Nació en Valencia en 1862. No era una época fácil para las mujeres, ni siquiera para las que nacían en el seno de familias acomodadas, como fue su caso. De sus hermanos se esperaba que siguieran los negocios familiares o estudiaran, pero de las mujeres solo que fueran dulces, calladas, se casaran y tuvieran hijos. No todas cumplieron el mandato.
Al terminar el bachillerato, Concepción decidió, contra todo pronóstico, aprovechar los huecos legales y estudiar medicina en la Universidad de Valencia, junto con otra mujer, Manuela Solís. Era el curso 1883-84 y fueron las primeras en su universidad. En el discurso inicial de ese curso tuvieron que oír al profesor Peregrín Casanova decir que, cuando se hablaba de educación femenina, no debería referirse a los estudios universitarios. Un buen comienzo, lo llaman.
No eran del todo las primeras, y ya antes que ellas Elena Maseras o Dolores Aleu se habían matriculado en Barcelona, diez años antes, con lo que abrieron un camino complicado. En realidad, el acceso a las mujeres a los estudios superiores no se reconocería hasta 1888, tras un baile de legislaciones y no se convertiría realmente en ley hasta 1910, de hecho, justo un 8 de marzo. Necesitaron un permiso especial de Alfonso XIII y un serio compromiso de los profesores para poder estudiar, y lo hicieron en un ambiente hostil. Tampoco tenían muy claro que las fueran a dejar examinarse o pudieran ejercer posteriormente.
La lucha de Concepción Aleixandre por los derechos de las mujeres
Cuando terminó sus estudios, Concepción Aleixandre inició una carrera activa en la defensa de su propio derecho a ejercer y en la de los derechos de las mujeres. Como muchas de sus compañeras, para ello, se centró en la ginecología, obstetricia y puericultura, enfocada en un intento de mejorar las condiciones en las que se desarrollaba la maternidad. Pese a que el concepto de maternidad que tenían nos pueda parecer conservador, en sus tiempos fue revolucionario, y una lucha social importantísima. De hecho, fue la primera mujer admitida en la Sociedad Ginecológica Española, aunque no sin un rechazo previo.
Fue muy activa publicando investigaciones, entrevistas y tuvo un gran compromiso con lo que hoy asociamos a la divulgación. Dirigió algunos años la sección dedicada a la salud femenina en la revista La Medicina Social Española, presidió el Comité Femenino de Higiene Popular y ocupó la presidencia honoraria de la Asociación de Médicas Españolas en 1928, el año de su fundación. En esa época ya había, colegiadas, aproximadamente medio centenera de médicas.
También fundó en 1913 Protección Médica, una institución benéfica enfocada, sobre todo, a mujeres y niños. Pero no solo luchó por los derechos de las mujeres desde la medicina, y su participación en la profesión, sino también otros derechos sociales, como el del sufragio.
Fue amiga de Emilia Pardo Bazán, y ambas se defendieron mutuamente, así como su papel en la sociedad, en diferentes publicaciones. Cuando se planteó la entrada de Pardo Bazán en la RAE, en 1914, firmó el manifiesto en su apoyo. También participó en la Unión de Mujeres de España junto con Clara Campoamor. Así mismo, formó parte de la Junta de Damas de la Unión Ibero-Americana de Madrid, que luchaba por conseguir mejoras sociales, educativas y laborales para las mujeres. Por supuesto, cuando se fundó en 1926 el Lyceum Club Femenino Español, ahí estaba Aleixandre, de la que la prensa destacó que su “nombre ilustre no necesita comentario alguno”. Allí compartió espacio con otras pioneras como María de Maeztu, María Lejárraga o la también ginecóloga Rosario Lacy.
Su actividad política en los años veinte se vinculó a la asociación La Cruzada de Mujeres Españolas, junto con Carmen Burgos, y la llevó a realizar varias peticiones oficiales, como la que consiguió derogar la norma que prohibía a las mujeres el acceso a plazas de funcionarios de las secciones administrativas de primera enseñanza. Desde esta plataforma se exigió no solo el derecho al sufragio, sino también cuestiones como la derogación del delito de adulterio o la división entre hijos legítimos e ilegítimos. Quizás el primer acto público feminista en España fuera la protesta que organizaron en 1921 con una petición a las Cortes de la igualdad total de derechos entre hombres y mujeres.
Fue una pionera en la universidad y en el ejercicio de la medicina. Fue una pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Pero, además, fue una inventora. En 1910 solicitó y obtuvo una patente para unos pesarios que minimizaban los daños internos durante su colocación y uso. Además, al ser metálicos, solucionaban la tendencia a las infecciones que provocaban otros modelos anteriores. Lamentablemente, y pese al avance que hubiera supuesto, no consiguió que lo pusieran en práctica. Eso sí, su nombre se usó para vender una máquina más prosaica de masajes. No todo puede ser en esta vida.
A principios de los años treinta, ya con setenta años, decidió jubilarse y despedirse de la escena médica y política. Aun así, le tocó vivir tiempos convulsos y sabemos que debió de morir sobre 1952, aunque ya deslizándose hacia el silencio. Pese a sus logros, su contribución a la sociedad en tantos campos y su actividad pionera, nos habíamos ido olvidando de ella, en contraste con el foco que siempre mantuvimos sobre su sobrino, Vicente Aleixandre. Hoy es un buen día para recuperar su voz y su recuerdo.
Bibliografía
- Aguilera Sastre, J. (2011). “Las fundadoras del Lyceum Club Femenino Español”, Brocar. Cuadernos De Investigación Histórica, 35, pp. 65–90.
- Fresquet, J.L. (2020): Concepción Aleixandre y su compromiso con la medicina y los derechos de las mujeres, Valencia, Editorial Neopàtria.
- Guil Bozal, A. y Flecha García, C. (2015): “Universitarias en España: De los inicios a la actualidad”, Revista Historia de la Educación Latinoamericana, 17 (24).
- Ortiz Gómez, T. (1988) “La Asociación de Médicas Españolas (1928-1964) y su fundadora, doctora Elisa Soriano (1891-1964)”, en Valera, M et al. (coords.), Libro de Actas VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, Murcia, Universidad de Murcia.
- ___ (2006): Medicina, historia y género. 130 años de investigación feminista, Oviedo, KRK.
Comentarios recientes