Normandía (II) Utah y Omaha

Desperta Ferro Contemporánea

n.º 41
Septiembre 2020
desembarco de Normandía (II) Utah y Omaha Día D
7€IVA incluido

Una ligera bruma se alza sobre la costa normanda, justo al alba, un fenómeno habitual que sin duda los soldados alemanes que vigilan la costa conocen bien. Pero aquel no es un día cualquiera. La mayoría han sido informados de que, desde primera hora de la madrugada, se combate fieramente en el interior de la península de Cotentin, y en la orilla este del río Orne. Tal y como contamos en Desperta Ferro Contemporánea n.º 33, miles de paracaidistas aliados han saltado sobre Francia. En Colleville, Saint Laurent, Vierville o La Madeleine, los soldados de Hitler, atrincherados en sus búnkeres, saben sin duda que ha llegado el día. Tras el bombardeo aéreo llegan los proyectiles de la Marina y, tras estos, entre el humo de los incendios, se hacen visibles las lanchas de asalto. También para ellos, ha llegado el Día-D, el día más largo. Este número de Desperta Ferro Contemporánea quiere evocar, precisamente, los combates durante el desembarco de Normandía en las playas Utah y Omaha. Acompañaremos a los soldados norteamericanos desde los ejercicios de entrenamiento en Inglaterra, algunos letales, hasta las lanchas de desembarco, y de ahí a las playas, donde pasarán a formar parte de la historia.

Un plan para reconquistar Europa por Stephen C. Kepher

Un plan para reconquistar Europa por Stephen C. Kepher

Durante el año 1943, los aliados celebraron cinco cumbres. En ellas se suscitó un gran debate en torno a la conveniencia y el momento propicio para un ataque a través del canal de la Mancha. ¿Qué iban a elegir los aliados? En 1943, los aliados tenían dos opciones: la concentración de fuerzas para ejecutar un asalto anfibio tan pronto como fuera posible, que preconizaban los estadounidenses, o la idea británica del “picador”, combatir a los alemanes en teatros de operaciones secundarios, especialmente en el Mediterráneo, a la espera de que los nazis se debilitaran. Gracias, fundamentalmente, al trabajo del teniente general británico sir Frederick Morgan y a su pequeño equipo de planificación formado por militares británicos, canadienses, estadounidenses, sudafricanos y australianos, los jefes del Estado Mayor Combinado y sus superiores políticos dispusieron de un plan viable de asalto a través del canal para su análisis y aprobación. Así, los aliados fueron capaces de atacar Omaha, Uta y demás playas de Normandía el 6 de junio de 1944 por obra del COSSAC (Chief of Staff to the Supreme Allied Commander, “jefe del Estado Mayor del Comandante Supremo Aliado”), nombre que recibieron Morgan y su equipo.

A la espera de la ofensiva por Peter Lieb (ZMSBw)

A la espera de la ofensiva por Peter Lieb (ZMSBw)

A finales de octubre de 1943, el Generaloberst Hans von Salmuth, comandante del decimoquinto ejército, escribió una carta entre oficial y privada a Alfred Jodl, jefe de operaciones del Estado Mayor del OKW, en la que le transmitía una impresión cruda y directa acerca del estado de las secciones del “Muro del Atlántico” bajo su mando en la costa belga y del norte de Francia. En su opinión, en realidad esta no era una fortificación sólida y continua, sino “un cordón fino, frágil en muchas partes, que en determinados puntos tiene algunos nuditos más firmes”. También los soldados, a los que Von Salmuth denominaba de forma poco halagüeña como “agrupaciones de lactantes” por la enorme proporción de jóvenes reclutas, eran en parte de una calidad dudosa. Por último, el Generaloberst avisaba de los numerosos solapamientos de competencias, “dignos de un idiota”, que iban a producirse durante la esperada batalla defensiva. “Ninguna invasión enemiga se estrellará contra el Muro del Atlántico”, advertía Von Salmuth, por mucho que este existiera desde hacía casi dos años.

Omaha la sangrienta por Olivier Wieviorka

Omaha la sangrienta por Olivier Wieviorka

De los muchos desafíos a las que tuvieron que someterse los soldados estadounidenses que desembarcaron en Normandía, la playa de Omaha fue sin duda el más duro. En marea baja era una amplia extensión de arena cuajada de obstáculos, pero a pesar de estos, para los soldados era una sábana vacía batida por el fuego de las ametralladoras y los cañones enterrados bajo el hormigón de las posiciones alemanas. Para aquellos que consiguieran cruzarla, el único lugar que ofrecía cierto asilo era un pequeño terraplén de guijarros, dejados por décadas de mareas, pues hasta allí llegaba la línea de la pleamar; mientras que para los que no, al mar ascendente solo iban a hacerle falta algunas horas para convertirse en su mortaja. Por supuesto, el terraplén solo era una etapa. Uno de los oficiales presentes afirmó con contundencia que solo dos tipos de hombres permanecían allí, los que estaban muertos y los que iban a morir. Quienes quisieran evitar tan funesto destino tenían que cortar la alambrada situada más allá del terraplén, y cruzar los campos de minas que había detrás para ascender a las alturas que dominaban la playa, donde estaban los blocaos de los alemanes, para destruirlos. Solo entonces remitió un poco la pesadilla, pero para entonces unos tres mil hombres yacían sobre Omaha la sangrienta.

Tríptico del desembarco en Omaha

Tríptico del desembarco en Omaha

El número viene con un tríptico cartográfico, en el que hemos incluido, por un lado, un mapa a tres páginas de las primeras horas del desembarco en la playa Omaha. En él, el lector podrá apreciar cómo las lanchas de asalto se desviaron hacia el este a causa de las corrientes, y acabaron llegando a tierra mezcladas con los equipos de demolición de los ingenieros, encargados de despejar las defensas de la playa. También podrá apreciarse el desembarco de los rangers, así como las posiciones defensivas alemanas (los Widerstandsneste), en las que se detallan las armas instaladas en búnqueres defensivas construidos con hormigón. Finalmente se muestra cuáles fueron las primeras unidades estadounidenses en salir de la playa Omaha, y por dónde. En el otro lado del tríptico hemos incluido dos mapas. Uno a doble página en el que se podrá ver el progreso de las tropas estadounidenses hacia el interior, y uno simple en el que se describe el asalto de los rangers a la batería de la Pointe du Hoc.

El entrenamiento para el Día D por Giles Milton

El entrenamiento para el Día D por Giles Milton

Eran las 2.03 horas de la mañana del 28 de abril de 1944, y una enorme flotilla de naves estadounidenses se estaba acercando a Slapton Sands, en la costa sudoeste de Inglaterra, para participar en un entrenamiento militar crucial de cara a los desembarcos del Día D: el ejercicio Tiger. Se trataba de un ensayo de la que iba a ser la operación anfibia más grande de la historia en el que participaban trescientas embarcaciones y treinta mil hombres, la totalidad de la Fuerza U, que sería la encargada de atacar la playa Utah, con el fin de que los comandantes aliados pudieran estudiar los resultados y afinar su plan para Normandía. Lo que sucedió entonces iba a poner de relieve fallos importantes en el programa de entrenamiento y en el asalto anfibio planeado. Unas semanas después, si lo permitía el clima, se llevaría a cabo la Operación Overlord, para la que llevaban preparándose, durante meses de riguroso entrenamiento, los 2 877 000 soldados, marinos y aviadores reunidos en Gran Bretaña. El ejercicio Tiger también había sido diseñado para poner a prueba su resolución, su preparación y su actuación en medio de una batalla simulada.

El desembarco en la playa Utah por Stephen Badsey (University of Wolverhampton)

El desembarco en la playa Utah por Stephen Badsey (University of Wolverhampton)

Situada en el lado oriental del istmo de la península de Cotentin, la playa Utah era el enclave más aislado de los cinco elegidos por los aliados para el desembarco del Día D. Sin embargo, los estadounidenses –al igual que los alemanes, una vez conocieron el inicio de la invasión– consideraban que esta playa era la más importante de todas, y también la más vulnerable. Era allí donde había más posibilidades de que los aliados sufrieran un desastre, aunque a pesar de todo lo que salió mal –incluido el hecho de que se desembarcó en un lugar equivocado–, la mezcla de liderazgo cualificado, suerte y debilidad de las defensas alemanas tuvo como resultado un triunfo casi completo en este sector de la invasión, en el que, a diferencia de en la playa de Omaha, los atacantes sufrieron la menor cifra de bajas de toda la jornada. Las defensas costeras del Muro del Atlántico en la baja Normandía se habían construido de acuerdo con la convicción de que, ya fuera durante los desembarcos o inmediatamente después, los aliados iban a necesitar capturar Cherburgo, el mayor puerto de la región, situado en el extremo septentrional de Cotentin; por ello, entre las dunas de la vertiente oriental de la península se establecieron dieciocho complejos de búnkeres, conocidos como Widerstandsnester.

La logística estadounidense en el Día D por Peter Caddick-Adams (UK Defence Academy)

La logística estadounidense en el Día D por Peter Caddick-Adams (UK Defence Academy)

Más que de cualquier otro factor, la invasión de Normandía en 1944 fue un triunfo de la logística. Para derrotar a los alemanes, tuvo que llegar hasta Gran Bretaña a través del océano Atlántico, y luego cruzar el canal, una inmensa cantidad de todo tipo de mercancías. Algunas de ellas eran imprescindibles, como el armamento: 137 000 jeeps, camiones y transportes semioruga, 4217 carros de combate y otros vehículos sobre orugas y 3500 piezas de artillería; otras eran muy necesarias, como la inmensa red logística que se encargaría de suministrar dicho material, las piezas de repuesto para repararlo y el personal encargado de luchar con él o de mantenerlo en óptimas condiciones. Finalmente, la logística de los aliados, y muy especialmente la de los estadounidenses, también incluyo una serie de artículos “innecesarios”: 204,4 millones de litros de cerveza, 15 millones de preservativos, medias de nylon o cigarrillos. No era solo un ejército lo que se ponía en marcha, sino una idiosincrasia, una forma de hacer la guerra basada en el consumo de material antes que en el gasto de vidas, en proporcionar al soldado el mayor confort posible, dentro de las terribles condiciones que se veía obligado a sufrir, aunque Normandía nunca llegara a ser Stalingrado.

Los franceses ante el desembarco por Dominique Lormier

Los franceses ante el desembarco por Dominique Lormier

Cuando los aliados desembarcaron en Utah, Omaha y las demás playas de Normandía el 6 de junio de 1944, la población francesa llevaba sufriendo la ocupación alemana desde hacía varios años, y también había tenido que soportar los bombardeos aéreos angloamericanos. Normandía había sido una región especialmente afectada por las bombas de la aviación aliada, que habían causado numerosos destrozos en pueblos y ciudades, y varios miles de víctimas civiles, entre muertos y heridos. Una estimación eleva a sesenta mil los fallecidos en todo el país, sobre todo en 1944, por este motivo. Una de las poblaciones más afectadas por los bombardeos aliados fue Caen. El 6 de julio de 1944, el mariscal Montgomery solicitó un descomunal raid de la RAF sobre la ciudad, con el fin de limitar las pérdidas británicas y de abrir una brecha en el dispositivo enemigo en este sector. Durante la noche del día siguiente, 457 bombarderos Lancaster y Halifax atacaron el casco urbano, donde provocaron la muerte de 350 civiles.

La ofensiva republicana sobre Huesca por Juan José Oña Fernández

Y además, introduciendo el n.º 42, La ofensiva republicana sobre Huesca por Juan José Oña Fernández

Con la finalidad de frenar el avance del Ejército nacional hacia Bilbao, los días 12 y 16 de junio de 1937 se lanzaron sendos ataques gubernamentales contra la cercada ciudad de Huesca y su entorno próximo (10 kilómetros de radio), protagonizados, bajo una activa y considerable presencia aérea antagonista, por más de veinte mil combatientes en cada bando, con artillerías reforzadas y una unidad acorazada republicana con entidad de Batallón. La fallida ofensiva liquidó definitivamente tanto la determinación de conquistar la capital, intentada anteriormente en tres ocasiones (agosto y octubre de 1936 y abril de 1937), como la aspiración de, influir decisivamente en la evolución de la guerra. sin embargo, el propósito y la idea de maniobra se extrapolarían a fines de año, con resultado distinto, sobre otra capital aragonesa: Teruel. Durante el conflicto civil, el territorio provincial oscense se caracterizó por su consideración de frente secundario y por la influencia de la situación político-militar republicana (central, aragonesa y catalana) en la dinámica bélica local.

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