Causas de la Guerra Ruso-Japonesa, por David Schimmelpennick van der Oye (Brock University)
El proceso que llevó al conflicto entre ambas naciones, en los confines del mundo conocido, fue el resultado del choque entre la expansión de uno de los imperios más viejos de Europa, el ruso, y la de una nueva potencia, la japonesa, a la que pocos se atrevían todavía a considerar un igual. Heridos en su orgullo diplomático y político por las grandes potencias por un lado, interesados en ubicarse como nación de primera fila por otro y singularmente preocupados por la presencia rusa, cada vez más importante, en Corea, un territorio que consideraban vital para su seguridad nacional, los nipones no vieron más remedio que ir a la guerra contra el imperio zarista, sorprendiendo al mundo con su recién desarrollada capacidad militar.
Ataque sorpresa a Port Arthur, por Oleg Airapetov (Moskóvski Gosudárstvenni Universitét) y Bruce W. Menning (Center for Russian, East European & Eurasian Studies. University of Kansas)
A primeras horas del 9 de febrero de 1904, diez destructores japoneses se acercaron sigilosamente al fondeadero exterior de Port Arthur. Armados con torpedos, su objetivo eran los grandes acorazados rusos, anclados a la espera de una declaración formal de guerra y del inicio de las operaciones. En 17 minutos de fuego, la flota rusa recibió un golpe no solo físico, sino también moral, que la llevó de ser la fuerza naval más importante de la región a un segundo plano en un Pearl Harbor del que no se recuperaron. ¿Cómo es posible que no estuvieran preparados? ¿Cuáles fueron las circunstancias que propiciaron este demoledor ataque sorpresa?
El Ejército Imperial japonés en la Guerra Ruso-Japonesa por Rotem Kowner (Haifa University)
El Ejército Imperial japonés (Dai-Nippon teikoku rikugun) y la Marina fueron los responsables de la espectacular victoria japonesa sobre Rusia y se convirtieron tras la contienda en las fuerzas armadas más poderosas de Extremo Oriente y entre las más importantes del mundo. Sin embargo, unos años antes tanto su tamaño como su reputación habían sido mucho más limitados. El presente artículo desgrana la fuerza, el armamento, la filosofía y la organización no solo de las unidades básicas que lo formaban, sino también de las grandes formaciones.
El sitio de Port Arthur, por Richard Connaughton
La guerra terrestre comenzó cuando la 12.ª División japonesa y la vanguardia de la 2.ª desembarcaron en Chemulpo, entre el 17 y el 22 de febrero, para avanzar hacia el norte hasta el río Yalu. A partir del 13 de marzo, la llegada de tropas y suministros se trasladó al puerto de Chinampo y, para el 29, todo el Primer Ejército, que incluía las divisiones 2.ª, 12.ª y de la Guardia, ya había desembarcado en Corea. Pero esta solo era un ala de la ofensiva japonesa. También desembarcaron tropas cerca de Pitzuwo, dos ejércitos más, uno de los cuales, el Tercero, tenía por misión asediar y conquistar la gran base naval rusa. La operación iba a resultar mucho más larga y compleja de lo previsto.
La guerra de maniobras en Manchuria, por Oleg Airapetov (Moskóvski Gosudárstvenni Universitét) y Bruce W. Menning (Center for Russian, East European & Eurasian Studies. University of Kansas)
Mientras el Tercer Ejército nipón asediaba Port Arthur, el resto de la fuerza, que llegaría a sumar cuatro ejércitos más y casi 300 000 hombres, progresaba por Manchuria con un doble objetivo: cubrir las espaldas de la fuerza sitiadora y destruir el ejército de campaña ruso del general Kuropatkin. Dos cuestiones fundamentales lastraron las operaciones rusas: la falta de criterio unificado sobre la estrategia a seguir y las divisiones y nula colaboración entre los jefes de las grandes unidades. El resultado fue una campaña, que vio alternarse los asaltos a posiciones atrincheradas con las maniobras de flanqueo, en la que los japoneses llevaron la ofensiva casi siempre y que llegaría a su culmen en la gigantesca batalla de Mukden.
La Segunda Flota del Pacífico y el camino a la batalla de Tsushima, por Constantin Pleshakov (Five College Consortium of Massachusetts)
Aunque la historia de la Segunda Flota del Pacífico y su formidable travesía de nueve meses que culminó con la desastrosa derrota en la batalla naval de Tsushima ha sido objeto de multitud de estudios y es bien conocida, aún está abierta a interpretaciones sobre la estrategia tras la expedición, la logística de la misma y el papel de su comandante, el almirante Zinovi P. Rozhestvenski. Por ello, este artículo irá desgranando algunas de estas cuestiones, narrando tanto el complejísimo viaje llevado a cabo por la escuadra rusa como su final derrota a manos de una flota japonesa mejor preparada y mandada, y mucho más descansada.
Las consecuencias de la Guerra Ruso-Japonesa, por Rotem Kowner (Haifa University)
A finales de mayo, una vez que se conoció el desastre naval de la batalla de Tsushima, tanto Rusia como Japón estaban dispuestos a terminar con la Guerra Ruso-Japonesa. La iniciativa que puso a ambos beligerantes alrededor de la mesa de negociaciones fue concebida por el presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, quien posteriormente recibiría el premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos. Sin embargo, nadie podía imaginarse entonces que las ondas de choque producidas por esta paz, que certificaba la victoria de una potencia asiática contra los todopoderosos europeos occidentales, llevarían a un nuevo proceso de conflictos y revoluciones que marcarían la segunda mitad del siglo XX.
Y además, introduciendo el n.º 19: Operación Bodenplatte, por Philippe Guillemot
El 1 de enero de 1945 las fuerzas de caza de la Luftwaffe desencadenaron el que sería su canto del cisne, una última cabalgata de estilo wagneriano destinada a aplastar en tierra a buena parte de las fuerzas aéreas aliadas. Ejecutada demasiado tarde, pues la ofensiva de las Ardenas ya había fracasado, y ordenada demasiado rápido, pues el aviso llegó apenas la noche antes del día fatídico, la gran ofensiva aérea tuvo fortunas diversas según el aeródromo atacado, pues se destruyeron más o menos aviones aliados en tierra; pero su consecuencia final fue igual en todas y cada una de las misiones: la Jagdwaffe sufrió pérdidas que no se podía permitir, y las Fuerzas Aéreas aliadas sí.