fútbol femenino

Formación Londres Norte del British Ladies’ Football Club, el primer equipo de fútbol femenino de Inglaterra. Marzo de 1985. Fuente: Wikimedia Commons.

Las primeras futbolistas transgredieron todas las normas sociales. En 1894 una mujer que usaba el pseudónimo de Nettie Honeyball, con el apoyo de la escritora y activista Lady Florence Dixie, puso un anuncio para formar un equipo femenino, el British Ladies’ Football Club (BLFC). No solo apropiarse de un juego masculino era transgresor, sino que, mucho más aún, lo era que las jugadoras usaran uniformes masculinos. Las jugadoras del Mrs Graham’s XI, creado en 1881, habían tenido que jugar con corsé y tacones. Tras solo un par de semanas de aprender a jugar, el partido inaugural del BLFC fue calificado de broma por la prensa, y los espectadores se lo tomaron como tal.

Cuando los espectadores no se lo tomaban a broma, la tónica era el acoso y las agresiones. Los hombres atacaban a las jugadoras fuera del campo, pero también invadían el mismo para parar los partidos. Tras una escalada de violencia, se suspendieron los partidos y fracasó el primer intento de crear un fútbol femenino profesional. El deporte femenino era visto como algo que podía tener sentido si era una cuestión de ligero ejercicio físico, pero estaba fuera de todo esquema el pensar en una competición real, con equipos de verdad y transgrediendo las normas de vestuario y comportamiento.

Fútbol femenino en la Primera Guerra Mundial

El segundo gran intento vino de la mano de la Primera Guerra Mundial. Las mujeres, que trabajaban en las fábricas, también jugaban con sus compañeros varones y entre ellas. Un equipo destacó especialmente, el Dick, Kerr Ladies F.C., cuyo primer partido se jugó en el día de Navidad de 1917, vendiéndose como un evento de recaudación para los heridos en la guerra. Su principal estrella Lily Parr, es considerada una de las mejores jugadoras de la historia, y se mantuvo en activo hasta 1951. En la gira del equipo por Estados Unidos, ante la ausencia de equipos femeninos, jugaron contra los equipos masculinos, ganando tres partidos de nueve y empatando otros tres, lo que supuso un enorme shock para prensa y espectadores. Se cuenta que una vez que un portero insinuó que no podría marcarle a él, que era un hombre, ella golpeó tan fuerte el balón que acabó rompiéndole el brazo.

fútbol femenino

La alineación del Dick, Kerr Ladies F.C. en 1923. Fuente: Wikimedia Commons.

En otros países también se habían disputado partidos con fines caritativos, como el que se celebró en 1914 en España entre el Giralda y el Montserrat (ambos del Spanish Girls Club), a favor de los afectados por la tuberculosis. La prensa, como en el caso inglés, las ignoró, se burló o las criticó. Aunque la II República supuso un cierto aire de libertad para el deporte femenino español, pronto la situación se revertiría, poniendo las cosas muy complicadas a las mujeres que querían competir realmente en el fútbol.

Pese a la campaña de desprestigio del fútbol femenino en la prensa, este seguía aumentando en jugadoras y espectadores, lo que llevó a la Football Association (FA) inglesa a prohibir, un 5 de diciembre de 1921, que los equipos femeninos jugaran en sus campos, negando, además, cualquier tipo de apoyo de los equipos masculinos asociados. Esta prohibición duraría hasta 1971, y el primer partido oficial en un campo de la FA no llegaría hasta noviembre de 1972. Las jugadoras siguieron compitiendo, en campos no adecuados y sin instalaciones mínimas, pero siguieron. Podía más su ánimo que las prohibiciones oficiales.

Restricciones similares se dieron en otros países, bajo excusas relacionadas con lo poco apropiado que resultaba el deporte para las mujeres o con que este afectaría a su salud física y, sobre todo, reproductiva. En Brasil, por ejemplo, siguió estando vetado el fútbol a las mujeres hasta finales de los años setenta. Aún hoy las futbolistas se enfrentan a numerosos prejuicios sobre los cambios corporales que supone el deporte, sobre la “falta de feminidad”, a ser calificadas de “machorras” y a una fuerte homofobia.

La censura al deporte femenino también había afectado a otros campos, estando, por ejemplo, prohibida la participación de mujeres en la mayor parte de disciplinas de los Juegos Olímpicos, que se habían “recuperado” desde 1896. El golf y el tenis eran excepciones, ya que se consideraban deportes pudorosos y femeninos. Fue la presión de una futbolista francesa del Femina Sport, Alice Milliat, la que forzó al COI a ir cambiando eso. Ante la negativa del Comité, y especialmente de Coubertin, a incluir mujeres, Alice organizó un evento paralelo, las Olimpiadas Femeninas, en 1921 y 1922, pese al intento del COI de prohibir el uso de la palabra olímpica u olimpiada. Al final, cedieron e incluyeron a las mujeres en cinco pruebas de atletismo, aunque Milliat siguió presionando para que hubiera igualdad de acceso (los hombres participaban en 22 pruebas). El fútbol femenino no lograría ser incluido hasta 1996, pese a que el masculino lo estaba desde 1900.

Tampoco hoy en día está todo logrado. El caso más mediático de los últimos años fue el de Niloufar Ardalan, capitana de la selección iraní de fútbol sala, conocida como “Lady Gol”, que no pudo jugar la Copa de Asia porque su marido le denegó el permiso de viaje, obligatorio en su país. Ese mismo año le negó también el permiso para viajar al mundial, celebrado en Guatemala, pero la polémica levantada hizo que las autoridades le permitieran obtener el visado. Otras jugadoras no han podido jugar al no aceptarse el hiyab como parte del uniforme. Menos conocidos son otros dramas provocados por la pobreza y las políticas migratorias, como el caso de Fatim Jawara, jugadora de la selección de Gambia, que murió intentando cruzar el Mediterráneo.

Cuando se levantaron los vetos al fútbol femenino en los distintos países, las federaciones internacionales siguieron negándose a organizar torneos entre países durante años. Así mismo, aunque en 1970 se creó en Turín la Federación Internacional de Fútbol Femenino (FIFF), la organización no fue reconocida por la FIFA. Lo mismo sucedió con algunas selecciones, como la española, que se creó sin reconocimiento oficial, sin que este llegara hasta 1983.

Solo en una fecha tan tardía como 1991 la FIFA aceptó organizar el primer mundial femenino oficial. Eso sí, en China y solo con cobertura local de los partidos. Pocos medios internacionales dieron siquiera noticias o resúmenes de los partidos. El siguiente mundial, en Suecia, marcaría la normalización de los mismos y el espaldarazo definitivo llegaría con la mencionada aceptación en los Juegos Olímpicos. El 23 de mayo de 2001, el comité ejecutivo de la UEFA acordó en París la creación de la Copa de la UEFA Femenina, que posteriormente llamó a denominarse Liga de Campeones Femenina de la UEFA.

fútbol femenino

La futbolista noruega Ada Hegerberg tras anotar un gol en la final de la Liga de Campeones Femenina de 2019 entre el Olympique de Lyon y el FC Barcelona. Fuente: Wikimedia Commons.

En 2018 se creó la sección femenina del premio del Balón de Oro, siendo la galardonada Ada Hegerberg, noruega de nacimiento pero que juega en el Olympique de Lyon. Aun así, el machismo se dejó notar en la gala, cuando la pregunta elegida por Martin Solveig fue si sabía hacer twerking. El año anterior la futbolista había renunciado a jugar con la selección noruega por la discriminación en el acceso al fútbol, más allá de la equiparación salarial en la selección que ofreció la Federación Noruega de Fútbol. La jugadora argumentó que dicha equiparación es la punta del iceberg, cuando la posibilidad de acceso, las infraestructuras ofrecidas y el apoyo institucional son completamente diferentes desde el principio.

Quizás uno de los eventos más destacados de los últimos tiempos ha sido el récord de asistencia a un partido femenino entre clubes, el 17 de marzo de 2019, entre el Barcelona y el Atlético de Madrid, disputado en el Wanda Metropolitano. Los más de 60.000 espectadores superaron las 53.000 personas en Goodison Park (Liverpool) que acudieron en 1920 a presenciar el partido entre el Dick, Kerr’s Ladies y el St. Helen’s Ladies. En este aumento de asistentes se ha mezclado el mayor interés con una reivindicación clásica, una protesta para que el deporte realizado por mujeres deje de verse como un subproducto del masculino, que se considera la norma. Como dijo Megan Rapinoe en su discurso al recibir el galardón a la mejor jugadora del año, se puede usar el fútbol para cambiar el mundo, y eso, más que el simplemente añadir mujeres al deporte, es lo que han pretendido las deportistas desde el principio.

Bibliografía

Clarke, Gemma. Soccer Women. The icons, rebels, stars, and trailblazers who transformed the beautiful game. Nueva York, Bold Type Books, 2019

Torrebadella-Flix, Xavier. «Fútbol en femenino. Notas para la construcción de una historia social del deporte femenino en España, 1900-1936”. Investigaciones Feministas, 7(1), 2016, pp. 313-334.

Williams, Jean. A beautiful game : international perspectives on women’s football, Oxford, Berg, 2007.

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