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Vista de Cantavieja, en la provincia de Teruel, territorio de las Guerras Carlistas. Fuente: Comarca de Maestrazgo.

Un territorio para resistir

En las sierras del Maestrazgo, tras la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833, cuando comenzaba a construirse el Estado liberal, lejos de las principales ciudades y de las vías de comunicación más estratégicas, fueron buscando refugio muchos de los jefes carlistas que operaban en Aragón, Cataluña o Valencia, algunos tan conocidos como Carnicer, Quílez, Cabrera, Serrador o Llagostera.

El primero de los cabecillas carlistas que asumió el liderazgo de los insurrectos del Maestrazgo fue Manuel Carnicer, un antiguo guardia de corps que ya había combatido contra la Constitución durante el Trienio constitucional (1820-1823). A él se debe la primera organización y la responsabilidad de mantener en el tiempo la contestación armada contra el régimen isabelino y defender los derechos del infante don Carlos, a quien sus defensores llamaban Carlos V. La primera modalidad de acción que estos pusieron en marcha fueron las “partidas”, que no eran sino pequeños grupos armados que se movían rápidamente sobre el territorio dando golpes por sorpresa sin atenerse a ningún plan. Las partidas entraban en los pueblos, extraían alimentos para sus hombres y sus caballos, vaciaban las arcas municipales, secuestraban a los jóvenes de la localidad en edad militar y abandonaban rápidamente el lugar. No eran dueños más que del suelo que pisaban, pero su movimiento constante generaba un efecto de incertidumbre y de contestación política del régimen que servía para hacer visible la insurrección carlista.

La debilidad del gobierno se ponía de manifiesto en la lentitud con la que se movían sobre el terreno las columnas del ejército que tenían como objetivo acabar con la efervescencia carlista. Privadas de buena información, consideradas por la población como elementos ajenos al territorio, cuando las columnas llegaban a los puntos donde reclamaban su ayuda, solo encontraban los rescoldos de su presencia. Interceptar y derrotar a las partidas carlistas era casi un sueño para las tropas del gobierno. De momento se conformaban con presionar a los rebeldes e impedir que se hicieran dueños absolutos de la situación.

Con el paso del tiempo, la presencia carlista fue haciéndose habitual en el territorio. Las autoridades locales comenzaron a tener dificultades para mantener su fidelidad al gobierno de la reina regente María Cristina. Como las columnas liberales no podían ofrecerles protección constante, los alcaldes y secretarios de ayuntamiento se vieron impotentes para suplir con recursos propios la debilidad del gobierno y ofrecer a los vecinos la seguridad que reclamaban. De este modo, poco a poco, fueron quedando incorporados al ámbito de actividad carlista que se iba extendiendo desde los puntos más elevados de las sierras del Maestrazgo hacia las tierras más bajas.

Cantavieja, capital del Maestrazgo en las Guerras Carlistas

Un hito clave en la consolidación carlista en el territorio fue la toma de Cantavieja en la primavera de 1836. A partir de ese momento pudieron desarrollar allí infraestructuras militares, prestar atención a la intendencia, recaudar impuestos y reclamar servicios de manera sistemática, reparar armas, etc. Incluso comenzó a imprimirse un periódico el Boletín del Real Ejército del Reyno de Aragón, que reforzaba la idea de que existía un poder rebelde asentado en las montañas del Maestrazgo. No lejos de allí, en Mirambel, se instalaría una junta cuya función principal era asistir en sus labores político-administrativas a Ramón Cabrera, máxima autoridad militar de las tropas carlistas en el Maestrazgo.

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Imagen de Mirambel, en la provincia de Teruel, territorio de las Guerras Carlistas. Fuente: Comarca de Maestrazgo.

Ramón Cabrera es la figura clave desde 1836. Bajo el liderazgo de este joven seminarista tortosino, el control carlista sobre la zona se irá extendiendo como una mancha de aceite. En 1837 la Expedición Real, con el rey carlista al frente, pudo descansar unos días en su accidentado camino hacia Madrid. Fue un gran momento para el Maestrazgo, pues aquellos días pasados por el ejército carlista en el reino de Cabrera serán los únicos instantes de tranquilidad de los que disfrutaron, alimentándose bien, descansando y recuperando fuerzas para lanzarse al asalto de la capital.

En enero 1838 los carlistas consiguieron tomar Morella consolidando su presencia en el Maestrazgo con la conquista de una población importante. Y poco después, en marzo de 1838, el brigadier Cabañero consiguió ocupar con dos mil hombres y trescientos caballos Zaragoza durante unas horas. No concluiría este año sin que Cabrera consiguiera hacer fracasar una gran operación militar que el prestigioso general Oráa había organizado para recuperar Morella para los liberales. La secuencia de triunfos carlistas en el Maestrazgo parecía imparable. Y de hecho su ascenso fue continuo hasta el verano de 1839, pero con la firma del Convenio de Vergara ese año todos los recursos del ejército liberal se volcaron sobre el territorio del Maestrazgo. El invierno fue el tiempo que se tomó el general Espartero para preparar las operaciones y en la primavera de 1840 planteó su avance por Castellote, Cantavieja y Morella obligando a las tropas de Cabrera, con su general al frente, a emprender el camino del exilio.

Una tradición insurreccional

Durante la Segunda Guerra Carlista, entre 1873 y 1875, los ecos de la primera guerra se reprodujeron, en los mismos lugares y retomando ideas y movilizando nuevos y viejos combatientes carlistas. Los rebeldes legitimistas volvieron al Maestrazgo y pusieron en pie su estrategia de resistencia tomando Cantavieja y planteando desde aquí operaciones tanto sobre el Bajo Aragón, como sobre Valencia y Castilla. Fueron los tiempos de los generales Marco de Bello y Antonio Dorregaray y también cuando pudieron verse en estas tierras el infante don Alfonso y su esposa María de las Nieves. A diferencia de la guerra anterior el gobierno liberal decidió acabar militarmente con el foco del Maestrazgo. Las operaciones se concentraron sobre Cantavieja en el verano de 1875, antes de concentrar todas sus fuerzas sobre el frente Norte para terminar la guerra al año siguiente.

Vivir la historia de las Guerras Carlistas, recorrer el Maestrazgo

Toda esta experiencia histórica única de la que el Maestrazgo ha sido escenario, puede vivirse hoy a partir del proyecto “Maestrazgo Territorio Guerras Carlistas” que invita a los visitantes a recorrer los escenarios del conflicto carlista y descubrir la historia en el lugar en el que sucedieron los hechos. Imposible entender lo que fueron las guerras carlistas sin tener en cuenta las características del espacio en el que se desarrollaron los combates y se movieron las tropas. Por eso, desde la Comarca del Maestrazgo, se ha hecho una propuesta inédita: ofrecer la posibilidad de experimentar la dimensión espacial del conflicto y descubrir al mismo tiempo el paisaje y el patrimonio histórico. El proyecto se apoya sobre una combinación de paisajes y patrimonio artístico que resulta excepcional.

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Ascensión de una ruta perteneciente al proyecto “Maestrazgo Territorio Guerras Carlistas”. Fuente: Comarca de Maestrazgo.

La fórmula parte de un mapa, una cartografía del territorio en el que se desarrollaron las acciones bélicas. Ese mapa, que existe en papel y en versión digital, permite ir de cualquier punto a cualquier otro de la zona, como harían los combatientes de la época, sin un itinerario previsto. En ese recorrido por crestas y barrancas, descubriendo los pueblos y atravesando los bosques el visitante se adentra en la verdadera dimensión material de la guerra y en las condiciones que vivieron los hombres, tanto los residentes como los combatientes. Al llegar a cada una de las localidades —son 16: Cantavieja, Castellote, Mirambel, La Iglesuela del Cid, Villarluengo, Cuevas de Cañart, Bordón, Tronchón, Molinos, Cañada de Benatanduz, Miravete de la Sierra, Villarroya de los Pinares, Fortanete, Allepuz, La Cuba y Pitarque— el visitante puede encontrar un panel con información específica sobre los hechos que se desarrollaron en ese enclave. Y ya, entrando en sus calles, puede descubrir distintos enclaves convenientemente identificados con datos y referencias específicas del lugar.

La propuesta ha sido diseñada tanto para la visita en familia como para quien busca una experiencia cultural o un recorrido histórico. Su información y otros muchos datos complementarios pueden consultarse en la web de Turismo de Maestrazgo. A través de esta página pueden obtenerse datos sobre los conflictos carlistas o preparar el viaje con anticipación a los distintos enclaves del Territorio Carlista. También hay a disposición de los visitantes actividades didácticas pensadas para los más pequeños. El proyecto Maestrazgo Territorio Guerras Carlistas, en definitiva, ofrece la posibilidad de sumergirse en el paisaje que fue escenario de las Guerras Carlistas, invitando a descubrir el espacio natural y humano en el que tuvieron lugar los hechos históricos. Todo ello desde una perspectiva pensada a la medida del visitante que puede adaptar el ritmo e itinerario de la visita a sus preferencias, necesidades y capacidades.

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