El año 68 d. C. el Imperio romano dio su primer gran traspiés desde el punto de vista institucional. Durante casi un siglo de estabilidad –desde que en torno al año 27 a. C. Augusto constituyese una firme autocracia en torno a su persona– la sucesión se había producido con sorprendente suavidad, siempre entre personas de la misma familia, miembros de la poderosa dinastía Julio-Claudia. Pero su último representante, el emperador Nerón, sufrió un golpe de Estado orquestado por la aristocracia y clases más pudientes, lo que abrió un espantoso periodo de inestabilidad y dio lugar a la tan temida guerra civil. De la noche a la mañana ya no se podía confiar en la legitimidad dinástica imperial, lo que dio lugar a un periodo de gran inestabilidad conocido como el año de los cuatro emperadores, en el que Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano, en lucha constante entre sí, se sucedieron en el trono. El reguero de sangre resultante fue terrible, y la anarquía política tuvo asimismo gravísimas repercusiones, al suscitar peligrosas rebeliones como la de los bátavos, en la desembocadura del Rin. Tras año y medio de intrigas, luchas de poder, espectaculares batallas e innumerables muertes, logró afianzarse en el poder Vespasiano, quien restauró finalmente la paz e instauró una nueva dinastía, la Flavia, que abriría una nueva etapa en la historia de Roma.
Los últimos errores de Nerón por Jerry Toner (Churchill College, Cambridge University)
El cuento tuvo un inicio casi perfecto. Nerón se halló en el solio imperial con apenas dieciséis años de edad. Pero, a pesar de su juventud, sus primeros pasos alentaron la esperanza de que podría ser un emperador competente y justo. Todo parecía presagiar un reinado brillante. Pero, una vez hubo transcurrido un periodo de luna de miel, el verdadero carácter de Nerón empezó a revelarse de forma progresiva.
Capax imperii nisi imperasset. El rocambolesco reinado de Galba por John Drinkwater (University of Nottingham)
En abril del año 68, en Hispania, Servio Sulpicio Galba se rebeló contra el emperador Nerón. Apenas dos meses más tarde las tropas pretorianas y el Senado de Roma le proclamaron, in absentia, sucesor de Nerón. Pero su reinado fue breve. A mediados de enero del año 69 fue asesinado en el foro.
Concatenando desgracias. Del golpe de Otón a la batalla de Bedriaco por David Soria Molina
Probablemente, de haber sabido de la tormenta que, avanzando desde los distritos militares de Germania Inferior y Superior, se cernía sobre la Urbe e Italia, Otón no habría adoptado la funesta decisión de tomar al asalto el trono de los césares para arrebatárselo al hombre, Galba, a quien hasta entonces había apoyado sin reservas. Mas, al término de la terrible jornada del 15 de enero del año 69, Otón se erigía ya como nuevo emperador y, por lo tanto, en el objetivo evidente de los ejércitos del Rin, que recientemente habían aupado a la púrpura por su cuenta a Aulo Vitelio. La sangre de Galba y de su efímero sucesor, Calpurnio Pisón, seguía aún fresca sobre el pavimento de Roma cuando quien ordenara su derramamiento tuvo al fin conocimiento de la totalidad de la situación.
Construyendo al líder. Tito Flavio Vespasiano por Miguel Ángel Novillo López (Universidad Nacional de Educación a Distancia)
Los conflictos civiles de los años 68 y 69 acabaron con la dinastía Julio-Claudia, lo que puso de manifiesto que desde ese momento el emperador no solo debía asegurarse la adhesión de Roma y de Italia, sino que, además, debía contar con el apoyo de las provincias y de los efectivos militares en ellas asentados. El resultado del conflicto puso de manifiesto la posibilidad de poder elegir a un emperador fuera de Roma. La dinastía Flavia, que se instauró como consecuencia inmediata de un conflicto civil, puso de manifiesto la fuerza de los ejércitos provinciales frente a las cohortes pretorianas. Los asimismo conocidos como emperadores Flavios se apoyaron en los caballeros, quienes terminaron sustituyendo a los libertos imperiales en los altos cargos de la administración central.
A punta de espada. Los gladii de tipo Maguncia y Pompeya por Gustavo García Jiménez
Tres son los aspectos que resultan fundamentales para definir algunas de las principales particularidades de las espadas romanas de aquellos tiempos: el primero, su aspecto simbólico; el segundo, precisamente en el arma envainada y las formas que se emplearon para sostener el gladius (pl. gladii) y proteger sus partes más sensibles; el tercero y más importante solo será posible analizarlo con la hoja al descubierto y el hierro despierto, porque solo de este modo podrá comprenderse la capacidad para intimidar, amenazar, y por supuesto matar que tenían estas armas.
Guerra en el Rin. Julio Civil y la rebelión de los bátavos por Manuel Fernández-Götz (University of Edinburgh)
Los bátavos eran un grupo tribal germánico que se asentó en el delta del río Rin, en los actuales Países Bajos, en unas tierras supuestamente casi vacías. Durante la dinastía Julio-Claudia, el número de tropas auxiliares que los bátavos aportaron al Ejército imperial fue inusualmente alto. La tradicional alianza entre los bátavos y el Imperio romano llegó temporalmente a su fin en el marco de los acontecimientos del llamado “año de los cuatro emperadores” (69 d. C.), cuando la inestabilidad llevó a varias revueltas regionales, de las cuales la más importante fue la que tuvo lugar en la zona del Rin con los bátavos como principales (aunque no únicos) protagonistas.
El fin de la inestabilidad. La batalla de Cremona y el triunfo de Vespasiano por Francisco Gracia Alonso (Universitat de Barcelona)
El efímero reinado de Vitelio estará marcado por su carácter autoritario y depravado. Tras una entrada triunfal en Roma y ser reconocido como emperador por el Senado el 19 de abril, sus defectos no hicieron sino ampliarse. De hecho, su reinado había sido contestado antes incluso de iniciarse. Las legiones estacionadas en Judea y Siria habían proclamado emperador a Vespasiano. Nos aproximamos, así, al último enfrentamiento entre dos contendientes de la terrible guerra civil.
Las actas de los arvales del año 69, el secreto del Imperio y la nueva dinastía de los emperadores Flavios por Joaquín Ruiz de Arbulo Bayona (Universitat Rovira i Virgili)
Fueron unos pocos meses, desde el suicidio de Nerón en junio del año 68 hasta la llegada de Vespasiano a Roma en octubre del año 70, que marcaron un antes y un después en la historia de Roma. Bastaba contar con el apoyo decidido de alguna o algunas de las veintiocho legiones en armas estacionadas a lo largo de las larguísimas fronteras del Imperio para conseguir un nuevo nombramiento imperial. Eso sí, el siguiente paso exigía enfrentarse en batalla con otras legiones hermanas para derrocar al emperador reinante. Perdidas las referencias dinásticas ¿cómo lograr entonces consolidar y estabilizar el poder conseguido con la guerra? Era preciso desarrollar una nueva política de exaltación personal para asegurar el nuevo mandato. Se inició así un proceso complejo a la vez de carácter augural, religioso, legal, ceremonial, social y económico para legitimar al nuevo régimen. Fue una enorme operación de Estado y por supuesto también de propaganda.