencias operacionales. El escalón logístico del ejército del Eje era incapaz de sostener sus operaciones ofensivas. Los puertos, ferrocarriles y carreteras de Libia estaban poco desarrollados y eran insuficientes para cumplir con las necesidades logísticas de las fuerzas italo-germanas. Un estudio de estas infraestructuras elaborado en 1940 por el Estado Mayor General alemán ya había estimado que Libia carecía de capacidad portuaria para mantener más de cuatro divisiones móviles y una división aérea.
El Sturmgeschütz en 1942. ¿Un punto de inflexión? por Thomas Anderson
La producción del Sturmgeschütz arrancó en 1940 con un ritmo lento. Durante la invasión de Francia solo estuvo disponible una serie 0 de treinta unidades. Este nuevo vehículo se dotó de un arma perfectamente adecuada para su cometido original, el cañón 7,5 cm KwK L/24 con el que se estaba equipando a los primeros tanques PzKpfw IV que conformaban las compañías pesadas de las divisiones Panzer –en 1940, los manuales técnicos usaban la misma denominación para el cañón de ambos vehículos, KwK de Kampfwagenkanone. El término Sturmkanone, StuK, surgirá con la transición hacia el cañón largo–. El Sturmgeschütz y el PzKpfw IV compartían la misma función de combate de anular los nidos de ametralladoras y de artillería enemigos. Sin embargo, mientras que el PzKpfw IV, dado su delgado blindaje, solo podía trabarse a distancias mayores, el cañón de asalto, con su coraza frontal de 50 mm de espesor, era capaz de acercarse más a las posiciones enemigas, facilitando el combate directo con objetivos individuales.
Carros de combate en el desierto. El primer asalto en Gazala por Benoît Reondeau
Nada más salir el sol, el ejército procedió con el ataque y en torno a las 7.00 horas, la 15.ª División Panzer embistió con violencia contra la 4.ª Brigada Acorazada del general de brigada Richards cerca de Bir Beuid. No se trató de un simple duelo de carros de combate: la destrucción de las fuerzas acorazadas enemigas debía lograrse gracias a una estrecha cooperación interarmas, especialmente en el bando alemán. “Nuestro 8.º Regimiento Panzer giró 90º hacia su izquierda y, como si de un gusano interminable se tratara, atravesó la columna que había estado avanzando cerca de nosotros durante la noche. Luego, se colocó a toda prisa en una amplia formación de ataque, con unos 40 m de distancia entre carro y carro, y se cerraron las escotillas, de modo que yo, como conductor, solo podía ver de frente a través de la mirilla”.
Porsche contra Henschel. El desarrollo del Tiger I por Dennis Oliver
El desarrollo de un Durchbruchswagen, o carro de combate pesado de ruptura, ya había comenzado en 1937, cuando se contrató a la firma Henschel und Sohn para diseñar un tanque de 30 a 33 t que debía, eventualmente, reemplazar al carro medio PzKpfw IV, que acababa de entrar en servicio. Desde los meses previos a la guerra y a lo largo de 1940, Henschel trabajó en varios diseños nuevos, al igual que Daimler-Benz, Porsche y Maschinenfabrik Augbsburg-Nürnberg AG (MAN), que también obtuvieron contratos para desarrollar vehículos experimentales. Sin embargo, el proyecto avanzó sin demasiado entusiasmo por la sencilla razón de que se esperaba que la guerra no durara más que unos pocos meses. Peor todavía, se consideraba que los principales rivales de este carro de ruptura serían los vehículos pesados franceses, como la serie del Char 2, que a finales de 1941 ya no suponían una amenaza.
Divisiones Panzer. Mando y control por Pier Paolo Battistelli
La dificultad que entraña delimitar con precisión el concepto de “mando”, hace que la definición que ofrece Martin van Creveld en Command in War (Harvard, 1985) sea especialmente útil: el mando es la función que un ejército debe de ejercer para existir y operar. El tipo o el estilo de mando pueden variar, pero no sus requisitos básicos. El mando es responsable de disponer y coordinar todo lo necesario para que una unidad pueda actuar y combatir, con el fin último de llevar a cabo su misión y avanzar hacia el enemigo para derrotarlo sufriendo un mínimo de bajas. Esta definición es perfectamente aplicable a la misión de las divisiones Panzer en 1942. Dirigir una de estas unidades era un proceso complejo que abarcaba varias funciones y requería un Estado Mayor que asistiera a su comandante. En inglés, estas funciones se han resumido con el acrónimo C3I: Command, Control, Comunications and Inteligence (“mando, control, comunicaciones e inteligencia”).
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Tigres en el barro. El bautismo de fuego del Panzer VI por Dennis Oliver
El sábado 29 de agosto de 1942, en los bosques al sudeste de Leningrado, la actual San Petersburgo, tuvo su bautismo de fuego el que sería uno de los más famosos sistemas armamentísticos en pisar un campo de batalla, el Tiger I. Avanzando desde el área al norte de la localidad de Mga, cuatro Tiger de la 1.ª Compañía del 502.º schwere Panzer Abteilung, liderados por el comandante del batallón, el Major Richard Märker, se dirigieron al norte, hacia una gran bolsa en el frente alemán creada por una penetración soviética entre Sinyavino y el pueblo de Gaitolovo. En un terreno que no podía ser más desfavorable y en un número tan reducido, a los tanques pesados les fue mal. Para el final de la jornada, tres de los cuatro Tiger estaban inmovilizados por fallos mecánicos y, aunque se consiguió recuperarlos, el batallón no pudo tomar parte en ninguna operación durante casi un mes.
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De Tannenberg a Kursk. La carrera militar del Generaloberst Hermann Hoth por Samuel W. Mitcham
Hermann Hoth nació el 12 de abril de 1885 en Neuruppin, Brandeburgo, en la vertiente noroccidental del macizo de Harz. Hijo de un oficial médico del Ejército, desde la infancia estaba destinado a convertirse en oficial y se educó en la Academia de Cadetes de Potsdam y en Gross-Lichterfelde, el equivalente de West Point en el Segundo Reich alemán. Pese a ser un hombre de baja estatura y rasgos físicos corrientes, era trabajador y de reconocida imparcialidad y ecuanimidad. Políticamente, era conservador y un ferviente nacionalista. No desaprovechaba ninguna oportunidad de ampliar sus conocimientos profesionales y de adquirir nuevas capacitaciones, sobre todo técnicas. Hoth dirigió el Decimoséptimo Ejército en el frente oriental hasta el 15 de mayo de 1942, cuando asumió su último mando, el del Cuarto Ejército Panzer, al que dirigió durante la campaña de Stalingrado –en la que intentó sin éxito salvar al Sexto Ejército–, la retirada hacia el Donets y las batallas de Kursk y tercera de Járkov con su habitual competencia, pese a las dificultades cada vez más insuperables.
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El arma Panzer en Stalingrado por Adrian Wettstein (Militärakademie an der ETH Zürich)
El inicio de la ofensiva sobre Stalingrado pareció cumplir las expectativas cuando la ciudad quedó aislada por el norte con un brioso ataque del XIV Cuerpo Panzer (General der Infanterie Gustav von Wietersheim). Tras abrirse paso el 23 de agosto de 1942 desde su cabeza de puente en el Don, las unidades de la 16.ª División Panzer (Generalleutnant Hans-Valentin Hube) alcanzaron el Volga al norte de Stalingrado aquella misma tarde, a unos 60 km al nordeste de sus posiciones de partida. La entrada en el suburbio de Rynok de los fusileros del Kampfgruppe Krumen, formado por el 64.º Regimiento de fusileros –el término “regimiento de fusileros” (Schützen) era el empleado para los regimientos de infantería en las divisiones Panzer antes de que se adoptara oficialmente el de Panzergrenadier –, marcó el inicio de los combates en la ciudad.
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Material soviético en las divisiones Panzer por Gregory Liedtke (Laurier University)
Al iniciarse la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941, el Oberkommando des Heeres (OKH) no tenía previsto recoger y reparar los carros de combate soviéticos capturados y, aunque en julio se establecieron cuatro depósitos para reunir estos materiales, diversas razones evitaron que se llevara a cabo un trabajo a gran escala. En primer lugar, debido al impresionante esfuerzo que semejante proyecto hubiera necesitado, pues en septiembre debía de haber unos quince mil carros de combate del Ejército Rojo abandonados en el vasto territorio ocupado por los alemanes hasta entonces, y la recuperación de todos ellos habría exigido gran cantidad de mecánicos y vehículos de remolque, muy escasos y ya plenamente ocupados en mantener en movimiento a las divisiones Panzer. Pero incluso si hubieran podido ser recuperados, entonces habría sido necesario trasladarlos a las fábricas en Alemania para ser reparados. Considerando que el empleo de carros franceses y checos en grandes cantidades se debió a que las fábricas que los ensamblaban también habían sido conquistadas, consecuencia del esfuerzo soviético para evacuar su industria hacia el interior del país, este no fue el caso en el frente del este, donde quedaron muy pocas factorías que pudieran ser aprovechadas por los alemanes.
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