Asva

El cráter de Kaali se produjo por el impacto de un meteorito durante la Edad del Bronce, pudiendo ser una evidencia de la destrucción de la cultura asentada en Asva. (Mannobult CC BY-SA 3.0)

Se pensaba que Estonia no estaba desarrollada significativamente durante la Edad de Bronce debido a una escasez general de piezas. Sin embargo, el hallazgo de numerosos restos en las primeras excavaciones de la colina fortificada de Asva en la década de 1930 puso de manifiesto toda un cultura desconocida hasta entonces. Las evidencias arqueológicas mostraron una sociedad agraria estratificada con existencia de talleres metalúrgicos en establecimientos fortificados que sugerían un control de la producción de metal y de su tecnología, siendo Asva y otros emplazamientos similares los lugares principales de toda una red de construcciones. Además presentaban una tipología de cerámica específica distinta a la de las fortificaciones de Latvia o Lituania vecinas, y que desaparece súbitamente de los registros con el declinar de este tipo de establecimientos. En el caso de Asva, se ha constatado la existencia de un estrato de 30 cm formado por restos carbonizados que puede considerarse indicativo de un fuego de gran intensidad y extensión.

¿Existe una relación entre el meteorito que creó el cráter de Kaali y la destrucción de Asva? En función del rastro dejado se ha estimado que era un cuerpo de hasta 1000 toneladas, incidiendo con un ángulo de 35º y que por el rozamiento con la atmósfera se fragmentó en varios pedazos. El más grande de aproximadamente 450 toneladas impactó a 15 km/s creando el cráter de Kaali con un diámetro de 105-110 m y 16 m de profundidad. Los restantes fragmentos crearon otros ocho cráteres satélites de entre 12 y 14 m de diámetro y hasta 4 m de profundidad. La energía total liberada equivalió a unos 20 kilotones de TNT, del mismo orden que la causada por la bomba atómica de Hiroshima.

Es posible estimar sus efectos comparados con eventos similares. El evento de Tunguska fue tres órdenes de magnitud más grande, pero al haber tenido lugar la explosión de su meteorito a 5-10 km de altura la onda de choque que alcanzó el suelo produjo un terremoto de magnitud 4.5, con una energía de 5-32 kilotones de TNT, comparable por tanto al evento de Kaali. En Tunguska hubo una devastación de 2100 km cuadrados de bosque y se produjo un incendio radial de más de 100 km cuadrados. Por otra parte la bomba de Hiroshima produjo una devastación más pequeña y circular, con colapso de edificios hasta un radio de 8 km e ignición de material combustible seco hasta una distancia de 3 km desde el epicentro.

Se puede considerar que los daños producidos por el meteorito en Kaali serían de la misma magnitud. Induciría incendios forestales hasta bastante distancia desde el punto de impacto, y cabe dentro de lo probable que la propagación de los mismos alcanzara incluso a Asva aunque distaba 20 km al cráter. Establecida esta coincidencia geográfica, para poder correlacionar la caída del meteorito y la desaparición de Asva es necesario establecer la fecha del impacto. Se han utilizado diferentes técnicas por parte de los investigadores pero aún no hay un consenso real en cuál de los valores obtenidos es el que debe considerarse como el correcto.

Como resume Veski, en 1794 Rauch consideró que el cráter tenia un origen volcánico, y no fue hasta 1928 que se planteó un origen meteorítico y comenzó el debate en torno a la datación. Linstow (1929) estimó una edad de 8000-4000 a.C., y en 1938 Reinwald probó el origen al recoger fragmentos de hierro meteorítico y propuso que los cráteres no eran demasiado antiguos, considerándolos posteriores a la era glaciar. Aaloe (1958) concluyó que deberían haberse formado cuando esa zona costera ya estaba emergida al no encontrarse en ellos sedimentos marinos, dando una fecha de 3000-2500 a.C., si bien años más tarde (1963) analizó por radiocarbono muestras de madera y carbón de los cráteres y dio una fecha de 1100-600 a.C. Kessel estimó en 1981 una fecha de impacto de 1800 a.C. analizando el polen de los sedimentos.

Otra datación de radiocarbono de los sedimentos (Saarse et al, 1991) arrojó un valor de 1740-1620 a.C., pero se criticó porque no se recogieron del fondo del lago formado al inundarse de agua el cráter. Raukas (2003) midió muestras de madera obtenidas de la pendiente dando una fecha del 790-390 a.C. Rasmussen (2000) y Veski (2004) hicieron mediciones de polen, y dieron una cifra de 1690-1510 a.C. pero a la vez pusieron en tela de juicio las dataciones por radiocarbono de material del interior anegado del cráter por presentar contaminación de material.

Varios investigadores realizaron una medición indirecta a partir de turberas existentes en los alrededores que recibieron material eyectado durante la colisión. Se hallaron microesférulas de sílice cristalino en la turbera Piila a 6 km que fueron datadas radiológicamente en 6400 a.C., y similares microesférulas se han hallado en otras turberas a casi 70 km al norte.  La revisión de la historia geológica de la isla permite descartar esta fecha como no válida ya que el nivel del mar Báltico entonces estaba a 16 m por encima del nivel actual y el cráter se habría llenado de agua salada, no dulce. Además, la eyección de material a esa distancia no se considera posible para la magnitud del evento de Kaali, por lo que se ha concluido que deben proceder de otro evento muy anterior.

Por otra parte, en la turbera Piila se ha hallado a 172-177 cm de profundidad un estrato con elevado contenido en Iridio datado en 800-400 a.C. y asociado a él hay una capa chamuscada que indica que la turbera sufrió un gran incendio. Los análisis indican para ese estrato hasta tres órdenes de reducción en el polen de árboles y así como una desaparición del polen de cereales cultivados.

Como puede observarse, las diferentes dataciones de radiocarbono dan fechas contradictorias. Aunque hay perturbaciones por remoción de sedimentos al construirse un pabellón en el lago, la causa más probable, tal y como indica Rasmussen, puede ser que el terreno que sufrió el impacto es roca dolomítica silúrica, con alto contenido en carbono y que al fragmentarse y pulverizarse aumentó la presencia de cal en el agua. Esto explicaría que las dataciones por radiocarbono en el cráter y su entorno sobre muestras que hayan sido contaminadas por esta agua dura arrojen una edad mucho más antigua de la que realmente les corresponde.

Descartadas la microesférulas como no relacionadas, y dado que cualquier datación de muestras procedentes del lago o cráter pueden considerarse dudosas por la posibilidad de que estén contaminadas por el carbono liberado del lecho de roca dolomítico inferior, debería darse más peso a pruebas basadas en otro indicador. El este caso, el iridio es extremadamente raro en la corteza terrestre pero es común en los meteoritos metálicos, por lo que debe considerarse su presencia como debida a deposición desde un origen extraterrestre.

Si se acepta la fecha establecida por el nivel de iridio en la turbera de Piila de 800-400 a.C, hay concordancia temporal con el periodo en el que hay prácticamente ausencia de restos arqueológicos y animales en Asva (mitad del primer milenio a.C.), con el periodo de reducción de polen arbóreo, y con la datación de los restos carbonizados de Asva (685-585 a.C.), por lo que es muy plausible que todo hubiera ocurrido en el mismo marco temporal, indicando un fin abrupto de lo que se considera la manifestación más occidental de la cultura húngara-finesa de la Edad del Bronce.

Este artículo forma parte del I Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

Etiquetas:

Productos relacionados

Artículos relacionados

Contenido patrocinado

El registro funerario de El Argar (Antas, Almería). Nuevas perspectivas bioarqueológicas en cronología, dieta y movilidad

El yacimiento de El Argar (Antas, Almería), con más de 1000 sepulturas documentadas, es uno de los más destacados de la Edad del Bronce en Europa. El elevado número de sepulturas ha sido estudiado desde que se dieran a conocer a finales del siglo XIX, revelando aspectos clave sobre la vida y organización social de estas poblaciones. Sin embargo, aún quedan muchas incógnitas. En las últimas décadas, técnicas bioarqueológicas innovadoras han aportado nuevas perspectivas sobre cronología, dieta y movilidad en estas... (Leer más)
Contenido patrocinado

Uso del fuego en contextos funerarios del Neolítico en Extremadura

Cada vez son más los testimonios en el interior peninsular que asocian el uso del fuego a contextos funerarios neolíticos. Estos contextos se conocen especialmente en La Meseta española, en... (Leer más)