© Bruno Hanniquet (Horizon photos)

Fotografía de recreación histórica. © Bruno Hanniquet (Horizon photos)

Los períodos más populares reconstruidos por la recreación histórica siguen siendo Roma (y sus enemigos o aliados), la Alta Edad Media, las Guerras Napoleónicas y la Segunda Guerra Mundial. Mientras que en Estados Unidos la Guerra de Secesión es la gran protagonista, en Japón existe un especial interés por el periodo Edo; aunque, en general, la diversificación cronológica es cada vez mayor.

A la hora de buscar antecedentes históricos a este fenómeno resulta fácil caer en el “presentismo”. Algunos combates gladiatorios de la antigua Roma y ciertos torneos medievales trataron de recrear, con armas e indumentaria hechas a propósito, acontecimientos bélicos del pasado. El interés por el Medievo propio del Romanticismo hizo que, ya en el siglo XIX, estas recreaciones comenzaran a ser frecuentes, con un grado de rigor muy desigual, algo que coexistía con algunas unidades militares que conservaban, por tradición, armas y vestimentas antiguas.

Sin embargo, el fenómeno del re-enactment moderno surge con los coleccionistas de armamento y militaría que, en ocasiones, utilizaban equipo auténtico y no réplicas. A partir de los años sesenta del siglo XX se puede hablar ya de la existencia de este fenómeno, centrado en época Moderna y Contemporánea, a partir del cual fueron surgiendo agrupaciones interesadas en periodos anteriores. Así, en 1972, nacieron dos de las asociaciones pioneras en la Alta Edad Media y época romana, The Vikings y la Ermine Street Guard, que popularizaron esta afición dentro del ámbito anglosajón y de ahí pasó a otros países.

En Europa, la recreación histórica de la Antigüedad (y en menor medida del Medievo) ha compartido objetivos con la arqueología experimental y se ha convertido en un complemento lógico de los open air museums, aulas arqueológicas y reconstrucciones de poblados de época. El interés demostrado por algunos investigadores, como Marcus Junkelmann o Peter Connolly, hacia esta actividad como herramienta de investigación ha otorgado a la recreación un cierto prestigio dentro del mundo académico, no tanto en el hispano como sí en el europeo. Las distintas hipótesis sobre el sistema constructivo de las sillas de montar “de cuatro cuernos”, a cargo de los dos especialistas citados, o la de la cheiroballistra descrita por el PseudoHerón desarrollada por Aitor Iriarte, o las sugestivas interpretaciones del funcionamiento de los manípulos a cargo de Dario Battaglia, han fructificado en infinidad de publicaciones académicas. De este modo, el nº 11 de la prestigiosa revista The Journal of Roman Military Equipment Studies estuvo dedicado a la recreación histórica, bajo el título Re-enactment as Research.

© Bruno Hanniquet (Horizon photos) recreación histórica reconstrucción reenactment

© Bruno Hanniquet (Horizon photos)

Por su parte, en la recreación histórica medieval ha cobrado una gran importancia las simulaciones de combates con armas negras (sin filo ni punta), ya sean duelos individuales o escaramuzas. Se han creado varios sistemas de lucha deportivos, como el huscarl, con una serie de reglas y blancos prohibidos en aras de la seguridad. Algunos recreacionistas de época medieval y moderna se han decantado por las artes marciales europeas o Historical European Martial Arts (HEMA), una actividad marcial que trata de reconstruir, gracias a un minucioso estudio de los tratados de la época, la esgrima europea en estos periodos. Para ello, se emplean caretas de esgrima reforzadas y unas protecciones “modernas”, además de armas con unas características especiales (sin filos ni punta y con mayor flexibilidad en la hoja). Hay quien, en definitiva, practica ambas disciplinas de forma paralela, aunque se trata de fenómenos distintos, pues las limitaciones en los blancos que impone la recreación histórica y la prohibición de las estocadas hacen que gran parte del repertorio técnico no pueda emplearse, aunque, en contrapartida, haya cobrado importancia el entrenamiento colectivo y la dimensión táctica.

Por último, en el ámbito moderno, napoleónico y de la Segunda Guerra Mundial, se sigue mejorando la calidad y cantidad de los contenidos, dentro de un enfoque marcadamente militar. En el bicentenario de la batalla de Waterloo, celebrado este mismo año, participaron 5000 recreacionistas de toda Europa, con artillería y tropas de caballería. En 1998 tuvo lugar la mayor recreación realizada hasta la fecha, con 25 000 re-enactors en la batalla de Gettysburg. Si bien estas cifras no reflejan el tamaño real de los ejércitos beligerantes, permiten contemplar algo que, por sus dimensiones, bien puede considerarse una batalla.

La recreación histórica en España

En España, el origen de la recreación histórica es muy antiguo. Los llamados “juegos de cañas”, competiciones ecuestres del Renacimiento que enfrentaban a dos equipos, muchas veces contaban con una ambientación historicista. En Levante y Andalucía existe una larga tradición de fiestas “de moros y cristianos”, al menos desde el siglo XVI, en las que conmemora la toma de la ciudad o alguna victoria sobre los musulmanes. Hacia mediados de los 90, en nuestro país comenzó a difundirse el re-enactment de la Antigüedad y el Medievo con la misma orientación que en el resto de Europa. No obstante, la existencia de esta tradición festiva y el escaso interés de las instituciones hacia la cultura ha hecho que las nuevas “recreaciones” que han surgido a partir de entonces se hayan centrado en unas actividades que, pese a poseer una escasa vocación divulgativa, atraen a un número mayor de visitantes y generan mayores beneficios a la industria hostelera.

La omnipresencia de las empresas de “mercados medievales” junto a estas “recreaciones históricas” que, en ocasiones, pretenden vender el supuesto rigor de un vestuario propio de una película de Hollywood, ha hecho que los grupos re-enactment de época preindustrial, y sobre todo medieval, hayan tenido que reivindicar la labor de documentación en la que se fundamenta su actividad.

© Yeyo Balbás

© Yeyo Balbás

Sin embargo, tampoco han faltado los eventos que aúnan el rigor con la divulgación, especialmente en el ámbito romano. Nacido en 1999 y celebrado en Tarragona, Tarraco Viva ha sido un pionero y un referente en este campo: paradas militares, juegos gladiatorios, gastronomía romana, teatro clásico o escenificaciones de ceremonias religiosas y escenas de la vida cotidiana son ya habituales en la ciudad catalana durante un mes al año. Paralelamente, a lo largo de la década del 2000, han surgido diversas iniciativas para tratar de reorientar algunos festejos historicistas hacia un enfoque más próximo al re-enactment. A pesar del reducido éxito de estas iniciativas, hay un buen número de asociaciones que, dentro de las “fiestas” de su ciudad, han alcanzado un respetable nivel de fidelidad histórica y tratan de distinguirse mediante charlas orientadas al público.

Aunque existen fabricantes especializados en panoplias “festeras”, la popularidad de las webs de vendedores de réplicas baratas fabricadas en la India y China ha servido, hasta cierto punto, de factor homogenizador, al menos en lo estético. El problema reside en el empleo de réplicas sin ninguna clase de criterio cronológico y cultural, inadecuadas para la época que supuestamente se recrea, unido al hecho de que dicho material esté diseñado para un mercado del norte de Europa. Todo ello hace frecuente la existencia de caballeros castellanos del siglo XIII con yelmos “de antifaz” de tipo Gjermundbu, un modelo noruego del siglo X. Y si bien es relativamente sencillo “documentar” una panoplia cristiana, copiando lo que se ve en fotografías de otros recreacionistas, en el caso musulmán se suele recurrir a estereotipos moriscos y a libros de Osprey sobre las cruzadas en Oriente Medio. De modo que resulta fácil hallar andalusíes o almohades con las inevitables armaduras laminares de cuero, rodelas otomanas, sables o espadas curvas, y caftanes modernos.

El futuro de la recreación

En general, el progresivo aumento en los niveles de autenticidad del re-enactment europeo, gracias al alto nivel de conocimientos adquiridos y a la gran habilidad artesanal de los fabricantes (yelmos forjados a mano, indumentaria tejida con telares de accionamiento manual) ha creado una brecha entre los grupos con una vocación más “dura” y aquellos que conciben esta actividad como un simple hobby. Todo ello ha generado una terminología específica, como farb para referirse al recreacionista sin interés en la autenticidad, o el de eleet warrior para denominar a los amantes incondicionales de los combates y el cuero.

© Yeyo Balbás

© Yeyo Balbás

Si bien en la década de los 90 la tendencia fue a crear grandes federaciones que aglutinasen a infinidad de grupos, como el caso de The Vikings y Regia Anglorum en la llamada Era Vikinga, con el fin de organizar eventos multitudinarios consistentes en recreaciones de batallas, todo esto generó un relativo estancamiento en esa progresión hacia la autenticidad. A partir del 2000, surgió otra corriente de grupos más pequeños, basados en un trabajo de investigación más serio, con mejor equipo y que desarrollan actividades más divulgativas, que eventualmente se reúnen junto a otras asociaciones con una filosofía similar para eventos de mayor envergadura.

Esta brecha resulta cada vez más evidente en la recreación medieval, donde muchos eventos se han enfocado hacia “batallas” basadas en un sistema competitivo y cuyos participantes han dejado de lado la historicidad para hacerse con un equipo defensivo más sólido, especialmente en la época altomedieval del este de Europa. Es cierto que algunos grupos cuentan con un equipo “de parada” para las actividades divulgativas y otro “de batalla”, en el que la autenticidad se sacrifica en favor de la seguridad, pero por desgracia no es lo habitual. Todo ello, unido a la mezcolanza de armamento nórdico, eslavo, turco y bizantino de distintas épocas, son críticas comunes en los foros especializados; polémicas que no han hecho más que aumentar dichas diferencias.

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