Así pues, el objeto del presente estudio es mostrar cómo el enquistado conflicto perduró durante décadas y a través de generaciones[1] hasta el momento en que los Reyes Católicos intervinieron para atajar el problema y darle una solución, supuestamente definitiva. El análisis se ha llevado a cabo en base a lo expuesto en los Anales de Ortiz de Zúñiga[2].
La vuelta a las hostilidades: nuevos linajes en liza
La vuelta de las disputas tuvo lugar en 1407, tras el fallecimiento del rey Enrique III. Según los Anales, volvieron los desórdenes, que ni el doctor Luis Sánchez –corregidor y miembro del Consejo Real– ni Diego López de Zúñiga –señor de Béjar y otros Estados, Justicia mayor de Castilla y miembro del Consejo Real– pudieron controlar. Fue necesaria la venida a Sevilla de don Lorenzo Suárez de Figueroa –maestre de Santiago– y don Alonso Henríquez –almirante– para controlar los altercados. Aún así y a pesar de todo, los culpables obtuvieron el perdón y la restitución de sus oficios[3].
Este nuevo periodo de tranquilidad fue roto en 1416 por las disputas entre don Pedro de Estúñiga y don Alonso Pérez de Guzmán –señor de Ayamonte–, esposo de doña Leonor de Zúñiga, ambos cuñados y alcaldes mayores de Sevilla, que acabaron siendo presos en la Corte[4]. Tras su liberación no tardaron en volver las hostilidades, si bien, en esta ocasión don Enrique de Guzmán –conde de Niebla– apoyó a don Pedro y don Pedro Ponce de León –señor de Marchena– a don Alonso. Para resolver el conflicto el Consejo Real envió al doctor Juan Alonso de Toro –el antiguo Corregidor– en 1418[5]. Con la intención de dar fin a las disputas el doctor escribió al Rey en 1421 solicitando:
«E mandad Señor, que el Conde de Niebla, é el Señor de Marchena, é Don Alvar Perez de Guzman, que andan en la Corte de vuestra Alteza, non den aquí ayuda á sus parciales, como se face en gran menoscabo de la justicia, é que Don Alvar Perez venga á usar el su oficio de Alguacil, ca sus Tenientes no bastan contra los delinquentes»[6].
Este nuevo periodo conflictivo perduró hasta 1427, cuando el padre Fray Diego Martínez de Medina –prior del convento de San Jerónimo de Buenavista–, a instancias de don Diego de Anaya Maldonado –arzobispo de Sevilla–, consiguió conciliar las diferencias entre ambos bandos[7].
El cambio generacional y las luchas interiores en los reinos
Pero no siempre hubo disensiones entre los grandes nobles sevillanos. Muestra de ello fue el enfrentamiento de 1438 entre don Fadrique –almirante– y otros grandes señores contra don Álvaro de Luna –condestable–, entrando a favor de este el rey Juan II acompañado de don Juan de Guzmán –conde de Niebla– y don Juan Ponce de León, hijo de don Pedro –conde de Arcos–[8]. Al año siguiente tuvo lugar el levantamiento de los infantes de Aragón contra don Álvaro de Luna –condestable–[9]. El conde de Niebla no dudó en socorrer a Sevilla en el asedio realizado por el infante don Henrique de Aragón y el arzobispo don García, el deán y el cabildo participaron con su grano y dinero[10].
Los enfrentamientos entre los bandos se recrudecieron de nuevo en 1448[11] y llegaron a un nuevo cénit con la disputa entre don Juan de Guzmán –conde de Niebla y duque de Medina Sidonia– y don Juan Pacheco –marqués de Villena– por vencer en el torneo celebrado en Sevilla por Enrique IV en el año 1456[12]. La presencia como deán de don Alonso de Fonseca y Acevedo el Mozo, apacible y conciliador, en representación de su tío, don Alonso de Fonseca –arzobispo de Sevilla–, permitía que las rencillas continuaran[13].
La toma de Gibraltar, ya en 1462, hizo reavivar las llamas. En esta ocasión se debió a la falta de acuerdo a la hora de colocar los pendones de los dos grandes linajes en la torre del homenaje, una vez tomada la fortaleza. Desde Gibraltar se extendió la lucha a Sevilla. Muchos de los linajes sevillanos utilizaron no solo sus casas como si de fortificaciones se tratara, sino también las torres de las iglesias como si fueran torres de defensa. Muchas torres de las casas nobles fueron mandadas a demoler por los reyes. A continuación se muestra un listado ofrecido por Ortiz de Zúñiga de las iglesias ocupadas por los diferentes linajes en el que se pueden observar muchos de los apellidos que mantenían su importancia en la ciudad[14]:
OCUPACIÓN DE LAS TORRES DE LA IGLESIAS POR LOS LINAJES SEVILLANOS[15] | |
● Los Cerón en la Magdalena. ● Los Mendoza en San Román. ● Los Monsalve en San Salvador. ● Los Ribera en Santa Marina. ● Los Tous en San Julián. ● Los Santillán en San Gil. ● Los Guzmán de Medina Sidonia en San Miguel. ● Los Ortiz en San Vicente. ● Los Ponce de León en Santa Catalina. ● Los Esquivel en San Pedro. ● Los Saavedra del Mariscal en San Juan de la Palma. ● Los Guzmán de Orgaz en San Estebán. | ● Los Saavedra del Castellar en San Martín. ● Los Fuentes en San Marcos. ● Los Jaén y los de las Roelas en San Lorenzo. ● Los Coronado en San Andrés. ● Los Manuel en San Isidro. ● Los Melgarejo en San Nicolás. ● Los Medina en San Ilefonso. ● Los Marmolejo en Santa Lucía. ● Los Portocarrero en San Bartolomé. ● Los Villafrancas en las torres del Sagrario de la Santa Iglesia.
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En otras ocasiones, como durante la lucha entre el rey Enrique IV y el infante don Alfonso, los partidarios de don Juan de Guzmán –duque de Medina Sidonia– y los de don Juan Ponce de León –conde de Arcos– volvieron a la lucha, debiendo ser enviados para terciar Fernando de Medina y Pedro Álvarez de la Algaba. Solicitaron ayuda a Alonso Ortiz –comendador y Veintiquatro de Sevilla–. En 1468, ya rey el infante don Alfonso, hubo de enviar a Pedro de Silva para mediar entre ambos; también vino Nicolás Melgarejo para agradecer a todos aquellos que no habían aceptado los acostamientos de los bandos, entre los que se encontraba Luis de Medina –señor de la Membrilla y tesorero de la casa de la Moneda[16].
Lucha abierta en todo el reino de Sevilla
Un nuevo periodo de recrudecimiento comenzó a la muerte del conde de Arcos en 1469, pues su hijo, don Rodrigo Ponce de León, continuó la lucha con mayor ahínco y con el apoyo de don Juan Pacheco –marqués de Villena–, “ganando voluntades con beneficios á nobles poco acomodados, con patrocinar á otros, y con benevolencia general con todos, que en breve le añadieron nuevo séquito”. Ante los “horrores, escándalos, muertes, violencias, robos, ruinas de edificios, incendios, (…)” que sufrió Sevilla, según Ortiz de Zúñiga, entre el 21 y 25 de julio de 1470, don Enrique de Guzmán –duque de Medina Sidonia–, don Pedro Henríquez –adelantado mayor de la Frontera–, don Pedro Estúñiga –primogénito del conde de Plasencia– y otros caballeros consiguieron que el conde de Arcos se retirara a las collaciones de Santa Catalina y San Román, donde se fortificó[17].
Ya en 1471 el bando del conde de Arcos se vio mermado por diversas circunstancias. Entre ellas el hecho de que don Alonso Ponce de León matara a Fernando Ortiz en el Bodegón de las Cañas, abandonando su padre el bando del conde de Arcos[18]; o al anular el conde de Arcos, ya también marqués de Cádiz, su boda con doña Beatriz Marmolejo e impedir que su padre la casara con el señor de Fuentes, promoviendo casarla con don Pedro Núñez de Guzmán, hermano y teniente del alguacil mayor de Sevilla, el señor de Orgaz[19].
En ese año de 1471 la lucha se extendió por todo el reino de Sevilla. Así, Fernán Arias de Saavedra –teniente de Alcalá de Guadaira y cuñado del marqués de Cádiz–, Luis de Pernia –alcayde de Osuna– y Luis de Godoy –alcayde de Morón–, participaron en las cabalgadas junto al marqués de Cádiz, logrando tras una maniobra esquiva la toma de Jerez, Estado perteneciente al duque de Medina Sidonia. El marqués consiguió obtener encomienda real de la plaza. Las flotas de ambos nobles también se enfrentaron, con victoria para los partidarios del marqués. Ahora bien, don Alonso de Cárdenas, intervino y logró evitar una batalla campal entre ambos[20].
A pesar de ello, Luis de Pernía fue enviado a tomar Carmona, por interés del marqués de Villena y maestre de Santiago. Acudió desde Sevilla don Gastón de Castro en defensa de la plaza. En la lucha perdió la vida Luis de Pernia[21]. La situación prosiguió con nuevas plazas en liza, como Alanis o Aroche, y nuevos partidarios en acción como Christobal de Mosquera Moscoso, que tomó Alanís para el marqués; en 1472 el marqués podía controlar los caminos de Jerez y Extremadura[22].
Al año siguiente, con Sevilla en continua sangría de luchas, robos y traiciones en ambos cabildos y en la ciudad[23], la gente de guerra de Sevilla, más partidaria del duque, partió con su pendón junto con don Pedro de Zúñiga y Fernando de Ribadeneyra –Veintiquatro– al frente de la gente de don Pedro Henríquez –adelantado– para ocupar Alanís. Se castigó a sus defensores y se honró a su alcayde, Christobal de Mosquera. El marqués, tras tomar Alcalá de Guadaira y fracasar en entrar en Sevilla, siendo ahorcados sus cómplices, llegó a retar al duque a batalla abierta. A pesar del envío del doctor Pedro de la Quadra a Sevilla en representación de los príncipes don Fernando y doña Isabel y de su recepción y sumisión por el duque, tuvo lugar enfrentamiento cercano a Sevilla entre ambos bandos. Entre los nobles que participaron en la lucha se encontraban Fernan Arias de Saavedra y Martin Galindo –hijo del comendador Juan Fernández Galindo– por parte del marqués y don Pedro de Zúñiga y los hermanos del duque, don Pedro y don Alonso de Guzmán, junto con otros caballeros, por el duque. En la lucha perdieron la vida los hermanos del duque. La victoria fue para el marqués, que aprovechó para tomar Medina Sidonia[24].
El triunfo de los reyes ante los grandes nobles sevillanos
La posibilidad de una nueva lucha abierta en 1474 llevó a los caballeros de ambos bandos a negociar treguas en el castillo de Marchenilla. Acudieron Íñigo López de Mendoza y Figueroa –conde de Tendilla– y don Alonso de Velasco por el duque de Medina Sidonia y don Alonso de Solís –obispo de Cádiz– y don Fadrique Portocarrero por el marqués de Cádiz. Se acordó el perdón mutuo, la restitución de castillos y la devolución de Medina Sidonia al duque, hecho que agradó a la futura reina doña Isabel[25]. Aún así, la muerte del rey Enrique IV y del marqués de Villena, la proclamación de doña Isabel como reina y el hecho de que doña Isabel y don Fernando fueran más cercanos al duque hizo que el marqués de Cádiz, cercano a los Girón, tomara partido por doña Juana en la guerra de sucesión de Castilla, sin llegar a aceptar el acostamiento del Rey de Portugal[26].
Un nuevo periodo de conflictos entre los bandos se avecinaba. Para remediarlo los reyes dieron poder en 1475 a Gómez Suárez de Figueroa –vasallo real y miembro del Consejo– para convenir a los bandos[27]. Además, Gutierre de Toledo y Diego Valladolid –aposentadores de la reina– vinieron a Sevilla para indicar al duque la llegada de doña Isabel a la ciudad. Su real entrada tuvo lugar el 25 de julio de 1477 por la puerta de la Macarena, en compañía de la alta nobleza y del cardenal arzobispo de Sevilla. El objeto de su visita era someter a castigo a todo aquel que hubiera participado en el conflicto banderizo. A tal objeto, se habilitó una sala para las audiencias en el Alcázar, si bien, ante el elevado número de personas involucradas y tras las primeras sentencias ejecutadas, algunos miembros de la Iglesia intercedieron para que se concediera un perdón general. La reina accedió, debiendo componer a los émulos. El duque de Medina Sidonia estuvo de acuerdo en devolver lo tomado; el marqués de Cádiz, al final, acudió a la llamada de los reyes de noche y acompañado de Pedro de Avellaneda –caballero de su casa– y Juan de Guzmán –señor de Teba y su cuñado–. Tanto el marqués como el duque accedieron a entregar sus tenencias y Alcaydías a personas no deudos suyos.
Así, a modo de ejemplo, la Alcaydía del Alcázar, en poder del duque, fue entregada a Francisco Fernández de Madrid –secretario de los reyes–[28]. Hubo plazas como Utrera y Alcalá de Guadaira, en tenencia del mariscal Fernán Arias de Saavedra, o la torre de Membrilla, en tenencia de Alonso González de Medina –tesorero–, que hubieron de ser combatidas para conseguir su devolución. Fernando de Villafrañe obtuvo, al final, la tenencia de Alcalá de Guadaira. Se mandaron desmantelar torres, casas fuertes y castillos. Entre otros, el castillo de Fregenal fue entregado a Juan de Torres –maestresala de los Reyes–, el de Lebrija a Fernando de Abreu, el de Villanueva del Camino a Melchor Maldonado, el de Aroche a Juan de Monsalve y el de Montegil a Pedro Manuel[29].
Se penó además a los caballeros Veintiquatro y jurados recibir acostamiento de grandes señores, proporcionándoles lanzas y acostamiento real. Con ello muchos nobles sevillanos pasaron a ser vasallos directos de los reyes. Además, la reina, tras la partida del rey, insinuó a los grandes nobles:
«(…) convendría que asistiesen mas de ordinario en sus estados, que en Sevilla y que sobreseyesen en usar por sus personas los oficios que tenían de Alcaldes mayores, procurando en lo posible desarraigar las causas de su emulación, y serenarles los ánimos, que se fué logrando tan felizmente, como despues se ha experimentado» [30].
Conclusión
La solución otorgada a los conflictos banderizos por los Reyes Católicos, doña Isabel y don Fernando, permitió aunar a la nobleza sevillana bajo el mando de los monarcas. De este modo, según Menéndez Pidal[31], esta supremacía de los monarcas les llevó a dejar de ser un primus inter pares, para situarlos un escalón por encima de la nobleza. Tal control de los monarcas permitió a don Rodrigo Ponce de León y a don Enrique Pérez de Guzmán participar activamente y destacar en las diferentes campañas que fueron necesarias durante diez años para culminar con éxito la Guerra de Granada (1482-1492). Tomaron parte activa en numerosos asedios y tomas de diversas ciudades del reino nazarí, actuando la mayor parte de la nobleza bajo el acostamiento real.
Bibliografía
Fuentes primarias
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Fuentes secundarias
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“Juan Ponce de León”, BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/39357/juan-ponce-de-leon, consultada el 28/03/2022.
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“Rodrigo Ponce de León”, BDe Real Academia dee la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/9955/rodrigo-ponce-de-leon, consultada el 28/03/2022.
Notas
[1] Los conflictos banderizos tuvieron lugar debido a las disputas entre los Guzmán y los Ponce de León, dos de los grandes linajes que se hacendaron en la ciudad de Sevilla tras la conquista (para ver cómo se produjo el ascenso de ambas familias puede consultarse CALVO FALCE, Francisco Jesús: “Los conflictos banderizos sevillanos hasta 1402”, en Desperta Ferro, 27/05/2021, disponible en: https://www.despertaferro-ediciones.com/2021/ conflictos-banderizos-sevillanos/, consultada el 29/03/2022). Según Menéndez Pidal, los conflictos banderizos que tuvieron lugar en Sevilla ocasionaron su desgobierno y la sustracción de las rentas (MENÉNDEZ PIDAL, Faustino: La nobleza en España: Ideas, Estructuras, Historias, Madrid, Real Academia de la Historia-Boletín Oficial del Estado, 2015, pp. 153-154). Según muestra el artículo mencionado, miembros de ambos linajes, los Guzmán y los Ponce de León, habían contraído nupcias con hijas ilegítimas del rey Alfonso VIII, padre de Fernando III el Santo, lo que ayudó, junto con los servicios prestados durante siglos y las mercedes obtenidas por el rey Enrique II el de las Mercedes, a ocupar una posición privilegiada en la nobleza sevillana (sobre los enlaces matrimoniales comentados véase MENÉNDEZ: op. cit., p. 167).
A continuación se muestran los miembros de cada una de estos linajes que se sucedieron como cabezas visibles de estas familias en el periodo objeto de análisis, así como los diversos títulos que llegaron a poseer (si bien no todos), bien sea durante todo el periodo o en un momento determinado de este:
- Los Guzmán:
- Don Enrique de Guzmán (1375-1436). V señor de Sanlúcar, II conde de Niebla y II señor de Lepe y la Redondela (para mayor información puede consultarse SÁNCHEZ SAUS, Rafael: “Enrique de Guzmán”, en BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/39302/enrique-de-guzman, consultada el 28/03/2022).
- Don Juan de Guzmán (1410-1468). VI señor de Sanlúcar, VI señor de Ayamonte, Lepe y La Redondela, III conde de Niebla y I duque de Medina Sidonia (para mayor información puede consultarse SÁNCHEZ SAUS, Rafael: “Juan de Guzmán”, en BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/13836/ juan-de-guzman, consultada el 28/03/2022).
- Don Enrique Pérez de Guzmán (1440-1492). VII señor de Sanlúcar, IV conde de Niebla, I marqués de Gibraltar y II duque de Medina Sidonia (para mayor información puede consultarse MORALES MUÑIZ, Dolores Carmen: “Enrique Pérez de Guzmán y Meneses”, en BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/ biografias/13838/enrique-perez-de-guzman-y-meneses, consultada el 28/03/2022).
- Los Ponce de León:
- Don Pedro Ponce de León (1370-1448). V señor de Marchena, I conde de Medellín y I conde de Arcos (para mayor información puede consultarse CARRIAZO RUBIO, Juan Luis: “Pedro Ponce de León”, BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/70637/pedro-ponce-de-leon, consultada el 28/03/2022).
- Don Juan Ponce de León (1400-1471). VI señor de Marchena, II conde de Arcos y I marqués de Cádiz (para mayor información puede consultarse SÁNCHEZ SAUS, Rafael: “Juan Ponce de León”, BDe Real Academia de la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/39357/juan-ponce-de-leon, consultada el 28/03/2022).
- Don Rodrigo Ponce de León (1444-1492). VII señor de Marchena, III conde de Arcos y II (y último) marqués de Cádiz, I duque de Cádiz y I Marqués de Zahara, I marqués de Marchena, de Rota, de Mairena del Alcor y de Bailén (para mayor información puede consultarse SÁNCHEZ SAUS, Rafael: “Rodrigo Ponce de León”, BDe Real Academia dee la Historia, disponible en https://dbe.rah.es/biografias/9955/rodrigo-ponce-de-leon, consultada el 28/03/2022).
La consulta de la obra de Salazar puede ayudar a fundamentar el concepto de linaje y parentesco (SALAZAR Y ACHA, Jaime de: Manual de Genealogía Española, Madrid, Ediciones Hidalguía, 2006, pp. 86-118) y también el apellido como nombre de familia y su evolución (SALAZAR: op. cit., pp. 271-291 y 294-295).
[2] ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego: Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla, Tomos II-III, Madrid, Imprenta Real, 1795 (ilustrado y corregido por Antonio María Espinosa y Cárcel).
[3] ORTIZ: op. cit., Tomo II, pp. 310-311. A lo largo del presente estudio se puede comprobar como al servicio directo de la Realeza se encontraban personas de diferente índole, muestra de los diferentes caminos para alcanzar la nobleza. En este caso se muestra cómo miembros de grandes linajes como los Zúñiga o los Henríquez ocupaban puestos de privilegio o eran miembros del Consejo Real. Por otro lado, miembros de la alta nobleza también ocuparon el Maestrazgo de las Órdenes Militares. Para finalizar, se puede comprobar aquí como los Reyes se rodeaban cada vez con más asiduidad de personas doctas para ocupar cargos concejiles y formar parte de su Consejo. Para mayor información puede consultarse la obra FUERTES DE GILBERT ROJO, Manuel (Barón de Gavin): La nobleza corporativa en España: nueve siglos de entidades nobiliarias, Madrid, Ediciones Hidalguía-UNED, 2007, pp. 36-37. Los signos de identidad de un linaje son analizados en profundidad en la obra MENÉNDEZ: op. cit., pp. 54-64.
Los diferentes tipos de ricahombría vienen definidos en la obra de Salazar, que establece distinciones entre los que lo son por derecho de sangre, los que alcanzan tal estatus por poseer un estado o patrimonio que concede tal dignidad y, por último, los originados en la posesión de una dignidad o privanza otorgada por el monarca (SALAZAR: op. cit., pp. 312-313).
[4] ORTIZ: op. cit., Tomo II, p. 351. Ante los nuevos altercados, la reina, Doña Catalina de Lancaster, envió a Ortún Velázquez, emplazando a ambos a la Corte donde se les encarceló. Según los privilegios de Sevilla, como comenta Ortiz de Zúñiga, los culpables de los alborotos ciudadanos, debido al cargo que ostentaban, no podían ser llevados presos a la Corte por lo que se hubieron de usar emplazamientos reales para que acudieran ante la Reina. Estuvieron encarcelados hasta la muerte de Doña Catalina, momento en el que fueron liberados y regresaron a Sevilla (Ibídem, pp. 353-354).
[5] Ibídem, pp. 358-359. El papel que desempeñaron los corregidores en las administraciones municipales es tratado en la obra de KAMEN, Henry: Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714, Madrid, Ediciones Altaya S.A., 1995, pp. 56-58.
[6] ORTIZ: op. cit., Tomo II, pp. 364-365. De la transcripción del texto se puede observar cómo tres grandes señores sevillanos se encontraban de forma asidua en la Corte, ejerciendo, en el caso de don Álvar Pérez, su oficio concejil como Alguacil mayor por medio de sus tenientes.
[7] Ibídem, p. 376. Tal como indica Fuertes, aunque existe un poder Real en constante aumento y miembros de la Alta Nobleza ocupaban grandes cargos, “los Caballeros y la Baja Nobleza castellanas, incrementada con controvertidas concesiones de hidalguía y caballerías de privilegio, consigue el control del poder local y el ejercicio de sus principales magistraturas” (FUERTES: op. cit., pp. 197-198).
[8] ORTIZ: op. cit., Tomo II, p. 412. Como se puede comprobar, ya no aparece Don Enrique de Guzmán como Conde de Niebla, sino su hijo, Don Juan de Guzmán. Ello se debe a los hechos acaecidos en Gibraltar. Según narra Ortiz de Zúñiga, el conde recibió noticias de que la defensa de la plaza estaba mal pertrechada y partió hacia ella con su flota por el río con mucha nobleza. Le acompañaba su hijo con otras tropas por tierra. A pesar de las noticias recibidas, Gibraltar resistió y se vieron superados por un mal cálculo de las mareas. El conde volvía a las naves cuando comprobó que caballeros como Fernando de Monroy, Lope de Moscoso y Fernando y Pedro de Medina, entre otros muchos, eran superados. Decidieron volver a por ellos, pero al comprobar que podían naufragar reemprendieron el camino, si bien, no sin antes esperar a Pedro de Medina. La espera ocasionó que el bote naufragara y se produjera el ahogamiento del conde y de otros cuarenta caballeros. El cuerpo del conde fue rescatado por los muslmanes que no dudaron en exhibirlo colgado de una torre, donde se mantuvo hasta que su primogénito, Don Juan de Guzmán, ya como Duque de Medina Sidonia, tomó la plaza en 1462 (Ibídem, pp. 407-408). Sobre la forma en que tuvo lugar el final de la reconquista puede consultarse GARCÍA TURZA, Javier: “El final de la Reconquista”, en ÁLVAREZ PALENZUELA, Vicente Ángel (Coord.): Historia de España de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2011, pp. 493-495; MONSALVO ANTÓN, José María: Atlas Histórico de la España Medieval, Madrid, Editorial Síntesis, S.A., 2010, pp. 272-273.
Por otro lado, Don Pedro Ponce de León es mencionado como Conde de Arcos, título que añadió al de Señor de Marchena. El origen de este nuevo título otorgado a Don Pedro parte de la victoria sobre los Infantes de Aragón, a raíz de la cual se otorgó al Señor de Marchena el título de Conde de Medellín, en premio a su fidelidad a Don Álvaro de Luna -Condestable-, por documento de fecha 24 de febrero de 1431, con albalá de diciembre de 1429. Con el transcurso de los años, ya en 1438, la nueva rebelión contra el Condestable que acabó con su mandato produjo la pérdida del Condado de Medellín por Don Pedro Ponce de León, al ser devuelto el condado a Don Enrique -Infante de Aragón-. Sin embargo y como contrapartida, Don Pedro recibió la villa de Arcos con título condal el 7 de marzo de 1440 en Bonilla de la Sierra (CARRIAZO: op. cit.; MENÉNDEZ: op. cit., p. 243; ORTIZ: op. cit., Tomo II, pp. 377 y 416).
En la forma en que son concedidos los diferentes títulos nobiliarios queda constancia de una de las características que definen a tales concesiones. Se trata del impulso ascendente de sus titulares y la necesidad de la sanción de quien ostenta el poder. Lo cual implica que la nobleza titulada partía de la voluntad del monarca (MENÉNDEZ: op. cit., pp. 22 y 24). Para ver las características que debe cumplir un título nobiliario para que sea considerado como tal puede consultarse la obra MAYORALDO Y LODO, José Miguel de (Conde de los Acevedos): Historia y régimen jurídico de los títulos nobiliarios, Madrid, Ediciones Hidalguía-UNED, 2007, pp. 19-21 y 25-26. Sobre la concesión y el poder del monarca para otorgar títulos véase MAYORALDO: op. cit., pp. 22 y 24.
[9] Para profundizar sobre los conflictos relacionados con los Infantes de Aragón y con las guerras civiles de este periodo pueden consultarse: ÁLVAREZ ÁLVAREZ, César: “Los Infantes de Aragón”, en ÁLVAREZ PALENZUELA, Vicente Ángel (Coord.): Historia de España de la Edad Media, Barcelona, Ariel, 2011, pp. 727-744 y OLIVERA SERRANO, César: “Una etapa de guerras civiles”, en ÁLVAREZ PALENZUELA: op. cit., pp. 775-793.
[10] ORTIZ: op. cit., Tomo II, pp. 422-423. Tal actitud de servicio le valió la concesión de determinados privilegios. Entre ellos, el rey Juan II le concedió el 17 de febrero de 1445, desde Espinar de Segovia, el título de Duque de Medina Sidonia. Tal nombramiento ducal, de carácter muy excepcional, fue el primero concedido en Andalucía. La villa estaba en poder de Don Juan de Guzmán desde 1440, año en que la permutó a cambio de La Algaba, Alaraz y El Vado de las Estacas con otro Don Juan de Guzmán, hijo del maestre de Calatrava (ORTIZ: Ibídem, p. 425; SÁNCHEZ SAUS: “Juan de Guzmán”)
[11] ORTIZ: op. cit., Tomo II, p. 428.
[12] ORTIZ: op. cit., Tomo III, p. 4.
[13] Ibídem, pp. 15-16. Su carácter era mucho menos colérico y mucho más afable que el de su tío, a quién representaba en el cargo.
[14] Ibídem, pp. 22-24. En el siguiente artículo se ofrece un desarrollo más detallado sobre la relación entre la nobleza y la Iglesia de Sevilla en cuanto a la ocupación de las Iglesias por sus patronos con fines militares en las luchas banderizas: DÍAZ IBÁÑEZ, Jorge: “Iglesia y nobleza en la Sevilla bajomedieval”, en Anuario de Estudios Medievales, 39/2, julio-diciembre de 2009, pp. 896-899.
[15] ORTIZ: op. cit., Tomo III, pp. 24-25. A modo de ejemplo, sobre la crudeza en los combates se puede citar el caso de la Iglesia de San Marcos. Fue incendiada durante los altercados civiles acaecidos en la ciudad en 1471 por deudos de Don Rodrigo Ponce de León, al estar ocupada por partidarios de Don Enrique de Guzmán (DÍAZ: op. cit., p. 898). Un análisis sobre el origen de los diferentes linajes sevillanos con objeto de comprobar la importancia y el estrato social de procedencia de cada uno de ellos se ofrece en SÁNCHEZ SAUS, Rafael: “Los orígenes sociales de la aristocracia sevillana del siglo XV”, en La nobleza andaluza en la Edad Media, Granada, Universidad de Granada y Universidad de Cádiz, 2005, pp. 1127.
[16] ORTIZ: op. cit., Tomo III, pp. 41-44. Tal como indica Ortiz de Zúñiga en sus Anales, no haber tomado parte por uno u otro bando era motivo de elogio para el Rey, aunque poco más adelante comenzó a no estar bien visto por los banderizos (Ibídem, p. 55).
[17] Ibídem, pp. 51-52.
[18] Una nueva muestra de la vivencia en la calle de la nobleza sevillana, según Morales, “de tradición urbana” (MORALES MÉNDEZ, Enrique: “La nobleza sevillana. Sus luchas y su arquitectura”, en Laboratorio de Arte, 7-1994, http://dx.doi.org/10.12795/LA.1994.i07.04), p. 97).
[19] Ortiz: op. cit., Tomo III, pp. 53-54. Con respecto al origen del marquesado de Cádiz se ha de partir del año 1466, cuando en la disputa entre el rey Enrique IV y el Infante don Alonso por el trono de Castilla, el Infante cede la plaza al Conde en una concesión condicionada por los servicios prestados. Con posterioridad, tras la muerte del Infante-Rey don Alonso, la cesión será confirmada por Enrique IV en 1469 y con título de marqués en 1471 (Ibídem, pp. 41 y 51-52; SÁNCHEZ SAUS: “Juan Ponce de León”; SÁNCHEZ SAUS: “Rodrigo Ponce de León”).
[20] ORTIZ: op. cit., Tomo III, pp. 54-55.
[21] Ibídem, pp. 55-56.
[22] Ibídem, pp. 57-58.
[23] Ibídem, p. 58.
[24] Ibídem, pp. 61-62.
[25] Ibídem, pp. 63-64. Se puede observar cómo entre los asistentes no solo existen miembros de la nobleza, sino también miembros del clero, y cómo han llegado también a las altas esferas eclesiásticas grandes linajes como los Solís (para ver como fue el ascenso de los diferentes linajes en la esfera de la Iglesia puede consultarse DÍAZ: op. cit., pp. 879-888).
[26] ORTIZ: op. cit., Tomo III, pp. 68-70. Para ver una síntesis sobre el reinado de los Trastámara en Castilla durante el siglo XV puede consultarse la obra MONSALVO: op. cit., pp. 234-235.
[27] Ibídem, pp. 70 y 72-73. Sobre la política seguida por los Reyes Católicos véase PARDO DE GUEVARA VALDÉS, Eduardo: “El reinado de los Reyes Católicos: política interior”, en ÁLVAREZ PALENZUELA: op. cit., pp. 877-905.
[28] ORTIZ: op. cit., Tomo III, pp. 89-93.
[29] Ibídem, pp. 93-95.
[30] Ibídem, p. 95.
[31] Según Menéndez Pidal, esta supremacía de los monarcas llevó a situarlos un escalón por encima de la nobleza. Los Reyes, a partir de ahora dejarían de ser un primus inter pares (MENÉNDEZ: op. cit., p. 235). Muestra de ello se puede comprobar en MARTÍN RODRÍGUEZ, José Luis: Manual de Historia de España 2. La España medieval, Madrid, Historia 16, 1993, pp. 492-494.
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