Podríamos situar el germen de la Guerra de Reforma en la intervención estadounidense de 1846. El joven ejército estadounidense logró derrotar al mexicano en una serie de batallas decisivas. La derrota en la guerra produjo un gran malestar en México, puesto que la misma significó la pérdida de importantes territorios en el norte, aproximadamente la mitad del territorio nacional, y comenzó a tensar el ambiente político en el país.
Hasta ese momento había existido una República Federal y una República Centralista. Cada una de ellas había tenido sus presidentes, tales como el famoso Antonio López de Santa Anna que, entre 1853 y 1854, actuó con poderes dictatoriales. El 1 de marzo de 1854 el general Florencio Villarreal, viendo la degeneración del gobierno de Santa Anna, inició la revolución de Ayutla, que pretendía la expulsión del dictador.
El inicio de la revolución provocó en México una guerra civil. Los que apoyaban a Florencio Villarreal pretendían que en el país se instalara de nuevo un presidente interino y que un congreso creara una nueva constitución. Los combates entre opositores y gubernamentales dieron como resultado la victoria de los primeros. Antes de su derrota total, Antonio López Santa Anna convocó un plebiscito para intentar legitimarse una vez más de cara a la sociedad. Los resultados fueron totalmente negativos y el general mexicano tuvo que abandonar la política. A su caída le sustituyó una presidencia dirigida por Juan Álvarez, quien se había puesto al mando de los liberales durante la revolución de Ayutla.
Tras un congreso constituyente, Juan Álvarez dejó paso a Ignacio Comonfort quién gobernó entre diciembre de 1855 y enero de 1858. Las presidencias de Juan Álvarez e Ignacio Comonfort estuvieron caracterizadas por la creación de las Leyes de Reforma que serían a fin de cuentas las causantes del conflicto debido al impacto que supusieron para la sociedad tradicional mexicana. En líneas generales pretendían acabar con los privilegios de la Iglesia católica en el país (Ley Juárez), añadiendo un proceso de desamortización de las propiedades de esta y las tierras comunales (Ley Lerdo). Con esta declaración de intenciones la Iglesia no se quedó parada y sufragó levantamientos contra el nuevo gobierno, algo confesado por el mismo Pelagio Antonio de Labastida, obispo de La Puebla[1].
La Constitución de 1857
El 5 de febrero de 1857 vio nacer la nueva constitución. Esta tenía un corte liberal radical y desde el primer momento produjo problemas. A parte de los procesos contra la Iglesia y sus privilegios, la Constitución de 1857 añadía la libertad de culto y de enseñanza, así como constituir México como una República federativa en 23 estados al estilo de Estados Unidos. A lo largo de este año se convocaron de nuevo elecciones y el 1 de diciembre Ignacio Comonfort fue elegido de nuevo presidente junto a Benito Juárez, que sería ministro de la Suprema Corte de Justicia. Comonfort no duró demasiado en su cargo. Él mismo declaró que la constitución era demasiado radical y que sería muy difícil gobernar el país con su aplicación.
Ignacio Comonfort inició movimientos en contra de su propio partido, primero contactó con los líderes del partido conservador para conformar e iniciar un nuevo congreso que redactara una nueva carta magna, todo ello dentro de lo que se conoció como Plan Tacubaya. El presidente liberal invitó a Benito Juárez a formar parte de esta comisión, pero este se negó y fue encarcelado. Viendo la situación de discordia que había entre los liberales, los líderes conservadores eligieron provisionalmente al general Félix Zuloaga como presidente. Comonfort intentó recular de sus intenciones, pero su partido le retiró el apoyo. A pesar de todo el ahora depuesto presidente logró poner en libertad a Juárez, quien se retiró a Guanajuato[2] y creó un gobierno el día 18 de enero de 1858.
Inicio y desarrollo de la Guerra de Reforma 1858-1861
Con la creación de dos entidades políticas totalmente diferentes y con objetivos muy distintos, México se encaminó hacia la guerra civil entre los liberales dirigidos por Benito Juárez y los conservadores liderados por el general Félix Zuloaga. Los conservadores consiguieron el apoyo social y sobre todo financiero de la Iglesia católica mexicana, aunque ejército y clero no tuvieron una buena relación. Su capital se instaló en Ciudad de México. Mientras tanto, el gobierno liberal de Juárez tuvo su sede de gobierno en Veracruz.
Los conservadores tenían el apoyo de una parte del Ejército nacional. No obstante, aunque estos se hicieron con Ciudad de México, rápidamente no lograron derrotar a los liberales de forma definitiva en las primeras campañas de la Guerra de Reforma. Las victorias tenían una importancia más propagandística que estratégica, por lo que los liberales pudieron recuperarse de estos desastres iniciales. El ejército conservador inició una serie de purgas dentro de su seno. En las mismas se eliminó y despidió a los jefes que eran constitucionalistas y por el contrario se reincorporó a filas a los oficiales que eran de sentimientos conservadores. En su mayor auge el ejército conservador consiguió tener en filas cerca de 22 000 hombres divididos en 15 500 de infantería y algo más de 6400 de caballería[3]. Este ejército consumía grandes recursos del pequeño Estado conservador, lo que limitaba las campañas.
El ejército constitucional se forjó en base a la denominada Guardia Nacional de antes de la Guerra de Reforma. Un buen número de guarniciones se unieron a la causa liberal, aunque las derrotas a manos de los conservadores provocaron un cambio de bando de algunas de estas unidades. De todas formas, la Guardia Nacional sirvió como modelo y ejemplo para el nuevo ejército liberal que se estaba creando entonces. Pasados los primeros momentos más duros, el incipiente ejército liberal logró llevar a cabo útiles campañas de reclutamiento entre las poblaciones y llegar a un equilibrio de fuerzas frente al enemigo. Los líderes del ejército liberal también fueron aprendiendo a medida que el conflicto se fue alargando. Entre ellos destacaba Santiago Vidaurri y Santos Degollado.
El historiador mexicano Eduardo Paz divide los frentes de la Guerra de Reforma en tres: el Norte (Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Nuevo León, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Zacatecas), el Centro (Colima, Jalisco, México, Michoacán, Puebla, Tlaxcala y Veracruz) y el Sur (con los estados restantes)[4]. Respecto a las etapas, el historiador José Bravo Ugarte habla también de tres bien definidas.
La primera de ellas comenzó con el inicio de hostilidades en febrero y finaliza dos meses más tarde en abril de ese mismo año 1858. El ejército conservador al mando del general Luis G. Osollo logra sendos triunfos en los campos de batalla, que por lo general están alejados de los centros de población. La presidencia de Benito Juárez corre peligro y desde Guanajuato se traslada a Veracruz. Incluso tras una serie de derrotas debe abandonar el país por temor a ser capturado. Finalizado este primer impulso conservador se llega a una situación de equilibrio. Se pasa a la segunda etapa de la guerra que se extiende desde mayo de 1858 hasta junio de 1860. La etapa más larga del conflicto.
El gobierno liberal consigue un equilibrio de fuerzas frente a los conservadores. Las batallas normalmente se efectúan alejadas de los centros urbanos, en zonas abiertas. Hay derrotas liberales, pero también se suceden derrotas conservadoras. El equilibrio básicamente se basaba en un avance liberal continuo que era frenado por los ejércitos del gobierno conservador. Las derrotas constitucionalistas eran de consideración en esta etapa. De todos modos, las victorias del ejército conservador cada vez se hicieron más raras y, por lo tanto, ese equilibrio se fue convirtiendo en una incipiente ventaja liberal.
Por último, de junio a enero de 1861, el ejército del gobierno liberal de Benito Juárez consiguió conquistar las importantes plazas que estaban en manos de los conservadores. El 22 de diciembre de 1860 en las inmediaciones de San Miguel Capulalpan[5] se libró la última batalla de la guerra. El día 11 de enero de 1861, Benito Juárez hizo su entrada en la capital mexicana y organizó un nuevo gabinete. Tras proclamar elecciones ser convirtió en el presidente del país. Los militares que habían tomado parte contra los constitucionalistas fueron dados de baja permanentemente.
Consecuencias de la Guerra de Reforma
A parte de las bajas producidas en el devenir de la campaña y la huida a Cuba del líder conservador Miguel Miramón, la consecuencia más importante de la Guerra de Reforma fue el estado de excepción en el que entró México debido a la diplomacia. Los constitucionalistas habían entablado relaciones diplomáticas con su vecino estadounidense, algo que les permitió mantener Veracruz, y mantener alejadas a otras potencias extraterritoriales. En cambio, los conservadores llevaron a cabo trámites diplomáticos con potencias europeas, tales como España y Francia, que les proporcionaron apoyo financiero durante la guerra contra los liberales. Tras la finalización de esta, las potencias europeas pidieron al nuevo gobierno encabezado por Juárez que saldara estas deudas.
El nuevo presidente de México expulsó primero a los diplomáticos de estas potencias, aunque luego se vio obligado a conversar. Bajo una amenaza de intervención, los mexicanos consiguieron quitarse del medio a España, que al final decidió no intervenir en el país latinoamericano. En cambio, Francia, que era en ese momento un imperio gobernado por Napoleón III, decidió continuar adelante. En 1862 las huestes francesas desembarcaban en México. Juárez no pudo contar con ayuda estadounidense debido a que se encontraban combatiendo en su propia guerra civil. La guerra con Francia no finalizaría hasta el año 1867.
Finalmente, y para finalizar, la victoria liberal en la Guerra de Reforma conllevó profundos cambios sociales y económicos en la estructura de México. La promulgación de las diferentes leyes, que ya habían sido escritas en la Constitución de 1857, dieron al traste con el poder eclesiástico, convirtiendo a la nueva República de México en un Estado de corte moderno liberal.
Bibliografía básica
- Haworth S. Daniel (2000): Conservadores: la Ciudad de México y la Guerra de Reforma (1858-1860). En “Relaciones” nº. 84, Vol XII, Universidad de Texas: Austin. P. 97-131.
- Hernández López, Conrado (2008): Las fuerzas armadas durante la Guerra de Reforma (1856-1867). En “Signos históricos” nº. 19 enero-junio. Universidad Autónoma Metropolitana, Distrito Federal: México. P. 36-67.
- Labastida, Horacio (2010): Guerra de tres años, intervención y república restaurada. En “Documentos para la historia del México independiente 1808-1938”. Cámara de diputados LXI legislatura, México D.F: México. P. 353-382.
- Vidaurri Aréchiga, José Eduardo: La Guerra de Reforma. En Universidad virtual del estado de Guanajuato (UVEG), México.
- VV. AA. (2018): Inicio de la Guerra de Reforma en México. Instituto nacional de Estudios Históricos de las revoluciones de México, Ciudad de México: México.
Ismael López Domínguez (Valdeobispo, 1995). Graduado en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y estudiante del Máster Interuniversitario de Historia Contemporánea, es miembro fundador y
subdirector de Archivos de la Historia.
[1] Vidaurri, p. 2.
[2] VV. AA, 2018, p. 12.
[3] Hernández, 2008, p. 52.
[4] Ibíd., p. 49.
[5] VV. AA, 2018, p. 28
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