La rebelión Taiping (1850-1864), ocurrida durante uno de los momentos de mayor debilidad de la dinastía Qing en China, fue uno de los conflictos más sangrientos que ha visto la humanidad: la mayoría de estudios estiman que la cifra de fallecidos osciló entre veinte y treinta millones de personas1. Estuvo dirigida por Hong Xiuquan, un estudiante chino que se convirtió al cristianismo desarrollando una doctrina propia muy particular y que llegó a crear un estado teocrático independiente que controló gran parte del sur del país: el Reino Celestial de la Gran Paz.
Hong Xiuquan: de estudiante a profeta
Hong Xiuquan nació en 1814 en la provincia china de Cantón, en una humilde familia campesina de la etnia Hakka, sometida, como muchas otras, a una dura discriminación por la dinastía Qing. A pesar de su pobreza, sus padres se esforzaron en darle a su hijo una buena educación que le permitiera pasar los exámenes imperiales y conseguir un puesto en la administración2. Era el más pequeño de cuatro hermanos, estaba casado con una mujer llamada Lai y ejercía como profesor en la escuela local. Tras un primer intento fallido3, se presentó al examen imperial por segunda vez en 1836. Cerca del lugar de la prueba, un misionero protestante que estaba repartiendo panfletos le entregó un libro que contenía los elementos principales de la doctrina cristiana. Hong no le prestó demasiada atención, aunque guardó el panfleto. De nuevo, suspendió el examen4.
Un tercer fracaso en 1837 hizo que se pusiera muy enfermo. Tuvo que permanecer en cama varios días y su familia llegó a temer por su vida. Mientras convalecía, Hong tuvo un sueño. Aunque hoy sabemos que lo que experimentó recibe el nombre de “estado crepuscular”, para él fue algo muy real. Un estado crepuscular es un estado alterado de la conciencia que provoca alucinaciones en el sujeto y le hace comportarse como si estuviera en un sueño. La causa de este trastorno fue sin duda el gran estrés al que había estado sometido y la extrema frustración por haber fracasado en su meta5. Hong soñó que era llevado a un lugar desconocido, semejante al Cielo cristiano. Allí, descubrió que tenía una segunda familia, formada por, entre otros, un Padre Celestial y un Hermano Mayor Celestial (es posible que este no formase parte del sueño original, sino que fuese una adición posterior por motivos ideológicos). El primero le informó de que los demonios estaban corrompiendo a la humanidad, la cual estaba perdiendo el respeto por Él, su creador. Le entregó una espada para que con la ayuda de su hermano acabase con todos los demonios que había en el cielo, aunque el comandante de estos, Yan Luo, escapó. Tras la batalla, el Padre Celestial le dijo que debía volver al mundo mortal para ayudar a la humanidad a librarse de los demonios que quedaban allí.
Finalmente, despertó en casa rodeado por sus familiares, que contemplaron atónitos cómo el estudiante se levantaba de golpe de la cama, gritando y atacando a demonios imaginarios. Al principio la convivencia con el “nuevo” Hong Xiuquan resultó muy difícil, ya que negaba que su padre terrenal fuese realmente su padre y discutía a menudo con sus hermanos. Rumores sobre su locura empezaron a circular por la aldea, por lo que la familia de Hong tuvo que mantenerlo encerrado en su habitación bajo una vigilancia constante. Esto se debe a que la ley china responsabilizaba a la familia de un loco de cualquier crimen que este cometiera. Con el tiempo, Hong Xiuquan se calmó y volvió a su vida normal, llegando incluso a tener una hija con su mujer.
En 1843, tras un tiempo sin presentarse al examen, volvió a intentarlo, pero suspendió de nuevo, lo que le provocó una profunda depresión. Un amigo que fue a visitarlo se fijó en el libro que el misionero le había dado, al que Hong no le había prestado nunca mucha atención, y se lo pidió prestado. Cuando lo leyó, insistió en que Hong también lo leyera. Además del mensaje cristiano, el libro contenía críticas a la tradición confuciana y su importancia en el sistema de exámenes imperiales, así como contra la idolatría tan presente en la sociedad china. Cuando terminó la lectura, Hong tuvo una revelación: el Padre Celestial con el que había soñado años atrás no podía ser otro que el Dios cristiano, Jehová. El Hermano Mayor Celestial que lo había ayudado en su lucha contra los demonios era Jesús, que como él subió al Cielo y luego volvió. El líder de los demonios, Yan Luo, era la serpiente que provocó la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén. Hong Xiuquan se dio cuenta de que Dios, que habló directamente con Moisés en el Monte Sinaí, había hecho lo mismo con él. Los exámenes confucianos eran parte del mal que asolaba a la humanidad, ya que difundían ideas falsas y promovían la idolatría. Su misión divina era convertir la sociedad china a la fe verdadera6.
La formación del movimiento Taiping
Hong empezó a predicar sus nuevas creencias. Su primer converso fue Li Jingfang, el amigo con quien leyó el panfleto. A partir de la poca información que daba este, consiguieron dilucidar cómo funcionaba el ritual del bautismo y ambos se lo practicaron el uno al otro. Una de las primeras cosas que hicieron fue encargar a un artesano una espada como la de su sueño para cada uno, necesarias para exterminar a los demonios. También convirtió a dos familiares, Hong Rengan y Feng Yunshan que, como él, también habían fracasado en el examen imperial. Poco a poco, empezaron a ganar seguidores. Su primera acción contra los “demonios” fue retirar las tablas con textos confucianos de las escuelas donde impartían clase, lo que les llevó a perder su empleo. A pesar de que apenas tenían dinero y de que la segunda hija de Hong acababa de nacer, este decidió viajar por el mundo junto a Feng Yunshan y predicar su palabra allí por donde pasase7.
Tras varios meses deambulando por las cercanías de la provincia de Cantón y consiguiendo algunas conversiones, llegaron a la aldea de Mengyu, en la provincia de Guangxi. Allí llegaron a la conclusión de que la manera más efectiva de llegar a la mayor cantidad de personas posible era distribuir panfletos (algo que ambos sabían de primera mano). Hong pasó los siguientes meses escribiendo numerosos panfletos y convirtiendo a algunos vecinos de la aldea. En noviembre de 1844 decidió volver a casa, ya que su familia debía estar preocupada por él y a él le preocupaba no tener aún un hijo varón. Cuando se iba a ir, fue incapaz de encontrar a Feng; un vecino le dijo que ya se había ido a casa, por lo que Hong no le dio importancia y decidió volver sin buscarlo8.
Pero Feng Yunshan no había regresado a Cantón, sino que viajó al norte de la provincia de Guangxi, donde empezó a predicar el mensaje de Hong Xiuquan, alcanzando un gran éxito entre la población de las montañas, también de la etnia Hakka, y atrayendo a nuevos creyentes de diversas profesiones. Parte de su éxito se debió a la situación de extrema pobreza y desesperación por las hambrunas, la sequía y el bandidaje, que hicieron que la población se sintiese muy atraída por el mensaje de salvación y redención que predicaba Feng, así como por la seguridad que transmitía la pertenencia a un grupo cada vez más amplio9.
Mientras tanto, Hong Xiuquan se dedicó durante un tiempo a dar clase y a escribir más panfletos. En 1847 decidió ponerse en marcha de nuevo hacia el oeste para buscar a Feng Yunshan, partiendo tan solo con unas pocas pertenencias, entre ellas su espada, y con casi nada de dinero. Todo esto le fue arrebatado por unos bandidos poco después de iniciar el viaje, pero aun así no se detuvo. Sus pesquisas le llevaron finalmente a unas montañas al norte de Guangxi, donde el 27 de agosto de 1847 se reencontró con Feng Yunshan y la masa de adoradores que este había reunido10.
Tras un par de meses asentados allí, Hong y Feng destruyeron una estatua de una divinidad local llamada Rey Gan, que, según Hong, había cometido numerosos pecados y era uno de los demonios de su sueño. Esto incrementó notablemente su reputación pero también despertó la ira de parte de la población. Varios sucesos similares poco después llevaron al arresto de Feng, aunque este se acabó librando de la condena11.
Dos seguidores de Hong que fueron arrestados en 1849 no corrieron la misma suerte: la comunidad de adoradores de Dios fue incapaz de liberarlos, a pesar de que intentaron reunir dinero para comprar su libertad, lo que muestra que por aquel entonces el movimiento aún no tenía una base financiera fuerte. Esto llevó a Hong a desarrollar un pensamiento radical contra el gobierno Qing. Hasta entonces no había estado muy claro cuáles eran los “demonios” a los que había que exterminar; a veces se los identificaba con los confucianos, otras con los budistas, y otras con los cultos locales. Sin embargo, a partir de este momento la identidad del enemigo fue clara: la élite manchú que dirigía el país desde la llegada al poder de la dinastía Qing. Se empezó a hablar de la necesidad de destronarla y establecer una nueva dinastía12.
Esto estuvo acompañado por algunos cambios en la organización de la comunidad cristiana: a partir de 1850 se militarizó notablemente; además, la manutención del ejército y el suministro de armas se convirtieron en una de las principales preocupaciones de sus lideres. También a partir de ese año, el número de seguidores de Hong creció exponencialmente, llegándose a alcanzar la cifra de cuatrocientos bautismos en un día. Otro suceso importante de aquel año fue la reunión de Hong con su familia, que se instaló con él en Guangxi tras el nacimiento de un hijo varón de Hong Xiuquan13.
Desarrollo inicial de la rebelión Taiping
A finales de 1850, el número de seguidores de Hong Xiuquan, denominados comúnmente “los Taiping” era alarmante, por lo que el gobierno Qing decidió intervenir militarmente contra ellos atacando la aldea de Huazhou. Fue un absoluto fracaso que costó la vida de cincuenta tropas de los Qing, los primeros demonios con los que los Taiping acababan. Poco después, los Qing lanzaron otro ataque, pero fueron brutalmente derrotados de nuevo en la batalla de Jintian, está vez con más de doscientas bajas en el bando de los Qing. Esta batalla dio comienzo oficialmente a la rebelión Taiping14 .
A partir de entonces, los rebeldes pasaron a la ofensiva. Los creyentes tomaron la aldea de Jiangkou, pero una nueva ofensiva Qing, mucho mejor organizada, les obligó a abandonar el lugar, sumiendo a la comunidad de creyentes en el caos. Fue en este período cuando Hong Xiuquan se proclamó oficialmente el Rey Celestial del Taiping Tianguo (el Reino Celestial de la Gran Paz), cuya llegada venía anunciando desde hacía tiempo. A pesar del caos en que estaba sumido el movimiento, Hong fue capaz de imponer el orden y, tras una victoria aplastante contra las tropas de los Qing en un imparable avance hacia el noreste, tomó la ciudad de Yongan, donde estableció su base. Hong no trató de obligar a la población a unirse al ejército Taiping o a convertirse a su fe, tan solo a cumplir las normas de comportamiento que había impuesto a sus súbditos, ya que necesitaba asegurarse el apoyo local. Hong y sus subordinados permanecieron un tiempo en la ciudad reforzándose militar, administrativa e ideológicamente, pero un ejército Qing no tardó en rodear la urbe y prepararse para un asedio. Esto obligó a los Taiping a organizar una huida que ejecutaron en 1852. Dinamitaron Yongan y la confusión que esto produjo entre las filas Qing permitió la huida de la mayoría de los creyentes, que aprovecharon para infligir un número de bajas considerable en el ejército enemigo15.
Se dirigieron al norte. Un mes después, cuando se aproximaban a la ciudad de Quanzhou, un artillero Qing disparó a Feng Yunshan, hiriéndolo de muerte. Esto provocó la ira de los Taiping, que asaltaron la ciudad y masacraron a todos sus habitantes. Tras varias victorias sucesivas, se hicieron también con la ciudad de Wuchang, donde se hicieron con un valiosísimo botín y con varios miles de nuevos reclutas. Esta vez sí se obligó a los habitantes a convertirse y a unirse al ejército16. A continuación se dirigieron a Nankín, el núcleo de la provincia más rica de China. La ciudad fue tomada el 20 de marzo y la población manchú de la ciudad fue sistemáticamente asesinada. Unos días después, Hong Xiuquan, subido en un palanquín dorado, entraba triunfante en Nankín, la ciudad que se convertiría en la capital del Reino Celestial de la Gran Paz17.
Bibliografía
- JÊN, Y. (1973), The Taiping revolutionary movement, ACLS history e-book project reprint series, Repr. d. Ausg. New Haven and London, Yale Univ. Press, 1973., ACLS Humanities E- Book, Nueva York.
- PLATT, S. R. (2012), Autumn in the Heavenly Kingdom: China, the West, and the epic story of the Taiping Civil War 1. ed., Vintage Books, Nueva York.
- REILLY, T. H. (2014), The Taiping Heavenly Kingdom: rebellion and the blasphemy of empire, University of Washington Press, Seattle.
- SPENCE, J. D. (1991), The search for modern China, W. W. Norton, Nueva York. — (1996), God’s Chinese son: the Taiping Heavenly Kingdom of Hong Xiuquan 1st ed., W.W. Norton, Nueva York.
- TWITCHETT, D. C. y FAIRBANK, J. K. (eds.) (1978), The Cambridge history of China. 10. Late Chíng 1800 – 1911: Pt. 1, Cambridge University Press, Cambridge.
- WANG, C.-C. (1981), «Hung Hsiu-ch’üan’s Early Thought and the Taiping Revolution», (Curwen, Trad.)Renditions, 15, pp. 103-138.
- YAP, P. M. (1954), «The Mental Illness of Hung Hsiu-Ch’uan, Leader of the Taiping Rebellion», The Far Eastern Quarterly, 13 (3), pp. 287-304. Disponible en: https://doi.org/10.2307/2942280.
Notas
- 1 S. R. PLATT (2012), 349-350.
- 2 J. D. SPENCE (1991), 170.
- 3 Y. JÊN (1973), 10.
- 4 C.-C. WANG (1981), 104-111.
- 5 P. M. YAP (1954), 5-8.
- 6 D. C. TWITCHETT y J. K. FAIRBANK (1978), 268-269.
- 7 J. D. SPENCE (1996), 81-84.
- 8 D. C. TWITCHETT y J. K. FAIRBANK (1978), 269-270.
- 9 C.-C. WANG (1981), 25.
- 10 C.-C. WANG (1981), 24-26.
- 11 J. D. SPENCE (1996), 114-122.
- 12 C.-C. WANG (1981), 126-135.
- 13 J. D. SPENCE (1996), 131-139.
- 14 T. H. REILLY (2014), 67.
- 15 J. D. SPENCE (1996), 147-174.
- 16 J. D. SPENCE (1996), 177-190.
- 17 J. D. SPENCE (1991), 174.
Comentarios recientes