La batalla de Pavía es el símbolo del fin de una época y el epítome de un periodo de transición en la forma de hacer la guerra. La mañana del 24 de febrero de 1525, en el extenso parque ubicado al norte de la ciudad –antiguo coto de caza de los duques de Milán–, la caballería pesada francesa, la mejor fuerza militar de Europa, fue masacrada en pocos minutos por infantes españoles equipados con arcabuces. El arma de fuego, que tres años atrás, en Bicoca, ya había sentenciado a las pesadas falanges suizas, demostraba de nuevo su primacía. Se inauguraba el reinado de lo que, pocos años más tarde, sería bautizado como tercio. En paralelo, el apresamiento en el campo de batalla de Francisco I de Francia marcó un nuevo hito en el duelo que libraba este con el emperador Carlos V. Si bien la batalla Pavía no supuso el fin de las Guerras de Italia, sí que dejó en poder imperial Milán, y con ello toda Lombardía, de forma definitiva.
Las guerras de Italia y el destino de Milán por Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño (Universidad Autónoma de Madrid)
En la última década del siglo XV, Europa comenzó una transformación decisiva. En la orilla norte del Mediterráneo se inició el proceso conocido por la historiografía como las Guerras de Italia, que comenzaron con la calata del rey francés Carlos VIII hacia Nápoles en 1494 y concluyeron con el tratado de Cateau-Cambrésis en 1559. La competencia entre las principales dinastías europeas por el ducado de Milán adquirió un papel crucial. Lombardía era considerada la llave de Italia, la escalera desde la que acceder al reino de Nápoles. Destronado por los franceses el duque Ludovico Sforza, sus hijos, auspiciados por los enemigos de Francia, trataron de recuperar una herencia que, a la postre, acabaría en 1535 en poder de Carlos V.
Entre el águila y la flor de lis. Lombardía, 1521-1524 por Michele Maria Rabà
La elección de Carlos de Austria, rey de Castilla y de Aragón, y duque de Borgoña, como sacro emperador, en 1519, supuso un punto de inflexión en el conflicto por la hegemonía en Europa, que se polarizó en la confrontación política y militar entre el Habsburgo y el rey Francisco I de Francia. La prudencia de los años iniciales del reinado de Carlos dio paso, con rapidez, a proyectos más audaces que, en especial por la influencia de Mercurino Arborio de Gattinara, se centraron en romper el frágil equilibrio establecido en Italia por la paz de Noyon (1516), que asignaba a Carlos el reino de Nápoles y el próspero ducado de Milán, a la Corona francesa.
El sitio de Pavía por Antonio José Rodríguez Hernández (Universidad Nacional de Educación a Distancia)
Tras ocupar Milán, en octubre de 1524, después de la fracasada invasión imperial de Provenza, Francisco I se dirigió a Pavía en lugar de hacer frente a la principal fuerza española que defendía el ducado, un error estratégico que sería decisivo. Con su retaguardia asegurada, y ante la perspectiva de que la ciudad se entregaría con facilidad, el monarca francés se enfrascó en un asedio que, sin embargo, se prolongó durante los meses invernales y en el que hubo de hacer frente a la enconada resistencia de una guarnición capitaneada con inteligencia por Antonio de Leyva, a la que ni asaltos ni minas lograron doblegar.
El ataque por sorpresa por Davide Maffi (Università di Pavia)
El 21 de febrero de 1525, menos de tres semanas después de establecer un campamento fortificado frente a las líneas de asedio francesas en Pavía, el mando imperial proyectó una operación para socorrer a la extenuada guarnición. El plan preveía destruir el parque de artillería del rey de Francia, dividir sus tropas por la mitad e introducir un socorro en la ciudad, ante lo cual a los galos no les quedaría otro remedio que abandonar el asedio y retirarse. El sorpresivo golpe de mano del 24 de febrero, sin embargo, no sucedió según lo previsto y desembocó en una batalla campal que ninguno de los bandos esperaba. Daba inicio la batalla de Pavía.
La acción principal de la batalla de Pavía por Alberto Raúl Esteban Ribas
La batalla de Pavía es una de las más conocidas por la historiografía y el gran público. A pesar de la abundancia de fuentes y de bibliografía, no obstante, es difícil reconstruir de manera totalmente fidedigna los acontecimientos. Francisco I había previsto desatar un vendaval de hierro con su artillería sobre las líneas imperiales para desgastarlas y después llegar al choque de los escuadrones. Los suizos se enfrentarían a los lansquenetes imperiales y los alemanes de la Banda Negra atacarían a los españoles. La caballería pesada francesa se reservaría para el enfrentamiento contra su homóloga imperial. En media hora, sin embargo, dichos planes fueron desbaratados por los imperiales y lo que parecía una victoria francesa concluyó con la destrucción del ejército del rey.
Las armas de Pavía por Davide Maffi (Università di Pavia)
La batalla de Pavía supuso el fin de un mundo. A la vista del castillo Visconteo concluyó, de forma definitiva, el papel clave de la caballería en los campos de batalla europeos. En las llanuras heladas frente a la ciudad lombarda, la vieja caballería pesada feudal francesa, símbolo de una época, flor y nata de la nobleza de la corona de la flor de lis, cabalgó hacia la derrota y el exterminio a manos de los humildes infantes españoles armados con armas de fuego. El reloj de la historia volvió hacia atrás y la infantería ocupó de nuevo el lugar que le había sido usurpado siglos atrás, en Adrianópolis (378), cuando los jinetes godos destrozaron a la infantería pesada de las legiones de Roma. Pavía enterraba un modelo para encumbrar otro, el del tercio.
La salida de Leyva y el final de la batalla por Nicolas le Roux (Université Paris 13)
No se sabe con exactitud en qué momento Antonio de Leyva hizo salir a la guarnición de Pavía para sorprender por la espalda a los franceses. Pudo haber sido pronto, cuando las tropas imperiales se esparcían por el parque y entraban en combate, o más tarde, ya avanzada la batalla de Pavía. Sea como fuere, aquello completó la derrota francesa. Al norte, en el parque, Francisco I trató de escapar, pero varios arcabuceros españoles lo hicieron prisionero. Las tropas del rey apenas recibieron cuartel. No solo la mayor parte de la Banda Negra y muchos de los mercenarios suizos resultaron muertos, sino que también pereció buena parte de la nobleza francesa, un duro golpe para el reino de Francisco I.
El cautiverio de Francisco I por Jean-Marie Le Gall (Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne)
El 24 de febrero de 1525, Francisco I fue apresado en las postrimerías de la batalla de Pavía. Después de batirse con valentía en lugar de huir con deshonor, se rindió a Lannoy, el virrey de Nápoles. Su cautiverio en Italia, y luego en España, se prolongó hasta el 17 de marzo de 1526. A pesar del trance que la prisión suponía para un caballero, el rey no perdió su majestad ni su capacidad política; tampoco fue un juguete en manos de Carlos V. Este aceptó reunirse con el vencido y lo hizo partícipe de las negociaciones de paz. Una vez libre, no obstante, Francisco vulneró los términos del acuerdo, por lo que perdió el honor que había mantenido incólume como prisionero.
Y además, introduciendo el n.º 31: Españoles en Rusia: el Regimiento José Napoleón por Luis Sorando Muzás
A principios de 1809 Napoleón Bonaparte formó en su ejército un regimiento español, el José Napoleón, con soldados prisioneros de la división del marqués de la Romana que no habían podido ser evacuados por la Armada británica al estallar la Guerra de la Independencia. El emperador dudaba de la lealtad de los españoles, de modo que sus batallones fueron repartidos por distintos puntos de Europa. En 1812, sin embargo, el regimiento fue integrado en la Grande Armée y participó en la durísima campaña rusa. Reconstruido, en 1813, con los supervivientes de la retirada y las tropas del depósito, el José Napoleón volvió a luchar con bravura en la campaña alemana hasta ser prácticamente destruido en la batalla de Leipzig.