El 1 de septiembre de 1870 Napoleón III fue apresado junto con el grueso de su ejército en la batalla de Sedán. El fin de la Guerra Franco-Prusiana, conflicto cuya primera fase abordamos en Desperta Ferro Historia Moderna n.º 13: La Guerra Franco-Prusiana (I). El ocaso de Napoleón III, parecía inminente. El canciller prusiano, Otto von Bismarck, esperaba que Francia renunciaría a la lucha y aceptaría ceder Alsacia y Lorena al naciente Imperio alemán. Sin embargo, una revolución popular derribó el régimen imperial e instauró una república que esperaba repetir la gesta de la Francia revolucionaria en 1792 y derrotar al invasor. Los alemanes tuvieron que enfrentarse a una resistencia decidida, aunque mal organizada, mientras en París, sitiada desde el 19 de septiembre, se gestaba una revolución radical que estallaría poco antes del fin de la guerra. El conflicto marcó para Europa un punto de inflexión.
Francia desgarrada. Consecuencias tras la batalla de Sedán por Frederick C. Schneid (High Point University)
La decisiva victoria en Sedán en la Guerra Franco-Prusiana supuso para Otto von Bismarck tanto una bendición como una auténtica pesadilla. La perspectiva de un prolongado asedio a París y la continuación del conflicto planteaban varios problemas, los más importantes de los cuales eran, quizá, las ramificaciones diplomáticas de una guerra prolongada. Mientras, en París, el nuevo presidente, el popular general Louis-Jules Trochu, tenía que lidiar con una frágil coalición de moderados, socialistas y radicales marxistas cuyas opiniones sobre la continuidad de la guerra diferían entre sí tanto como sus consideraciones sobre la sociedad y la economía.
La Defensa Nacional y la reconstrucción del Ejército republicano por Louis Delpérier
Tras la caída del Segundo Imperio, el Gobierno de Defensa Nacional, convencido de que el país aún tenía fuerzas para seguir la guerra, se entregó al reclutamiento y la organización de nuevas fuerzas. La tarea era ingente; tras la batalla de Sedán y la capitulación del mariscal Bazaine en Metz, a Francia solo le quedaban seis de cien regimientos regulares de infantería, y la situación de la caballería no era mejor. El ingeniero civil Charles de Freycinet, nombrado subdelegado de Guerra, recordaría en sus memorias haber gestionado “durante ciento veinte días la organización de 5000 hombres, o dos regimientos, al día”. A su vez, el mito del “ciudadano-soldado” cobró importancia a través de la Guardia Móvil y la Guardia Nacional.
La campaña del Loira por Douglas Fermer
En la segunda fase de la guerra, Orleans, de vital importancia para socorrer París o impedir el rescate de la capital, se convirtió en un foco de grandes enfrentamientos entre los invasores alemanes y los ejércitos improvisados de la República francesa. Los líderes políticos del nuevo régimen republicano en las provincias, encabezados por el enérgico Léon Gambetta, ministro de Interior, estaban convencidos de que los números y el entusiasmo podían cambiar milagrosamente el curso de la guerra. Orleans cambió de manos tres veces en dos meses.
Guerra no convencional. Francs-tireurs y represalias por Armel Dirou
Tras la derrota del Ejército regular en la frontera, las compañías de francs-tireurs y los cuerpos francos adquirieron un papel importante. El sabotaje de las líneas férreas y la resistencia de los combatientes irregulares ocasionó una retahíla de problemas a las tropas alemanas, aunque a su vez fue un quebradero de cabeza para las autoridades de un país sumido en el caos. La guerra de 1870 también supuso la culminación de una reflexión prusiana sobre el terrorismo. Las acciones realizadas por las tropas alemanas durante la Guerra Franco-Prusiana en respuesta al hostigamiento de los francs-tireurs presagiaban las ejecuciones sumarias al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
El sitio de París por Robert Tombs (University of Cambridge)
En 1870, París no era solo la capital europea de la cultura, también era la mayor y más poderosa fortaleza militar del mundo, y una de las más modernas. El extraordinario espectáculo del asedio llevado a cabo por el ejército alemán entre septiembre de 1870 y enero de 1871, durante el cual cerca de dos millones de parisinos padecieron a causa del hambre, del frío y, finalmente, de los bombardeos, acaparó la atención del mundo entero.
Bourbaki y la campaña del este por Douglas Fermer
Una audaz jugada francesa para revertir el curso de la guerra acabó condenada al fracaso debido a una preparación insuficiente, un liderazgo irresoluto, un clima terrible y un decisivo contrataque alemán que acabó con la derrota del Ejército del Este. El objetivo original era socorrer la fortaleza de Belfort y cortar una arteria vital para las comunicaciones alemanas, la línea de ferrocarril París-Estrasburgo, que abastecía a las fuerzas que sitiaban la capital. Los planes, sin embargo, no salieron como estaban previstos.
La Comuna de París por Donny Gluckstein (Edinburgh College)
La génesis y el destino de la Comuna de París de 1871 están ligados inextricablemente a la Guerra Franco-Prusiana. La revolución del 18 de marzo de 1871 se produjo poco después del armisticio, y para el 28 de mayo, dos semanas después de la firma del Tratado de Fráncfort, había sido ahogada en sangre. La guerra condujo a la población parisina a eventos de debate a una escala hasta entonces sin precedentes, así como a implicarse en ellos para contribuir a su desarrollo. Quienes escaparon de la masacre llevaron más tarde su mensaje de liberación social a otros países, como España e Italia.
Francia, derrota y resurgimiento (1871-1914) por Jean Christophe Noël
En 1871, Francia fue derrotada, invadida y humillada por una coalición de Estados alemanes. Si bien la buena salud financiera del país le permitió pagar con presteza la indemnización de cinco mil millones exigida por Alemania en el momento de firmar el Tratado de Fráncfort, debía, sin embargo, reconstruirse política y moralmente tras la caída del Segundo Imperio y la derrota de Sedán. Las principales tareas de la República fueron reconstruir un sistema de alianzas internacionales, aprender de la derrota desde un punto de vista interno y gestionar el desarrollo del nacionalismo.
Y además, introduciendo el n.º 29: Los jacobitas y el nacionalismo escocés por Allan I. Macinnes (University of Strathclyde)
Después del Tratado de Unión de 1707 el jacobitismo escocés necesitaba no solo un nuevo impulso, sino también una nueva dirección. El patriotismo, no menos que la lealtad dinástica, se convirtió en su fuerza motriz y constituyó parte del proceso de redefinición continua del jacobitismo en Escocia, algo que no siempre fue del agrado de la casa de Estuardo. Este proceso se basaba en un concepto de patria fundado por la enseñanza humanista, en concreto por el neoestoicismo.