Villa Antiopa villa romana producción garum hispania romana villa del Bajo Imperio

Salón central de la Villa Antiopa, Rincón de la Victoria, Málaga. El uso de formas geométricas y la tipología de rombos cuadrados conectan directamente con la influencia de otras villas del siglo II d.C en el sur peninsular.  Wikimedia Commons

Embellecen el litoral de una manera muy agradable una gran cantidad de mansiones, bien seguidas, bien separadas, que vistas desde el mar o desde el propio litoral dan la impresión de tratarse de una serie de ciudades. Plinio, Epístolas, II, 7.

Pese a todo lo ocurrido en esta pequeña parcela en todo este tiempo, aún impera el esplendor de sus hermosos mosaicos geométricos y polícromos, que siguen reflejando tantos siglos después no sólo el preciosismo de una moda cultural y de una técnica que sorprende incluso en la efervescencia tecnológica del siglo XXI. También reflejan una historia mitológica cuyas raíces emergen de un tiempo primero y legendario, para florecer en la eternidad de la historia.

La génesis de Antiopa

Pero no adelantemos acontecimientos, pues la diosa Fortuna no perdona la impaciencia. En la bruma del primer tiempo, cuando la Edad Áurea dio paso a la Edad de los Hombres, unos valientes navegantes de la costa sirio-palestina arribaron a estas costas, atraídos tanto por la necesidad de obtener estaño, cobre, hierro y plata como por el anhelo de desarrollar en estas prósperas costas cercanas al Círculo del Estrecho una nueva vida, lejos del convulso asedio asirio a las ciudades fenicias, principalmente Tiro y Biblos. En estos estratégicas cerros se asentaron estos comerciantes y artesanos fenicios, y en las fértiles laderas de la Loma de Benagalbón establecieron una comunidad bástulo-púnica que entre los siglos VII y V a.C. dejó en sus laderas un registro material nada desdeñable(2).

Una vez transcurrido este horizonte colonial tan fecundo para esta loma regada en sus faldas por sendos arroyos a cuyo término se iba colmatando una vasta zona sedimentaria, es en época tardorrepublicana y altoimperial cuando, en la prosperidad de la Pax Romana, la nueva división augustea en tres provincias de Hispania y la municipalización flavia de Vespasiano en el año 70, surge todo un conjunto termal perteneciente a unos restos constructivos de esta primera impronta romana interpretados como una villa o ninfeo(3). Sin duda, la municipalidad latina aumentó la creatividad edilicia y ornamental a finales de este monumental siglo I, como atestigua el teatro romano de Malaca, e incrementó la explotación de recursos marinos por nuevas villae a mare, auténticas explotaciones económicas y autosuficientes(4).

Sin embargo, no sería hasta finales del s. III, en la convulsa época de los emperadores militares, cuando sobre la planicie arenosa ganada al mar se edificó la formidable villa marítima, a caballo entre Malaca y Maenoba (actual Torre del Mar). Fue proyectada quizá por algún insigne munícipe perteneciente al ordo municipal de Malaca que con la dote de su esposa, hija de unos ricos comerciantes de salsamenta y salazones, construyó este nuevo y fascinante hogar para su solaz y feliz retiro.

Este rico matrimonio, denominados actualmente Publio y Cornelia, no dudó en invertir una suma considerable en todo tipo de commoda y luxuria decorativa, enriqueciendo su pars urbana con una prolongada galería a modo de corredor interno, que interrelacionaba los dormitorios, el tablinum decorado con nudos salomónicos, peltas giratorias y dos curiosos corazones esquinados y el triclinium absidiado, al fondo de la galería. Su villa se convirtió no sólo en la envidia de otros grandes terratenientes, como la familia de la mansio Caviclum en el actual faro de Torrox, sino que mantuvo los rituales urbanos de patronazgo, como la salutatio matinal del anfitrión con sus invitados y clientes, y con los entretenimientos desenfrenados(5).

Una villa comercial en el Mediterráneo

La villa dominó el comercio agrícola y marítimo de esta zona gracias a su considerable pars fructuaria. En ella se erigieron las termas, un portentoso balneum de con cuatro salas equipadas con el sistema de suspensoriae del hypocaustum, con sus correspondientes praefurnia u hornos para calentar estas salas. Los invitados de Publio podían acudir a relajarse en horario matutino y recorrer la piscina de agua fría (frigidarium), la sala templada (tepidarium) y la piscina de agua caliente (caldarium). Después, podían conversar en el peristilo anexo o, si la necesidad aprieta, visitar las letrinas mientras debatían sobre el exceso de vinagre en el jabalí asado con garum consumido la noche anterior(6) .

antiopa garum villa romana Hispania Bajo Imperio

Estas villas en Hispania era uno de los lugares del imperio con mayor producción de garum, una salsa hecha a base de diferentes pescados y moluscos muy cotizada por los romanos . En algunas ocasiones, incluso, el garum era utilizado como método terapéutico, así lo cuenta Plinio El Viejo en el capítulo XXVII de su Historia Natural. Mosaico de una ánfora de garum hallada en la casa de Aulus Umbricius (Pompeya), en el siglo I a.C Wikimedia Commons

Y es que esta salsa, denominada por Estrabón (III 4,2) garum hispanicum, encierra el secreto, y a su vez el éxito, de la producción comercial de esta nueva familia y su séquito de esclavos y libertos. El garum, el oro rojo del Imperio, se elaboraba según nos relata Plinio (N.H. XXXL, 93) fermentando al sol trozos de atún rojo, sardinas, arenques, barracudas, sargos, boquerones y hasta moluscos y cefalópodos, todo ello mezclado con abundante sal y complementado, según la mano (o intuición) de cada cocinero, con huevas, sangre, vísceras e intestinos de pescados, junto con especias aromáticas como tomillo, apio, hinojo o romero, y excipientes como miel o vinagre(7). Realmente parece un manjar delicioso, ¿no es cierto?

Cerca de estas piletas, aún durmientes bajo tierra junto a las termas, se dispondrían probablemente los alfares para producir las ánforas Key XIX y XXIII (entre otras) tan demandadas para el comercio marítimo bajoimperial. Y ciertamente, para dicho transporte se construyó un considerable embarcadero, de ubicación aún desconocida, en la costa perteneciente al fundus. El embarcadero era sin duda el orgullo económico y social de esta pareja de possesores malacitanos, que comerciarían a buen seguro no sólo con Malaca y otros puertos de la bahía y el Mar de Alborán, sino con la misma Tingitana y su costa norteafricana, como se evidencia en las numerosas cerámicas de terra sigillata africana encontradas.

Los tesoros de Antiopa

Pero sin duda, el principal secreto de esta villa costera está en su corazón, en su parte doméstica y señorial, en sus pavimentos musivarios y en sus estancias sociales donde la nobilitas romana helenizada disfrutaba del bucolismo ajeno al mundanal ruido. El término musivum identificaba originariamente la decoración de las “grutas de las musas”, evolucionando después al vocablo musaicum. Estas elaboradas alfombras pétreas enlucieron las principales estancias de la villa. Nada más entrar, los visitantes veían enfrente el oecus, la sala social por excelencia en eje con la entrada principal y el recibidor, toda una oda a la geometría más perfecta y alambicada, y auténtico reflejo de la riqueza y estatus social de sus propietarios(8). Sin duda, la excelsa geometría de este oecus puso a prueba la pericia de toda la officina musiva(9), con cuatro nudos salomónicos que enmarcan un octógono en cuyo interior una corona triunfal de laurel alberga una gallonada rueda de la fortuna.

A la izquierda de la galería pavimentada con mosaicos rodeados de grecas con dobles sogas, nudos y rombos, se disponen tres habitaciones con mosaicos romboidales, destacando sin duda la más alargada, el probable dormitorio matrimonial, en cuyo medallón central tiene la cuna la imagen seguramente más señera de esta historia mitológica: la pasión entre la princesa tebana Antiopa y el dios Zeus disfrazado de promiscuo sátiro, cuyos nombres “Antiopa” y “Satyr” subrayan en el mosaico la identidad de nuestra apasionada pareja. Ella, semidesnuda con el clámide por las rodillas, con el pelo decorado de hojas y tocando el tympanon o pandero musical con su izquierda. Él, vestido como un sátiro del cortejo o thyasos báquico y con el laurel y las cañas coronando su frente. Ambos bailan los primeros sones de una desenfrenada danza nupcial de inesperadas consecuencias(10). Dos gemelos nacerán de este romance, los célebres Zeto y Anfión, protagonistas de una cruenta venganza(11).

Esta iconografía, seguramente una de las más célebres descubiertas en el Imperio, constituye la esencia misma de la arquitectura de Villa Antiopa, denominada así en honor a la morada musivaria de Antiopa(12).La villa tardorromana es el marco material de un otium único, una delectación que recorre todo el Mediterráneo en cada mosaico donde Antiopa sigue agitando su tympanon o se dispone a ser azotada por el sátiro: el dominio de la naturaleza salvaje y erótica sobre la ciudad y el orden racional. El eterno duelo entre Apolo y Baco, materializado en las teselas de esta villa marítima que culminaba su voluptuosidad en el triclinium, un comedor absidiado en cuya exedra marmórea tendrían lugar danzas, actuaciones y otros desenfrenos fácilmente intuibles por el lector. Aquí, entre vino de Falerno, jugosos pollos, ubres, liebres y algún que otro cerdo asado con cestas datileras colgando de sus defensas y tordos vivos encerrados en su vientre cosido, disfrutaban entre hermosos esclavos, malabaristas y danzarinas de cordax, y honraban con el convivium la gloria del dios del vino con la peor de las borracheras(13).

Del Bajo Imperio hasta nuestros días

Pero cuando la tormenta del placer termina y las sombras de Baco se disipan, los estragos y la cruda realidad enseñan que Caronte, la muerte, aguarda paciente su óbolo, el precio por una vida placentera alejada de la aburrida vida urbana. El aumento de los precios de transporte y producción, la competencia del monopolio tunecino del aceite y el salazón, unido a la crisis bajoimperial y al acoso que mauros, vándalos y otras tribus causan a la región, acabarán apagando el antiguo esplendor romano; los antaño insignes espacios tendrán desde finales del s. III d.C. otros usos más mundano(14) . El cristianismo humedece toda la tierra que otrora se embriagó con Baco y la danzarina Antiopa. Caronte cubre la villa bajo un manto de tierra y derrumbe en los siglos V y VI d.C., y la morada de Antiopa será un estrato más de los que abonan las huertas de moreras y cítricos andalusíes. Sólo el embarcadero permanecerá incólume y se reutilizará por los prohombres del califato cordobés, como enseña pétrea de un antiguo esplendor.

Pero las almas de Publio, Cornelia y su leales Orestes, el villicus del fundus, y Sentia, la ornatrix de la domina, así como las de todo su séquito y las de los distintos habitantes de estos muros aún siguen esperando una ofrenda, quizá de sal o comida como se hacía con los seres penates, o quizá de otro tipo. En 1954, al realizar unas obras en el patio de una casa contemporánea cercana a la villa, emergieron ocho sepulturas romanas sin un orden aparente, una de ellas de un niño en un ánfora(15). Aquello inició un camino de descubrimientos arqueológicos que culminarían (de momento) en 2003, cuando “la morada de Antiopa”(16) emergió tras echar las casas antiguas abajo y empezar a desescombrar el solar con maquinaria pesada. Afortunadamente, se detuvo a tiempo la excavadora antes de que arrasara los mosaicos, salvando el medallón de Antiopa por unos centímetros y permitiendo que su danza eterna siga hipnotizando a los nuevos visitantes, que pueden visitarnos desde el 20 de diciembre de 2022, cuando Villa Antiopa y su colección museográfica fue inaugurada.

Así, veinte años después de su descubrimiento, el público de todas las edades, formaciones, procedencias e intereses puede admirar sus trece mosaicos repartidos en doce majestuosas habitaciones. Más allá de los vídeos que recrean diálogos de Publio, Cornelia, Orestes y Sentia, más allá de los olores del garum y de la fabricación de los mosaicos, más allá incluso de la eterna danza nupcial de nuestra princesa Antiopa y del profano sátiro, es inevitable que todos los que nos visitan, incluido un servidor, nos detengamos a contemplar la imagen de los corazones del tablinum u oficina del dominus. Hoy el corazón nos lleva al amor, a San Valentín y al romance. Pero en los días de la esplendorosa y marmórea Villa Antiopa, aquellos dos corazones esquinados cantaban el renacer de la semilla, del fruto, de la primavera, de la vida. Aquellos dos corazones cantaban a nuestras raíces. Cantaban y siguen cantando en los oídos de nuestros visitantes que por muy oscuras que sean las sombras de la noche, siempre triunfa, entre olas y olivares, la luz diurna de Ceres, Baco, Diana, Flora y Neptuno. La luz del Sol Invictus. La histórica luz de Roma.

Notas

(1) Rodríguez Oliva, P. y Beltrán Fortes, J. (2008), p. 225. Los autores se inclinan, tras citar el célebre estudio de X. Lafon (2001), quien opta por el término de villa marítima, y descartar otras investigaciones que constriñen excesivamente el concepto de villa marítima a una estructura arquitectónicamente similar a las famosas villae a mare itálicas de Campania y la bahía napolitana, por utilizar el término de villa litoral, inserta a su vez en un fundus marítimo con evidente vocación marítima. Es decir, el concepto villa litoral se asociaría a una explotación agrícola y marítima que se inserta en un paisaje rural muy cercano a la costa, modificándolo y generando una asociación unitaria entre el entorno, la villa y el mar, desarrollando una pars fructuaria para los productos agrarios y marítimos y una serie de infraestructuras, como embarcaderos, alfares o incluso salinas de evaporación, con una intención comercial marítima.

 (2) Perdiguero López, M. y Recio Ruiz, Á. (19XX), p. 111. Entre los materiales feno-púnicos descubiertos destacan ollas a mano, lebrillos, calathos, un fragmento del célebre jarro fenicio de boca de seta y bordes de ánforas salsarias, preclaro anuncio de la que sería la principal actividad comercial del lugar. Los autores concluyeron que el asentamiento fenicio coexistió con la comunidad autóctona desde fechas tempranas (VII a.C.). Cabe recordar que, según el Itinerario de Antonino, la vía costera que unía Gades con Murgi, Acci y Cástulo transcurriría cerca de la Loma.

(3) Serrano Ramos, E. (1985), p. 192. Salado Escaño, J. B. (2005), p. 355. Las piletas descubiertas en la ladera occidental de la coronación de la Loma de Benagalbón, una de 5×2.20 m. con 1.75 m. de profundidad, y otra cercana circular, invitan a pensar en un ninfeo, lo cual deberá ser confirmado en futuras intervenciones. En la ladera opuesta se descubren unos muros de 55 cm. de ancho con una longitud de 12 metros, con otro perpendicular que origina una estancia de 6×2.20 m.

(4) Corrales Aguilar, P. y Mora Serrano, B. (2005), p. 51.

(5) Rodríguez Oliva, P. y Beltrán Fortes, J. (2008), p. 243.

(6) Serrano Ramos, E. (1993), p. 201. Excavadas en 1988 por la arqueóloga citada, las termas, con unas diez estancias documentadas hasta el momento, fueron objeto de expolio con el robo de los dos mosaicos geométricos ubicados en sendas zonas de tránsito entre las salas calefactadas o hypocausta. La sala de letrinas tiene una pared pintada con rombos en rojo sobre un fondo anaranjado, y presenta cinco orificios de unos 20 cm. con una pileta rectangular de 0.50×0.80 m. Anexas a estas termas privadas se descubrieron en 2003, en paralelo al descubrimiento de la villa, varias piletas de salazón. Todo este solar está pendiente de puesta en valor.

(7) Corrales Aguilar, P. y Mora Serrano, B. (2005), pp. 50-52. Como se lee en Bernal Casasola, D. y Corrales Aguilar, Pilar (2016), no habría que descartar, pese a que no consta arqueológicamente, las salinae o salinas de evaporación para generar ese “oro blanco” tan valioso en el Imperio.

(8) Vargas Vázquez, S. y López Monteagudo, G. (2016), p. 438. Como exponen acertadamente estos autores, la pericia técnica es muy valorada por la élite romana, hasta el punto de primarla sobre las escenas figuradas. La geometría refleja perfección técnica, un gusto acorde con la moda tardoimperial y una economía alta, pues a mayor dificultad matemática y temporal mayor coste.

(9) Desde el diseño del pictor imaginarius y la organización del musivarius, la preparación de la cal por el calcis coctor, el corte de las teselas en cerámica del andén o periferia del mosaico (figlinum) y de las teselas en mármol, caliza y pizarra de la alfombra central (opus tesselatum) y finalmente la colocación de las teselas por el tessellarius. El que más cobraba era el pictor imaginarius, como sucede hoy día si se compara la nómina del arquitecto y la del peón de obra.

(10) Rodríguez Oliva, P. (2009), p. 185. La idea de la danza nupcial báquica es citada por el poeta Nono en su Dionysiaca, XXXIII, 301. La temática es indudablemente báquica, pues ambos aparecen como un sátiro y una ménade, aludiendo a la idea que parece impregnar la villa del poder de Baco sobre la naturaleza y las personas. Resulta sugerente la conexión entre el gusto por la naturaleza, razón de ser de las villae rurales y costeras, y la decoración báquica asociada al mundo rural y primitivo, intuida en este mosaico y explícita en la herma báquica de 15 cm. en mármol (quizá local de las minas de Mijas y Sierra Blanca) aparecida en el triclinium, seguramente decorando una de sus paredes sobre una pilastra adosada a la pared. Las alegorías a la fertilidad, la primavera y la naturaleza crean la esencia de nuestra villa.

(11) Graves, R. (1998), pp. 175-176. Antiopa, o Antiope en griego, aparece en otras versiones aparece como la hija del dios-río Esopo, como amazona del séquito de Hipólita o como ninfa. Hija en nuestra versión del rey tebano Nicteo, cayó sometida al aura embriagadora de Zeus-Sátiro. Tras danzar y yacer juntos en el monte Kithairon, la joven huye a la corte del rey Sición, con quien se casa. Sin embargo, el rey pierde la guerra con Tebas y ella cae en las manos de su tío Lico, aunque después de haber dado a luz dos gemelos en un soto junto al camino de vuelta. Lico los abandonará en el monte Citerón, mientras que su esposa, la vengativa Dirce, somete a la desdichada madre a torturas y encarnizadas vilezas. Esta situación llegará finalmente a oídos de sus hijos, Zeto y Anfión, criados entre pastores. Su venganza no se hará esperar: encuentran a Dirce enloquecida, presa de un frenesí báquico (de nuevo la mística de Baco en juego) por perseguir a Antiopa, y la atarán a los cuernos de un toro bravo para que la arrastre por el campo hasta la extenuación. La ira de Baco vengó a su vez a su devota asesinada, enloqueciendo a Antiopa, que recorrerá enfurecida toda Grecia hasta que Foco, un nieto de Sísifo, la sanó y la llevó a vivir con él a Fócida.

(12) Antiopa, o Antiope en griego, destaca también en los siguientes mosaicos: la domus de la antigua Marcianópolis (Devnya, Bulgaria), Zeugma (Belkys, Turquía), Berythus (Líbano), Ouled Agla (Argel), donde comparte escena con otros amores de Zeus como Ganímedes el escanciador, Leda y el cisne, Europa y el toro y Dánae y la lluvia áurea, la domus Sollertius de Thysdrus (Túnez), Villa Bonanno (Palermo), las termas de los Filadelfos en Timgad (Argelia) y la villa de Tellaro (Noto, Siracusa). Un posible cortejo satírico con Antiopa estaría en el mosaico de Neptuno en Quintanilla de la Cueza (Palencia), y en una escena secundaria del mosaico amoroso de Zeus en el Palacio de la Condesa de Lebrija (Sevilla), el sátiro agarra a Antiopa para azotarla con su cayado pastoril o pedum.

(13) Reproduzco alguna de las numerosas e hilarantes anécdotas del ficticio relato El Satiricón de Petronio. Aun así, es un testimonio elemental para conocer la opulencia, desenfreno y frivolidad que rodeaban esta clase de eventos, costeados con frecuencia por muchos libertos enriquecidos como Trimalción.

(14) En Málaga, el teatro romano es reutilizado como barrio marítimo y almacenes en tiempos bizantinos.

(15) Serrano Ramos, E. (1985), pp. 199-200. La casa en cuestión, “Villa Carmen”, otorgó un singular descubrimiento gracias al aviso de sus propietarios. De las ocho sepulturas, sólo una apareció completa, con restos óseos bien conservados y grandes tégulas de 60×35 cm. a dos aguas, pero sin ajuar. El ánfora con los restos infantiles recuerda a una Dressel 31. El ajuar total sólo dio un plato hondo o cuenco de 14 cm. con borde redondeado y carena alta, imitando la vajilla de mesa. La necrópolis es muy similar a la de la villa del Faro de Torrox, y aún se guarda la expectativa de encontrar más indicios funerarios en la zona de este antiguo y fortuito hallazgo.

(16) El nombre de la villa procede de este titular: https://elpais.com/diario/2004/01/04/andalucia/1073172138_850215.html

Bibliografía

  • Bernal Casasola, Darío y Corrales Aguilar, Pilar, “Cetariae, salinae y vivaria en las villae litorales” en Hidalgo Prieto, Rafael (coord.), Las villas romanas de la Bética, Universidad de Sevilla, 2016, 323-344.
  • Mora Serrano, Bartolomé y Corrales Aguilar, Pilar, Historia de la provincia de Málaga. De la Roma Republicana a la Antigüedad Tardía, CEDMA,
  • Perdiguero López, Manuel y Recio Ruiz, Ángel, “La Loma: un nuevo asentamiento fenicio en la provincia de Málaga”, Mainake, nº 4-5, 1982-1983, 111-132.
  • Rodríguez Oliva, Pedro, “Zeus y Antíope. Consideraciones sobre el tema representado en un mosaico de la villa de Torre de Benagalbón (Rincón de la Victoria, Málaga)”, Baetica, nº 31, 2009, 183-206.
  • Rodríguez Oliva, Pedro y Beltrán Fortes, José, “Arqueología de las villae romanas de la costa malacitana”, Habis, nº 39, 2008, 223-243.
  • Rodríguez Oliva, Pedro y Beltrán Fortes, José, “Las villae litorales” en Hidalgo Prieto, Rafael (coord.), Las villas romanas de la Bética, Universidad de Sevilla, 2016, 69-92.
  • Rubio Fernández, Lisardo (trad.), El Satiricón. Cayo Petronio Arbitro, Gredos,1978.
  • Salado Escaño, Juan Bautista, “La villa romana de Torre de Benagalbón, Málaga”,Mainake, nº 27, 353-378.
  • Vargas Vázquez, Sebastián y López Monteagudo, Guadalupe, “La decoración musiva” en Hidalgo Prieto, Rafael (coord.), Las villas romanas de la Bética, Universidad de Sevilla, 2016, 419-442.
  • Serrano Ramos, Encarnación, “Arqueología romana malagueña: Torre de Benagalbón”,Baetica, nº 8, 1985, 191-200.
  • Serrano Ramos, Encarnación, “Notas sobre el yacimiento arqueológico de la Loma de Benagalbón”, Baetica, nº 15, 1993, 199-206.

Este artículo resultó finalista del V Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

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