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Un oficial del Ejército Francés durante la Operación Barkhane en pleno conflicto del Sahel. 9 de junio de 2020. Fuente: Wikimedia Commons.

En principio se sabe que la seguridad del flanco sur europeo ha quedado sólo apuntada, teorizada sobre el papel, al no ser considerada como una prioridad (no hay amenaza de una guerra convencional) en la estrategia actual occidental, más pendiente del flanco Este.

Así, desde la cumbre de la OTAN en Madrid (2023) no se ha definido, de momento, nada en concreto en cuanto a acciones operativas/militares en el flanco sur, ni a corto ni a medio plazo, quedando tan solo, de momento, en intentos disuasorios.

Una disuasión militar al terrorismo que se hace difícil (pero no imposible), y a la que, en general, desde el lado del rigorismo mental yihadista, no se tiene miedo/respeto, teniendo en cuenta los aspectos siguientes a considerar:

  1. La diferente forma occidental de pensar sobre los problemas que crea el yihadismo y su violencia terrorista en relación con aquella de los musulmanes, y más con sus radicales. Diferencia que hace difícil el ajuste eficaz de aquella disuasión. En principio, en un primer análisis, se ha de considerar la existencia de un deficiente entendimiento de aquellos problemas, al ser observados desde una mentalidad occidental no ajustada a la visión islámica propia de cada país en la región (visión que rodea todos los aspectos de su vida); mentalidades pues, cada una de ellas con sus propios intereses. Chocan aquí entonces, tal y como ocurre en la lucha general contra la radicalidad yihadista, las dos visiones aludidas conformadas desde la existencia de dos ámbitos de pensamiento que deberían ser complementarios, pero, que, en general, en la realidad, se presentan distanciados: por un lado, la occidental, interviniente en la región, y por otro, la de aquellos musulmanes en origen, de la región, que están en contra de los grupos yihadistas. Un pensamiento occidental al respecto que suele estar, al menos hasta el momento, un tanto ciego y lejano al conocimiento del mundo del islam, aunque hable de todo lo que le pertenece desde su propio ideario; un ideario que, en general, aunque se oculte en ocasiones y sin llegar a la islamofobia, suele rechazar tal religión y todo lo que la rodea por principio, por educación antigua recibida. Pensamiento desde el que se mira a los musulmanes, y más a los africanos, por el mero hecho de serlo, con actitud de superioridad creyendo en la posibilidad de trasladarlo e imponerlo por la fuerza en la idea de que somos sus salvadores. Pensamiento pues que, cuando se radicaliza en el contexto político interno, se convierte, generalmente en los ámbitos de la extrema derecha, en racista, xenófobo e islamófobo. Y un pensamiento musulmán, que, como tal, comprende mejor las sinrazones del imaginario yihadista al tiempo que ve lo que ocurre en el mundo occidental: rechazo social, ridiculización de su religión, falta o pocas ayudas a su formación religiosa y a su integración social y laboral, dificultades para construir mezquitas y enterrar a sus fallecidos (protesta reciente en Madrid), padecimiento de humillaciones varias, incluso en ocasiones por algunos miembros de las fuerzas de seguridad, etc.; situaciones que, sin poder ser generalizadas, en la mayoría de los casos vienen a provocar entre los musulmanes emigrados e integrados una crisis de identidad (no se sienten miembros del país de acogida y, cuando regresan al suyo o al de sus padres, son vistos allí como extranjeros), crisis que es aprovechada por AQ (Al Qaeda), el EI (Estado Islámico) y otros grupos radicales afines, en la base simplista de un ´mirad como os tratan`. Pensamiento pues que, cuando se radicaliza, se transforma en el fanático yihadista cargado de occidentalofobia y cristianofobia. Se ha de rehuir pues de aquella estigmatización del islam que confunde la fe islámica con el yihadismo; estigmatización que conduce inevitablemente al odio.
  2. Pensamientos, en el fundamento de la visión de los problemas a resolver tanto por parte de quien los tiene (producidos en ocasiones por algunos gobernantes al atender antes a sus intereses que a la ciudadanía) como del lado de quienes tratan de ayudar a resolverlos (interesadamente o no); problemas que, para una posible aplicación de una disuasión occidental efectiva, se han de analizar desde una posición comprensiva por ambos lados, junto a un conocimiento exacto de los grupos yihadistas, de forma que permita alcanzar la mayor eficacia resolutiva, y nunca de forma impositiva por parte de los primeros y/o de aceptación interesada por el poder de los segundos, que pretenden vivir a costa de las ayudas foráneas.
  3. Su fanatismo religioso, el verdadero motor de su actividad; fanatismo basado en una palabrería pseudorreligiosa. Fanatismo religioso yihadista que no admite controversia alguna puesto que sus ideas, las razones de su sinrazón, son, para ellos y sus seguidores, las únicas que contienen la verdad; una verdad tan incuestionable, apoyada en un falso rigorismo coránico, que si no se acepta abre el camino a la eliminación física de todos aquellos que lo rechazan. Un fanatismo que está presente, desde los primeros momentos, en la educación de sus futuros muyahidines; hay que tener en cuenta que este fanatismo se está extendiendo mediante una educación dirigida hacia la violencia contra el infiel en nombre de Alá a los hijos de los combatientes con degollamientos, por parte de los más pequeños, de muñecos, o con lo que es más cruel, con la participación directa con los de más edad en las ejecuciones (hechos que luego difunden en sus vídeos de propaganda). Fanatismo que deja pues poco margen para la disuasión desde una adaptación rigurosa e interesada del Corán a sus ideas de base salafista para dar soporte a su ideología, para ellos ley de vida.
  4. El convencimiento yihadista de que están combatiendo en una guerra de religión, en defensa de su religión, la única verdadera, tal y como la entienden; convencimiento encontrado con el occidental, que, sin considerar sus fundamentos reales, suele afirmar que no estamos en una «guerra de religión» (en una «guerra santa» yihadista; concepto de origen cristiano); aun así, hay que admitir que se está ante un conflicto en el que la religión por parte yihadista, en su concepción ideológica como la única y verdadera, mueve a sus combatientes. Unos combatientes embebidos pues en la “yihad de la espada” o yihad menor, que cita el Corán con sus condiciones de aplicación (entre las que no aparece el suicidio como forma de acción, así como otras violencias), sin dar la importancia debida a las otras yihad: yihad del alma o gran yihad, yihad de la lengua, yihad de la pluma, y yihad de la mano, al tiempo que, según sus intereses, crean la yihad demográfica para aumentar el número de sus muyahidines, y la yihad sexual en favor de sus combatientes.
  5. En la base de tal fanatismo, la dificultad de disuadir a todos aquellos que actúan violentamente sin estar integrados en alguna organización terrorista (lobos solitarios y/o suicidas).
  6. El deseo de conflicto armado (y de que este crezca) y no de paz, justificación para su enfrentamiento en la idea de que no sólo son atacados por sus acciones violentas, sino por el mero hecho de ser musulmanes (ataques a su religión, que los ´nuevos cruzados` denigran ahora pero que, según su parecer viene de lejos).
  7. La nula importancia dada por los yihadistas, en su mayoría, a su muerte en el combate ya que la vida pertenece a la voluntad de Alá (muerte a su favor como puerta de entrada al Paraíso).
  8. En esa línea, la desaparición de sus líderes, siempre heroizada como sufridores de martirio, no les plantea inconvenientes para sustituirles. Lo único que se confirma con su eliminación es la voluntad, en la base de la venganza y la confirmación de la lucha por parte de sus enemigos, así como la continuación de la suya sin bajar de intensidad (puede que esta se reduzca, pero esperan en Alá el momento de su crecimiento). En su mentalidad, unos mejor que otros pueden ser líderes, pero lo son terrenales y por un tiempo que depende de Alá, el único y verdadero líder.
  9. La asimilación de toda derrota o fracaso como una prueba más a sufrir como imposición de Alá para corregir errores cometidos; prueba de la que, están convencidos, una vez superada, saldrán con mayor fuerza para combatir a sus enemigos.
  10. La comprensión del tiempo diferente del occidental, afectado éste por la inmediatez; los yihadistas no tienen prisa por que su generación alcance el califato global, éste llegará cuando se cumpla la voluntad de Alá. Como expresión del contraste aludido con el pensamiento occidental se decía en Afganistán: «los americanos son dueños del reloj, pero nosotros lo somos del tiempo».
  11. Comprensión del espacio también diferente, ya que los yihadistas «colonizan» con violencia, sin embargo, lo importante es la colonización mental en la base de la implantación de sus ideas, de su islam falsamente rigorista que afecta a todo lo que rodea la vida del «nuevo» musulmán; en contraste, las ocupaciones occidentales tratan de implantar, lógicamente, sus ideas democráticas, ideas que no son consideradas por los yihadistas e inaplicables en el conflicto del Sahel. En esa comprensión, todo territorio que en su día fue ocupado por el islam, sigue perteneciendo a dicha religión, ya que, si se perdió lo fue por culpa de cristianos o musulmanes traidores, razón por la que debe ser ocupado y reislamizado (caso, por ejemplo, de Al-Ándalus).
  12. Problemas de comunicación en el Sahel y la existencia habitual de bulos, rumores falsos, fake news interesados por las partes en conflicto, que también hay que atender.
  13. Y, por último, la gran cantidad de grupos yihadistas repartidos por la región saheliana.

Básicamente, de acuerdo con lo apuntado la disuasión provocada bajo la amenaza del aumento de la presión militar y de la eliminación de sus líderes, no altera básicamente, salvo casos particulares, el rigorismo de su ideología, ni su fanatismo, ni su deseo de combatir hasta la muerte, ni limita permanentemente sus captaciones… Al contrario, les hace desear más el combate que les llevará al Paraíso, de manera que, si no se combina con una actuación efectiva en el frente estructural (aquel productor en su no desarrollo de las vulnerabilidades aprovechadas por los yihadistas), sin dejar de lado nunca el ideológico (base importante para la determinación de los elementos fundamentales de la disuasión aludida y su difusión). no será posible que se alteren (difícil pero no imposible) sus fundamentos y apoyos.

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El Secretario de Estado de EE Anthony Blinken en una reunión multilateral sobre el Sahel. Riyadh, Arabia Saudí, 8 de junio de 2023. Fuente: Wikimedia Commons.

Razones todas por las que siempre son bien recibidas las aportaciones clarificadoras de aquellos intelectuales, «musulmanes de paz», sobre todo los sahelianos, bien conocedores de los problemas locales y regionales, así como de la incidencia yihadista sobre ellos.

Una disuasión pues que, por estar fuera de la clásica militar por las razones apuntadas, ha de ser bien estudiada en la base del conocimiento profundo de cada uno de los países sahelianos y en su conjunto en cuanto a sus interrelaciones, así como de los grupos terroristas que les afectan, al objeto de actuar con eficacia en contra de su narrativa, teniendo en cuenta, además, que toda acción fallida occidental en cualquiera de los frente aludidos ha tenido y tiene reflejo influyente en la región y, por ende, en el continente africano, y más aún tras la consideración yihadista de victoria ante la derrota de Occidente resaltada por la reciente marcha de las fuerzas francesas y aliadas del continente africano en la idea de que no habían actuado correctamente para frenar el yihadismo, y su sustitución por fuerzas rusas (entre ellas el grupo mercenario Wagner, más adelante África Corps y otros) como salvadoras del continente africano dentro de la nueva guerra fría surgida en África bajo los efectos de la actual guerra ruso ucraniana.

Disuasión que, en su aplicación, ha de tener muy en cuenta, como ya se ha indicado, los tres frentes interactivos contra el terrorismo yihadista: el operativo/militar, el estructural y el ideológico, sin que se presente nada incoherente e improvisado en contra del pensamiento saheliano al respecto; frentes en los que actúa el yihadismo aprovechando toda debilidad, convertida en vulnerabilidad, al objeto de dividir a las sociedades en las que se incrustan como base para alcanzar el poder y caminar hacia el califato global, su objetivo final.

De ahí que, con todo lo expuesto, resulta lógico que surja entonces la pregunta: ¿toda solución para el Sahel pasa exclusivamente y prioritariamente por actuaciones en el frente militar? Para responderla habrá pues que resolver el debate sobre la importancia, real o no, de esa intervención militar como método prioritario para resolver los problemas sahelianos. Una importancia relativa ante los recientes golpes de Estado y otros del continente africano desfavorables a los occidentales salvo a Rusia; asunto aún pendiente y más aún ante la presión sustitutiva por los conflictos armados ruso-ucraniano y palestino-israelí.

Conflictos que vienen a alterar la geopolítica y la actual guerra fría consecuente en África, generalmente bajo manu militari, proveniente tanto del interior como foránea, mediante la previsión y la ya presencia de intervenciones armadas por parte de aquellos.

Una guerra fría en la que EEUU, China y la UE están relanzando una ofensiva, antes un tanto abandonada, para reforzar lazos y buscar nuevas alianzas con el continente intereses comerciales, encareciendo inicialmente alimentos y combustible como consecuencia de la guerra en Ucrania y luego dando facilidades interesadas, e  incluso con algunos acuerdos militares, como el posible empleo de fuerzas mercenarias africanas en dicho conflicto procedentes de Ruanda, Burundi, Congo, Uganda y Guinea Ecuatorial (antigua colonia española),  pagadas y entrenadas, tras acuerdos específicos en materia de Defensa, por militares y mercenarios rusos, amen de dotarlas de armas, medios para el combate junto a unos salarios atractivos y la recepción del pasaporte ruso; su objetivo, según fuentes de Inteligencia del Reino Unido: disponer de tropas de reemplazo en Ucrania ante las significativas pérdidas rusas sufridas en el campo de batalla, con posible alcance político-social si continúan las movilizaciones rusas; y ello a pesar de que la situación de conflicto en el Sahel occidental, en la República democrática del Congo, Sudán, Etiopía y Somalia, avanza a pesar de la intervención rusa.

Así, ampliando el tablero del conflicto europeo y occidental en el camino hacia una guerra total contra Rusia, cabe citar, algunos de los efectos de la frustrada disuasión militar occidental, tales como:

  • La intervención ucraniana, desvelada a primeros de febrero, contra Wagner/Rusia, en Sudán (desmentida por Kiev), siguiendo la intención del presidente Volodimir Zelenski de incrementar su presencia en África para dificultar la rusa en aumento en el continente (¿nuevo escenario bélico del conflicto en Europa?); en concreto con la intervención del grupo de fuerzas especiales Timur (unos 100 soldados), perteneciente a los Servicios de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano (GUR). Fuerzas ucranianas que, caso de continuar con su belicismo africano, se han de enfrentar, ya no a Wagner, sino a las del África Corps bajo la dirección del Ministerio de Defensa ruso, que las sustituyen, con aumento previsible de efectivos, tras la muerte de Yevgueni Prigozhin.
  • La reciente apertura de una Embajada de Ucrania en Nuakchot (24 de mayo de 2024) buscando intensificar su cooperación en el conflicto de Sahel en contra de toda la actividad rusa en el continente africano (en cierto modo, una prolongación de la guerra ruso ucraniana en suelo europeo) en apoyo de la Fórmula de Paz del presidente Volodymyr Zelenski y, a su lado, la garantía de la seguridad alimentaria (con invitación a la participación mauritana en la Cumbre Internacional sobre la Seguridad Alimentaria, a celebrar en Kiev el 25 de noviembre de 2024), junto al desarrollo de la cooperación bilateral en cuanto a comercio, economía, energía, agricultura, minería, tecnologías de la información, comunicación, cultura y educación.
  • Apertura subsiguiente a aquellas ya realizadas en Ruanda (19 de abril), Botswana (17 de abril) Mozambique (15 de abril), Costa de Marfil (12 de abril) y Congo (10 de abril); aperturas que, por su escasa diferencia en tiempo, expresan con claridad la intención ucraniana de robar el prestigio geopolítico ruso en el continente africano.
  • La intervención ucraniana cerca de la capital de Sudán del Norte, especialmente con drones de combate (dado su bajo coste), desvelada a primeros de febrero, contra las fuerzas de apoyo rápido (FAR), integradas por las mercenarias de Wagner/Rusia (desmentido por Kiev), siguiendo la intención del presidente Volodimir Zelenski, en acuerdo con el presidente sudanés, al Burhan, de incrementar su presencia en África para dificultar la presencia rusa en aumento en el continente, tratando de impedir así la extracción de oro para financiar la guerra en Ucrania (¿nuevo escenario bélico del conflicto en Europa?).

Y todo ello bajo la posibilidad de que el yihadismo africano se vea exacerbado, como posible estímulo religioso a la violencia antioccidental ante el sufrimiento palestino en la guerra de Israel contra Hamás.

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