Guerra Israel-Hamás

Imágenes de la guerra Israel-Hamás. Edificios residenciales destruidos durante la primera semana de bombardeos intensivos de la aviación israelí. 10 de octubre de 2023. Fuente: Wikimedia Commons.

Noticias, opiniones y especulaciones, abiertas también en análisis particulares y colectivos, debates, reuniones de tertulianos (dentro de aquel: «tienes 10 segundos para terminar» y «no hay más tiempo»).  Todos bajo la motivación de que se trata de «investigar» para saber de qué va tal conflicto y difundir lo aprendido, en algún caso como si fuera «dogma de fe», motivando incluso protestas, firmas de manifiestos de diferentes sectores sociales, manifestaciones, concentraciones (crecientes), nacionales e internacionales, e incluso provocando actitudes antisemitas, más o menos violentas, en especial en el mundo musulmán; al tiempo que se camina hacia el posible nacimiento de una nueva primavera árabe con la intención de castigar a los musulmanes que no apoyan a Palestina y acabar con los acuerdos Abraham, firmados con intermediación de EEUU, por Israel con varios países árabes, rechazando al tiempo todas las embajadas y corporaciones occidentales por anti palestinas, creadas a través de tales acuerdos.

Análisis en los que algunos incluyen ciertos paralelismos comparando la situación del 7 de octubre con el ataque a EEUU en Pearl Harbor, e incluso con el ataque a las Torres Gemelas el 11-S de 2001, en la idea de ser ambos ataques por sorpresa dado que los servicios de inteligencia no descubrieron la posibilidad de los mismos.

Comparaciones a desterrar ya que no provocan nada positivo y pueden inducir a acreditar pensamientos no contrastados: como que los servicios de inteligencia israelíes conocían tal posibilidad (Hamás se preparó durante un año y se asegura que no detectaron nada) pero dejaron que el feroz atentado de Hamás se desarrollara buscando así un motivo para actuar contra el grupo terrorista y su feudo, amén de reforzar la política de Benjamin Netanyahu (actuación que, dentro del indudable derecho a defenderse, tiene su límite en los derechos humanos).

Tampoco sirve históricamente, ni resuelve nada en la actual situación, compararla con el holocausto judío apuntando a Hamás como «los nuevos nazis», porque no lo son, ni tampoco, por el otro lado, como se ha visto en algunas manifestaciones pro palestinas, señalar como tales a los judíos. Comparaciones que, fruto del odio común, solo exacerban el mismo en las sociedades que las presentan.

Un enfrentamiento explicado a favor de uno u otro contendiente, enemigos absolutamente polarizados, absolutamente enfrentados por sus respectivas causas nacionalistas que los lleva a una convivencia complicada y violenta (6 guerras regionales, 5 contra los gazatíes y 2 intifadas) en la base de sus respectivas posiciones, sin equidistancia alguna entre ellas (Israel como país creado por la ONU ocupando territorios palestinos, los palestinos sintiéndose ocupados por Israel). Aún así nadie, ni Hamás, por supuesto, puede justificar la brutalidad de sus acciones terroristas en la base del comportamiento anterior y presente, tampoco justificable, de Israel que está provocando, como castigo por el atentado del 7 de octubre, la actual catástrofe humanitaria en Gaza.

Guerra Israel-Hamás

David Ben-Gurion (primer Primer Ministro de Israel) pronuncia públicamente la Declaración del Estado de Israel, 14 de mayo de 1948, Tel Aviv, Israel, bajo un gran retrato de Theodor Herzl, fundador del sionismo político moderno. Fuente: Wikimedia Commons.

Aparecen entonces, en algún caso, una dura y violenta oposición dependiendo del lado hacia el que se orienten cada uno de los análisis (individuales o colectivos); cada uno con sus propias subjetividades, dependiendo de a quien en concreto se considere amigo o enemigo, aportando razones de todo tipo, entre ellas algunas históricas siempre consistentes, sentidas con el corazón, a favor de uno u otro, empleando cada contendiente un vocabulario ad hoc a las ideas y razonamientos que defiende con el ánimo de elevar la moral e impulsar al enfrentamiento a los suyos y afines, al tiempo, que, en el caso israelí, la rotura de relaciones diplomáticas y el cierre de embajadas.

De ese modelo elemental participan todos aquellos que dicen tratar con rigor (un rigor, subjetivado en ciertos casos): periodistas, académicos, militares, políticos, comentaristas, entes sociales e historiadores; todos recordándonos, con incluso alcance internacional, desde una memoria histórica del pasado (manipulada o no según intereses), empleada como antecedente de la actualidad y con alcance a las causas profundas de tal guerra, aportando, en todo caso, razones, unos mirando hacia un lado y otros al contrario, sobre el nacimiento y la continuidad de la violencia actual.

Guerra Israel-Hamás: el papel de la historia y del presente

Así, ahora, el pasado que, como tal, marca indudablemente el presente, se quiera o no, comprende la realidad de aquel, sin saberlo realmente en profundidad, un pasado que ha quedado en mero sentimiento de odio aferrado a cada uno, perdiéndose en los detalles, y sin querer saber del futuro, y menos de un futuro en paz si no desarrollan en cada bando sus intereses.

Un pasado que, recordado se llena de suspicacias por cada uno de los contendientes, así los palestinos no están de acuerdo con su olvido ya que es la causa contra Israel, y los israelíes no quieren que se les recuerde creyendo que con ello se está justificando el terrorismo de Hamás. Suspicacias llenas de indignación, de ira, que, al menos por los israelíes, están presentes en sus reacciones contra aquellos que vierten en sus discursos opiniones encontradas a las suyas (caso reciente de la petición israelí de la dimisión de António Guterres, secretario general de la ONU, organización a la que Israel declaró posteriormente non grata, acusándole de justificar el terrorismo de Hamás al pedir, ante la reunión del Consejo de Seguridad, celebrada en Nueva York, que se protegieran a los civiles en Gaza y que no se violara el derecho internacional).

Se vive pues, en una guerra dentro de un tablero tan complejo, en el aquí y ahora de que se trata, hablando de causas actuales (la vieja narrativa ya no es de utilidad), desde aquel pasado pensado a su manera, cada uno con un lenguaje bélico diferente, en la búsqueda de resultados favorables en la inmediatez, empleando en ella solamente la realidad de un odio acumulado desde el pasado como justificación de aquel del presente, sin darse cuenta de que se está creando más odio cara al futuro y no los fundamentos, absolutamente necesarios ante los horrores que vemos, para una paz futura, una paz llena de esperanza para todos los contendientes.

Con lo que se ve, la creación de una historia futura de este conflicto, aquella que nace y se conoce a través de la recopilación rigurosa de los hechos y de su interpretación, ha de contar con la narrativa, más o menos subjetiva de los comentaristas y analistas de hoy que los interpretan; es decir, de todos aquellos que están construyendo la historia, más en concreto de la militar, del presente, en este caso de un presente inmediato.

Una historia de ese presente que, aproximándose en su construcción al periodismo de investigación de hechos actuales, se ciñe, en lo militar, no sólo a los enfrentamientos armados en cuanto al encuentro con los elementos clásicos del «antes de la guerra» (causa, movilizaciones de todo tipo, preparación, estrategias y tácticas planteadas y dispuestas), del «durante la guerra» (evolución de las causas iniciales, de las amenazas, movimientos militares, aplicación de estrategias y tácticas, logísticas de todo tipo, ampliación, en su caso, de los escenarios de guerra a otros países)  y de las previsiones para el «después de la guerra» (paz armada o no, elementos de disuasión, acuerdos firmados, políticas a seguir), sino que presenta todo lo que rodea y alcanza la guerra en los tres momentos aludidos, todo aquello que, con su realidad, transforma a las ciudadanías y a sus gobiernos, sin llegar a formar parte del puro ámbito castrense.

Guerra Israel-Hamás

Captura de pantalla del vídeo de la agencia de noticias Tasnim, que muestra el patio del hospital árabe Al-Ahli de la ciudad de Gaza tras el impacto de un proyectil el 17 de octubre de 2023, durante la guerra Israel-Hamás. Fuente: Wikimedia Commons.

Elementos del presente: algunos expuestos bajo la forma de  noticia «exclusiva»,  explicativa de las nuevas realidades de última hora, aquellas que se van produciendo, sumando o no el morbo mezquino de algunas situaciones, por todos los interesados en difundir los hechos (no solo militares), se hayan o no contrastado, a través de artículos, informes y monografías, expandidos por todos los medios y redes, acogiendo el conflicto que apoyará en el futuro, desde la historia del presente inmediato que estamos viviendo, la historia del conflicto una vez pasado el tiempo (historia del futuro), aquel que, según la mayoría, asienta las verdades.

En ella, seguramente, aparecerá el odio que estamos viendo, la figura de cada uno de los contendientes (Israel con un ejército de unos 470.000 hombres y la milicia de Hamás con unos 30.000), con sus luces y sus sombras, de la deshumanización israelí y de la locura absolutamente injustificable del terrorismo de Hamás (organización que es acusada, no sin razones, de ser un problema para Palestina, a quien perjudica más que favorece); de los apoyos a uno y otro conformando y confirmando los temores internacionales de una escalada, de una espiral de violencia, hacia una posible guerra regional, o a un espacio más amplio (se cita la posibilidad de alcanzar una guerra mundial) que afectaría de inicio, en todo caso, a Cisjordania, Jordania, Líbano-Hezbollah y no sólo, con posible intervención internacional, tal y como amenaza EEUU que dice que no dudará en actuar si se siente atacado y, a su lado, algunos aliados de la Unión Europea (UE), con poco peso en el actual conflicto, así como Irán y Arabia Saudí.

Sin dejar de pensar en las opiniones al respecto de Rusia (se llega a afirmar que esta guerra es un segundo frente ruso; por otra parte, avalando la existencia de tal frente, el presidente ucraniano, Zelensky, ofrece apoyo incondicional a Netanyahu y quiere una alianza con Israel contra Rusia) y, asimismo, China y, sobre todo, de la lucha por la hegemonía en Oriente Medio entre Irán y Arabia Saudí; de la factura que tuvieron que pagar los que apoyaron, no apoyaron o no hicieron nada (tanto desde el punto de vista bélico como humanitario); de la expansión de la guerra y del terrorismo yihadista a su lado (de ahí el temor europeo al renacimiento de atentados yihadistas en su territorio y la aplicación de consecuentes medidas de seguridad), temor extensivo a que se declaren enfrentamientos en Europa entre las comunidades judías y musulmanas; de las divisiones en cada bando; de la realidad del sufrimiento insoportable del pueblo palestino hacinado en la agonizante Franja de Gaza, de sus desplazados, inmigrantes a la fuerza (de ello sabe bien Egipto, país fronterizo con Gaza, que los ha recogido e integrado desde 1948); de la lentitud diplomática para la resolución del conflicto y problemas consecuentes bajo el peso de un apoyo incondicional a Ucrania, no así para Palestina y sí a Israel; de la realidad de los heridos y muertos de uno y otro lado en crecimiento (de momento, en Gaza son más de 8.000, el 40% de ellos menores, según Hamás, y en Israel unos 1.400), tanto de los ocupados como de los ocupantes, una realidad que no miente, aunque se intente manipular o maquillar interesadamente, pero que nos da de forma fiable, en cuanto testigos desaparecidos, la importancia del conflicto.

Una historia que, seguramente, con la subjetividad que asalta a todos los historiadores como contadores e interpretadores de historias, se diga lo que se quiera, a pesar de procurar una interpretación lo más objetiva posible, seguirá presentándose en la razón de cada uno, israelí y palestina, teniendo en cuenta que Hamás, como grupo terrorista, no representa a todos los palestinos, a la población civil en su totalidad (hecho que hay que diferenciar en razón a sus objetivos), y de aquella de los que les ayudaron y les ayudan (a los que la historia futura seguramente pasará factura), en cierto modo, como continuidad de la propaganda de guerra afín a cada uno.

Así tendremos, hay ejemplos de ello no muy lejanos, no una historia, sino varias, sobre las que seguir investigando, como así harán estudiantes, futuros doctores y profesores, abriéndose, con cada una de ellas, nuevas perspectivas y nuevas ampliaciones sobre nuevos hechos no descritos por todos, no bien conocidos, por tanto, a estudiar, a analizar, incorporándoles a una nueva historia que así avanza.

En suma, una nueva guerra a sumar a la historia de la humanidad vista a través de las guerras, tanto por los historiadores como por los profesionales e interesados en el conocimiento de los conflictos armados, de aquellos que buscan elementos de interés a aplicar en otros nuevos conflictos en la evolución del arte de la guerra (que no de la paz) basándose en los desequilibrios producidos en el conflicto o conflictos estudiados (sobre todo en los que dieron la victoria) y, asimismo, en las situaciones políticas, económicas y sociales , incluso religiosas afectadas…, al tiempo que procuran soluciones, fuera de los que afirman que la historia no se repite, de cara a conflictos similares.

Una guerra que, en los futuros textos históricos contemporáneos, intentará, con acierto para unos o desacierto para otros, recrear toda la tensión conflictiva del momento, así como los hechos militares o no, políticos, sociales, económicos del momento, que la conformaron, de principio a fin.

Una guerra que se sumará a las amenazas bélicas ya cumplidas y sufridas por la humanidad con anterioridad, y, que formara parte de la cada vez más violenta agresividad humana, agresividad que ha exacerbado en la actualidad, tanto las posiciones pacifistas, como las de la izquierda política, y las belicistas de la derecha, e incluso aquellas de los neutrales, posiciones irreconciliables en un mundo que parece, cada vez más, abocado a la destrucción, gracias a la existencia de una sociedad que, desde el siglo XX, está cada vez mejor armada (para alcanzar la paz: si vis pacem para bellum).

En este caso concreto, en la guerra de Israel-Hamás y la parte pueblo palestino que le apoya, estamos ante una guerra de efectos retardados si contamos con la violencia y el odio inicial creciente de los contendientes.

Y si el conflicto perdura en el tiempo en nuestra historia del presente en marcha (de momento estamos en la jornada 23 del mismo), se ha de acentuar la procura de soluciones a pesar del escepticismo de muchos de los observadores: así se habla de alcanzar, en principio, un alto el fuego humanitario inmediato, parcial o total, que la diplomacia mundial por sus problemas diplomáticos no llega a consensuar (alto el fuego de momento solicitado por Rusia, que ha mantenido conversaciones con Hamás, por China, Jordania, Egipto, Turquía, que no reconoce a Hamás como organización terrorista y cuyo presidente, Tayyip Erdogan, acusa a Israel de cometer crímenes de guerra, de genocidio sobre el pueblo palestino, Brasil y cinco agencias de la ONU); alto el fuego necesario, junto a corredores seguros, para acentuar, en principio, la ayuda humanitaria a los gazatíes (de momento absolutamente insuficiente), olvidando que alguna parte de ella podría ser controlada por Hamás; alto el fuego necesario (que algunos lo conciben, bajando de nivel, como «pausa humanitaria») para tratar de iniciar conversaciones o conferencias de paz entre los contendientes, retrasando todo lo posible, que parece que no habida cuenta los últimos acontecimientos, la ofensiva israelí sobre Gaza (ofensiva pendiente en principio, al parecer, de la localización de los rehenes, seguramente dispersos en los túneles de Hamás).

Conversaciones en las que estarían presentes, de alguna manera, la situación de los secuestrados en cuanto a su liberación (sin contar con los ya fallecidos y puestos en libertad) y la reparación de las acciones terroristas; el cese de todos los apoyos bélicos o de cualquiera otra índole por parte de los muchos actores internacionales en presencia (para ello es necesario deshacer los reproches, las amenazas, así como la fisura abierta entre los bloques, occidental y oriental); y la necesidad, como solución política, punto importante, para muchos definitivo, hacia el futuro, de la existencia de dos Estados, reconociendo el palestino, dos Estados que se respeten como elemento inicial, fundamental, para el nacimiento de una convivencia en paz entre vecinos hasta ahora muy hostiles, convivencia que tendrán que aprender los contendientes, cara al presente y el futuro, a la vista de la situación actual, una convivencia que ha de alcanzar también a todos los judíos que viven fuera de Israel, así como a todos los palestinos que viven huidos fuera de sus territorios, algunos desde tiempo atrás, y, en ambos casos, conformes o no con las directivas de sus correspondientes autoridades. Una convivencia, por el momento y cara al futuro, que se presenta muy difícil ante el odio generado en el presente con la guerra.

Guerra Israel-Hamás: la ofensiva terrestre en Gaza

Sin embargo, alguna de las intenciones apuntadas para una historia del presente, en el camino hacia la futura (la clásica del pasado), habrá que repensarlas dado que la ofensiva total israelí sobre la Franja de Gaza ha comenzado con la entrada de sus fuerzas en Gaza tras incursiones previas de reconocimiento.

Una ofensiva (de represalia), sin que sea de momento una operación de envergadura, que, pedida antes con urgencia por el ejército israelí, ahora se ha hecho realidad con la entrada en Gaza de sus fuerzas tras intensos bombardeos y anulación de las comunicaciones palestinas.

Hecho que se ha presentado por Netanyahu como la segunda fase de la guerra contra Hamás con el objetivo de eliminar todos sus focos de resistencia, destruir su capacidad de defensa y liberar a los secuestrados (fase dentro de las tres concebidas en su hoja de ruta; la primera: destruir la infraestructura en superficie y en el subsuelo de Hamás, considerada ya finalizada, y la tercera: la eliminación de la responsabilidad de Israel sobre la vida en la Franja de Gaza y el establecimiento de una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel). Ofensiva que los familiares de las personas secuestradas por Hamás (239 aún en manos del grupo), a pesar de que Netanyahu les diga que agotará todas las opciones para su liberación, piden que no ponga en peligro sus vidas (lo que ven ciertamente difícil ante los duros ataques israelíes y la oposición a liberar a cambio los mas de 4.000 palestinos presos); familiares que ya están comenzando a criticarle, a pesar de la liberación de una soldado israelí secuestrada, pidiendo su dimisión antes de que acabe la guerra como responsable de la situación de sus allegados debida a las fallas de seguridad del 7 de octubre.

Ofensiva que Netanyahu, para justificarla dentro de su guerra contra Hamás, añade a la causa principal, la respuesta al 7 de octubre, con la intención de movilizar a sus fuerzas, la idea de que esta guerra es una segunda guerra de independencia (la primera de 1947-49) y que, además, mantiene relación con lo que el enemigo bíblico de los de los israelitas, Amalek, les hizo, provocando una venganza terrible.

Ofensiva que, en su conjunto, es considerada por EEUU y por otros países occidentales o no, una estrategia errónea pensando en que, amén de producir graves consecuencias humanitarias y de seguridad, cabe la posibilidad de la extensión regional del conflicto de efectos imprevisibles con el apoyo del denominado «Eje de la Resistencia» (antiestadounidense y antiisraelí) propiciado por Irán, implicando a Hamás junto con otros grupos y milicias del Líbano-Hezbollah (organización terrorista que dice estar preparada para lo que sea), Siria, Irak, Afganistán, Pakistán y Yemen.

Asimismo, dejan entrever los malos resultados asegurados para Israel en el futuro dada la consideración de que, sin llegar a resolver el conflicto, Hamás renacerá, más pronto que tarde, desde sus cenizas, desde los escombros gazatíes, habida cuenta el continuado y creciente sufrimiento palestino, cuya sociedad se ve empujada a seguir reaccionando con un odio, ya incontrolable, contra Israel, y más cuando el  propio Netanyahu afirma que la guerra será «larga y difícil», lo que, con seguridad, provocará la consecuente  destrucción, pérdida de vidas humanas y el asedio continuado a la sociedad palestina, causas suficientes para incorporarse al nuevo Hamás.

Aún así, mirando hacia el desarrollo de la historia de lo sucedido y de lo que está sucediendo, quedan aún muchos asuntos pendientes, muchas incógnitas por resolver, sobre todo para apuntar, desde su conocimiento, el espacio, tan necesario, para la paz, y determinar quien o quienes, en el futuro, lo controlarán.

Asunto este en particular que, dentro del general de la guerra ruso-ucraniana, se está viendo un tanto ensombrecido por la actual guerra entre Israel y Hamás y el temor a que este último conflicto reduzca medios de apoyo a Kiev. De ahí que, bajo la afirmación de que tal nueva guerra es un segundo frente ruso, el presidente ucraniano, Zelensky, que no quiere quedar fuera en la actual situación, ofrezca apoyo incondicional al presidente israelí, Benjamin Netanyahu, buscando una alianza con Israel contra Rusia.

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