Uno de los ejemplos de este progresivo y positivo cambio es el Museo de la Gran Guerra de Meaux (Brie, Francia). El edificio del museo en cuestión se encuentra aproximadamente a un kilómetro de la urbe. Allí, una zona de campos verdes y banderas de numerosos países nos dan la bienvenida. Una vez dentro del museo y después de dejar nuestras pertenencias en una taquilla adornada con elementos de la Gran Guerra, pasamos a la sucesión de salas que forman la exposición. La primera parte del museo lo conforman una serie de pasillos en las que se nos cuenta la historia del militarismo previo al inicio del conflicto. Aquí se puede observar una buena cantidad de uniformes de las escuelas de cadetes. Asimismo, se pueden ver las declaraciones de movilización y sendos mensajes nacionalistas que eran leídos a los soldados.
De estos estrechos pasillos, que no dejan de ser sumamente interesantes, pasamos a una de las salas principales del museo. Aquí el visitante quedará maravillado por la colección de piezas que se muestran. En esta estancia se muestran uniformes de Reino Unido, Francia y Alemania durante el primer periodo de la guerra. De igual modo se añaden varias piezas de artillería en las que destaca el cañón de 75 mm de origen francés, artillería pesada o un camión palomar (ver La artillería en Verdún en Desperta Ferro Contemporánea n.º 13: La batalla de Verdún, 1916). Seguramente lo que más sorprende es una recreación excelente de dos trincheras, una francesa y otra alemana. Realmente es de un realismo espectacular y están completadas con todo, ametralladoras incluidas.
Las otras salas del museo se dividen todas por temáticas y diferentes aspectos. Una de las primeras es donde se encuentra la propaganda de guerra, además de varias piezas de munición de gran tamaño (véase «Propaganda e ideología para la guerra» en Desperta Ferro Contemporánea n.º 1: 1914, el estallido de la Gran Guerra). Del mismo modo otra se encuentra dedicada al arte de trinchera y a los enseres del soldado. Las piezas aquí expuestas pueden ser únicas puesto que nunca hubo dos iguales. Vírgenes talladas en casquillos, guitarras creadas con cascos, pipas, etc. El apartado médico y sanitario también tiene su rincón. Un rincón pequeño pero que impresiona al público.
Por otro lado, el Museo de la Gran Guerra de Meaux vuelve a los uniformes en diferentes salas. En una de ellas se muestran la mayor parte de los uniformes utilizados en la Europa de aquellos años. Los neutrales tienen su sitio, aunque los beligerantes como era evidente son los que más espacio ocupan. Hay uniformes incluso de los distintos voluntarios checos que combatieron en la Gran Guerra con Italia, Rusia o Francia. En las estancias aledañas se observa lo que podemos denominar como “escenas de guerra”, donde se recrea campamentos británicos y estadounidenses. Se muestra todo tipo de material, no solamente el armamento, también utensilios de uso común en el día a día de la tropa.
Los dos últimos lugares del museo están dedicados a la parte final del conflicto. En uno de ellos y en dos grandes vitrinas se exponen los uniformes y el armamento del ejército francés y el alemán del periodo 1917 y 1918. Al final y para llegar a la salida hay que recorrer un pasillo en donde se muestran datos sobre el estado actual de la Primera Guerra Mundial, ejemplo de esto son el número de artefactos explosivos que han sido recogidos en Francia tras la guerra, o el número de expertos fallecidos en su desactivación. Tras este último pasillo salimos a la tienda del museo donde podemos encontrar recuerdos sumamente apetitosos.
Para finalizar, y aunque es una característica que se encuentra en varias salas del museo, debo hablar de la interacción que ofrece la exposición. A parte de los vídeos que estos lugares añaden, hay más cosas que destacar. La interactividad del Museo de la Gran Guerra de Meaux se basa principalmente en el tacto y en el oído, y obviamente en la vista. Respecto al tacto tenemos varios elementos que podemos disfrutar. El primero de ellos un maniquí con uniforme completo. En el mismo podemos tocar las telas del uniforme, el casco, el fusil Lebel M1886, etc. Asimismo, al lado del maniquí tenemos un macuto reglamentario del ejército francés que nos podemos echar a la espalda para sentir lo que era transportar 30 kilos en material y equipo.
En la sala principal, nombrada anteriormente, hay otro elemento. El primero de ello son unas oquedades en una pared simulada en la que podemos agarrar restos militares encontrados como granadas, cascos y botellas. En otra de las salas por último hay un detalle magnífico, y es que han representado el interior de un refugio de una trinchera alemana. Cuando entramos podemos ver entre los claroscuros las improvisadas camas y elementos de la guerra de trinchera (ver La apoteosis de la guerra de trincheras en Desperta Ferro Contemporánea n.º 13: La batalla de Verdún, 1916). Todo ello ambientado con sonidos de explosiones de fondo para hacer más real la experiencia.
A esto se le suma una singularidad más. Periódicamente alrededor del museo se realizan actividades de recreación histórica llevadas a cabo por diferentes asociaciones expertas en este tema. Las recreaciones son exquisitas puesto que se pueden ver materiales de la época. Mención especial a que muchas jornadas también están dirigidas a los más pequeños, que en muchas ocasiones son olvidados. En conclusión, el Museo de la Gran Guerra de Meaux es un lugar de visita obligada si uno viaja a Francia. Los medios de transporte hasta el mismo son fáciles y muy bien señalizados. Un lugar totalmente recomendable para todos los amantes de la Historia Militar y de la Primera Guerra Mundial.
Ismael López Domínguez (Valdeobispo, 1995). Graduado en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y estudiante del Máster Interuniversitario de Historia Contemporánea, es miembro fundador y
subdirector de Archivos de la Historia.
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