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Una columna mecanizada rusa se enfrenta a una emboscada ucraniana durante el ataque a Kiev de febrero de 2022. Uno de los escollos fundamentales con que se han topado las fuerzas invasoras en esta guerra han sido los ataques por sorpresa, especialmente en zona urbana. Un buen ejemplo son los que sufrieron los chechenos del 141.er Regimiento de la Rosgvardia el 26 de febrero, o el que destruyó una columna blindada de la 31.ª Brigada de las VDV al día siguiente, ambos en la localidad de Bucha. Otra acción relevante de este tipo tuvo lugar en Sumi. En torno a medio día del 24 de febrero, primera jornada de invasión, las vanguardias de la 27.ª División Motorizada de la Guardia entraron en la ciudad, defendida por alrededor de medio centenar de paracaidistas, sin mayor problema hasta que por la tarde estos se organizaron y consiguieron destruir una columna de carros de combate rusos en un intenso combate urbano. Poco después, los combatientes ucranianos recibieron orden de retirarse junto con la policía y los órganos de gobierno de la ciudad. Sin embargo, los rusos cometieron el error de no aprovechar la oportunidad para ocuparla y mientras algunas de sus columnas la atravesaban a toda prisa para alcanzar objetivos como Kyiv y Cherkasi, unos cuatrocientos civiles, de los que solo veinte tenían experiencia militar previa, se reunieron y se equiparon con fusiles de asalto y equipos contracarro cogidos en una base militar abandonada. Esa noche se lanzaron contra los rusos, destruyendo algunos vehículos y obligándolos a abandonar Sumi el tiempo suficiente como para solidificar la defensa y evitar definitivamente su conquista. © Joan Francesc Oliveras

El Triángulo es el nombre que recibe el distrito gubernamental de la capital ucraniana, el objetivo primario de los asaltos rusos contra Kyiv durante las dos primeras semanas de la operación a gran escala desencadenada por Vladímir Putin el 24 de febrero de 2022. Eran las 4.15 de aquel día, hora de Kyiv, cuando en un anuncio televisivo grabado tres días antes el presidente de la Federación Rusa declaró la guerra a Ucrania. La agresión comenzó entre las 4.45 y las 5.00 con potentes interferencias de las telecomunicaciones y los sistemas de radar de los invadidos y una intensa actividad de acoso por parte de drones que simulaban ser aviones rusos. Además, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa (Vooružjonnyje Síly Rossíjskoj Federácii, VS o VSRF) desencadenaron también ciberataques a gran escala contra las infraestructuras del Gobierno ucraniano, con las que consiguieron interrumpir redes de alto voltaje y subestaciones eléctricas por todo el país. En consecuencia, el sistema de comunicaciones de las Fuerzas Armadas ucranianas (Zbroini syly Ukrayiny, ZSU) quedó interrumpido, y cortados todos los enlaces entre el Estado Mayor General y los mandos operacionales y las brigadas de maniobra durante varios días.

Al mismo tiempo, numerosas oleadas de misiles balísticos y de crucero impactaron contra aeropuertos civiles y militares e instalaciones seleccionadas de defensa antiaérea, y aunque algunas bases aéreas, casi todos los grandes aeropuertos y varios de los emplazamientos de la defensa antiaérea resultaron severamente alcanzados, las bajas que causaron a la Fuerza Aérea ucraniana (Povitriyani syly Zbroiynyh syl Ukraiyini, ZSU) fueron mínimas gracias a que en el último minuto esta había evacuado sus aviones y helicópteros a aeródromos situados en el sudoeste del país. Aún se estaban desarrollando los primeros ataques cuando el Ministerio de Defensa de Moscú puso en marcha su “golpe”, una operación cuyo objetivo era derribar al Gobierno ucraniano y así decapitar y paralizar el liderazgo militar y político del país, justo al inicio de la guerra. A causa del favoritismo de Putin, esta tarea se encargó a una mezcla de unidades selectas de las Fuerzas Aerotransportadas Rusas (Vozdushno-desantnye voyska Rossii, VDV), compañías militares privadas, la Fuerza Aeroespacial (Vozdushno-kosmicheskiye silyy, VKS) y unas pocas, relativamente, agrupaciones de las VSRF. El resultado fue un plan complejo, engorroso, lento en su ejecución y con tropas demasiado escasas para una operación de este alcance e importancia.

La acción comenzó, días antes del ataque, con la infiltración de numerosos equipos de spetsnaz y mercenarios de la empresa Redut en el centro de Kyiv, con el objetivo de capturar o eliminar al presidente Volodímir Zelenski, los miembros de su gabinete y su familia; y, por si esta misión fracasaba, se encargó a dos grupos tácticos de batallón (GTB) de las VDV y uno de Redut que en vez de participar en el asalto al Triángulo aseguraran aeropuertos fuera de la ciudad, para que sirvieran como cabezas de puente para la llegada de más tropas aerotransportadas y como apoyo a las operaciones de fuerzas especiales. No muy lejos por detrás, dos GTB de la Rosgvardia [N. del T.: la Guardia Nacional, una unidad militar para uso en el interior del país que depende directamente del presidente Putin] avanzarían por carretera desde Bielorrusia para asegurar algunas infraestructuras cruciales en torno a la ciudad y esperar a la llegada de las unidades mecanizadas que, a su vez, completarían la conquista del centro de Kyiv y su aislamiento del oeste y el sur del país.

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Mapa de operaciones de los primeros compases de la invasión rusa de Ucrania entre los días 24 de febrero y 3 de abril de 2022 con los movimientos para golpear Kyiv de los cuatro ejércitos rusos. Pincha en la imagen para ampliar. Fuente: Desperta Ferro Contemporánea n.º 61. Ucrania 2022. La invasión rusa.

La batalla de Hostómel

Informado de la invasión, el presidente Zelenski organizó una reunión con sus consejeros de más alto rango y decidió dejar los ministerios de Defensa e Interior en Kyiv mientras el resto de su Gobierno se desplazaba hacia el oeste de Ucrania, así como encargar al coronel general Oleksandr Sirski que organizara la defensa de la capital. Este, imaginando que los rusos iban a progresar por las tres grandes autovías procedentes del norte, el oeste y el este, empezó la preparación de dos anillos defensivos: uno en los suburbios exteriores, lo suficientemente lejos como para evitar el bombardeo de la ciudad, y otro dentro de Kyiv. Para establecer una cadena de mando claro dividió el casco urbano en varios sectores y nombró oficiales de los centros de formación militar para que los comandaran. En ese momento solo tenía una brigada de tropas regulares de las ZSU bajo su mando, la 72.ª Mecanizada del coronel Aleksandr Vdovichenko, pero las instalaciones de formación militar organizaron con prontitud varios batallones equipados con armas ligeras y dos baterías con cañones autopropulsados 2S7 Pion de 203 mm, que en tiempos normales se utilizaban en tareas de entrenamiento.

Los rusos lanzaron su ataque principal al amanecer del 24 de febrero. En el sur de Bielorrusia, un GTB de la 31.ª Brigada de Asalto Aerotransportado de las VDV, reforzado por elementos de la 45.ª Brigada de Spetsnaz de la Guardia, se embarcó en unos cuarenta helicópteros de asalto Mil Mi-8 y, una vez en el aire, la formación, reforzada por una docena de helicópteros de ataque Mi-24/35 y Kamov Ka-52, giró hacia el sur y voló siguiendo el cauce del río Dnipró en dirección a Kyiv guiada por un aparato de mando aéreo Iliushin Il-20M y uno de alerta temprana Beriev A-50. Para sorpresa de los rusos, la flotilla aérea se encontró con una fiera resistencia, primero por parte de varios interceptores Mikoyan MiG-29 y Sukhoi Su-27 de las fuerzas aéreas ucranianas (Povitriyani sili Zbroiinih syl Ukraiini, PS ZSU), que los atacaron con misiles aire-aire de medio alcance R-27; y después, cuando ya un tanto desordenados los helicópteros viraron hacia el oeste tras alcanzar la zona de la central hidroeléctrica de Kyiv, por varios grupos de combatientes ucranianos equipados con Sistemas MANPADS sobre los que acertaron a pasar. En los minutos siguientes, estos derribaron al menos un Mi-35 mientras que un Mi-8AMTSh [N. del T.: versión del Mi-8 especialmente modificada para asaltos de operaciones especiales] sufrió daños de tanta consideración que apenas consiguió llegar hasta la zona de Hostómel antes de hacer un aterrizaje de emergencia. Una vez en la zona del aeropuerto Antónov y gracias a la información suministrada por el hijo de uno de los empleados, los rusos fueron mucho más efectivos. Sus Ka-52 consiguieron neutralizar con rapidez las defensas antiaéreas ucranianas y abrir el camino para los Mi-8. Tan solo un equipo de MANPADS consiguió responder el ataque, derribando el Ka-52 en que viajaba el jefe de la formación atacante.

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Un grupo de civiles escapa de los combates a través del río Irpín el 8 de marzo de 2022. Como muchas otras, la Guerra de Ucrania ha sido pródiga en violencia contra la población. Según Naciones Unidas, a lo largo de 2022 murieron al menos 6919 civiles, y más de 11 000 han resultado heridos, aunque estiman que la cifra real podría ser mucho mayor. Se ha acusado a las fuerzas rusas de haber sido especialmente crueles, practicando detenciones arbitrarias, palizas, torturas, asesinatos y desapariciones de personas. Tal y como explican analistas como Jack Watling y Nick Reynolds, todo ello formaba parte de las técnicas previstas por el FSB para controlar a la población ucraniana. Precisamente, una de las localidades que se hizo especialmente famosa fue Bucha, donde se han encontrado varias fosas comunes y numerosos cadáveres en las calles. Esta localidad de unos treinta y cinco mil habitantes fue objeto de intensísimos combates. En sus calles fueron destruidas varias columnas rusas desde el inicio mismo de la invasión. A mediados de marzo fue reconquistada parcialmente por los ucranianos y luego vuelta a ocupar por los rusos, y durante todo el proceso se produjeron numerosos bombardeos por ambas partes que, sin duda alguna, mataron e hirieron a civiles. Dado que ambos contendientes utilizan el mismo armamento, es difícil atribuir dichas muertes a unos u otros. Esto no significa que las fuerzas de ocupación rusas no cometieran todo tipo de barbaridades. La tensión del combate, las drogas estimulantes, el descontrol y la permisividad de los oficiales promovieron numerosas ejecuciones y maltratos. Por otro lado, tampoco puede decirse que los civiles ucranianos se hayan mantenido al margen. Desde el inicio mismo de la invasión la población ha participado activamente en la defensa del territorio, emboscando a las tropas rusas con armas tomadas de los arsenales o suministradas por el Gobierno sin demasiado control y a veces sin encuadrar en ningún tipo de unidad, aunque solo sea de milicias, a los receptores de dicho material de guerra. Foto: Yan Boechat/VOA.

A pesar de estos contratiempos, el grueso del GTB de la 31.ª Brigada de las VDV aterrizó con seguridad y sus tropas se desperdigaron a toda prisa para tomar posiciones en torno a la extensa instalación. Los ucranianos, por su parte, fueron lentos en reaccionar. Eran en torno a las 12.00 cuando empezaron a converger hacia la zona elementos de la 72.ª Brigada Mecanizada y de la 4.ª Brigada de Reacción Rápida de la Guardia Nacional –cuya base estaba en el propio Hostómel–. Pronto los reforzaron elementos del Servicio Especial de Seguridad y del Grupo Alfa [N. del T.: Sluzhba bezpeki Ukraini, SBU, organización de inteligencia sucesora del KGB soviético en Ucrania, y las fuerzas especiales propias de esta organización], así como voluntarios armados y cuarenta y ocho paracaidistas de la 80.ª Brigada de Asalto Aerotransportado, desplegados en el lado sudoeste del aeropuerto por tres Mi-8. Tras coordinarse con la ayuda de breves mensajes telefónicos, estas fuerzas iniciaron un contraataque a las 16.00 horas, pero fueron repelidas por un denso y sostenido fuego ruso. Frustrados, los ucranianos se retiraron, y unas pocas horas después Kyiv anunció, falsamente, la recuperación del aeropuerto.

Aunque, en realidad, la mayor parte de los efectivos de la 31.ª Brigada de las VDV ni tan siquiera entró en combate, sino que dedicó la jornada a expandir sus posiciones, el contraataque tuvo la virtud de ganar tiempo para que Sirski desplegara las dos baterías de 2S7 al noroeste de Kyiv para que pudieran bombardear la pista, que llenaron de cráteres en algunas zonas, daño que se incrementó gracias al ataque que llevaron a cabo dos Su-24M de la PSU al anochecer. Al final, el aeropuerto internacional Antónov de Hostómel quedó inutilizable para los rusos, que tuvieron que cancelar el planificado despliegue de refuerzos a bordo de aviones de transporte Il-76.

Chernóbil

Entretanto, las unidades mecanizadas del Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas del VSRF iniciaron su ofensiva con una potente barrera de artillería sobre las posiciones ucranianas conocidas entre Radcha e Ivankiv. Sorprendidos, los guardias fronterizos se retiraron con rapidez, menos el 177.º Batallón de la Guardia Nacional, la unidad que protegía la planta nuclear de Chernóbil, que se rindió a primera hora de la mañana y más de doscientos de sus hombres marcharon al cautiverio.

Apresurándose por la carretera P36 en dirección sur, las vanguardias rusas llegaron a Ivankiv –una localidad situada sobre el río Teteriv, a unos 80 km al norte del centro de Kyiv– a finales de la tarde y la aseguraron con rapidez junto con el importantísimo puente por el que la autovía R02 cruzaba el río. En ese momento el único problema de este ejército era que la P36 se había llenado enseguida de vehículos propios porque había múltiples GTB alineados sobre ella para seguir el progreso de la vanguardia, y mientras las unidades adicionales trataban de abrirse paso, numerosos vehículos se quedaron sin combustible o se averiaron y empezó a crearse un gigantesco embotellamiento en el que se entremezclaban tanto unidades de combate como docenas y luego cientos de camiones de suministro. El atasco resultante, incrementado por las primeras emboscadas ejecutadas por voluntarios ucranianos armados, iba a contribuir significativamente al fracaso de la misión del Trigésimo Quinto Ejército.

Golpes fatales

En Kyiv, la noche del 24 al 25 de febrero de 2022 fue especialmente tensa, pues además de que el centro de mando superior de las ZSU se hallaba sin contacto con sus grandes formaciones y de que el Trigésimo Quinto Ejército ruso se acercaba a la ciudad por la autovía R02, numerosos grupitos de spetsnaz, elementos del GRU y mercenarios se habían infiltrado en la ciudad con el fin de atacar el Triángulo. Obviamente, su esfuerzo no tuvo éxito, la mayoría fueron repelidos por guardaespaldas y tropas de la 1.ª Brigada Operacional [de la Guardia Nacional] mientras, a salvo en un búnker subterráneo de la era soviética, el presidente y su gabinete, que habían sobrevivido, empezaban el llamamiento a la resistencia armada de los ucranianos. A lo largo de la semana siguiente Zelenski saldría ileso de al menos tres intentos de asesinato, y tal vez a media docena más.

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Mapa de operaciones del ataque ruso contra Kiev entre los días 24 y 28 de febrero de 2022. Pincha en la imagen para ampliar. Fuente: Desperta Ferro Contemporánea n.º 61. Ucrania 2022. La invasión rusa.

El 25 de febrero comenzó con informes que indicaban que las defensas antiaéreas ucranianas estaban atacando blancos enemigos sobre la ciudad. De hecho, una espectacular explosión en el cielo despertó a la mayor parte de sus habitantes. Después, se averiguó que había sido un Su-27 de las PSU, aunque los informes rusos no especifican lo suficiente como para llegar a una conclusión y no se sabe si el reactor fue derribado en combate aéreo o por fuego a larga distancia desde una instalación de misiles MKS S-400 SAM situada a 120 km al norte de la capital. Entretanto, la 96.ª Brigada de Defensa Antiaérea ucraniana –equipada con misiles S-300– había abandonado su base a tiempo de evitar los ataques rusos, pero la 138.ª Brigada de Radio no. Sin embargo, aunque uno de sus acuartelamientos fue alcanzado por un misil de crucero, los cincuenta efectivos que había dentro sobrevivieron y esa mañana ambas unidades estaban dispersas y en posición, de modo que la segunda pudo orientar las operaciones de la primera y de los interceptores MiG-29 y Su-27 propios.

Bajo la premura constante de Putin, a primera hora del 25 de febrero una columna de la 45.ª Brigada de Spetsnaz y de mercenarios de Redut, seguidos por los chechenos del 141.er Regimiento Motorizado Especial (de la Rosgvarda), alcanzaron la autovía R02 y avanzaron directamente hacia Moscú. Tras tomar Demidov, esta fuerza se dividió: los chechenos atacaron y aseguraron con rapidez la base de la 4.ª Brigada de Reacción Rápida ucraniana en Hostómel y se unieron a los combatientes del VDV en el aeropuerto Antónov, mientras el grueso de los spetsnaz y los mercenarios del GTB Nord de Redut presionaban hacia Kyiv. Una mala coordinación provocó que mientras abandonaban Demidov por rutas paralelas ambas fuerzas empezaran a dispararse entre sí y los mercenarios sufrieran bajas importantes. Finalmente, tras arreglar el problema y reagrupar sus columnas volvieron a presionar hacia el sur.

Aunque muy retrasadas, la aparición de estas tropas tomó a los defensores por sorpresa y no fueron detenidas hasta que sus primeros vehículos alcanzaron la catedral de Santa Sofía –en el borde norte del Triángulo–. En los duros, intensos y caóticos combates a corta distancia que se desarrollaron a continuación por los distritos de Piorka y Visihórod, en el noroeste de Kyiv, los defensores destruyeron casi todos los vehículos rusos y mataron a docenas de atacantes. Justo en ese momento se estaba desarrollando otro salto –aunque no está claro si fueron spetsnaz o Redut– contra la central hidroeléctrica de la ciudad, y los ucranianos tuvieron que desplegar al Grupo Alfa para obligar a los agresores a retirarse esa misma tarde.

A primera hora de ese mismo 25 de febrero todas las unidades del ZSU que se hallaban tras las vanguardias del Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas y al oeste de Kyiv recibieron la orden de retirarse a la línea del río Irpín y, además, los ingenieros ucranianos volaron un puente que cruzaba dicho cauce al sur de Demidov y parte de una presa cerca de Kozarovichi, lo que causó la inundación completa de la región entre el Dniéper, en el norte, e Irpín, y bloqueó el camino directo a la capital de Ucrania. Si querían seguir, los rusos iban a verse obligados a encontrar una ruta alternativa.

El asalto a los aeropuertos Sikorski y Vasilkiv

Antónov tan solo era uno de los cuatro o cinco aeropuertos que, según se ha informado, pretendían capturar los rusos durante las primeras horas de la invasión. Sus otros objetivos pudieron ser el aeropuerto internacional de Borispol –al sudeste de Kyiv–, el de Sviatoshin –al oeste–, el internacional Sikorski –al sudoeste, también conocido como Zhulani– y la base aérea de Vasilkiv, a 40 km al sudoeste de la capital. Parece que el Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas trató de tomar Sviatoshin, pero el GTB enviado fue completamente destruido, y que se abandonó la operación contra Borispol, mientras que los combates por el aeropuerto Sikorski y a la base de Vasilkiv, si bien, extrañamente, tuvieron lugar, permanecen en gran parte oscuros.

El 25 de febrero, el general Serhi Krivonos, antiguo segundo al mando de las Fuerzas de Operaciones Especiales y en ese momento segundo secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, cesado del ZSU en 2019 por el presidente Zelenski, llegó al aeropuerto internacional Sikorski y se lo encontró “defendido” por unos pocos grupúsculos de guardias fronterizos y guardias nacionales, así como un puñado de cadetes de la universidad Tarás Sevchenko de Kyiv. Según él mismo contaría, entonces asumió el mando por iniciativa propia y desarrolló un plan de defensa, reforzado por la llegada de una unidad mixta formada por veteranos de Pravi Sektor a la que pidió ayuda. Se desplegaron obstáculos sobre la pista para prevenir un posible aterrizaje de aviones de transporte rusos, y luego se colocaron minas. Finalmente, los defensores se ubicaron en posiciones bien seleccionadas, justo a tiempo pues apenas unas horas después los rusos hicieron acto de presencia.

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Un vehículo MT-LB de una unidad de artillería que pasa ante un convoy de camiones en las operaciones del ataque a Kiev. Los símbolos tácticos que se pueden apreciar en los vehículos, una “Z” en esta imagen y en la siguiente, así como una “V” en la última, causaron inicialmente cierta extrañeza, sobre todo la segunda letra, que no existe en el alfabeto cirílico. Su utilidad parece haber sido doble: por un lado, distinguir las unidades propias del enemigo, ya que ambos contendientes emplean abundante material bélico de la era soviética; y en segundo lugar, y para los rusos, diferenciar los diferentes ejes de progresión, siendo la “V” para las tropas que descendieron hacia Kyiv desde Bielorrusia y la “Z” para las formaciones que atacaron por el eje de Sumi, hacia Kyiv. También se utilizaron otros símbolos, como la “O” en dirección a Cherníhiv o la “Z” dentro de un cuadrado en los ejes de invasión del sur y del sudeste. Tras el fracaso inicial, la invasión de Ucrania ha sido objeto de una intensa reconstrucción propagandística en los medios de comunicación rusos, que tratan de compararla con la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. El 3 de abril –justo después de haberse consumado la retirada en el norte– el patriarca Kiril dijo en un sermón en la catedral de las Fuerzas Armadas rusas: “Ya le partimos la columna al fascismo una vez, y lo haremos de nuevo”. Al día siguiente Timoféi Serguéitsev, un filósofo de la Universidad de Moscú conocido por sus afirmaciones ucranófobas que rozan la apelación al genocidio afirmó la necesidad de desnazificar Ucrania pues “una parte significativa de las masas populares […] son nazis pasivos”. Las declaraciones en este sentido no hicieron más que aumentar. El 18 de abril el diputado de la Duma Viacheslav Nikónov –nieto del ministro de Exteriores de Stalin, Viacheslav Mólotov–, afirmaba que la guerra era “un choque metafísico entre las fuerzas del bien y del mal”. En este sentido se decidió reconvertir el significado de la “Z”, que se transformó en un modo de representar los setenta y siete años transcurridos desde la victoria en la Gran Guerra Patriótica, que no se alcanzó mediante la negociación sino con la derrota completa de los nazis. Fuente: Mil.ru.

A primera hora del 26 de febrero sonó la alerta aérea en la zona de Kyiv y un interceptor Su-27 de la PS ZSU pilotado por el coronel Aleksandr Mostovói hizo un despegue de emergencia hacia allí. Acabaría afirmando haber interceptado y derribado un avión de transporte Il-76 justo cuando estaba a punto de soltar tropas de las VDV sobre el aeropuerto internacional Sikorski, aunque no está claro si el gran reactor fue verdaderamente abatido o no, pues los ucranianos nunca han mostrado evidencia alguna de ello. Por otro lado, según Krivonos, alrededor de veinte invasores consiguieron saltar del avión para ser eliminados rápidamente por las tropas terrestres allí desplegadas.

Entretanto, los ucranianos informaron de que sus defensas antiaéreas de la zona de Bila Tserkva habían derribado otro Il-76 y de que dos helicópteros habían caído a unos pocos kilómetros de Vasilkiv. Según las fuentes ucranianas, a pesar de todo los rusos consiguieron hacer aterrizar tropas suficientes cerca de esta última base como para lanzar un ataque, que fue repelido a costa de treinta bajas entre los defensores, diez de ellos muertos. Al atardecer del 26 los paracaidistas rusos supervivientes se retiraron a los bosques de la región de Plesetske.

Así, al final del tercer día de guerra las VSRF tan solo habían conseguido asegurar un aeropuerto en la zona de Kyiv, el Antónov, a las afueras de Hostómel, pero inutilizable para acciones posteriores, y habían fracasado claramente a la hora de internarse en, o al menos rodear, la capital enemiga.

Los combates por la E40

La resistencia ucraniana, mucho más fuerte de lo previsto, combinada con la pérdida de un puente crucial sobre la autovía R02 y el fracaso de los dos primeros intentos de alcanzar el centro de Kyiv, habían sellado el destino del asalto al Triángulo bastante antes de que este empezara en serio. Sin embargo, determinado a acabar lo que había empezado, Putin siguió presionando a sus jefes sobre el terreno y, en consecuencia, el teniente general Aleksandr Semiónovich Sanchik, comandante del Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas, empezó a ordenar a sus unidades que atacaran hacia el centro de Kyiv en cuanto salieran de la R02 procedentes de Ivankiv.

Sin embargo, para entonces la 72.ª Brigada Mecanizada de la ZSU se había visto sustancialmente reforzada por voluntarios armados, algunos de ellos con una amplia experiencia de combate adquirida en la Guerra del Donbás de los últimos ocho años. Así, cuando el 141.er Regimiento Motorizado Especial recibió la orden de alcanzar la capital ucraniana por Bucha e Irpín sin un esfuerzo de reconocimiento suficiente, circuló directamente hacia la catástrofe. El 26 de febrero, poco después de entrar en la primera de estas localidades los chechenos fueron emboscados y prácticamente destruidos por la artillería ucraniana, perdiendo más de cincuenta vehículos y a su comandante el general Magomed Tushayev.

Impávido ante los informes de bajas y los crecientes problemas de suministro, Putin siguió insistiendo y, por ello, el 27 de febrero Sanchik llevó a cabo su siguiente movimiento. Primero envió GTB adicionales de tropas de las VDV a la zona de Demidiv, seguidos por las primeras unidades mecanizadas, y luego ordenó un avance con varios GTB que saldrían de la R02 en dirección sudoeste. La columna oeste avanzaría por Borodianka, que cerca tiene un pequeño aeródromo civil, hasta Makariv; la central por Bucha y Vorzel hacia Mikalivka o Buzova –localidades que se hallan sobre la autopista E40/M60, que conecta Kyiv con Zhitomir–; y la este hacia la localidad de Moschchun.

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Tropas rusas recibiendo un cañón capturado a los ucranianos durante el ataque a Kiev, según la leyenda de la fotografía, que indica igualmente que “en el curso de las operaciones militares, las unidades de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia se incautaron de una gran cantidad de equipo militar de trofeo de las fuerzas armadas de Ucrania”. Nótese el símbolo táctico «Z» mencionado anteriormente. Fuente: Mil.ru.

Escaso ya de infantería, el Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas se vio obligado a atacar con formaciones mecanizadas por zonas densamente urbanizadas y llenas de civiles dispuestos a informar de cada uno de sus movimientos al ZSU, sin poder moverse campo a través porque el terreno era blando y lodoso mientras sufrían las emboscadas de pequeñas unidades de ucranianos muy bien surtidas de armas contracarro y sin tener una idea clara de dónde estaban las posiciones enemigas. En otras palabras, Putin obligó a Sanchik y a sus tropas a operar contra los fundamentos doctrinales de las VSRF.

“Órdenes son órdenes” y, en consecuencia, las unidades involucradas en la acción se pusieron en marcha de modo que durante la tarde del 27 de febrero las tropas del flanco oeste no solo habían cruzado Borodianka sino que habían llegado hasta Makariv donde, siguiendo la doctrina estándar, en vez de entrar en la localidad defendida por apenas ochenta combatientes, las tropas motorizadas rusas, montadas en blindados BMP-2 y BTR-82, la rodearon mientras disparaban a cualquier vehículo civil que pasara cerca, matando a docenas de personas. El 28 por la mañana bloquearon la autovía al sur de Makariv, también antes de asegurar la localidad, cosa que harían al día siguiente.

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Una columna de carros de combate rusos progresando en la región de Kyiv. Nótese el símbolo táctico «V» mencionado más arriba. Fuente: Mil.ru.

El eje central de la progresión, formado por un GTB del 331.er Regimiento Aerotransportado de la 98.ª División Aerotransportada de la Guardia, no tuvo éxito en absoluto. Cuando su vanguardia entró en Bucha y descendió por la calle Vokzalna en una larga columna, fue emboscada por elementos de la 72.ª Brigada Mecanizada y algunos grupos de voluntarios que, tras una batalla campal de tres horas, destruyeron la fuerza rusa y dispersaron en todas direcciones a los escasos supervivientes.

Punto muerto

Entretanto, una nueva columna de vehículos rusos descendió por la R02 y giró a la derecha en Demidiv antes de llegar al aeropuerto Antónov. En ella se encontraba el equipo pesado de la 31.ª Brigada de las VDV, cuyos vehículos necesitaban rellenar sus depósitos de combustible tras el largo trayecto desde la frontera de Bielorrusia. Para ello los rusos los reunieron entre los hangares Mriya y Antónov, donde esperaban que fueran invisibles para los observadores de artillería ucranianos. Sin embargo, quienes sí podían verlos eran cuatro operadores de las Fuerzas Especiales ucranianas que llevaban aislados en el aeropuerto desde el día 24, así como varios drones. En cuanto los blindados rusos convergieron, en largas columnas, hacia los puntos de reabastecimiento, se vieron sometidos a la gigantesca barrera de fuego desencadenada por las baterías de 2S7 y la artillería de la 72.ª Brigada Mecanizada. En apenas unos minutos quedó destruido el grueso del parque móvil de la 31.ª Brigada de las VDV, junto con alrededor de sesenta combatientes. El bombardeo también destrozó el único Antónov An-225 Mriya, el avión de transporte más grande del mundo, operacional existente.

A pesar de estas nuevas pérdidas catastróficas, o porque se atrevía a transmitir las malas noticias a Moscú, la presión de Putin continuó y, en consecuencia, Sanchik siguió intentándolo y ordenó al segundo GTB de la 31.ª Brigada de las VDV –unidad que llevaba los tres primeros días de guerra asegurando el aeropuerto Antónov– que tomara los vehículos de la 11.ª Brigada de las VDV para asegurar Bucha y luego avanzar dentro de Kyiv. Considerando la premura con la que se desencadenó el ataque, no sorprende que este terminara en un nuevo desastre. Tras entrar en dicha localidad la unidad fue emboscada por la infantería ucraniana, que entonces pidió un nuevo bombardeo artillero, y para cuando terminó la batalla solo quedaban dos supervivientes para contar la historia –uno de ellos el segundo al mando de la unidad–, ambos prisioneros de los defensores.

El resultado final de la primera semana de ataque a Kyiv del Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas fue un punto muerto. Varios GTB rusos fueron destruidos por completo, algunos quedaron mal parados y muy reducidos en efectivos y otros acabaron dispersos desde Moshchun en el nordeste, pasando por Bucha y hasta Makariv en el sur, atrapados en el laberinto de localidades que se extendían por la orilla norte del río Irpín. Por otro lado, las defensas ucranianas, construidas en torno a la 72.ª Brigada Mecanizada pero formadas en gran parte por voluntarios armados, estuvieron casi en todo momento escasas de munición. Ninguno de los involucrados sabía aún que aquel era tan solo el principio de una larga, enconada y sangrienta guerra.

Bibliografía

Cooper, T.; Fontanellaz, A.; Crowther, E.; Sipos, M. (2023): War in Ukraine. Volume 2: Russian invasion, February 2022. Warwcik: Helion & Company Limited.

Grau, L. W.; Bartles, C. K. (2017): The Russian Way of War; Force Structure, Tactics, and Modernization of the Russian Ground Forces. Fort Leavenworth: Foreign Military Studies Office.

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