Lo que en principio parecía un golpe de suerte, terminó en desastre de la batalla de Roncesvalles. En el año 777 el gobernante de la frontera norte de al-Ándalus se presentó ante el rey de los francos –y futuro emperador– Carlomagno, para solicitar ayuda en una revuelta antiomeya que le permitiría desvincularse de la autoridad de Córdoba. El rey lo vio como una oportunidad de oro para inmiscuirse en el Estado vecino y extender su dominio. De modo que, encabezando un poderoso ejército, franqueó los Pirineos. Todo iba conforme a lo planificado hasta que una inesperada traición les cerró las puertas de la ciudad de Zaragoza. Carentes de armas de asedio, Carlomagno no tuvo más remedio que cancelar la campaña y regresar a Francia, cruzando para ello territorio vascón. Pero cuando ya descendían por la ladera norte, confiados y cargados de botín, la retaguardia de la hueste franca fue emboscada y aniquilada, a decir de las fuentes, hasta el último hombre. El emperador, humillado, jamás volvió a poner pie al sur de los Pirineos. Las fuentes que narran la batalla de Roncesvalles son tan sucintas y contradictorias que han generado más preguntas que respuestas. Sin embargo, la investigación reciente se halla por fin en condiciones para responder a algunas de estas cuestiones, en particular la de determinar la identidad y motivación de los atacantes, la relación entre los vascones y el al-Ándalus, o la localización del propio campo de batalla.
La batalla de Roncesvalles en su contexto. Carolingios y musulmanes en el siglo VIII por Jesús Lorenzo Jiménez (Universidad del País Vasco)
La conquista islámica del occidente mediterráneo, y en particular de al-Ándalus en 711, marca un hito en la historia de Europa. La llegada de gentes del otro extremo del Mediterráneo, ajenas en su mayor parte a la tradición grecolatina, no solo cultural, sino también en cuanto a las formas de organización del poder, supuso una ruptura con el pasado en estas regiones. Pero no solo el islam estaba en proceso de expansión en aquellas primeras décadas del siglo VIII. Al norte de los Pirineos, Carlos Martel trataba de ampliar su poder. En los Pirineos se encontraban, pues, dos poderes en expansión, musulmanes y carolingios, que iban a condicionar el devenir histórico de la región durante más de un siglo.
Los vascones entre la Tardoantigüedad y el Alto Medievo por Jokin Lanz Betelu (Universidad Pública de Navarra)
El estudio de los antiguos vascones ha suscitado gran interés desde la Edad Moderna hasta la actualidad. Tempranamente, se han ido desarrollando varios debates historiográficos en torno a esta etnia y su territorio (extensión geográfica, idioma, procesos de romanización y cristianización…), tarea nada fácil ante la parquedad de las fuentes al respecto. No obstante, la revisión periódica de las fuentes y su actualización, gracias a los continuos hallazgos epigráficos, arqueológicos y numismáticos, permiten seguir completando los conocimientos sobre el entorno vascónico.
Zaragoza y el valle del Ebro tras la irrupción islámica por Xavier Ballestín Navarro (Universitat de Barcelona)
La fallida expedición de Carlomagno contra Zaragoza, que culmina con la derrota de su ejército en Roncesvalles, se produce en una coyuntura en la que el asentamiento árabe y bereber en las regiones del valle del Ebro ha llegado a su madurez, aunque las fuentes escritas árabes y latinas proporcionen una imagen de discordia y rebelión en el seno de la nueva sociedad andalusí, producto de la conquista del 711, de la derrota del aparato político y militar del regnum gothorum y de la implantación de contingentes árabes y bereberes en la Península.
El ejército que cayó en la emboscada. El funcionamiento de la hueste carolingia por José Soto Chica (CEBNCh de la Universidad de Granada)
Por lo general, la historiografía española ha abordado la expedición de Carlomagno contra Zaragoza desde un enfoque general y meramente político, o se ha centrado en cuestiones concretas tales como identificar el lugar exacto en donde el futuro emperador sufrió la célebre emboscada, o bien en la identidad étnica o religiosa de sus atacantes. Pocos se han ocupado de tratar de entender cómo Carlomagno y sus oficiales preparaban una campaña, cómo organizaban una hueste o la reclutaban, cómo pretendían alimentarla y sostenerla durante el tiempo que durasen las operaciones o sobre el tipo de tropas que integraban una expedición carolingia. Dicho de modo más sencillo: pocas veces nos interrogamos sobre cómo era realmente el ejército que Carlomagno condujo contra Zaragoza y llevó al desastre de Roncesvalles.
La batalla de Roncesvalles. Emboscada en los Pirineos por Josep Suñé Arce (Grupo Ocorde)
El 15 de agosto del año 778 se produjo uno de los enfrentamientos más famosos de toda la Edad Media. Tras fracasar en su intento de ocupar Zaragoza e iniciar el camino de regreso a su reino, Carlomagno sufrió una terrible emboscada mientras cruzaba los Pirineos. Aunque el choque fue recogido por las fuentes narrativas de la época y divulgado, más tarde, por las canciones de gesta, quedaron sin esclarecer algunos aspectos determinantes, como el lugar exacto de la emboscada y el papel que tuvieron los vascones y los andalusíes en el desarrollo del suceso.
In summi montis. Una propuesta de localización del campo de batalla de Roncesvalles por Iñaki Sagredo Garde
La historiografía romántica, influenciada por el Cantar de Roldán, siempre ha presentado esta batalla como un ataque en un angosto desfiladero próximo a Roncesvalles, donde el ejército franco sufre una emboscada desde las alturas, con piedras rodando por las laderas, mientras Roldán hace sonar su olifante para avisar a Carlomagno y conseguir ayuda. Prácticamente todos los historiadores han situado el lugar de la emboscada en la parte del Pirineo que encajaba con la leyenda, hasta el punto de que aún a día de hoy los peregrinos clavan una cruz de madera en Ibañeta recordando aquella derrota, pero ¿y si no fue así?
Sangre tornada en verso. La leyenda pirenaica por Santiago López Martínez-Morás (Universidad de Santiago de Compostela)
Eginardo, el principal biógrafo del emperador Carlomagno, dedica muy poco espacio al desastre de Roncesvalles en su Vita Karoli, aunque enumera un puñado de combatientes caídos entre los que figura Roldán, prefecto de la marca de Bretaña. La noticia tiene en este texto escasa relevancia, sobre todo en comparación con otras grandes campañas imperiales narradas con mayor profusión, pero todo apunta a que supuso un revés importante para Carlomagno. En Occidente, con el paso de los siglos, el choque tuvo una enorme repercusión, pero no por sus consecuencias políticas o su proyección histórica, sino por el éxito de su recreación literaria.
¿Vascones islamizados? Pamplona y al-Ándalus a la luz de la arqueología por María García-Barberena Unzu y Mercedes Unzu Urmeneta
En su Vita Karoli, Eginardo atribuye a los vascones la emboscada que acabará con la retaguardia de Carlomagno a su vuelta de Hispania. Sin embargo, el célebre Cantar de Roldan, escrito ya en el siglo XI, no vacila al culpar a cuatrocientos mil sarracenos de la heroica muerte de Roldán. Hoy pocos dudan de que este sustancial cambio en el número y procedencia de los atacantes tiene más que ver con el gusto de la época por épicas batallas entre fieles e infieles. Pero, ¿Y si hubiera algo de cierto en ambas afirmaciones? ¿Y si tanto vascones como bereberes hubieran participado en la escaramuza? E, incluso, ¿y si, de algún modo, fueran una misma cosa?
