A lo largo de la historia, los équidos han contribuido al desarrollo de las economías rurales como elementos esenciales en los sistemas agrícolas sostenibles y mejor interconectados. ¿Fue este también el caso de las comunidades prerromanas del Valle del Ebro? Cómo y cuándo se integraron los équidos domésticos en los sistemas agrícolas locales de esta región aún es poco conocido. ¿Fue su introducción la respuesta a nuevas necesidades socioeconómicas o un estímulo que contribuyó decisivamente en los procesos de expansión, desarrollo e integración económica de los territorios interiores peninsulares a comienzos de la Edad del Hierro? Tratamos los caballos en la Prehistoria.
Centauro es un proyecto de investigación arqueológica financiado por la Agencia Estatal de Investigación y la Fundación Palarq, liderado desde la Universidad de Lleida. Su objetivo es evaluar el impacto de los équidos en el desarrollo de las economías prehistóricas de los valles interiores del Ebro. Esta es un área que ha proporcionado hallazgos arqueológicos excepcionales que evidencian una intensa interacción entre humanos y équidos durante entre Neolítico Final y la Edad del Hierro (2900 a.C-50 a.C). Gracias a la colaboración de diferentes arqueólogos/as e instituciones (Universidad de Lleida, Universidad de Barcelona, Museo de Zaragoza, Museo de Huesca, Museo de Lleida y Universidad de Zaragoza), se están analizando centenares de huesos de équidos procedentes de diferentes yacimientos arqueológicos. Mediante un enfoque innovador y multidisciplinario, esta iniciativa brindará, por primera vez, la oportunidad de examinar los procesos de introducción de nuevas especies, como el asno, y las primeras experiencias de hibridación. Asimismo, se explorarán los cambios en la gestión, la dieta y los patrones de movilidad de los équidos en el noroeste peninsular a lo largo de un extenso período de tiempo.
Unos aliados invisibilizados por la historia
Investigaciones precedentes han evidenciado que hace 2700 años los caballos se convirtieron en un elemento clave en los procesos de complejidad social y consolidación de las élites durante la Edad del Hierro peninsular. En los contextos arqueológicos los caballos aparecen especialmente vinculados al mundo de la guerra y la muerte. Los encontramos en algunas tumbas y en fosas rituales, convertidos en expresión de poder y elemento de prestigio. En cambio, su contribución en el desarrollo de las economías productivas ha pasado mucho más desapercibida, dejando en un segundo plano otras especies como el asno y las mulas (híbridos nacidos del cruce entre un asno y un caballo), que continúan siendo los grandes olvidados de la historia.
Las fuentes clásicas nos hablan del papel crucial que desempeñaron las mulas y los asnos en las sociedades antiguas del Mediterráneo oriental. Los escritos de Plinio el Viejo y Jenofonte resaltan la versatilidad de las mulas en el transporte y la agricultura. Homero ya hace referencia a la hibridación de caballos y asnos en el Libro 23 de la Ilíada, dedicado a los juegos en honor a Patroclo. Diodoro de Sicilia señala la cría de mulos de gran tamaño y fuerza en la isla de Menorca, elogiando su valía como animal de trabajo. A finales del segundo milenio a.C., los asnos eran comunes en Egipto y el Próximo Oriente, extendiéndose progresivamente a través del comercio colonial griego y fenicio por el resto del Mediterráneo occidental durante el primer milenio a.C. Los asnos y las mulas desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del transporte terrestre en el Mediterráneo, a pesar de la atención académica centrada en las conexiones marítimas. Estos animales, más rústicos y menos costosos de mantener que los caballos, fueron extremadamente valorados por su mayor resistencia y eficiencia en el transporte a larga distancia.
El proyecto Centauro subraya la importancia de incorporar a los asnos y las mulas en el relato histórico, ofreciendo una oportunidad de profundizar en el estudio de lo cotidiano y las economías campesinas. Esta perspectiva busca contrarrestar la visión sesgada y clasista generada por una tradición arqueológica que hasta ahora se había centrado en la historia de las élites y las grandes batallas a caballo. La integración de los équidos en las sociedades humanas, más allá de su vistoso rol como elementos de ostentación para las élites, podrían haber sido el vehículo que permitió una mayor conectividad entre territorios, economías, culturas, ideas y nuevas tecnologías.
La arqueología de los équidos: lo que nos explican los huesos sobre las sociedades antiguas del valle del Ebro
La arqueozoología es una disciplina que se dedica al estudio de restos animales hallados en yacimientos arqueológicos. Se enfoca en analizar los restos óseos, dentales y otros vestigios relacionados con animales para obtener información sobre la interacción entre las sociedades humanas y los animales a lo largo del tiempo.
La ubicación y disposición de los restos óseos en el contexto arqueológico proporciona información clave que puede ayudarnos a comprender la percepción que tenían las comunidades humanas de los équidos y el tipo de interacciones que establecieron con ellos durante la prehistoria. Entender y descifrar los indicios, gestos y voluntades escondidas en los conjuntos arqueozoológicos, permite trazar el origen de los procesos de domesticación y los cambios en la gestión de los équidos en el noroeste peninsular.
Buenos para comer: ¿caballos salvajes en la Prehistoria entre el Neolítico y Edad del Bronce?
Algunos yacimientos arqueológicos ubicados en el valle del Ebro, como La Cantorella en Lleida, y Moncín y Majaladares en Zaragoza, han proporcionado una gran cantidad de restos de équidos que evidencian la existencia de intensas interacciones entre estos animales y las comunidades durante el Neolítico final y mediados de la Edad del Bronce (2.900-1.300 a. C). Aún así, la naturaleza de estas interacciones aún es poco conocida y plantea muchas preguntas sobre el grado de control o estatus salvaje de estos caballos.
El registro arqueológico revela la presencia de pequeñas aldeas dispersas, compuestas por cabañas que denotan una baja densidad demográfica. Los estudios arqueobotánicos y aqueozoológicos, evidencian una tipo de economía agropecuaria basada en el autoabastecimiento de la comunidad, donde la caza y la recolección aún desempeñarían un papel significativo en la obtención de alimentos. En este contexto, los análisis arqueozoológicos muestran que la morfología y la percepción de los équidos serian muy diferentes a las actuales. El estudio de los restos óseos dibuja un tipo de caballo de talla pequeña, de constitución robusta y rústica, con extremidades cortas y cabeza grande. Además, no se han podido determinar paleopatologías asociadas a su uso como montura o animal de trabajo. Sus restos siempre aparecen tirados en áreas de basurero cercanas a las cabañas, junto con desechos alimentarios de otros animales salvajes, especialmente ciervos. Los esqueletos aparecen desarticulados, con numerosas marcas de corte claramente asociadas a actividades de descuartizado y descarnado de los huesos (Fig.1).
Todos estos indicios respaldan la idea de que, en ese momento, los caballos aún conservarían su estado salvaje y serían percibidos exclusivamente como una importante fuente de carne para la comunidad, al igual que otros animales salvajes cazados. Los resultados de los análisis paleogenéticos aplicados a restos óseos del Neolítico final de la Cantorella (Lleida), desvelaron que se trataba de una especie de caballo autóctono peninsular (bautizado como IBE), que se habría extinguido durante la Edad del Bronce, por razones aún desconocidas. Las informaciones aportadas por las investigaciones arqueozoológicas son coherentes con las representaciones de caballos en las pinturas rupestres levantinas de la Prehistoria (Fig. 2), que también abarcan los periodos entre el neolítico y la Edad del Bronce. En casos estas pinturas incluyen escenas de caza o persecución con caballos junto a ciervos, representándolos como animales salvajes.
Buenos para luchar, buenos para trabajar: équidos, territorio, poder y comercio mediterráneo a partir de la Edad del Hierro
El inicio de la Edad del Hierro se caracteriza por notables transformaciones sociales y culturales, evidenciadas nuevamente gracias al registro arqueológico que refleja cambios en los modelos de poblamiento y la cultura material. En este período se produce uno de los mayores cambios tecnológicos que transformará las economías humanas de manera irreversible: la introducción y adopción de la tecnología del hierro. Coincidiendo con este hecho, los datos bioarqueológicos también señalan cambios importantes en la agricultura, que ahora parece orientarse hacia una producción mas excedentaria, centralizada y basada en la producción de cereales a mayor escala. Esto se ha relacionado con la incorporación de herramientas agrícolas de hierro, que habrían permitido aumentar la productividad y las áreas de cultivo. Todos estos cambios económicos van acompañados de cambios en los tipos de poblados, ya que ahora aparecen por primera vez grandes entidades urbanas fortificadas, y con construcciones en piedra (por ejemplo los yacimientos de la Codera en Huesca; y Gebut, els Vilars o el Molí d’Espígol en Lleida). La proliferación de fortalezas y armas en las tumbas, dibuja un periodo en el cual la coerción pudo haber desempeñado un papel crucial en la consolidación de las nuevas élites emergentes y la lucha por el control territorial y el acceso a la tierra.
Los estudios arqueozoológicos muestran que estas transformaciones también se reflejan en cambios significativos en el tratamiento y percepción de los équidos. Un hecho especialmente relevante es la disminución drástica de su presencia en los desechos alimentarios de los vertederos de los poblados (solo 1% del total de restos de animales consumidos). Si bien continúan formando parte del registro alimentario, ahora aparecen principalmente en otros espacios más singulares asociados a prácticas simbólicas y rituales. En estos nuevos contextos de aparición los esqueletos aparecen completos, en conexión anatómica y sin marcas de manipulación para aprovechamiento alimentario. Algunos de los ejemplos mas excepcionales son los de los caballos asociados a tumbas de guerrero/a de la necrópolis de la Pedrera (Lleida), y las de las excepcionales fosas rituales con fetos de caballo de la Fortaleza dels Vilars (Lleida). Estos fetos de caballo recibían el mismo tratamiento que el de los perinatales humanos, que se depositaban enteros en conexión anatómica, sin marcas de corte ni desarticulación y en posición fetal (Fig. 3). Los análisis paleogenéticos aplicados a los restos de los caballo de estos yacimientos han permitido constatar que este cambio de tratamiento de los équidos coincide con la llegada de nuevos haplotipos de caballos procedentes de Centroeuropa.
Los primeros resultados aportados por el proyecto Centauro también han evidenciado la existencia de una gran diversidad en los tamaños y las morfologías de los huesos a partir de la edad del hierro, un hecho que plantea la posibilidad de que en este momento, además de la llegada de caballos foráneos ya domesticados, también hubieran podido llegar otras especies exóticas como los asnos (y con ellos los híbridos) mas asociadas al transporte terrestre. Esto seria coherente con el contexto de intensificación económica y florecientes intercambios con el comercio colonial mediterráneo que dibujan otros indicadores arqueológicos. La incorporación de animales mas aptos y resistentes para la tracción y la carga a largas distancia, como los équidos, habría sido clave para dar respuesta a las nuevas demandas y estímulos coloniales. Un hecho que parece estar respaldado por representaciones identificación osteológica, por primera vez en la zona, de numerosas paleopatologías asociadas al control y uso de los équidos para diferentes actividades de carga y tracción. De ser así, esto tendrían que traducirse en cambios en los patrones de movilidad, circulación e intercambio de los équidos a través del territorio.
Descifrar lo invisible: reivindicar nuevas narrativas sobre la prehistoria de los caballos a través del estudio de la movilidad antigua
Los isótopos son partículas subatómicas que escapan a nuestra percepción visual directa. Un isótopo estable es un elemento químico que no experimenta cambios en su composición química o física a lo largo del tiempo. Dada su escala microscópica, se hace necesario recurrir a la espectrometría de masas, para desvelar sus características y composición. Estas «firmas químicas», están presentes en huesos y dientes (Fig. 4). En el ámbito de la arqueología, los isótopos estables han emergido como herramientas cruciales, que permiten analizar aspectos hasta ahora imposibles de detectar como la movilidad de animales y personas en el pasado.
En particular, el estroncio 87/86 se erige como un indicador directo del origen geográfico de los individuos, que permite rastrear los desplazamientos, circulación e intercambios de animales a lo largo del tiempo. Desde la domesticación, la capacidad de los équidos de moverse libremente, se vio restringida por políticas de gestión territorial y por decisiones humanas influenciadas por ideologías e identidades culturales. Esto permite abordar el estudio de la movilidad desde una perspectiva social clave para una mejor compresión de los cambios económicos de la sociedades prehistóricas. El proyecto Centauro esta aplicando este tipo de análisis a un estudio pionero que está analizado los cambios en los patrones de movilidad de los équidos del valle del Ebro, entre el Neolítico y la Edad del Hierro.
El análisis de decenas de dientes de équidos procedentes de diferentes yacimientos del valle del Ebro, permitirá trazar dónde y cuándo se produjeron las primeras evidencias de control de la movilidad de los équidos; cuando llegaron los primeros caballos exógenos y su grado de incidencia en los rebaños locales en cada periodo; así como restituir las redes de intercambio y circulación de estos animales entre territorios. En definitiva, este estudio permitirá rastrear en qué momento los équidos se incorporaron como animales domésticos en estas comunidades, para determinar cuál fue el peso de su contribución en los grandes cambios culturales y productivos que se produjeron a partir de la Edad del Hierro en el noroeste peninsular.
Para mas información:
- Web del proyecto: https://www.centaur-o.com/
- Web de la agencia estatal de investigación: https://www.aei.gob.es/ca/ajuts-concedits/ajuts-destacats/proyecto-idi-2020-generacion-conocimiento-cambio-cultural
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