testudo columna trajana

Representación del testudo en la Columna Trajana de Roma, monumento concluido en 113 d. C.

El azar, y mi experiencia en recreación militar romana, hicieron que, en agosto de 2015, César Solar, gerente de la empresa All 4 Action, me ofreciera trabajar como asesor histórico para la filmación de una escaramuza entre legionarios y un grupo de rebeldes judíos. Aunque entonces lo ignorase, se trataba de la secuencia de inicio de la película Risen de Kevin Reynolds, conocida en España como Resucitado. Un contingente de 130 legionarios romanos debía tomar al asalto un muro de casi dos metros de altura defendido por zelotes y Solar aún no tenía claro cómo resolver esta escena que iba a rodarse en el desierto almeriense de Tabernas. En ese momento se me ocurrió que la mejor solución podría ser una rampa de testudo.

El testudo

El testudo, la famosa “tortuga” romana, se trataba de una formación muy compacta en la cual los legionarios creaban una techumbre con los escudos cubierta por el frente y, en ocasiones, los costados. Según las fuentes textuales, la parte superior de esta “caja” en ocasiones podía inclinarse para formar una rampa por la que otros soldados asaltaban una muralla. La idea convenció al coordinador de las escenas de acción, así que realicé un dossier ilustrado y, más tarde, un storyboard que no suponía tanto una guía visual de los planos sino un modo de mostrar las distintas fases de la maniobra. La testudo ramp agradó al director, ya que aunaba espectacularidad visual con verosimilitud, al tiempo que le permitía filmar algo hasta entonces inédito en el cine. Mi carrera en Hollywood estaba a punto de comenzar y, a decir verdad, yo no las tenía todas conmigo. Aunque poseía experiencia en la instrucción de un reducido número de recreacionistas en maniobras que incluían el testudo, no se trata de una operación sencilla, había que adiestrar a un gran número de gente en muy poco tiempo, y sobre todo ignoraba si la rampa de testudo era realmente funcional.

El testudo se empleada con fines defensivos y suele mencionarse en dos contextos: para proteger a los soldados de los proyectiles enemigos o para aproximarse a una muralla durante un asedio. Dion Casio menciona el uso del testudo en las marchas de la campaña parta de Marco Antonio hacia 36 a. C. Los bagajes, los jinetes y el personal sin escudo se situaban en el centro de la columna, mientras que los legionarios y los auxilia formaban la “tortuga” en el exterior y protegían al resto. A pesar de la imagen cinematográfica de legionarios cargando en testudo, como en La Legión del águila de Kevin MacDonald, sabía que una formación tan densa obliga a los soldados a apiñarse demasiado como para combatir y, desde luego, les impide correr.

El espacio entre legionarios resultaba de vital importancia en el modo de lucha romano, como quedó de manifiesto en Cannas tras el movimiento de pinza de Aníbal. Según Polibio, el espacio ideal ocupado por un legionario en una formación de batalla era un cuadrado de seis pies romanos (1,8 x 1,8 m). En su tratado militar, Vegecio considera que cada legionario debería abarcar un frente de tres pies (0,9 m) y que, entre cada fila, debería existir una distancia de siete (2,1 m). Dicho espacio sería necesario tanto para arrojar el pilum como para luchar con la espada. En otras palabras, si se desea combatir, el testudo ha de romperse.

Para cubrir los costados del testudo, una columna de legionarios ha de estar “intercalada” en cada lado (ver figura), lo cual dificulta una marcha apresurada, no digamos ya una carga. La evolución desde el testudo a una formación abierta −o a la inversa− no sólo requiere tiempo, sino que además implica una variación enorme en la densidad del cuadro y, por lo tanto, en la superficie y el frente de batalla que ocupa. Todo ello posee infinidad de implicaciones prácticas, dado que cualquier despliegue desde el testudo a una formación abierta ha de iniciarse en las columnas de los extremos del cuadro, para irse sumando, progresivamente, las del interior. En definitiva, las escenas en las que una legión forma en testudo ante una descarga de proyectiles poco antes del cuerpo a cuerpo, como sucede en Gladiator de Ridley Scott, están falseadas en el montaje.

testudo

Distancia entre combatientes en testudo y en formación abierta según Giuseppe Cascarino.

El testudo suponía un sustituto improvisado de máquinas de asedio como la vinea, una estructura de madera cubierta con pieles que permitía a los sitiadores aproximarse a las murallas a salvo de los proyectiles. Un recurso que no sólo era habitual en el ejército romano, ya que Julio César lo menciona entre los galos (BG II.6):

«Una vez que han reunido un gran número de gente alrededor de la muralla y lanzan contra ésta las primeras descargas de piedras por todas partes hasta dejarla libre de defensores, forman la “tortuga” con los escudos, se acercan a las puertas y empiezan a batir el muro…»

La rampa de testudo suponía ir un paso más allá, en caso de no contar con medios para escalar las defensas. La descripción más detallada de esta maniobra procede de Tito Livio (44.9.6-10) cuando narra la toma de Heraclión (169 a. C.) durante la Tercera Guerra Macedónica:

«Después de realizar varias maniobras, formaron un cuadro compacto con los escudos sobre sus cabezas, juntando unos con otros; los de la fila frontal los mantenían erectos; los de la segunda, ligeramente inclinados; los de la tercera y cuarta, más y más inclinados; finalmente, los de la última fila hincaban la rodilla en tierra. De esta manera, formaron una “tortuga”, que se inclinaba como el techo de una casa. […] Un testudo formado de esta manera se acercó hasta la parte más baja de la muralla. Cuando los soldados que estaban montados sobre aquel se acercaron hasta la muralla se encontraron a la misma altura que los defensores; una vez expulsados éstos, dos manípulos lograron saltar dentro en la ciudad. La única diferencia, respecto al juego de circo, fue que los de la primera fila y los de los laterales no pusieron sus escudos encima de sus cabezas, por temor a exponerse, manteniéndolos al frente como en una batalla».

Livio nos dice que esta rampa había sido realizada por jóvenes romanos que “adaptaron unos juegos de circo a las necesidades de la guerra”. El historiador paduano escribió Ab urbe condita un siglo y medio después de los hechos y, en cuestiones militares, se le considera una fuente poco fiable. Cornelio Tácito (Historias IV.23) menciona de nuevo a la rampa de testudo cuando narra cómo un ejército de bátavos y otros pueblos germanos intenta tomar un campamento romano. Durante el asalto, los bárbaros forman una rampa con los escudos y emplean rudimentarias máquinas de asedio, “algo insólito en ellos”, siguiendo las indicaciones de desertores y prisioneros romanos. A la postre tales innovaciones resultaron infructuosas, ya que el ataque fue desbaratado por la artillería romana.

Aunque Dion Casio (49.39.3) asegura que el techo creado por los escudos solapados en testudo resultaba lo bastante sólido como para que un carro pasara por encima, al elaborar mi storyboard ignoraba el crédito que debía otorgar a estos pasajes. Las únicas reconstrucciones visuales que conocía eran grabados del Renacimiento y el Barroco, que muestran legionarios formando tortugas de varios niveles para expugnar fortificaciones de incluso una decena de metros de altura.

De la teoría a la práctica

Como ilustrador era −y sigo siendo− consciente de que “el papel lo aguanta todo”. Las ilustraciones pueden servir de una gran ayuda en cualquier recreación, pero cuando intentas trasladar esa imagen al mundo real siempre surgen problemas inesperados.

Una vez en Almería, la capital del spaghetti western, nuestro desafío más inmediato fue conseguir que 130 personas, en su mayoría jóvenes sin formación militar, parecieran un ejército. Desde un punto de vista táctico, la unidad básica del ejército romano altoimperial era la centuria, teóricamente compuesta por 80 legionarios. Dos centurias formaban un manípulo en el que la primera unidad combatía por delante de la segunda, y tres manípulos constituían una cohorte de 480 hombres. Dado que sólo contábamos con 130 individuos, entre extras y especialistas, quise recrear el funcionamiento de un manípulo con dos centurias mermadas. Mi propuesta para el asalto del muro defendido por zelotes era, en definitiva, la siguiente:

  1. Las dos centurias avanzan hacia el muro, una tras otra.
  2. Antes de entrar en alcance de los proyectiles, la segunda centuria atraviesa a la primera por los pasillos creados entre las columnas y, al salir por el frente de batalla, la unidad forma en testudo.
  3. El testudo avanza hasta los pies del muro y crea una rampa.
  4. La primera centuria escala por la rampa hasta la parte alta del muro.

comic testudo el clan del cuervo

Joseph Fiennes, el protagonista de la película, insistió en que su instructor en esgrima romana estuviera presente en los ensayos. Se trataba de Dario Battaglia, fundador del grupo gladiatorio Ars Dimicandi, quien ya había trabajado como asesor en táctica romana para la serie Roma de la HBO. La química personal afloró al instante y, lejos de suponer una interferencia, su estudio sobre el funcionamiento de los manípulos supuso una ayuda inapreciable. El equipo de instrucción estuvo formado por el actor Jon Bermúdez, antiguo miembro de los Grupos de Operaciones Especiales (GOE), Joaquín de Diego, asesor histórico de varias fiestas de recreación, además de Miguel Díaz de Espada y Eduardo Calle, compañeros de El Clan del Cuervo. Algunos soldados de la Brigada “Rey Alfonso XIII” II de La Legión que se hallaban de permiso se presentaron al casting y colaboraron de forma espontánea. Nuestros “legionarios auténticos” se integraron a la perfección en el improvisado escalafón jerárquico.

El primer escollo surgió por el escaso rigor de las réplicas de armas y vestuario. Dejando de lado los yelmos de fantasía y las segmentatas de cuero, los escudos de la empresa de atrezo, inspirados en los relieves de la Columna Trajana, cuyo tamaño está escalado para destacar las figuras humanas, resultaban demasiado pequeños para formar en testudo. Hubo que fabricar sobre la marcha unos scuta de fibra de vidrio, con las dimensiones aproximadas de un hallazgo de Dura Europos (1,02 x 0,83 m). En la película es posible ver ambos modelos.

testudo ensayo

La utilidad del testudo es tal que, en la actualidad, las unidades antidisturbios aún lo utilizan como recurso defensivo. Baste recordar las formaciones de escudos superpuestos en las revueltas de marzo de 2014 en la Plaza de la Independencia de Kiev. La funcionalidad de la “tortuga” romana, en definitiva, está fuera de duda y existen imágenes de manifestantes trepando por encima de los policías, como en las protestas de Caracas de febrero de ese mismo año. No obstante, la posibilidad de que una rampa formada por escudos supusiera una plataforma lo bastante estable como para que un gran número de legionarios con panoplia completa escalara por ella resultaba una incógnita (al menos por mi parte).

kiev policía testudo

caracas policía testudo

A pesar de desarrollarse en un contexto en el que primó en todo momento lo artístico sobre la investigación, las prácticas nos permitieron realizar una labor de arqueología experimental durante cinco días de ensayos y seis de rodaje con un número relativamente elevado de participantes. Circunstancia que no suele ser habitual, ni siquiera en el ámbito de la recreación histórica. Gracias a ello pudimos alcanzar una serie de conclusiones.

La primera hilera de escudos ha de estar bien asentada en el muro, dado que el resto de filas se apoya sobre ella. Los legionarios de la última hilera han de arrodillarse para colocar el escudo a la espalda, o bien sentarse en el suelo de espaldas a sus compañeros, evitando que se forme un “escalón” demasiado elevado para quienes emplean la rampa. Puesto que los scuta se superponen en hileras como tejas, el peso de los asaltantes se reparte de forma bastante homogénea entre los miembros de la formación. Sin embargo, resulta conveniente que, además de la mano izquierda, el escudo cuente con otro punto de apoyo, que puede ser la diestra, la cabeza protegida por el casco, o ambos. Otro problema fue que las tachuelas de las suelas de las caligae hacían que dicha plataforma resultase resbaladiza, en especial en esa última hilera de escudos que, a la fuerza, presenta una mayor pendiente. A pesar de que las réplicas estaban hechas de fibra de vidrio, también debía de suceder con los scuta romanos. La mejor solución era pisar sobre los umbones. Una vez superadas tales dificultades, la rampa resultaba plenamente funcional.

El scutum romano rectangular o “semicilíndrico” poseía una curvatura que lo asemejaba a una teja. Los legionarios luchaban con la cara interna pegada al cuerpo, como muestran relieves como los del Tropaeum Traiani de Adamclisi (Rumanía) e infinidad de imágenes de gladiadores de tipo murmillo o secutor. De esta forma, el escudo “envolvía” al luchador y le protegía el flanco izquierdo. Este diseño podría tener una utilidad añadida. El deslizamiento o giro de los escudos, en el caos de una formación tan compacta, resulta habitual cuando el testudo se halla en marcha y puede hacer que la techumbre pierda cohesión o presente huecos. La forma de teja del scutum romano contribuye a que los escudos encajen unos sobre otros evitando el deslizamiento lateral; los umbones asimismo sirven de tope para que no se desplacen en sentido longitudinal. A pesar de que la experiencia de El Clan del Cuervo con escudos altomedievales evidencia que es posible crear un rudimentario testudo, su forma circular hace difícil que no existan huecos y, al ser planos, una disposición uniforme parece una quimera.

No cabe duda de que la rampa de testudo carece de sentido ante murallas de entidad. La posibilidad de crear varios niveles de scuta superpuestos, como muestran algunos imaginativos grabados, parece del todo improbable. No obstante, esta maniobra puede suponer un recurso eficaz para expugnar una empalizada o un muro de 2-3 metros. Los campamentos de campaña romanos, llamados castra aestiva, estaban defendidos por una fosa en V, un terraplén o agger, y una empalizada de ramas entrelazadas (lorica) o estacas portátiles conocidas como pila muralia. El tratado De munitionibus castrorum de Pseudo-Higinio aconseja que el agger tenga una altura de al menos seis pies romanos y la fosa una profundidad de tres. Este desnivel en pendiente de nueve pies, es decir, unos 2,7 metros, podría ser rebasado gracias a una rampa de testudo. Parece factible que, tal como relata Tácito, los germanos aprendieran a realizar esta rampa como medida complementaria a las escalas. Las defensas de los campamentos romanos de invernada, con unas dimensiones similares a los castros indígenas, también podrían expugnarse con una rampa de testudo si se rellenaba el foso o se amontonaba tierra a los pies de la muralla. El castra hiberna de Renieblas III, a unos 8 kilómetros de Numancia, contaba con una muralla de 5 metros de ancho y unos 3 de altura.

campamento romano de Cildá

Sección de las defensas del campamento romano de Cildá (Corvera de Toranzo / Arenas de Iguña, Cantabria) según Eduardo Peralta.

En el género bélico de tipo histórico, lo habitual es que se conciba una batalla con armas blancas como la suma de infinidad de combates individuales. Poco antes de producirse el choque entre formaciones, los soldados suelen cargar en desorden, creándose un caos en el que ni siquiera existe un “eje de batalla”. No hay líneas, ni relevos entre ellas, y un legionario puede combatir dando la espalda a un enemigo involucrado en otro “duelo”. Nuestro objetivo para esta producción fue mostrar la utilidad de las formaciones y presentar la táctica romana como el factor decisivo que permitió a las legiones vencer en muchas ocasiones con una ostentosa inferioridad numérica. El resultado final, desmerecido en parte por el vestuario, creemos que habla por sí solo.

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