Leovigildo. La unificación de Hispania

Desperta Ferro Antigua y Medieval

n.º 73
Septiembre 2022
Leovigildo. La unificación de Hispania
7,50€IVA incluido

De Leovigildo decía una fuente que “no dejó vivo a ningún enemigo con edad para mear en la pared”. Y es que este fue, posiblemente, el más poderoso y dinámico de cuantos reyes tuvo la monarquía visigoda. Su reinado destacó por la solidez que brindó a la institución que encabezaba, en detrimento de la autonomía de la nobleza. Destacó asimismo por la equiparación en derechos de godos e hispanorromanos, un proceso que su hijo Recaredo llevaría un paso más allá. Pero, por encima de todo, Leovigildo destacó por su infatigable labor militar, encaminada a ampliar las fronteras del reino a costa de sus vecinos. Por entonces existían en la Península numerosas comunidades independientes, como la de los sappos (en la moderna Zamora), los runcones (en Asturias), los aregentes (en Galicia), los cántabros, los vascones, la Oróspeda (en Jaén) o la propia ciudad de Córdoba y su territorio, y todas ellas fueron víctimas del expansionismo de este rey. Pero tampoco le tembló el pulso a la hora de enfrentarse a Estados de mayor entidad, como el reino de los suevos –que condujo a su aniquilación–, el de los francos merovingios o incluso contra el Imperio bizantino, saliendo airoso en todos estos escenarios. En los últimos años de su vida hubo de resistir una conjura liderada por su propio hijo, Hermenegildo, que reprimió ordenando la muerte de este, contrapunto trágico a una vida tan terrorífica como apasionante.

El mundo de Leovigildo. Europa y el Mediterráneo a finales del siglo VI por Carlos Martínez Carrasco (Universidad de Córdoba)

El mundo de Leovigildo. Europa y el Mediterráneo a finales del siglo VI por Carlos Martínez Carrasco (Universidad de Córdoba)

Leovigildo subió al trono pocos años después de que el emperador Justiniano muriera, el 14 de noviembre de 565. Bizancio seguía siendo la principal potencia de su época y eso era algo de lo que Leovigildo era muy consciente. Un año antes de la coronación del rey godo, los longobardos habían invadido la península itálica, trastocando el equilibrio de poderes en Europa central. Los ecos que venían desde África tampoco podían ser ignorados. Grupos de refugiados traían con ellos historias de violencias enquistas que sobrecogían a quienes las escuchaban. Y los merovingios al norte, acechando…

Leovigildo contra el Imperio romano por José Soto Chica (Universidad de Granada)

Leovigildo contra el Imperio romano por José Soto Chica (Universidad de Granada)

El más peligroso de los enemigos a quienes combatió Leovigildo fue el Imperio romano de Oriente. Si el gran rey guerrero pudo salir victorioso frente a casi todos sus enemigos (suevos, francos, aregenses, sappos, vascones, cordubenses y orospedanos), no tuvo tanta fortuna ante los estandartes romanos. Pese a sus éxitos iniciales, al final de su reinado, Leovigildo tuvo que acordar un pacto con el Imperio que restauraba la frontera entre ambas potencias.

Un rey en campaña. Leovigildo y el ejército visigodo por José Soto Chica (Universidad de Granada)

Un rey en campaña. Leovigildo y el ejército visigodo por José Soto Chica (Universidad de Granada)

Si hubo un rey guerrero en la Europa de la segunda mitad del siglo VI ese fue Leovigildo. De ello dan fe las catorce campañas que encabezó, las muchas batallas que en ellas libró y las numerosas victorias que cosechó. Leovigildo fue pues, y ante todo, un rey en campaña y que convirtió el ejército godo en un instrumento versátil, poderoso y capaz de combatir con acierto contra enemigos tan diferentes como los ejércitos de romanos, francos y suevos, las bandas guerreras de los vascones o las milicias de campesinos y ciudadanos levantadas en los señoríos independientes de Corduba, Sabaria, los montes Aregenses, la Cantabria y la Oróspeda.

Las otras campañas y conquistas de Leovigildo: ofensivas militares en “tierra de nadie” por Pablo Poveda Arias (Universidad de Valladolid)

Las otras campañas y conquistas de Leovigildo: ofensivas militares en “tierra de nadie” por Pablo Poveda Arias (Universidad de Valladolid)

Uno de los elementos que caracteriza el reinado de Leovigildo es su hiperactividad militar. Lo cierto es que es el monarca visigodo del que más datos conocemos en lo referido a sus campañas militares. La Crónica de Juan de Bíclaro, nuestra principal fuente para aproximarnos a la política militar de Leovigildo, deja constancia de expediciones militares con una frecuencia prácticamente anual, sobre todo durante sus primeros años de reinado.

El segundo final del reino suevo por Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)

El segundo final del reino suevo por Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)

Regnum destructum et finitum est Suevorum (“el reino de los suevos fue destruido y eliminado”). Con estas palabras relata Hidacio en su crónica la estrepitosa derrota sufrida por el ejército suevo, al mando de Requiario, en el año 456 junto al río Órbigo frente al todopoderoso ejército godo de Teodorico II. A partir de entonces el reino suevo pasaría a estar bajo la órbita de la pujante y expansionista monarquía goda de Teodorico II, convertido en la práctica en una especie de reino tutelado durante los casi ciento treinta años que separan la batalla del río Órbigo de la definitiva integración político-administrativa del reino en la monarquía de Toledo a manos de Leovigildo.

Un príncipe en campaña. Las victorias de Recaredo contra los francos en Septimania por Raúl Catalán Ramos (Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica)

Un príncipe en campaña. Las victorias de Recaredo contra los francos en Septimania por Raúl Catalán Ramos (Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica)

En el año 585, el rey franco Gontrán de Borgoña decidía lanzar un ambicioso ataque sobre la última posesión visigoda en la Galia, la provincia de Septimania. El momento no podía ser más crítico para los intereses de Leovigildo, ya que en ese momento el monarca se encontraba embarcado en la campaña para someter al reino suevo, por lo que buena parte del potencial bélico disponible se encontraba desplegado a más de 500 km de distancia de la nueva amenaza. 

Leovigildo. Construir un reino, soñar un imperio por Pablo C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca)

Leovigildo. Construir un reino, soñar un imperio por Pablo C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca)

Los reyes godos a mediados del siglo VI son todavía, esencialmente, líderes tribales, caudillos guerreros de los cuales sus soldados esperan victorias. Leovigildo sometió poderes de naturaleza muy diversa: entidades locales de tradición indígena, ciudades que se habían fortalecido durante la larga orfandad de todo poder central que prosiguió a la caída del Imperio, poderes regionales de difícil caracterización. Igualmente se apropió del reino suevo y de una parte de los dominios bizantinos. Estos éxitos garantizaron la fidelidad del ejército, con ello la estabilidad en el poder y la conciliación con la mayoría de sus súbditos. Una situación de fuerza que le permitió redefinir la misma naturaleza del poder real.

El Cristo de San Esteban. Un puesto de control en la frontera suevo-visigoda por Jaime Nuño González (Fundación Santa María la Real)

El Cristo de San Esteban. Un puesto de control en la frontera suevo-visigoda por Jaime Nuño González (Fundación Santa María la Real)

En el año 585, Leovigildo ejecutó una rápida campaña de conquista del reino suevo. Aunque débil, esa monarquía mantenía una difusa frontera que poco a poco vamos definiendo y conociendo. Uno de sus bastiones bien pudo ser el asentamiento del Cristo de San Esteban (Muelas del Pan, Zamora), que guardaba un estratégico paso sobre el río Esla y cuyo final violento parece coincidir con la acometida de Leovigildo contra los suevos.

Una corte peligrosa. Leovigildo, la facción de la reina Gosvinta y la rebelión de Hermenegildo por Rosario Valverde Castro (Universidad de Salamanca)

Una corte peligrosa. Leovigildo, la facción de la reina Gosvinta y la rebelión de Hermenegildo por Rosario Valverde Castro (Universidad de Salamanca)

Fue con Leovigildo cuando Toledo se consolidó como la capital del reino visigodo hispano pero, a pesar de que el monarca no residió demasiado tiempo en ella, no reinaba la calma en la corte. Las múltiples campañas militares del soberano le obligaron a ausentarse con frecuencia de la ciudad, pero en la residencia regia permanecía su esposa, Gosvinta, una mujer enérgica y poderosa. Allí convivió con los dos hijos de Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo, los candidatos naturales a la sucesión, que eran fruto de su anterior matrimonio. Las disputas por el poder enturbiaron sus interrelaciones personales y la vida en la corte toledana se volvió difícil y peligrosa.

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