Asentamientos de altura en Edom: definición, características y posibles funciones
Aunque Glueck quería ver esta Sela bíblica en Umm al Biyara, el impresionante promontorio de arenisca que se alza imponente sobre Petra, no pudo dejar de reconocer la dimensión regional del fenómeno: “debían haber existido durante la Primera Edad del Hierro en el este de Palestina numerosos asentamientos construidos sobre prominencias más o menos aisladas y conocidas con el nombre de ‘Sela’” (Glueck 1939: 26).
De hecho, desde mediados de la década de 1980, varios estudiosos han descubierto y estudiado yacimientos similares tanto en el área de Petra como en el norte de Edom. No hace mucho, Chaim Ben David (2015) agregó algunos lugares más a la lista en expansión, y las fotos de la mayoría de ellos se pueden encontrar en el sitio web de APAAME. Sin embargo, con la excepción de Umm al-Biyara, pocos de estos yacimientos han sido estudiados en profundidad o publicados de manera detallada. En cualquier caso, diferentes autores (Lindner y Knauf 1997; Bienkowski 2013; Ben David 2015) han notado una serie de características comunes entre ellos que aquí resumiremos (Fig. 1):
- En primer lugar, la cronología. La mayoría de los estos asentamientos fueron ocupados por primera (en algunos casos única) vez al final de la Edad del Hierro II (siglos 8-6 a. C.), un momento de asentamiento denso en la región de Edom. Como ya señalaran Lindner y Knauf (1997), la expansión de la agricultura y la presión sobre las tierras fértiles obligaron a grupos de pastores a trasladarse a zonas más marginales. Este proceso tuvo lugar al mismo tiempo que Edom se configuraba políticamente como una especie de confederación tribal en forma de reino con sede en Busayra ¿Fue esto una simple coincidencia?
- En segundo lugar, su ubicación. Casi todos ellos están situados en las tierras altas, en altitudes de 1200 a 1600 m sobre el nivel del mar, y todos están construidos sobre promontorios escarpados de difícil acceso. Así, una de las principales características de estos sitios es el grado de protección que brindan en virtud de su ubicación en la montaña. ¿Fueron seleccionados precisamente por su inexpugnable situación? En caso afirmativo, ¿por qué era necesaria tanta protección?
- En tercer lugar, la gestión del agua. Aunque no están lejos de fuentes de agua (manantiales, ‘wadis’), en la mayoría de los casos no hay suministro de agua en el propio asentamiento, y el agua de lluvia tenía que ser recolectada y almacenada mediante canales, depósitos y cisternas especialmente realizados con este fin. Muchas de estas estructuras son aún visibles hoy en día, por ejemplo, en el yacimiento de Sela se han documentado más de 100 estructuras hidráulicas, aunque su cronología es motivo de debate, como veremos a continuación. La realización de estas estructuras muestra una importante inversión de energía, recursos y mano de obra. ¿Quién controlaba tales obras y cómo estaban organizadas?
- En cuarto lugar, las casas comunales. Una característica notable de estos asentamientos es la presencia de una serie de edificios, denominados “casas largas”, que habrían servido como áreas de almacenamiento comunal para proteger los alimentos y otros bienes obtenidos en otros lugares y transportados a estos remotos bastiones montañosos. ¿Cómo se realizaba dicho transporte y almacenamiento? ¿Quién lo organizaba?
- En quinto lugar, la tierra. En las inmediaciones de estos parajes agrestes hay terrenos que podrían ser utilizados para la agricultura o incluso como huertos. ¿Cuál fue la dialéctica entre los colonos de las montañas y estas tierras de cultivo?
- En sexto lugar, la conexión con asentamientos permanentes. Lindner y Knauf (1997) observaron una dicotomía en el paisaje edomita entre los asentamientos del altiplano y los de las montañas, sugiriendo que estos últimos eran asentamientos temporales y arqueológicamente relacionados con un potencial asentamiento permanente ubicado en las cercanías (1,5-8 km). Pero esto es difícil de demostrar, ya que la mayoría de los yacimientos no han sido estudiados en detalle ni publicados.
- Finalmente, la cerámica. En la mayoría de los sitios, aunque no en todos, la cerámica encontrada tiene una tipología limitada: es cerámica local, tosca, probablemente utilizada para cocinar y almacenar; hay pocos casos de cerámica pintada. Según algunos estudiosos, la cerámica pudiera reflejar la naturaleza funcional de estos asentamientos (campamentos estacionales), el estatus económico y social de los habitantes, tradiciones culturales y tribales, hábitos culinarios… (Bienkowski 2011).
Profundizando en la interpretación de la tipología cerámica, ¿qué podemos decir sobre la razón de ser de estos lugares? La historia y la función de estos sitios aún no se han determinado de manera concluyente; no está claro quién los ocupó y por qué motivo, quizás hubo aspectos económicos, o quizás razones más estratégicas o logísticas. Algunos autores consideran los asentamientos como escondites de bandidos que atacaban las caravanas de mercaderes que atravesaban la región, y otros piensan que los baluartes formaban parte de un sistema de fortificación que protegía las rutas desde el Wadi Arabah hasta las montañas. Quizás la realidad sea más simple: las fortalezas pueden reflejar la realidad de diferentes grupos, con diferentes áreas tribales y economías, como argumenta Bienkowski (2013). En cualquier caso, aunque parezcan similares y compartan características comunes, es posible que no todos estos lugares cumplieran la misma función, quizás tenían más de un propósito simultáneamente y/o éste se viera modificado con el transcurso del tiempo.
Sela en la Edad del Hierro: Nabónido y el sistema de aprovisionamiento de agua
Uno de los asentamientos más grandes es Sela (Fig. 2), ubicado en el norte de Edom, no lejos de Busayra, la supuesta capital del reino formado por la confederación tribal edomita (MacDonald et al. 2004, yacimiento no. 134). En virtud de su proximidad, se ha asumido que Sela y Busayra estaban conectados de alguna manera, pero no hay mucho que podamos decir acerca de tal conexión, ya que Sela aún no se ha estudiado en detalle (Da Riva et al. 2017). El sitio se encuentra en un promontorio de arenisca Disi de 200 m por encima de los wadis circundantes. La cronología relativa del material de superficie (cerámica), estudiada por Mohammad Najjar y Michael Herles, confirma una ocupación durante al menos la Edad del Hierro tardía, los períodos nabateo/romano, ayyubí, mameluco y otomano. Por lo tanto, Sela es uno de los pocos asentamientos con una ocupación prolongada, y un estudio diacrónico del asentamiento en la longue durée puede ser crucial para comprender la dinámica de este tipo de asentamientos. Sin embargo, aquí nos centraremos en la Sela de la Edad del Hierro II (1000-539 a.C., MacDonald 2015: 24), cuya importancia queda demostrada por la presencia del impresionante monumento neobabilónico que el rey Nabónido (556-539 a. C.) mandó erigir con una inscripción cuneiforme y un magnífico relieve (Da Riva 2019; Da Riva 2020).
La característica más significativa de Sela, sin embargo, es la gran cantidad de estructuras de agua que presenta: canales, cisternas excavadas en la roca y otras construcciones e instalaciones utilizadas para la captación, el almacenamiento y el transporte del agua de lluvia (Fig. 3). Sus formas y tamaños varían, al igual que su nivel de sofisticación, y esta variabilidad puede responder a diferencias cronológicas. Suponemos que diferentes artesanos en diversos períodos utilizaron variadas tecnologías y elementos para fabricar las cisternas y sus morteros, lo que implica que el sistema estuvo en uso en más de una época (Fig. 4). También pensamos que las estructuras fueron reutilizadas a lo largo del tiempo, y que se añadieron morteros en diferentes periodos de uso. Como la mayoría de las estructuras ahora está llena de escombros y sedimentos, no hay forma de analizar las cisternas sin realizar una excavación arqueológica. En el curso de nuestros trabajos realizamos una inspección preliminar, y en algunas de las cisternas incluso utilizamos técnicas de escalada para acceder a su interior (Fig. 5). Sin embargo, no hemos intentado establecer una tipología precisa y definitiva de las estructuras debido a la falta de evidencia arqueológica independiente.
Análisis de materiales
Durante la campaña de 2016 se seleccionó una muestra de 16 morteros asociados a estructuras hidráulicas para realizar estudios arqueométricos y cronológicos. Para evitar sesgos, las muestras se tomaron de forma aleatoria: no hubo una selección previa de las cisternas de las que se tomaron. Se obtuvieron muestras en las áreas F, G, H, K y L (Fig. 6). Las áreas F, G y H están ubicadas al norte y este del yacimiento, cerca de la entrada monumental a la cumbre, mientras que las áreas K y L se encuentran al sur y suroeste respectivamente. La caracterización mineralógica mediante XRD y análisis petrográfico se realizó en el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) en Tarragona, y algunos de los morteros fueron seleccionados para la datación por radiocarbono en el Centro Nacional de Aceleradores (CNA) en Sevilla (Da Riva et al. 2021). A continuación comentemos brevemente los resultados:
Hasta el momento no se han obtenido cronologías absolutas de la Edad del Hierro en Sela, sin embargo, hemos llevado a cabo una serie de análisis en algunas estructuras del sistema hídrico con el objetivo de dilucidar aspectos relacionados con los periodos en los que estuvo ocupado el yacimiento. A pesar de las dificultades que presentan los métodos utilizados actualmente para la datación de los morteros por radiocarbono, decidimos enviar algunas muestras para el análisis cronológico. A pesar de todos los problemas que plantean las fechas obtenidas, y del convencimiento de que no nos proporcionan una cronología absoluta fiable de los morteros, pensamos que aportan datos interesantes y suponen un primer paso para conocer estas estructuras y los pueblos que las construyeron.
Como se puede ver en la tabla (Fig. 7), algunos resultados coinciden cronológicamente con varios periodos representados por el material cerámico de Sela, por lo que pueden considerarse “plausibles”: Edad del Hierro, periodos romano/nabateo, mameluco y otomano. Otros son más antiguos que la cerámica más antigua documentada en el yacimiento. En nuestra opinión, es poco probable que Sela estuviera ocupada de forma permanente antes de la Edad del Hierro tardía; si lo hubiera estado se esperaría encontrar cerámica, pero no la hay. Por supuesto, no se puede descartar una ocupación ocasional, pero es difícil pensar en una sociedad que haga y utilice cisternas de agua tan sofisticadas sin utilizar cerámica.
No obstante, incluso si las fechas obtenidas no son del todo inverosímiles, lo que está en duda aquí es la fiabilidad de los métodos actualmente disponibles para datar morteros, los cuales determinan los resultados. Un problema adicional es que carecemos de indicaciones cronológicas independientes para datar los morteros o las cisternas de Sela, como morfología, tipo de fabricación, etc., que nos ayuden a confirmar o refutar los resultados obtenidos.
Por ejemplo, la muestra CN4392 de la cisterna D22 está fechada entre los siglos VIII-VI a. C., lo que concuerda plenamente con la evidencia de la inscripción de Nabónido. Sin embargo, nos falta una fecha independiente para D22.
En nuestra opinión, todos los datos deben ser confirmados en el futuro mediante más investigaciones arqueológicas en el yacimiento y más análisis mineralógicos, petrográficos y de radiocarbono para obtener una evidencia complementaria que pueda corroborar o modificar los resultados.
Conclusiones
Sela es un yacimiento extraordinario con un legado arqueológico notablemente rico, su tamaño, la presencia de estructuras arquitectónicas y los hallazgos superficiales dan fe de su enorme potencial arqueológico. Las numerosas estructuras para el almacenamiento y la gestión del agua, así como las viviendas y fortificaciones, lo convierten en un lugar único para estudiar la importancia económica y social de la gestión del agua en la meseta de Edom. Con la información proporcionada por los estudios y excavaciones arqueológicas, podemos afirmar que Sela estuvo efectivamente ocupada durante la Edad del Hierro.
Sin embargo, quedan algunas preguntas pendientes para futuras investigaciones:
1) ¿Por qué Sela era importante para Nabónido? Como ya se ha demostrado (Da Riva 2015) un elemento fundamental de una inscripción neobabilónica es su entorno, por lo que debía haber algo especial en Sela que llevó al rey de Babilonia a dejar la evidencia material de su paso por Edom precisamente en este lugar.
2) ¿Tenía Sela un valor sagrado o simbólico anterior a la producción del monumento de Nabónido? ¿Qué tipo de lugar era Sela? ¿Era un lugar sagrado? Hay algunas estructuras que se han identificado con altares y capillas, pero su cronología es incierta. ¿O era un puesto militar?
3) ¿Estaba Sela relacionada con Busayra, como suponen algunos autores? Si lo estaba, ¿de qué manera? ¿Qué tipo de evidencia necesitaríamos para poder demostrar dicha relación?
Esperemos poder retomar nuestro trabajo pronto y resolver algunas de estas preguntas.
Las investigaciones en Sela han sido financiadas con ayudas de la Fundación PALARQ.
Bibliografía
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- Glueck, N. 1939. Explorations in Eastern Palestine III. Annual of the American Schools of Oriental Research 18-19, 1937-1939. New Haven: American Schools of Oriental Research.
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- MacDonald, B. et al. 2004. The Tafila-Busayra Archaeological Survey 1999-2001, West-Central Jordan. Boston: American Schools of Oriental Research.
- Soto, M. 2017. Informe de caracterización de los morteros de las estructuras hidráulicas del yacimiento de Sela (Jordania). Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (inédito).
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