Una de las imágenes más populares que se tienen sobre la transición del mundo romano al medieval es la del declive de las ciudades, el abandono de los monumentos romanos, como los acueductos romanos, y el fin de la civilización usualmente a manos de hordas de bárbaros que cruzan las fronteras y ponen fin al Imperio[1]. Esta imagen romántica que busca, en parte, idealizar el mundo romano como un foco de civilización equiparable al nuestro propio, ha causado mucho daño a la investigación del periodo de los siglos IV-VIII (que cabe ser llamado tardoantiguo, posromano y/o altomedieval), puesto que la cultura material de estos siglos ha sido dejada de lado y no ha sido hasta las últimas décadas del s. XX que se les ha prestado una atención científica rigurosa y generalizada[2].

Dentro de este proceso de revisión de los mal llamados “siglos oscuros”, surgió en los años 80 un especial interés en estudiar la ciudad tardoantigua, primero como un apéndice cronológico a la ciudad romana pero con características bien definidas (mayor importancia de las fortificaciones, reorganización del callejero, cristianización del espacio urbano, etc.) y, más recientemente, como una ciudad con entidad propia[3]. Roma, Split, Rávena o Constantinopla nos han dejado un importante legado monumental y arqueológico de la ciudad de estos siglos, pero restos visibles de la monumentalización y transformación de la ciudad se pueden encontrar más allá de las capitales imperiales, tanto en oriente como en occidente[4].

Uno de los elementos de la ciudad romana cuyo estudio ha quedado (y sigue quedando) de lado en este nuevo enfoque en los siglos tardíos ha sido, sin duda, la red de suministro y distribución de agua. No era inaudito, hasta hace relativamente poco, encontrar publicaciones en las que el abandono de los acueductos romanos se daba por hecho a partir del siglo IV, o estudios sobre urbanismo tardoantiguo donde el suministro de agua no aparecía mencionado[5]. Sin embargo, sabemos por inscripciones monumentales y menciones en fuentes escritas que los acueductos romanos se seguían reparando (y construyendo) en las ciudades del periodo tardorromano[6]. Los acueductos eran una parte esencial en la concepción de la ciudad tardoantigua, y nuevas fundaciones del siglo VI como Justiniana Prima y Recópolis tenían acueductos propios[7]. Mi tesis doctoral se centró justo en este aspecto: una revisión de la información arqueológica disponible sobre los acueductos de la península ibérica para poder valorar la continuidad de los acueductos romanos más allá del siglo V[8].

evolución del número de acueductos romanos en Hispania

Gráfico que muestra la evolución del número de acueductos urbanos en funcionamiento en la península ibérica (Martínez Jiménez, 2019).

Sin embargo, el estudio de los acueductos romanos en los últimos años no se ha centrado solamente en sus fases tardías. A raíz de los trabajos pioneros de Ashby y van Deman en Roma o de Fernández Casado en España[9] hubo un periodo de florecimiento en la investigación sobre infraestructura hidráulica romana, que culminó con los trabajos de Trevor Hodge[10]. Desde entonces, aunque el volumen de publicaciones sobre acueductos haya disminuido, el interés no desapareció. En parte por eso mi compañera Elena Sánchez y yo preparamos un volumen sobre los acueductos de Hispania, que salió publicado en 2016, y en el que compilábamos toda la información que había sido publicada hasta la fecha[11].

Proyecto NAHR – Nuevas Aproximaciones a la Hidráulica Romana

De estas dos líneas de trabajo surge el proyecto NAHR – Nuevas Aproximaciones a la Hidráulica Romana, realizado dentro del marco de las Ayudas María Zambrano de la Unión Europea. El NAHR tiene tres objetivos principales, que son actualizar el catálogo de acueductos romanos en la Península, investigar el impacto de los acueductos en la construcción en hormigón romano, y buscar nuevos métodos para fechar el abandono de los acueductos. Las analíticas relacionadas con este último punto son las que están siendo financiadas por la Fundación Palarq.

Tradicionalmente, el estudio de las fases tardías de los acueductos romanos se veía obstaculizado por la dificultad en fechar directamente el abandono de estas estructuras. En los acueductos, por su naturaleza cerrada y abovedada (para evitar la contaminación del suministro de agua) y mayoritariamente rural, pocas veces se pueden encontrar elementos que puedan fecharse en contexto arqueológico dentro de las conducciones. La reutilización de una de las conducciones de Mérida como lugar de enterramiento en época islámica[12] nos daría un terminus ante quem para el abandono de la conducción, por ejemplo, pero en la mayoría de los casos los niveles de colmatación de los acueductos (la formación de sedimento al abandonarse el mantenimiento y vaciado de las conducciones) no reportan ningún material fechable.

Muestra de sinter del acueducto romano de Valdepuentes

Muestra de sinter obtenida de la conducción romana de Valdepuentes (Córdoba), donde se ve la clara superposición de capas de concreción calcárea que pueden ser fechadas. Foto de Alberto Dorado Alejos, Laboratorio de Arqueometría Antonio Arribas Palau, Dpto. de Prehª y Arqueología, U. de Granada.

Sin embargo, una de las propuestas metodológicas del NAHR es fechar la formación de las concreciones calcáreas que se forman en las zonas de aguas duras – concreciones conocidas en el argot arqueológico como sinter[13]. El sinter es la precipitación del carbonato cálcico disuelto en el agua, y se forma de la misma manera que la cal se acumula en grifos y tuberías hoy en día. Estas costras causaban daños a los acueductos romanos, reduciendo el ancho de la conducción y, por ello, aumentando la velocidad del flujo, poniendo en riesgo la integridad estructural del canal. Por ello los romanos las quitaban regularmente[14]. Las costras de sinter que perduran a día de hoy son, por ello, las últimas que se formaron mientras el acueducto llevaba agua: son los últimos indicadores de que el agua fluyó por ese acueducto. Además, la precipitación de estas costras varía según la velocidad del flujo y la temperatura del agua, con lo que el sinter forma capas estacionales, como las varvas glaciales o los anillos de los árboles, que nos pueden dar una indicación aproximada de cuántos años estuvo el acueducto llevando agua sin ser mantenido.

Métodos de análisis en los acueductos romanos

La resonancia del spin (ESR) y de luminiscencia estimulada (OSL) se ha utilizado en el pasado para fechar la formación de cristales de carbonato en el esmalte de dientes prehistóricos en Orce[15], pero más recientemente se han utilizado las series de uranio/torio para fechar la formación de sinter en el acueducto calcolítico de Los Millares[16]. Este es el método que planteamos utilizar en el NAHR, tomando micro-muestras secuenciales de varias capas de sinter del acueducto de Valdepuentes, en Córdoba[17]. El objetivo es obtener una serie de dataciones absolutas de varias muestras pero, sabiendo que la lógica deposicional dicta una secuencia de formación, un análisis bayesiano tiene el potencial de restringir los rangos cronológicos dados a cada fecha, resultando así en unas dataciones más precisas. Además, con este sistema secuencial, la fecha de la muestra inferior y la de la superior nos darían, respectivamente, una indicación cronológica de cuándo dejó de mantenerse el acueducto y de cuándo dejó de fluir agua por él.

Por otro lado, excavaciones del acueducto de Conimbriga han podido extraer material óseo que ha sido fechado por radiocarbono, lo que ha permitido retrasar el abandono de la conducción hasta el s. VII[18]. Este material orgánico fue encontrado depositado ya sobre niveles de colmatación, lo que la fecha proporcionada debe ser entendida como un indicador de cuándo el acueducto ya no funcionaba. Sin embargo, hay otros materiales que se pueden extraer de los niveles de colmatación que nos pueden dar una cronología más ajustada: los pólenes[19]. La segunda serie de analíticas que se están llevando a cabo dentro del NAHR es la extracción de una columna polínica de los niveles de colmatación del acueducto que pasa por el yacimiento de Casa Herrera, en Mérida. La bóveda de la conducción de Casa Herrera probablemente fue desmantelada en el s. VI cuando se construyó la basílica paleocristiana, pero el acueducto siguió sirviendo como punto de agua durante un periodo indeterminado[20]. Los análisis de carbonbo-14 que se realicen a los pólenes extraídos nos podrán dar una cronología asociada a los procesos de formación de los sedimentos aluviales depositados en la conducción y, de esta manera, dar una indicación de cuándo dejó de fluir agua por el acueducto.

acueductos romanos de Casa Herrera

Perfil de la excavación del acueducto de Casa Herrera (oct. 2022), en el que se aprecian las diferentes capas de colmatación y abandono de las que se extrajo la columna polínica.

La aplicación de este tipo de analíticas es una innovación dentro del estudio de los acueductos, que siempre se han visto más desde una perspectiva arquitectónica o ingenieril que puramente arqueológica. Desde el NAHR esperamos que los resultados sirvan para entender mejor una fase poco conocida de dos acueductos concretos de la península, pero que sirvan también de base para otros estudios de otras conducciones de cronología tardía a lo largo del imperio.

Notas

[1] Bryan Ward-Perkins, The Fall of Rome and the End of Civilization (Oxford: Oxford University Press, 2005); Peter Heather, The Fall of the Roman Empire (Oxford: Oxford University Press, 2005).

[2] Carlos Tejerizo García, “Contra la antigüedad tardía: algunas reflexiones en torno al sistema de poblamiento post-romano en Europa occidental” Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra 30.2 (2022): 7-30.

[3] Mark Humphries, “Cities and the meaning of late Antiquity”, Brill Research Perspectives in Ancient History 2.4 (2019): 1-112.

[4] Simon Esmonde Cleary, The Roman West, AD 200-500. An Archaeological Study (Cambridge: Cambridge University Press, 2013); Hélène Saradi, The Byzantine City in the Sixth Century. Literary Images and Historical Reality (Atenas: Society of Messenian Archaeological Studies, 2006); Douglas Underwood, (Re)using Ruins. Public Buildings in the Cities of the Late Antique West, AD 300-600. Late Antique Archaeology Supplement 3 (Leiden: Brill, 2019).

[5] Nicolas Lamare y Cristina Murer, «L’eau dans la ville tard-antique. Introduction.» Antiquité tardive 28 (2020): 15-24.

[6] Jordan Pickett, “Water and empire in the de Aedificiis of Procopius”, Dumbarton Oaks Papers 71 (2017): 95-125.

[7] Vujadin Ivanišević, “Akveduct Caričinog Grada – Justinujane Prime.” Saopštenja 44 (2012): 13-31; Javier Martínez Jiménez, Martínez Jiménez, “A preliminary study on the aqueduct of Reccopolis.” Oxford Journal of Archaeology 34.3 (2015): 301-20.

[8] Javier Martínez Jiménez, Aqueducts and Urbanism in post-Roman Hispania (Piscataway NJ: Gorgias PRess, 2019).

[9] Esther Boise van Deman, The Building of Roman Aqueducts (Washington: Carnegie Institution, 1934); Thomas Ashby, The Aqueducts of Ancient Rome (Oxford: Clarendon, 1935); Carlos Fernández Casado, Los acueductos de España (Madrid: Colegio de Ingenieros de Obras Públicas, 1972).

[10] Trevor Hodge, Roman Aqueducts and Water Supply (London: Duckworth, 1992).

[11] Elena Sánchez López y Javier Martínez Jiménez, Los acueductos de Hispania. Construcción y abandono (Madrid: Fundación Juanelo Turriano, 2016).

[12] Pedro Ángel Delgado Molina, “Excavación de un área cristiana en época andalusí. Intervención arqueológica llevada a cabo en la calle B. Arias Montano c.v. a Avda. Reina Sofía (Mérida).” Mérida: Excavaciones arqueológicas 9 (2006): 285-312.

[13] Cees Passchier, et al. “Carbonate deposits from the ancient aqueduct of Béziers, France — A high-resolution palaeoenvironmental archive for the Roman Empire.” Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 461 (2016): 328-40.

[14] Henning Fahlbusch, “Maintenance problems in ancient aqueducts.” En Future Currents in Aqueduct Studies, ed. Trevor Hodge, pp. 7-14 (Leeds: Francis Cairns, 1991).

[15] Mathieu Duval, et al. “On the limits of using combined U-series/ESR method to date fossil teeth from two Early Pleistocene archaeological sites of the Orce area (Guadix-Baza basin, Spain).” Quaternary Research 77.3 (2012): 482-91

[16] Anorte Jakowski, et al. “El acueducto de Los Millares: descripción y nuevas investigaciones.” Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada 31 (2021): 255-84.

[17] Sarah Wenz, et al. 230Th/U-dating of carbonate deposits from ancient aqueducts.” Quaternary Geochronology 32 (2016): 40-52.

[18] Pilar Reis, “O aqueduto: funcionamiento e inativação.” En Conimbriga Diripitur: Aspetos das ocupações tardias de uma antiga cidade romana, ed. Juan Ruivo y Virgílio Hipólito Correia, pp. 47-63 (Coimbra: Universidad de Coimbra, 2021).

[19] Irene Tunno, et al. “An improved method for extracting, sorting and AMS dating of pollen concentrates from lake sediment”, Frontiers in Ecology and Evolution 9 (2021): 1-16; Keitaro Yamada, et al. “Extraction method for fossil pollen grains using a cell sorter suitable for routine 14C dating”, Quaternary Science Reviews 272 (2021).

[20] Javier Martínez Jiménez e Isaac Sastre de Diego, “A late Antique rural community in Mérida: the site of Casa Herrera”, Studies in Late Antiquity 6.1 (2022): 54–100.

Fundación Palarq

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