El Antiguo Egipto proporcionó más de 3000 años de esplendor de una civilización que ha dejado un legado inmenso y que ha fascinado tanto a viajeros como a científicos. Este interés todavía continua y España cuenta con una larga tradición de equipos que realizan misiones arqueológicas en torno a los poblados del valle del Nilo. La Fundación Palarq no es ajena a este interés y consciente de la importancia tremenda que aún ejerce la cultura egipcia apoya a distintos proyectos, algunos encabezados por grupos de investigación que llevan entre 25 y 50 años de trabajo en Egipto.
En general, son equipos internacionales que aúnan esfuerzos por llegar a rincones recónditos, donde trabajar no es nada fácil, en condiciones muy arduas y, habitualmente, las excavaciones implican una gran preparación técnica y científica, con una gran dosis de responsabilidad por lo que tienen entre manos, mucha fascinación y pasión por alcanzar los objetivos soñados. Es una labor minuciosa, pero una tarea ingente, con dosis de aventura y de mucho amor por la ciencia.
Solo así se entiende que haya quien año tras año vuelva a lugares como Oxirrinco, Luxor, Qubbet el-Hawa, Tebas, el desierto oriental o a Djehuty en busca de tumbas, momias, inscripciones, edificios que han de desvelar las características que definieron una civilización cultural impresionante. La Universidad de Barcelona, la Universidad de La Laguna, la Asociación Cooperación y Protección del Patrimonio Histórico Artístico y Arqueológico Internacional (ACOPHIA)/Museo Arqueológico Nacional, la Universidad de Jaén, la Universidad de Alcalá, la Universitat Autònoma de Barcelona y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas son algunas de las instituciones que están detrás de estos proyectos.
El desarrollo de todos ellos, complementarios entre sí, ayudan a avanzar en el conocimiento de las distintas etapas históricas del Antiguo Egipto, desde visiones y disciplinas muy diversas. Así, por ejemplo, Heracleópolis Magna fue el primer yacimiento excavado por españoles en territorio egipcio después de la campaña de Nubia con motivo de la construcción de la presa de Asuán. Y en Oxirrinco, donde se ha hallado el Osireion, un gran ámbito subterráneo dedicado a Osiris, el dios de la fertilidad, llevan ya más de 25 años de excavación.
Otros proyectos son más recientes, pero todos contribuyen a obtener datos en ese gran puzzle aún por completar sobre el conocimiento del Antiguo Egipto. Las etapas constructivas de los distintos monumentos y edificios, así como su funcionalidad, son uno de los objetivos a investigar, además de las necrópolis que, con sus respectivos estudios antropológicos han permitido conocer aspectos esenciales de la población como la edad, el sexo, las patologías, etc. También están presentes los rituales religiosos, los estudios cerámicos y epigráficos, las esculturas y la arqueología del paisaje o incluso la minería de esmeraldas ya en época romana.
A su vez, estas investigaciones científicas refuerzan la cooperación entre Egipto y España con la presencia de estudiantes y licenciados del país africano en los trabajos de campo dirigidos por españoles, en equipos donde hay egiptólogos, arqueólogos, restauradores, arquitectos, geólogos, antropólogos, fotógrafos, ceramólogos, etc.
Todos estos estudios tienen también su transferencia a la sociedad. Por este motivo, se impulsan museos, centros de interpretación, se imparten charlas, es decir, se intenta que la población, y la humanidad actual en general, pueda disfrutar también de estos espacios singulares.
De todo ello, la Fundación Palarq se hace eco permanentemente a través de su web y desde los distintos perfiles que tiene en redes sociales (Twitter, Facebook, Linkedin).
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