La civilización minoica, que refiere a la Creta de la Edad el Bronce, fue una de las más florecientes de la historia del Mediterráneo oriental. A caballo entre los grandes reinos egipcios y del Próximo Oriente y la cultura micénica, que precedería a las grandes civilizaciones de la Grecia continental, la Creta minoica se erigió en un emporio comercial de primer orden dominado por centros urbanos en los que destacarían los emblemáticos y complejos edificios llamados palacios, que desempeñaron un papel importante en la administración, la economía y sobre todo, la ritualidad de los minoicos.
La talasocracia de Minos por Joaquín Ruiz de Arbulo (Universitat Rovira i Virgili / Institut Català d’Arqueologia clàssica)
En el siglo XVII a. C. el propietario, quizá de origen minoico, de la llamada casa oeste de Akrotiri, en la isla de Thera/Santorini, decoraría los muros de su morada con imágenes al natural de jóvenes pescadores, un exótico paisaje en torno a un gran río, probablemente el Nilo, el ataque a una ciudad costera y la famosa “procesión naval”. Él mismo dormía rodeado por pinturas de las siete cabinas de mando (ikria) de sus piraguas de combate, entre las que destacaba –a mayor tamaño y con sus enseñas– la suya propia. Era pues la morada de un príncipe del mar: pescador, comerciante marítimo o pirata según fuera la ocasión. En todas las sociedades antiguas, la riqueza y el poder siempre se midieron por el número de cabezas de los rebaños o la extensión y calidad de las tierras cultivadas. Pero las tradiciones en las cuencas e islas del Egeo tomaron como base el dominio del mar. Autores clásicos como Heródoto, Tucídides o Diodoro Sículo se refirieron a menudo a las antiguas talasocracias (del griego thálassa, «mar», y kráteo, «dominio»), aquellas comunidades que en cada una de las épocas habían impuesto ese dominio marítimo. En el artículo se incluye un mapa del comercio en el Egeo y el Mediterráneo oriental en época minoica, y una ilustración obra de Ivan Gil sobre el puerto cretense de Kommos a finales del Minoico reciente, con las embarcaciones características del comercio de la época.
Arthur Evans. El hombre que creyó en la leyenda de Minos por Francisco Gracia Alonso (Universitat de Barcelona)
Nacido en Nash Mills el 8 de julio de 1851 y fallecido en Boars Hill el 11 de julio de 1941, localidades ambas británicas, Arthur Evans es sin duda el mejor exponente de la arqueología historicista que dominó el panorama científico en Europa occidental entre mediados del siglo XIX y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hijo de John Evans, un empresario apasionado por la geología, la arqueología y el coleccionismo científico, miembro de la Society of Antiquaries y de la Royal Society, y vinculado a John Lubbock, Edward Tylor, Francis Galton y August Pitt-Rivers, considerados los renovadores de la investigación antropológica y arqueológica en el Reino Unido durante la era Victoriana, Arthur superó su carácter retraído con la lectura de libros de viajes como el texto de Robert Walsh Narración de un viaje desde Constantinopla a Inglaterra (1828), y el descubrimiento de los mitos griegos en la obra de Charles Kingsley, Los héroes (1856), que supuso su primer encuentro con el rey Minos, una referencia que marcará su vida personal y profesional. El artículo viene acompañado de una magnífica reconstrucción ilustrada de José Luis García Morán de la práctica de la taurocatapsia o salto del toro en el patio central del palacio de Cnoso.
Los minoicos de arriba abajo. Política, economía y sociedad en la Creta de la Edad del Bronce por Ilse Schoep (KU Leuven)
Fue el primer excavador de Cnoso, sir Arthur Evans, quien sentó las bases del estudio de la civilización minoica. Según este investigador, la Creta minoica fue dirigida por una dinastía se reyes-sacerdote que residían en el edificio monumental dotado de varios patios situado sobre el promontorio de Kefala, construcción que interpretó como un palacio. Otros edificios similares excavados a comienzos del siglo XX, como el de Malia o el de Festo, también fueron percibidos como tales, y se creyeron dependientes del de Cnoso. Evans basó su interpretación en la ausencia de estructuras defensivas no solo en Cnoso sino también en otros asentamientos minoicos, lo que según él indicaba que la isla estaba políticamente unificada. Llegó a sugerir que Cnoso, al igual que la Londres de su tiempo, fue la sede de un extenso imperio marítimo (la talasocracia minoica) que dominaría sobre buena parte del Egeo. La interpretación tuvo buena aceptación entre los arqueólogos de la época y en generaciones sucesivas. Sin embargo, desde los años 1970, la atención se ha venido centrando en las funciones económicas de los palacios, que entonces se consideraron centros redistribuidores. Se incluye un mapa completo a doble página con los principales yacimientos cretenses, incluyendo centros palaciales, ciudades y poblados, necrópolis y santuarios.
La religión minoica por Susan Lupack (Macquarie University)
La Diosa de las serpientes de Cnoso –vestida con su falta de volantes y su corpiño abierto y empuñando sus serpientes con los brazos en alto– es probablemente una de las imágenes más reconocibles de la Creta minoica. Se trata desde luego de una imagen muy poderosa, cuya contemplación suscita fuertes emociones incluso a día de hoy. Esto es algo sorprendente teniendo en cuenta que la religión de los minoicos, que se hallaba en su apogeo hace unos 4000 años, es algo extremadamente remoto para una sociedad como la nuestra. Pero a través de la figurilla de la Diosa de las serpientes, como a partir también de distintos restos materiales que los minoicos dejaron a nuestro alcance, podemos esbozar una imagen bastante precisa de cómo practicaron su religión. En buena medida nos puede resultar ajeno, puesto que quizá apele a emociones más elementales de las que normalmente nos permitimos, pero aun así despierta algo en nuestro interior. De este modo, al aprender sobre los minoicos y sus prácticas religiosas quizá podamos aprender también algo más acerca de nosotros mismos. Con el artículo, una ilustración obra de Sandra Delgado nos acerca al santuario de Anemospilia, en el que fueron hallados varios cuerpos humanos en lo que aparentemente un grupo de sacerdotes y oficiantes fueron sorprendidos por un terremoto mientras llevaban a cabo un sacrificio humano, aunque la interpretación de los restos pudo ser otra, y quizá en este caso las apariencias engañen…
Arquitectura minoica. Edificios conectados en un paisaje vivo por John McEnroe (Hamilton College)
El palacio de Cnoso fue construido en un tell artificial, una colina de tendencia circular formada no a partir de procesos geológicos sino de la superposición de los restos de una ocupación humana acumulados a lo largo de más de siete milenios. Allí florecieron asentamientos neolíticos y de la Edad del Bronce Antigua, y en su momento dieron paso a nuevas formas de habitación en la Edad del Bronce Media y Reciente. Sin embargo, cuando observamos más de cerca el palacio de Cnoso u otro edificio minoico, entendemos que estos nunca fueron entidades estáticas, sino que estaban en constante cambio, a veces como respuesta a presiones naturales o humanas y otras veces debido a los cambios experimentados en las vidas de las generaciones de personas que los usaron. En tal sentido, resulta útil pensar en los edificios minoicos no solo como masas ocupando un espacio, sino mejor como ambientes que moldeaban o eran moldeados por la actividad humana. Los microambientes de los edificios formaban parte de los espacios suprambientales como la ciudad, el paisaje circundante, la región y tantas otras. Nuestro viaje hacia este lugar dará comienzo en el centro de este mundo centrífugo, el palacio de Cnoso. Una espléndida ilustración de Josep Casals del palacio de Cnoso en su contexto durante la última época de su ocupación es el complemento perfecto de este artículo para comprender la relevancia que tenían los centros palaciales en la urbanística de la Edad del Bronce cretense.
Un reflejo en las paredes. La iconografía de los frescos minoicos por David Vivó (Universitat de Girona)
Con el descubrimiento en Cnoso del fresco llamado el “Portador de ofrendas” por parte de sir Arthur Evans el 5 de marzo de 1900, se vislumbró por primera vez el esplendor de la pintura minoica. “Una nueva época en la historia de la pintura”, como él mismo afirmaría. Posteriormente, muchos más ejemplos de este estilo pictórico aparecerían creando un corpus bastante rico con imágenes muy coloridas y vitales de paisajes, animales y ceremonias para crear el mito de una sociedad lujosa, vivaz y alegre que disfrutaba de su propia existencia. Al fin y al cabo, una reinterpretación “victoriana” del llamado mundo minoico. Sin desdeñar algunos de estos adjetivos, la visión contemporánea de este mundo es mucho más compleja y poliédrica de lo que se supuso en un primer momento, en especial en la interpretación de su pintura, que hoy en día tiende a ser vista desde una perspectiva de profunda religiosidad, aunque la falta de fuentes escritas dificulta con mucho su comprensión y permite diferentes hipótesis.
La escritura lineal A minoica por Helena Tomas (University of Zagreb)
La existencia de una alfabetización en la Edad del Bronce del Egeo fue reconocida por vez primera gracias al revelador estudio de sir Arthur Evans sobre los sellos y otros objetos inscritos que vio o adquirió en sus viajes a Creta hacia finales del siglo XIX. Los sellos contenían signos de una escritura en aquel momento bautizada como jeroglífica/pictográfica a partir de la interpretación que hizo Evans del aspecto de los signos y su conocimiento de otras escrituras jeroglíficas conocidas en la época. Con posteriores investigaciones en Creta, estableció la existencia de otras dos escrituras de apariencia lineal e imaginó una secuencia evolutiva del jeroglífico al lineal A y de este al lineal B, una secuencia que posteriormente se rebelaría incorrecta. El indesciframiento actual de las dos primeras de estas escrituras resulta de lo más problemático, pero comparando el signario lineal A con el B, que transcribe una lengua griega antigua, es posible llegar a ciertas conclusiones muy reveladoras.
El periodo micénico en Creta. Los entresijos de un debate constante por Charlotte Langohr (Université Catholique de Louvain)
Hacia mediados del siglo XV a. C., los yacimientos de la Creta minoica sufrieron importantes destrucciones que pusieron un punto y final a una organización sociopolítica tan particular como había sido la civilización minoica, articulada en torno a sus “palacios” y grandes “villas”. Las causas de estas destrucciones han sido fuertemente debatidas (¿terremotos?, ¿réplicas de la erupción de Santorini?), pero los investigadores coinciden hoy en afirmar que fueron indudablemente de origen humano y probablemente relacionadas con profundos conflictos internos. La mayor parte de los hábitats de la brillante civilización neopalacial se vieron fuertemente debilitados y tuvieron dificultades para recuperarse, con la excepción de Cnoso, situado en la Creta central, y la población de Creta conocería entonces una serie de profundas transformaciones, y en adelante pasaría a formar parte de la esfera micénica. Hoy, las investigaciones recientes permiten matizar la compleja evolución de las relaciones entre las sociedades cretenses y las de la Grecia continental a lo largo de este período de 250 años en la historia del Egeo.
Y además, introduciendo el n.º 18: ¿Cuándo nació Jesús? por Javier Alonso (Universidad Complutense de Madrid)
Cualquier persona criada en el mundo occidental del siglo XXI, creyente o no, está familiarizada con la figura de Jesús de Nazaret y las narraciones sobre su nacimiento. La estrella de Belén, los magos, las penalidades de José y María para encontrar posada en la ciudad natal del rey David, los pastores, todo forma parte de un constructo mental asumido y transmitido de generación en generación y fijado en nuestra memoria visual a través del arte y, de manera más próxima, en los nacimientos que adornan muchos hogares durante las Navidades. Así pues, si formulamos a cualquier conocido la pregunta: ¿cuándo y dónde nació Jesús de Nazaret?, es probable que su respuesta sea rápida y llena de seguridad: Jesús nació en Belén de Judea el 25 de diciembre del año 1 a. C., seis días antes del cambio de era. Pero, ¿es ésta una respuesta exacta? ¿En qué datos se basa esta respuesta? ¿Qué sabemos realmente sobre el nacimiento del predicador galileo Yeshua bar Yosef?