Una estrategia soviética para Europa por Richard W. Harrison
La operación contra Budapest (29 de octubre de 1944 a 13 de febrero de 1945) fue uno de los últimos actos de una serie de enormes ofensivas ejecutadas por el Ejército Rojo durante 1944. En concordancia con la práctica de entonces, estas pronto fueron conocidas con el nombre de “los diez golpes de Stalin”, y se atribuyó el éxito al “genio” militar de Iósif Stalin. Sin embargo, la campaña de desestalinización posterior a 1956 extendió la costumbre de referirse a ellas con el término más neutral políticamente de “los diez golpes demoledores”. Dejando la política aparte, es innegable que 1944 fue el año de la derrota definitiva del Eje en el este. Las ofensivas que desencadenó el Ejército Rojo a lo largo de aquellos doce meses no solo expulsaron definitivamente al invasor del suelo soviético, sino que iban a determinar el futuro de toda Europa Oriental.
La ofensiva sobre el corazón de Hungría por Gregory Liedtke (Laurier University)
A finales de octubre de 1944, el frente húngaro había sido objeto de furiosas batallas desde hacía casi dos meses. Para las fuerzas combinadas germano-húngaras, estos acontecimientos incluyeron una fase inicial (5 de septiembre a 5 de octubre) de intensos combates sobre la frontera con Rumanía, en la que el Eje había tratado de asegurar los Cárpatos para formar un frente defensivo –Operación Zigeunerbaron (“Barón Gitano”)–, pero sus deseos se vieron frustrados por una combinación de fiera e inesperada resistencia rumana unida a un rápido despliegue soviético; y una segunda fase que consistió en una ofensiva del Ejército Rojo hacia Budapest (6 a 29 de octubre) que culminó en la batalla de Debrecen, en la que le tocó al atacante sufrir una decepción cuando sus vanguardias fueron maltratadas con dureza por reservas Panzer recién llegadas. Sin embargo, en comparación con las ofensivas de noviembre y diciembre, aquellas acciones habían sido “menores”. Durante estos dos meses el Ejército Rojo atacó violentamente por ambos lados del Danubio y, finalmente, cercó la capital húngara.
El Ejército Real Húngaro por Peter Mujzer
Tras la Primera Guerra mundial, Hungría se encontraba en una situación crítica. En 1920, las potencias aliadas comunicaron a su delegación las condiciones de paz, un acuerdo, el Tratado de Trianon, muy similar al que ya Había sido impuesto a los alemanes en Versalles. Los principales aspectos militares del mismo eran los siguientes: el servicio militar se haría con soldados profesionales, quedaron prohibidas las levas y el ejército no tendría más de 35 000 hombres; También se vetó la posesión o utilización de cañones de más de 105 mm, de carros de combate y de cualquier tipo de armamento pesado, así como la aviación militar y la fabricación de aeroplanos. A pesar de todo, en los años siguientes el país volvió a crear unas fuerzas armadas consecuentes, desarrollando incluso sus propios modelos de blindados; Pero todo ello acabaría por ser arrojado a los fuegos de una nueva guerra mundial.
Los combates por Pest por Alexei Isaev
A 27 de diciembre de 1944 había quedado cerrado el cerco en torno a Budapest, y atrapadas en el Interior del mismo la 8.ª y 22.ª divisiones de caballería de las SS, la 13.ª División Panzer, la división de Panzergrenadier Feldherrnhalle y elementos de la 271.ª División de Volksgrenadier; unidades Germanas a las que hay que sumar tropas húngaras como la 12.ª División de Reserva, la 10.ª División de Infantería, una división acorazada, elementos de la 1.ª División de Húsares y diversos batallones de infantería y artillería independientes, entre los que se incluían algunas unidades de voluntarios. Las fuentes soviéticas estiman que la cantidad de combatientes cercados ascendió a unos 180 000 hombres, cifra obtenida de sumar la fuerza de las unidades que quedaron dentro de la ciudad, cercana a los 100 000 efectivos, con los 80 000 movilizados en el interior de la misma. Sin embargo, las estimaciones más recientes (Krisztián Ungváry) proponen una cifra de 55 000 combatientes húngaros, en la que se incluyen las unidades militares y de policía y los destacamentos de voluntarios; más 42 600 efectivos alemanes.
La población civil en el asedio por Krisztián Ungváry
Una peculiaridad de la batalla por Budapest es que se combatió en una ciudad poblada por más de un millón de habitantes. A lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial, solo en Varsovia se produjo un asedio con consecuencias catastróficas similares. En Stalingrado la población fue evacuada en su mayor parte, Leningrado no vivió combates callejeros y las batallas por Viena o por Berlín fueron mucho menos devastadoras en cuanto a su intensidad y su aniquilación. En Budapest, en cambio, nunca se consideró con seriedad la evacuación de la población y por eso la capital húngara fue uno de las pocas ciudades donde los combates se llevaron a cabo sobre una cantidad tan inmensa de civiles. En realidad, la batalla por la capital húngara fue doble: además de las divisiones soviéticas, húngaras, rumanas y alemanas que lucharon entre sí, también se produjo una batalla entre los nacionalsocialistas húngaros, conocidos como la Cruz Flechada (el nombre procede del emblema que tomaron como símbolo) y la parte de la población de Budapest afectada por las leyes antisemitas.
Lucha a muerte en Buda por Krisztián Ungváry
Al contrario que en el lado de Pest, donde al menos en teoría se había establecido una defensa, ni las autoridades militares alemanas ni las húngaras se prepararon para combatir en Buda, la parte occidental, para cuya protección ni siquiera se habían preparado planes. Esto es tanto más interesante si se tiene en cuenta que, a mediados de diciembre, el Heeresgruppe Süd había reconocido con claridad la intención del mando soviético de cercar la ciudad por el oeste, pero como por aquel entonces el frente todavía estaba a entre cuarenta y sesenta kilómetros hacia occidente de la capital, los mandos militares alemán y húngaro de Budapest observaron los acontecimientos de brazos cruzados y no hicieron nada para evitar la catástrofe que se avecinaba. Claro que tampoco les quedó otra opción, pues Hitler prohibió cualquier reagrupamiento de tropas, y aunque el comandante germano, Karl Pfeffer-Wildenbruch, estaba al tanto de la inminencia del asedio, tuvo las manos atadas.
El intento de fuga de la ciudad por Roman Töppel
En la tarde del domingo 11 de febrero de 1945, Karl Pfeffer-Wildenbruch, SS-Obergruppenführer y General der Waffen-SS (sección armada de las SS) und Polizei, emitió por radio desde la Budapest cercada: “Las provisiones se han agotado, el último cartucho está en el ánima. Las opciones son capitulación o masacre sin lucha de la guarnición de Budapest. […] El 11-2 escaparé en cuanto oscurezca”. Pfeffer-Wildenbruch dirigía, desde hacía diez semanas, la defensa de Budapest como general al mando del IX Cuerpo de Ejército de Montaña de las SS y Kampfkommandant de la ciudad, que llevaba siete semanas cercada. La consecuencia fue una ofensiva brutal de los cercados en pos de la libertad contra una defensa férrea de los soldados soviéticos que rodeaban la urbe, que acabaría degenerando en un juego mortal del gato y el ratón mientras los jefes de la defensa trataban de escabullirse por una alcantarilla.
Y además, introduciendo el n.º 29: Refugiados sirios, el éxodo que definió una época por Agus Morales
La sociedad compulsiva en la que vivimos ha agotado todos los clichés para describir a uno de los grandes movimientos de población de la historia a causa de la violencia: el éxodo sirio. “la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”. “La catástrofe más terrible del siglo XXI”. “La mayor comunidad de refugiados desde que hay registro de ellos”. Se hacen cálculos incluso sobre la media de personas que huyen cada hora desde 2011, año de las protestas que desembocaron en el actual conflicto, una especie de mini guerra mundial en el corazón de Oriente Medio. Pero más allá de las hipérboles, conviene analizar el fenómeno (tanto desde el punto de vista de la historia humanitaria reciente como de los intereses geoestratégicos en juego) para dar una mayor profundidad a nuestra lectura sobre un movimiento de población que, en efecto, está definiendo nuestro tiempo, también en el terreno simbólico.