Cuba (1868-1878). La Guerra Grande

Desperta Ferro Historia Moderna

n.º 70
Junio 2024
Cuba Guerra Grande Diez Años 1868 1878
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El apelativo de “siempre fiel isla de Cuba”, dedicado a la “perla de las Antillas”, fue sin duda excesivo. En 1868, mientras estallaba en España la Revolución Gloriosa, amplias capas de la sociedad isleña acumulaban décadas de agravio, desde los terratenientes de la región de Oriente, ignorada por las autoridades en favor del más rico y fértil Occidente, hasta los cientos de miles de esclavos de origen africano sometidos a durísimas condiciones de vida. El descontento desembocó en el Grito de Yara el 10 de octubre de 1868, que marcó el inicio de una lucha de diez años por la independencia de Cuba: la Guerra Grande. Guerra de guerrillas en la que unas pocas decenas de miles de mambises mantuvieron en jaque a fuerzas muy superiores merced a su conocimiento y adaptación al terreno de la isla, cubierto de bosques, montes y manigua, donde proliferaban enfermedades como la fiebre amarilla que diezmaban a los reclutas enviados desde la metrópoli, sumida, a su vez, en las crisis de la Revolución cantonal y la Tercera Guerra Carlista. Los sucesivos capitanes generales de la isla respondieron al desafío de los mambises con diversas estrategias, entre las que primaron la construcción de trochas fortificadas y las operaciones de pequeñas columnas que batían el agreste terreno isleño, en tanto que los independentistas, acaudillados por hábiles jefes como Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez y Antonio Maceo, centraban sus esfuerzos en devastar la economía azucarera de Cuba. La llegada en 1876 de Arsenio Martínez Campos, que combinó tácticas agresivas con indultos, inclinó la balanza del lado gubernamental. Cuba siguió siendo española tras la Guerra Grande, pero a un elevado precio.

Cuba en vísperas de la revolución de 1868 por Yoel Cordoví

Cuba en vísperas de la revolución de 1868 por Yoel Cordoví Núñez (Instituto de Historia de Cuba)

El 10 de octubre de 1868, el abogado Carlos Manuel de Céspedes se alzó en armas en su ingenio Demajagua, ubicado en la jurisdicción de Manzanillo, departamento Oriental de la isla de Cuba. A su alrededor estaba un grupo de jefes locales con sus familias y seguidores que habían abandonado las respectivas comarcas en días previos para unirse al líder revolucionario. Múltiples fueron los factores que condujeron al alzamiento: algunos, con incidencias más inmediata; otros, resultantes de un complejo proceso de formación y desarrollo de una conciencia nacional que, en su devenir, llegó a identificar la lucha armada como única vía de dirimir las prolongadas tensiones de la colonia con su metrópoli, y la creación de un Estado independiente y la abolición de la esclavitud como los fines últimos del proceso revolucionario.

Emboscadas, quemas e incursiones. Las características de la Guerra de los Diez Años

Emboscadas, quemas e incursiones. Las características de la Guerra de los Diez Años por Àlex Claramunt Soto

La insurrección cubana de 1868 situó al Ejército español ante una contienda para la que no estaba en absoluto preparado. Las fuerzas de la metrópoli se enfrentaron desde el principio a un tipo de guerra no convencional caracterizada por la movilidad y la autonomía de las fuerzas independentistas, concentradas en el agreste Oriente isleño, cuya estrategia consistente en destruir la economía insular de plantaciones azucareras obligó a las tropas de la metrópoli a idear sistemas de líneas fortificadas conocidos como trochas y de columnas móviles de infantería y caballería que se adentrarían en el monte y la manigua para destruir los destacamentos insurgentes.

La República de Cuba en Armas. Planteamientos, organización y sediciones por Yoel Cordoví

La República de Cuba en Armas. Planteamientos, organización y sediciones por Yoel Cordoví Núñez (Instituto de Historia de Cuba)

La aprobación de la primera Constitución de la República en Armas fue un paso indispensable en el logro de la unidad posible entre los representantes de las tres regiones incorporadas al movimiento independentista que iniciara Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868. Sobre esa base doctrinal se estructuró la organización político-militar y administrativa de la Revolución de 1868, cuyo alcance indudable en materia de organización no significó que desaparecieran las contradicciones entre el liderazgo revolucionario; más bien, en ocasiones, las prescripciones constitucionales contribuyeron a profundizar los disensos entre los poderes republicanos constituidos.

El Ejército español en Cuba por Alberto Guerrero Martín

El Ejército español en Cuba por Alberto Guerrero Martín (Universidad Nacional de Educación a Distancia)

La Guerra de los Diez Años (1868-1878) puso a prueba al Ejército español, que enfrentó dificultades para adaptarse a las tácticas de los mambises. Estos combatientes, familiarizados con el terreno y el clima de la isla, llevaron a cabo una guerra irregular y no sufrieron las enfermedades tropicales que diezmaron a las fuerzas españolas. Al inicio del conflicto, muchas unidades estaban incompletas, lo que resultaba en una insuficiencia de tropas para enfrentar a los insurrectos. Además, había carencias significativas en equipamiento, transporte y condiciones higiénico-sanitarias. La caballería y la artillería también eran escasas, y las unidades de voluntarios y milicias solo existían nominalmente después de años de paz. Se tuvo que organizar batallones de movilizados y unidades de voluntarios, así como enviar tropas desde la Península para hacer frente a la situación.

La ayuda desde el exterior a los insurgentes cubanos por Manuel Rolandi Sánchez-Solís

La ayuda desde el exterior a los insurgentes cubanos por Manuel Rolandi Sánchez-Solís

Durante la Guerra Grande de Cuba, la de los Diez Años, los independentistas cubanos recibieron importantes ayudas desde el exterior sin las cuales la insurrección no hubiera podido prolongarse por mucho tiempo. Esa ayuda se materializó en medio centenar de expediciones que transportaron material de guerra de diferente tipo, expedicionarios, víveres e incluso dinero y correspondencia secreta, que siempre llegaron por mar y a bordo de pequeñas embarcaciones fletadas por los dirigentes cubanos en el exterior y con el auxilio de varios “países amigos” como Perú, Chile, Venezuela, Colombia, México, Haití y República Dominicana, principalmente, o “complacientes” con los insurgentes, como los Estados Unidos y alguna colonia de Gran Bretaña en la zona, como Bahamas o Jamaica.

La campaña de Martínez Campos (1876-1878) por Julio Albi de la Cuesta

La campaña de Martínez Campos (1876-1878) por Julio Albi de la Cuesta

Para 1876, cuando Arsenio Martínez Campos recibió la oferta de Cánovas del Castillo de que asumiese el mando en Cuba, tenía una trayectoria que habría colmado los sueños del más ambicioso cadete. Con solo cuarenta y cinco años, era capitán general, y había participado en la mal llamada Guerra Romántica, de África, y en la expedición de Prim a México; combatido entre 1869 y 1872 en la Gran Antilla, y mandado los ejércitos que derrotaron a los carlistas en Cataluña, primero, y en el norte, después, poniendo fin a cuatro años de conflicto fratricida. Por si eso fuera poco, con su incruento pronunciamiento en Sagunto, el 29 de diciembre de 1874, había propiciado la restauración en el trono de la dinastía borbónica. Estando en la cúspide de su carrera, tomar el mando de las operaciones en la isla, donde se habían arruinado muchos prestigios, planteaba un arriesgado desafío, en el que tenía más que perder que ganar.

Barretinas en la manigua. Los voluntarios catalanes en la Guerra de Cuba por Martín Rodrigo y Alharilla (Universitat Pompeu Fabra)

Barretinas en la manigua. Los voluntarios catalanes en la Guerra de Cuba por Martín Rodrigo y Alharilla (Universitat Pompeu Fabra)

La primera guerra por la independencia de Cuba se inició en el Oriente de la isla el 10 de octubre de 1868 con el denominado Grito de Yara. La apuesta independentista en la isla coincidió con una revolución política antisabelina registrada paralelamente en la metrópoli al grito de “Viva España con honra”. Semanas después del triunfo de la “revolución gloriosa”, el 8 de enero de 1869 se reunieron en Barcelona 128 hombres de negocios de la ciudad. Alarmados por “las noticias que sucesivamente se reciben” de Cuba, los empresarios reunidos acordaron exigir a la Diputación de Barcelona que impulsase rápidamente iniciativas concretas en contra de la insurrección independentista cubana. Tres días más tarde, el 11 de enero, una reunión entre diputados provinciales y delegados de los firmantes acordaron organizar “un cuerpo de voluntarios” catalanes con destino a la isla.

Una paz incierta. La política colonial después del Pacto del Zanjón (1878-1886) por Oscar Zanetti Lecuona (Academia de la Historia de Cuba)

Una paz incierta. La política colonial después del Pacto del Zanjón (1878-1886) por Oscar Zanetti Lecuona (Academia de la Historia de Cuba)

El 10 de febrero de 1877, tras casi nueve años de guerra, el general Arsenio Martínez Campos conseguía llegar a un acuerdo encaminado a poner fin a las hostilidades en Cuba. El convenio, suscrito con los representantes cubanos en Camagüey, debía ser aceptado por las fuerzas independentistas actuantes en otras regiones, un complicado proceso cuya culminación tomaría algo más de un año. La Guerra de los Diez Años concluía para los cubanos en un fracaso, pero la aspiración a la independencia distaba de haber desaparecido. Un nuevo estallido bélico en agosto de 1879, la Guerra Chiquita, pese a su brevedad, se encargaría de demostrarlo. Con la Paz del Zanjón España había conseguido preservar su soberanía en Cuba; hacerla perdurable dependería de su capacidad para reformar el sistema de gobierno y aportar soluciones a los problemas de la sociedad cubana.

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