Para iniciar esta playlist nos iremos directamente a un auténtico número, escuchado en todas las radios y gramófonos de la Wehrmacht. Y es que, sin duda, de entre todas, ninguna ha sonado más que la famosa Lili Marleen. Para conocer la historia de esta canción tendremos que retroceder hasta las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde un soldado, Hans Leip, escribe un pequeño poema sobre un soldado y una chica llamada Lili Marleen. Titulado “La canción de un joven soldado de guardia”, tomaba el nombre de Lili de su novia y el de Marleen de la pareja de un camarada o de una enfermera que había conocido. Sea, como fuese, este poema permaneció más o menos en el olvido, hasta que en 1937 se publica y capta la atención del compositor Norbert Schultze. Será este autor, creador entre otros de Bomben auf Engelland o Panzer Rollen in Afrika vor, quien escriba la famosa versión musical que cantará Lale Andersen en agosto de 1938. Curiosamente el disco pasó totalmente desapercibido y únicamente se llegaron a vender unos cientos de copias. Probablemente el anonimato sería el destino de esta grabación, pero como ya sabemos en su camino se cruzó Radio Belgrado. Así, en 1940, gracias a sus emisiones, esta melancólica canción sobre un soldado y una chica se haría inmensamente popular entre los combatientes. Tal fue su fama que la emisora no dudó en usarla para cerrar su programación cada noche a las 21.55 h y eso a pesar de la oposición del mismísimo Joseph Goebbels, al cual parece ser que no le gustaba demasiado esta melodía. Afortunadamente, cientos de cartas de soldados pidiendo una y otra vez la canción y según la leyenda, la intervención personal de Erwin Rommel, consiguieron que cediese y continuase escuchándose cada noche.
Asimilada como suya por los combatientes de ambos bandos, con el tiempo fueron surgiendo múltiples versiones en los idiomas de los soldados. Así, por ejemplo, durante la guerra ya era interpretada en ingles por Anne Shelton o la famosa Vera Lynn. Incluso se creó una tonada titulada DDay Dodgers que cantada por los soldados del 8.º Ejercito en Italia, describía en un tono bastante sarcástico las “excelencias” de la vida en el frente. No obstante, de entre todas las versiones no cabe duda de que la más popular ha sido la interpretada por Marlene Dietrich. Esta actriz alemana, ya afincada en Estados Unidos, la interpretó en diferentes espectáculos para las tropas norteamericanas en Europa, pero la grabaría como sencillo para Decca Records en 1945. Y así, ya sea en alemán o en inglés, esta canción ha visto pasar el tiempo manteniéndose tan viva como cuando se escuchaba en las trincheras y cuarteles de la segunda guerra mundial. Tan viva y actual, que fue versionada con gran éxito por cierto grupo español de los años 80 que con el nombre de Olé Olé tenía como cantante a una chica de la coruña llamada Marta Sánchez. Curiosamente sería la encargada, al igual que la Dietrich, de entretener con su voz y al ritmo de “Soldados del Amor” a nuestros marineros durante la Primera Guerra del Golfo.
Retomando la música de la Segunda Guerra Mundial escuchada por las tropas germanas, otra de las tonadas más cantadas era Erika. Una canción de marcha compuesta por Herms Niel a principios de los años 30. Publicada en 1938 por la productora Louis Oertely y a pesar de su letra carente de épica, su ritmo perfectamente acompasado con el enérgico paso de las tropas pronto la hicieron enormemente popular.
Otra de las canciones que seguramente tenemos en mente si hablamos del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, es cierta melodía que un mal encarado oficial hace cantar a un grupo de jóvenes tanquistas en una famosa película de 1965. Como ya habréis adivinado, me refiero al Panzerlied la marcha cantada por las Panzerwaffe, y que gracias a esta escena de la Batalla de las Ardenas ha sido mundialmente conocida.
Esta melodía fue compuesta en 1933 por el teniente Kurt Wiehle. Tomando como base una tonada ya utilizada por la Kriegsmarine, este oficial la modifica y adapta para ser usada por la aún embrionaria y secreta, arma acorazada. De gran fuerza rápidamente se hizo popular y ha sido traducida al italiano, francés como La marche des chars o al castellano para el ejército chileno. Paradójicamente, en 2017 el Ministerio de Defensa alemán, alegando su relación con la pasada contienda, excluyó al Panzerlied del cancionero utilizado como repertorio por parte del actual Bundeswehr. Por si tienes curiosidad su letra está disponible en internet y empezaría así:
Ya sea con tormentas o con nieve
Ya sea que el sol nos sonría
Ya sea el calor abrasador del día o el frío de la noche
Polvorientas están nuestras caras
Pero alegres de pensamiento, sí, alegres de pensamiento.
Nuestros tanques rujen allí, allí en los vientos de la tormenta.
Dejando a la Wehrmacht y ya en el bando aliado nos centraremos en Gran Bretaña. Allí, George Formby y Vera Lyn, son dos de los artistas que más destacaron por su papel con las tropas durante la guerra. Ambos formaron parte de la ENSA, Entertainments National Service Association, una organización creada en 1939 por Basil Dean y Leslie Henson para proporcionar entretenimiento al personal de las fuerzas armadas británicas durante la Segunda Guerra Mundial. Desde su primer concierto en octubre de 1939 hasta el final de la contienda, muchos fueron los artistas que participaron en sus espectáculos. Así, entre otros, podríamos citar a Vivien Leigh, Stewart Granger, Joséphine Baker o Laurence Olivier, nombrado teniente honorario por su papel interpretando obras de Shakespeare en 1945.
Volviendo a nuestros protagonistas, George Formby Jr. nace como George Hoy Booth en Wigan. Hijo de un famoso artista de variedades, tras la muerte de su padre heredará su nombre artístico debutando como George Formby, junior, en 1921. Actuando en teatro y posteriormente para la gran pantalla, pronto su humor y aspecto desenfadado le granjearon una enorme popularidad. No obstante, lo que marcó un estilo propio fue su faceta musical. Acompañado de su inseparable ukelele, Formby cantaba canciones cómicas donde jugaba magistralmente con los dobles sentidos. Quizás hoy nos parecieran bastante inocentes, pero no podemos olvidar que durante los años 30 algunas de sus letras se consideraron bastante groseras. Incluso una titulada With my little stick of Blackpool Rock fue directamente vetada en las emisiones de la BBC.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial se incorpora a la ENSA y actuará para las tropas británicas en Europa y el norte de África. Como reconocimiento a su labor, al término de la contienda será nombrado oficial de la Orden del Imperio Británico, falleciendo el 6 de marzo de 1961. Muchas fueron las canciones que, con su peculiar estilo, interpretó para las tropas. Pero de todas ellas personalmente me quedaría con la archiconocida Imagine me on the Maginot Line. Estrenada en 1939, esta melodía ha quedado para el recuerdo directamente asociada a la BEF, British Expeditionary Force, durante su participación en lo que hoy conocemos como la Drôle de Guerre o Phoney War. El periodo comprendido entre septiembre de 1939 y mayo de 1940, durante el cual las operaciones en la frontera francesa estuvieron prácticamente detenidas.
Si Formby era popular entre las tropas, lo que estas sentían por Vera Lynn era autentica devoción. Considerada la novia de las fuerzas armadas, esta cantante británica nace como Margaret Wells el 20 de marzo de 1917. Adoptando el apellido de su abuela para crear su nombre artístico, Vera inicia su carrera con tan solo 7 años actuando en pequeños clubs y para 1935 ya ha debutado en la radio nacional. Es precisamente en este medio donde en 1940 inicia las emisiones de su propio programa “Sincerely Yours”. Durante el mismo interpretaba canciones solicitadas por los soldados en sus cartas o incluso grababa mensaje de sus mujeres para que estos las pudiesen escuchar en ultramar. Además de este programa la artista actuó durante la guerra en frentes tan dispares como Egipto, India o Birmania. Durante estas giras no cabe duda de que en su repertorio jamás faltaría la nostálgica pero tremendamente popular We´ll Meet Again. Grabada en 1939 con letra y música de Ross Parker y Hugh Charles, esta melancólica canción sonaba una y otra vez convirtiéndose, junto a otro de sus éxitos White Cliffs of Dover, en todo un símbolo del esfuerzo de guerra británico durante la pasada contienda mundial.
Tal fue su popularidad en Gran Bretaña que ya con 88 años actuó en 2005 durante una ceremonia de homenaje por el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tras una larga vida, Vera Lynn falleció el 18 de junio de 2020 a la edad de 103 años.
We´ll meet again
We´ll meet again
Don´t know where
Don´t know where
But I know we´ll meet again some sunny day
Keep smiling through
Just like you always do
Till the blue skies drive the dark clouds far away
En otro estilo, pero igualmente icónica, no podríamos cerrar este playlist británico sin citar a la celebérrima Its a Long Way to Tipperary. Escrita por Jack Judge y Harry Williams el 30 de enero de 1912 fue creada como homenaje a Tipperary, ciudad natal de Judge. Con una partitura nada marcial su larga relación con el ejército británico se inicia en 1914. Ese año con el estallido de la Primera Guerra Mundial un corresponsal del Daily Mail, George Curnock, narró a sus lectores como el 7.º batallón de los Connaught Rangers marchaba a través de Boulogne al ritmo de la canción. Si bien este regimiento tenía raíces irlandesas, su 2.º batallón había estado acantonado en la localidad, el artículo pronto hizo que fuese utilizada en sus marchas por otras muchas unidades británicas. Así, aunque fue popularizada durante la gran guerra, continuó siendo cantada por las tropas en la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose sin lugar a duda en todo un símbolo del Tommy británico. Tal es su fuerza, que aún hoy en día sigue siendo conocida y utilizada en no pocos guiños cinematográficos. Buen ejemplo de ello es la escena donde es cantada a pleno pulmón por la tripulación del U 96 en Das Boot, la película dirigida en 1981 por Wolfgang Petersen.
Si los artistas británicos hicieron lo posible para entretener a las tropas, sus primos norteamericanos no serían menos. No podemos olvidar que durante la Segunda Guerra Mundial la poderosa industria del espectáculo estadunidense también se volcó en el esfuerzo de guerra. Esta ingente tarea seria en parte coordinada por el famoso USO, United Service Organizations. Fundado en 1941 a petición del presidente Roosevelt tenía la misión, tanto en territorio nacional como en ultramar, de proporcionar ocio y descanso al personal militar de los Estados Unidos. Para ello se abrieron cientos de locales donde se ofrecían bailes, películas, un café acompañado por un donut, descanso o incluso apoyo espiritual. No obstante, de entre todas sus múltiples actividades no cabe duda de que las actuaciones en directo, denominadas Camp Shows, fueron las más populares. Tras el desembarco de Normandía en 1944 los espectáculos organizados por el USO se extendieron siguiendo el avance de las tropas. Ya para finales de ese año se contabilizaban más de 3000 clubs donde el telón se levantaba unas 700 veces al día.
En 1947 el USO fue disuelto para reactivarse poco después con la llegada de nuevos conflictos. Aun en servicio, su historia nos ha legado icónicas imágenes como las actuaciones de Bob Hope con su inseparable palo de golf, Marilyn Monroe en Corea o Ann-Margret en Vietnam.
Regresando a la Segunda Guerra Mundial no cabe duda de que la música de Glenn Miller era una compañera inseparable del GI norteamericano. Este compositor y director de orquesta era tremendamente popular y buena prueba de ello fueron los 16 números uno que logró cosechar en tan solo cuatro años. A pesar de su enorme éxito y contar con 38 años no dudo en alistarse tras la entrada de los EEUU en la guerra. Rechazado inicialmente por la marina finalmente conseguiría ser admitido en el US Army, incorporándose en octubre de 1942 como oficial del cuerpo de especialistas. Transferido a las fuerzas aéreas del ejercito el ahora capitán Miller consiguió formar una Big Band con la que se trasladaría a Inglaterra en el verano de 1944. Allí actuaría para las tropas, grabaría diferentes discos para su distribución entre los soldados y participaría en numerosas emisiones de la BBC.
El 15 de diciembre de 1944, el ahora mayor Miller viajará a París para preparar el traslado de la banda al continente. Su avión, un Norseman UC-64 monomotor, despegará desde Londres para desaparecer sobre el canal y dar pie a no pocas leyendas sobre la muerte del genial músico norteamericano. Galardonado póstumamente con la Estrella de Bronce y a pesar de su prematura muerte, no se puede dudar del enorme legado musical que Miller nos ha legado. Muchos fueron sus éxitos, todos auténticos hits de la música de los cuarenta, pero entre ellos destacaría especialmente dos, la nostálgica Moonlight Serenade y la imparable In the Mood.
Si Glenn Miller era extremadamente popular entre las tropas, las Andrew Sister no se quedaban atrás. Este trío conformado por las hermanas Laverne, Maxene y Patty comenzó su andadura en los años 30 alcanzado la fama en 1937 con su canción Bei Mir Bist du Schön. Esta melodía, originalmente en yidish, fue adaptada al inglés por Sammy Cahn y con ella alcanzaron el millón de copias vendidas. En los años cuarenta su carrera ya estaba consolidada y de sus voces surgieron nuevos éxitos, algunos de los cuales relacionados con el servicio militar se popularizarían con la entrada del país en la guerra. Así, por ejemplo Boogie Woogie Bugle Boy (of Company B) sería interpretado hasta la saciedad por las hermanas en multitud de bases de los Estados Unidos, África e Italia. Su labor también abarcará visitas a hospitales, fabricas o incluso a incentivar la compra de bonos para la guerra con su canción Any Bonds Today?.
En 1945 una de sus canciones obtendría un gran éxito permaneciendo durante más de 10 semanas en la lista de los sencillos más escuchados del país. Con un toque caribeño, Rum and Coca-Cola, narraba las excelencias de la vida militar en la base naval de Trinidad. Aparentemente podría parecernos una temática totalmente inocente, pero lo cierto es que la canción quedó salpicada de cierta polémica al insinuar que las mujeres locales podrían ofrecer sus servicios a los marinos de la US Navy.
Drinking rum and coca-cola
Go down point koomahnah
Both mother and daughter
Working for the yankee dollar
It´s a fact, man, it´s a fact
Tras la guerra el grupo permaneció en activo hasta su disolución en los años 50. Aunque con el tiempo realizaron varios reencuentros la prematura muerte de Laverne en 1967 puso punto final a la carrera del trio. Maxene la seguiría en 1995 y Patty, la más longeva de todas, fallecería en 2013.
Escuchar alguna de sus canciones enseguida nos traslada a los años 40 pero, de todas ellas, sin duda alguna Don´t sit Under the Apple Tree es la más evocadora. Compuesta por Sam Stept para un musical de Broadway anterior a la guerra, tras el estallido de la misma su letra seria modificada añadiendo en su estribillo el conocido “till i come marching home”. Popularizada gracias a una grabación de la orquesta de Glenn Miller en 1942, el trío de hermanas la catapultaría al estrellato convirtiéndose en una de sus canciones más demandadas. Ese mismo año aparecerá en la película cómica Private Buckaroo. En ella las hermanas aparecen actuando para las tropas que se entrenan en la base donde sirven los protagonistas. Por si os lo estáis preguntando, básicamente la letra de la canción nos cuenta como un chico pide a su novia que no esté con nadie más hasta que regrese a casa del frente. Una historia sencilla, pero cargado de significado para millones de parejas norteamericanas separadas por la guerra.
Don’t sit under the apple tree with anyone else but me
Anyone else but me, anyone else but me
No, no, no
Don’t sit under the apple tree with anyone else but me
Till I come marching home
Don’t go walking down lovers’ lane with anyone else but me
Anyone else but me, anyone else but me
No, no, no
Don’t go walking down lovers’ lane with anyone else but me
Till I come marching home
Hasta ahora hemos visto ejemplos de música germana y anglosajona en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, un conflicto global como este no solo debe circunscribirse a estos dos idiomas. Así y antes de terminar, veamos otros grandes éxitos cantados en lenguas como el polaco, ruso o español.
A mediados de mayo de 1940 las tropas polacas se desangraban en las laderas de Montecassino en una durísima batalla que finalizaría el día 18. Esa misma tarde, para celebrar el izado de la bandera rojiblanca sobre las ruinas del monasterio, sonaron por primera vez los acordes de Czerwone Maki na Montecassino. No obstante, para conocer la historia de Amapolas Rojas en Montecassino debemos retroceder a la salida de las tropas polacas de la URSS. Al mando del General Anders estas unidades se trasladarán a Persia en un periplo que las conducirá hasta la península italiana. Junto a ellas permanecerá una joven cantante que utilizando el nombre artístico de Renata Bogdańska actuará para sus tropas en Irán, Irak, Palestina, Egipto e Italia. Será precisamente allí donde su destino se cruzará con el compositor Alfred Schütz y el poeta Feliks Konarski. Ambos, miembros del II Cuerpo Polaco, compondrán la noche del 17 al 18 de mayo las estrofas iniciales de la melodía que interpretará la cantante. Con el tiempo la artista contraería matrimonio con Anders y ya conocida por Irena Anders desempeñará el papel de primera dama del exilio polaco. Tras su muerte en 2010 sus restos quedaran depositados junto a los de su marido en el cementerio que, a los pies de la abadía, guarda para la posteridad los restos de los combatientes allí caídos.
Con el tiempo esta canción ganará enorme popularidad, transformándose en un auténtico himno que, tanto en Polonia como en las comunidades de emigrantes repartidas por todo el mundo, recuerda el sacrificio de las fuerzas polacas durante la Segunda Guerra Mundial.
En la URSS, lejos de épicas melodías o la famosa sinfonía de Leningrado compuesta por Shostakóvich, quizás el Ejército Rojo tenga en Katiusha una de sus canciones más populares. Compuesta por Matvey Blanter y letra de Mikhail Isakovsky narra como una chica espera el regreso de su amado mientras este realiza el servicio militar. Otra letra sencilla, rápidamente asimilada por las tropas soviéticas que no dudaron en usar su nombre para bautizar a los temibles lanzacohetes BM-8.
Tan pegadiza era su música que esta traspasó trincheras siendo asimilada por los guripas enrolados en la División Azul. Estos no dudaron en adoptar la música que, ya con letra propia, y bautizada como Primavera se convertirá junto a su himno en uno de los temas más icónicos de la unidad. Pero esta no será su única apropiación musical, los divisionarios españoles, al igual que otros muchos combatientes, también contarán con su propia versión de la nostálgica y ya universal Lili Marlene.
Es un ángel que va cabalgando,
cabalgando y sin descansar,
va cantando las tristes historias
de una guerra que ya terminó.
Primavera lejos de mi Patria;
primavera lejos de mi amor;
primavera sin flores y sin risas;
primavera de guerra y Wolchow.
Y sus aguas que van al Ladoga,
van cantando una triste canción;
canción triste de amor y de guerra,
canción triste de guerra y amor
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