vikingos en Groenlandia

Erick el Rojo descubrió la isla y organizó una nueva expedición con la que se asentarían los vikingos en Groenlandia. En la imagen, una estatua de Erick ubicada en la propia Groenlandia. Claire Rowland CC BY 2.0

Tradicionalmente se ha pensado que la aventura groenlandesa de los escandinavos a la vez que nos presentaba a los vikingos en su faceta de hábiles navegantes, de descubridores y de colonizadores de nuevas tierras, nos enseñaba también su rostro más humano, más familiar, ya que el fin y al cabo lo que buscaban eran tierras para establecer granjas y poder prosperar junto a sus familias, lejos de los problemas propios del mundo europeo como las rivalidades políticas, el acaparamiento de tierras por la aristocracia o el auge demográfico (ver Las causas de la expansión vikinga en Antigua y Medieval nº 26: Los vikingos).

Hoy sabemos, sin embargo, según recientes investigaciones[1], que su principal ocupación consistía en actividades relacionadas con la caza, que proporcionaría el marfil y las pieles que las gentes de Europa reclamaban. Satisfacían por tanto una demanda de productos muy valorados en el continente, mientras que su actividad granjera, en las durísimas condiciones climáticas que ofrecía Groenlandia, vendría a ser tan solo un complemento a una economía que tenía en el comercio con Islandia y Europa, su principal razón de ser.

El propósito de este breve ensayo es revertir, en la medida de lo posible, la imagen que todos tenemos del vikingo groenlandés como esforzado colono-granjero que a la larga fue incapaz de sobrevivir allí ante el empeoramiento paulatino de las condiciones climáticas, entre otros factores. Sin desdeñar el empeoramiento climático o los enfrentamientos con pueblos árticos nativos, analizaremos otras causas que pudieron ser determinantes en el abandono de la isla, fundamentalmente económicas y comerciales que afectaron negativamente a la actividad eminentemente cazadora de los colonos.

Sabemos que los noruegos estaban asentados en Islandia desde finales del siglo IX, y sabemos también que tenían noticias de la existencia de tierras más al oeste al menos desde el año 900, fecha en que cierto Gunnbjorn, desviado de su ruta habitual, fue a parar a las islas groenlandesas, aunque no desembarcó. Tuvieron que pasar 80 años para que el famoso Erick el Rojo, conocido explorador y protagonista de varias sagas nórdicas[2], desembarcara y se asentara en las costas de aquella gran isla.

Erick el Rojo, noruego de nacimiento, llegó a Islandia seguramente siendo un niño, de la mano de su padre que, acusado de unas muertes, tuvo que exiliarse. La saga de los groenlandeses nos cuenta como Erick se casa allí y tiene un hijo llamado Leif – el futuro explorador de Vinland –. Tras diferentes disputas por tierras, Erick es acusado de asesinato, por lo que el Althing islandés, la asamblea, condena a nuestro hombre al destierro.

Erick marcha entonces hacia el oeste con su familia, con un propósito claro de encontrar un país habitable, en donde asentarse. Lo primero que encontró fue la inhóspita costa oriental de Groenlandia, para luego doblar la punta sur de la gran isla, en donde encontró una zona de fiordos. Tras invernar allí subió por la costa occidental, con clima algo más benigno, en donde cumplió su destierro buscando el emplazamiento ideal para una posible colonia. Después regresó a Islandia y empezó a reclutar barcos y gente para un nuevo viaje. Esta vez su objetivo era establecerse allí definitivamente. Con la promesa de tierra abundante y el atractivo nombre con el que bautizó a la isla –“tierra verde”, aunque todo el mundo sabe que la agricultura allí es casi imposible– no tuvo problemas para partir de Islandia con nada menos que 25 barcos y casi mil personas contando mujeres y niños, así como ganado. Una colonización en toda regla que nos indica además la incapacidad de Islandia para soportar una alta densidad de población.

Parece ser que tan solo llegaron 14 naves, que se establecieron en el fiordo que hoy lleva su nombre –fiordo de Eirík–, cerca de la punta sur. A pesar de que debieron de llegar, quizá, 500 o 600 personas, pronto se agotaron las tierras susceptibles de ser colonizadas, por lo que algunos de ellos partieron hacia el noroeste y fundaron Vesterbygden, o asentamiento occidental, cerca de la actual Nuuk.

El propósito de esta primera expedición era claramente la búsqueda de tierras para asentarse y establecer una economía basada en granjas. Este periodo se corresponde además con el llamado “óptimo climático medieval[3], que duró al menos hasta el siglo XIV, lo cual favoreció un cierto desarrollo de estos asentamientos, y además permitió una fluida comunicación por mar con Islandia, de donde tenían que importar gran parte de los productos que consumían (madera, hierro y grano fundamentalmente).

Fue esta facilidad relativa para la navegación lo que permitió a los colonos groenlandeses desarrollar una actividad exportadora y comercial con Islandia y el continente que pronto resultó más rentable que la explotación de granjas, sobre todo cuando en Europa existía una gran demanda de aceite y cueros, y sobre todo de pieles y marfil.

El óptimo climático así mismo no solo permite los contactos comerciales, sino también las actividades pesqueras y cazadoras, sobre todo cuando focas y morsas (muy escasas ya en Islandia) poblaban gran parte de los sectores septentrionales de Groenlandia. Y es por ello que, durante el verano ártico, los colonos-cazadores vikingos organizaban grandes expediciones en busca de pieles y marfil. Y el mejor lugar para cazar era la bahía de Disko, situado a unos 500 kilómetros al norte del asentamiento occidental.

Un lugar rico en pesca y caza, aunque los groenlandeses encontraron competencia allí en la figura de los pueblos amerindios Dorset, que si bien estaban asentados más allá del círculo polar ártico, bajaban también a la bahía de Disko en busca de pieles, aceite y marfil. Son los llamados skraelingar por los vikingos, y con quienes tendrán intensas relaciones, no siempre hostiles, a lo largo de los siglos.

Sea como fuere, la pugna entre el hombre y la naturaleza fue siempre titánica por parte de los groenlandeses, y tanto es así que unos sensibles cambios climáticos y económicos acontecidos en el siglo XIV, fueron suficientes para acelerar la decadencia de los asentamientos en la isla, que no sobrevivieron más allá del siglo XV.

Pasamos a describir someramente estos cambios, que hemos resumido en tres:

El primero de ellos estrictamente climático. Finaliza el óptimo climático y empieza los que algunos historiadores han denominado “pequeña edad de hielo”, que dificultó los contactos entre Groenlandia y Europa haciendo impracticable las rutas y relegando a los escandinavos al aislamiento, así en una carta dirigida a la Santa Sede en 1492[4] se habla de la pobreza y aislamiento de la comunidad groenlandesa.

Un segundo cambio es estrictamente económico. Al perjuicio al comercio causado por el clima riguroso hemos de unir la llegada de marfil africano a Europa desde el siglo XIV así como el desinterés de los comerciantes bálticos de la Hansa por establecer lazos comerciales con Groenlandia. Aquella isla estaba demasiado lejos y sus rutas se habían vuelto peligrosas.

Una última causa tiene que ver con las difíciles relaciones con los skraelingar. Desde el siglo XIII aparecen en Groenlandia los Inuits, que desplazan a los pueblos Dorset. Los Inuits descendieron desde el Círculo Polar Ártico acuciados por los rigores de la “pequeña edad de hielo” y en sus rutas hacia el sur tuvieron innumerables encontronazos con los escandinavos.

Nada queda ya por lo tanto de estos colonos buscadores del marfil y de las pieles en el siglo XVI. Forzados a una lucha colosal contra los elementos prácticamente desde el principio, mantuvieron su precaria posición en la isla con orgullo durante 5 siglos, mientras duró la demanda de marfil y el clima favorable. Pero nada pudieron hacer frente al hielo y frente las nuevas rutas comerciales abiertas en África por los portugueses.

La incomunicación física y la competencia comercial, agravada por el descubrimiento colombino, relegaron ya las hazañas de estos vikingos, magos de la navegación y expertos cazadores, a un olvido del que salieron solo en 1721, cuando el misionero noruego Hans Egede desembarcó allí entablando contactos con los Inuit, y descubriendo asombrado cómo los nativos, siglos después, aún recordaban la existencia de cazadores blancos en sus viejas historias.

Notas

[1] Muy recomendable la tesis Pastoral Settlement, Farming, and Hierarchy in Norse Vatnahverfi, South Greenland, de Christian Koch Madsen 2014; así como el artículo de Andrew Dugmore y Thomas Howatt McGovern Norse Greenland Settlement and Limits to Adaptation.

[2] Nos referimos a la Saga de los Groenlandeses y a la Saga de Erick el Rojo

[3] Sobre el calentamiento climático medieval merece la pena leer el artículo de Raymond S. Bradley, Climate of the Last Millenium 2003

[4] Carta dirigida al papa Alejandro VI. Se puede leer en la web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

 

Este artículo forma parte del I Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

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