Los casi cien años, entre 1157 y 1248, que abordamos en este número de Ejércitos medievales hispánicos, corresponden a uno de los periodos más determinantes de la historia medieval hispana, la gran expansión de los reinos cristianos. Fue entonces cuando terminaron de formarse los llamados “cinco reinos” (Portugal, Navarra, Aragón, Castilla y León). Además, a partir del año 1230 asistimos a la unificación dinástica de los reinos castellano y leonés. También coincide, grosso modo, con el periodo de dominio almohade en la Península, cuya llegada en el año 1146 marca una nueva fase en la historia de al-Ándalus en la que podemos distinguir un primer periodo de expansión y apogeo, que toca fin con la inapelable derrota de las huestes del califa en la batalla de las Navas, en 1212. La muerte muy poco después de los reyes de Aragón y Castilla impuso una pausa, pero a partir de 1227 asistimos a una rapidísima expansión de los reinos cristianos en todos los frentes, sucediéndose en apenas dos décadas una cascada de conquistas que evidenciaban la debilidad andalusí: Cáceres, Mérida, la isla de Mallorca, Córdoba, Valencia, Murcia, Jaén… llegando a la toma de Sevilla, en 1248.
Transformaciones sociales, económicas e institucionales en la península ibérica (1157-1248) por Carlos Laliena Corbera (UNIZAR)
El siglo comprendido entre 1157 y 1248 se caracteriza por la formación de los denominados “cinco reinos”. Esta configuración política estaba destinada a perdurar durante el resto de la Edad Media, con la salvedad de la desaparición del reino leonés en 1230. Por tanto, se trata de un periodo particularmente importante en la dinámica de la construcción del sistema de los Estados feudales europeos, entre los que los citados adquirieron carta de naturaleza plena a partir de la década de 1180.
La irrupción almohade. El reinado de ‘Abd al-Muʼmin por Maribel Fierro (CSIC)
La irrupción de los ejércitos almohades en la península ibérica tuvo lugar durante el reinado de ‘Abd al-Muʼmin (reg. 1133-1163), el discípulo del mahdi (“guía” o “mesías”) Ibn Tumart y su sucesor al frente del movimiento político-religioso que había puesto en marcha en las montañas del Atlas, en el sur del actual Marruecos.
Armas ex ligno et ferro. El armamento hispánico por Martín Alvira Cabrer (UCM)
“Mi caballo, y mis armas de madera y hierro, y mi escudo y toda la demás ropa”. Así es como definió su equipo militar el ricohombre aragonés Arnaldo de Alascún en el testamento que dictó “en el puerto de Muradal sobre el ejército de los sarracenos” (ad portum de Muradale super exercitum Sarracenorum) la víspera de la batalla de Las Navas de Tolosa.
El control de territorio en la frontera por Jesús Molero García – Universidad de Castilla-La Mancha
Una victoria no puede ser total si no se ejerce un control real, efectivo y duradero sobre el territorio anexionado. Esta máxima, aplicable a cualquier conflicto bélico de cualquier época, es sin duda más palpable que nunca en el periodo que se extiende entre mediados de los siglos XII y XIII, cuando la península ibérica fue el escenario de una singular pugna no solo entre dos entidades políticas diferentes, el Imperio almohade, por un lado, y la expansión de los reinos cristianos, por otro, sino entre dos sociedades y culturas diferenciadas, cuando no antagónicas.
Cabalgadas, razias y correrías. La cotidianeidad de la guerra plenomedieval por David Porrinas González (UNEX)
Si hubo una operación militar omnipresente durante la Edad Media europea esa fue sin duda la cabalgada, ejecutada por escuadrones de saqueo y devastación que combinaban caballería e infantería.
La flota bendecida. Los almohades y el mar por Javier Albarrán (UAM)
Al hablar sobre cómo los almohades se hicieron con el control de las costas de la península ibérica y el norte de África, el famoso historiador Ibn Jaldun (ob. 1406) afirmó que la dinastía bereber había logrado que el estado de la flota fuera el más perfecto que nunca se había conocido.
Entre alarifes y canteros. La fortificación en la península ibérica en la Plena Edad Media por David Gallego Valle (UCLM)
En primer lugar, daremos una visión general de cuáles fueron los avances en la fortificación en ambos universos, el islámico y el cristiano, que en muchos casos se mezclan e interrelacionan entre sí, sobre todos en los amplios espacios de frontera. En segundo lugar, estudiaremos cómo fueron las acciones de expugnación, muy abundantes y heterogéneas, a través de uno de los cercos más míticos del periodo, como fue la toma del castillo de Salvatierra por el califa almohade al-Nasir en 1211.
Coexistencia y disputas. Nuevo dinamismo político en la expansión de los reinos cristianos por Sonia Vital Fernández
El fallecimiento de Alfonso VII el Emperador (1126-1157) y la división de su reino entre sus hijos varones abrió un nuevo escenario político en la península, que pasó a estar dominado por la expansión de cinco reinos cristianos –Portugal, León, Castilla, Navarra y la Corona de Aragón– que luchaban por agrandar sus propias fronteras.
De batalla facienda. Usos y tácticas de guerra por Darío Español Solana (UNIZAR)
La idealización de la Edad Media ha contribuido a la amplitud de estereotipos que le son afines, y su ámbito militar no adolece de ellos. Seguramente sea el fenómeno de la batalla medieval el más prodigado actualmente.
La irrupción del dinero en la guerra: los feudos de bolsapor Jon Andoni Fernández de Larrea Rojas (UPV-EHU)
En el imaginario de nuestro tiempo, asociamos el reclutamiento de los ejércitos medievales a mecanismos como las obligaciones que recaían sobre los súbditos y las que descansaban sobre los hombros de la nobleza a partir de su disfrute de los feudos que los reyes les habían otorgado. La realidad fue más compleja y, sobre todo, cambiante a lo largo del Medievo. Un punto de inflexión sucedió en el tránsito entre los siglos XII y XIII, cuando el dinero irrumpió en la guerra, adaptándose sorprendentemente bien al orden social feudal.
Gentes que no entendíamos. Cruzados europeos en los ejércitos ibéricos y tropas cristianas al servicio de los almohades por Francisco García Fitz (UNEX)
La participación de cruzados procedentes de diversas partes de Europa en las fronteras de los reinos cristianos peninsulares con el islam no era ninguna novedad y, de forma más general, la integración de gente foránea que atendía a motivaciones diversas en los ejércitos indígenas implicados en los conflictos ibéricos es un fenómeno hasta cierto punto recurrente que puede rastrearse a lo largo de todo el periodo medieval.
