Cartago es una de las ciudades antiguas que mayor espacio ha ocupado en el imaginario colectivo occidental. Sin embargo, son muchas las incógnitas que todavía rodean su historia y su realidad arqueológica. Nunca ha formado parte del selecto club de culturas antiguas, que gira en torno a Roma y Atenas, en el que las naciones europeas han querido asentar una parte de sus cimientos identitarios: la Arqueología Clásica no se ocupó de ella porque la consideraba una cultura oriental. El grueso de los orientalistas no le ha prestado atención porque, no solo se ubica en el Mediterráneo central, lejos de Anatolia, el Levante y Mesopotamia, sino que sus rasgos materiales y devenir histórico están más relacionado con los romanos y con los griegos de Sicilia y Magna Grecia que con lidios, persas o babilonios.
De entre los aspectos que menos conocemos de Cartago destaca su relación e interacción con el territorio que rodeaba el núcleo urbano. Al respecto, la literatura especializada se basa todavía hoy, principalmente, en las descripciones literarias que nos han llegado de algunos autores clásicos, como Diodoro de Sicilia o Polibio, historiadores griegos activos durante los siglos II y I a.C., en un contexto política y culturalmente dominado ya por una Roma imperialista. La ausencia de fuentes literarias cartaginesas conservadas nos priva de un testimonio fundamental para, de algún modo, equilibrar un discurso que emana exclusivamente de los rivales y conquistadores de la capital púnica.
Los arqueólogos, por su parte, han seguido durante los últimos 200 años, en este yacimiento como en tantos otros del Mediterráneo, una dinámica influida por modas académicas e intereses personales que les ha llevado a concentrarse primero en los espacios públicos y centrales, luego en las necrópolis y santuarios, por último en otros elementos urbanos, como en los talleres o las viviendas de la gente común (aunque hoy en día los intereses de la investigación se han hecho enormemente heterogéneos e interdisciplinares). Todos los edificios mencionados se hayan geográficamente concentrados en lo que, desde un punto de vista estrictamente físico y arquitectónico, se puede denominar la ciudad. Pero una ciudad antigua, preindustrial, no puede existir al margen del territorio en el que se asienta. La ciudad antigua, no como fenómeno estrictamente físico o arquitectónico, sino como fenómeno social y económico, extiende su influencia mucho más allá de sus murallas. Aunque el desarrollo de la morfología urbana (intramural) cartaginesa ha sido recientemente estudiado, del territorio extramuros de Cartago no sabemos hoy prácticamente nada.
La antigua Cartago y su territorio
La historiografía moderna se ha dividido entre la consideración del Estado cartaginés como un Estado agrícola o una república fundada en el comercio marítimo. Ambas posturas, ya defendidas en el siglo XIX, se basan en indicios indirectos, a saber, entre otros, la autoría cartaginesa de la enciclopedia de agronomía más respetada a finales del I milenio a.C., único texto cartaginés del que tenemos noticia de su traducción al latín y al griego, y que es conocido como el Tratado de Magón. Parece difícil explicar cómo un volumen tan extenso y detallado de conocimientos sobre agricultura y ganadería podrían haber sido acumulados sin basarse en la experiencia.
Por otra parte, en la mayoría de autores clásicos que trataron sobre la ciudad púnica, y que veían en Roma una verdadera república de campesinos, abundan las referencias a las actividades comerciales, navales y piráticas de los cartagineses, sin que en ocasiones se pueda establecer una clara distinción entre ellas. Estas referencias, además de las impresionantes instalaciones portuarias que se conservan en el propio yacimiento, han dado carta de naturaleza al prejuicio que asocia a Cartago y a los fenicios (fundadores de esta ciudad) principalmente a las actividades comerciales y económicas.
De la necesidad de hacer avanzar este debate, que se prolonga durante décadas alrededor de los mismos indicios antiguos, surge la oportunidad de realizar un proyecto de intervención arqueológica que aporte datos concretos, contrastables, arqueológicos y arqueométricos. Este proyecto está financiado por el Plan Nacional de I+D para la Generación de Conocimiento, por el Instituto del Patrimonio Cultural de España y por la Fundación Palarq, por parte española, y cuenta igualmente con una contribución del Institut National du Patrimoine, por parte tunecina. Las campañas de trabajo de campo y de estudio de materiales, codirigidas en estrecha cooperación con el Institut National du Patrimoine de Túnez, se proponen analizar el grado de integración económica de la antigua ciudad de Cartago con su territorio más inmediato, el ʼrst, en lengua púnica, tanto en la época de esplendor anterior a las Guerras Púnicas como tras la destrucción del 146 a.C., así como durante las décadas posteriores a la refundación romana del 44 a.C.
El territorio que se quiere analizar, ubicado en el norte de Túnez, tiene una extensión aproximada de 400 km², cuenta actualmente con una cobertura vegetal habitual en una costa mediterránea con un escaso régimen de lluvias, además de tres lagunas saladas y salobres, los estuarios fluviales de los dos ríos más importantes del país (el Oued Medjerda y el Oued Miliane), así como las estribaciones finales del Atlas Oriental, formadas por las elevaciones de Djebel Amar, Djebel Nahli, Djebel Aïn el Krima y Okbet el Oussif. Estas características particulares conceden a este territorio relativamente reducido una gran variedad de paisajes y recursos naturales, cuya dinámica de explotación antigua permanece hoy todavía prácticamente desconocida. No obstante, consideramos muy probable que los abundantes recursos naturales de este territorio (agrícolas, ganaderos, minerales, cinegéticos, arbóreos, etc.) contribuyeran en buena medida al ascenso de la ciudad-Estado de Cartago al primer rango entre las ciudades del Mediterráneo antiguo.
Intervenciones arqueológicas en el terreno
Para intentar salir del ámbito de las hipótesis, se lanzó en 2019 una primera campaña de campo, codirigida por el Dr. Hamden Ben Romdhane (Institut National du Patrimoine) y el Dr. Iván Fumadó Ortega (Universidad de Valencia/Centro de Estudios Fenicios y Púnicos), con el objetivo de seleccionar puntos concretos de actuación durante 2020 y 2021. En esta primera campaña se procedió a visitar en la zona indicada una selección de varias docenas de yacimientos escogidos entre los que se habían dado a conocer durante las dos campañas de prospección realizadas anteriormente allí, durante los años 10 y a principios de los 80 del siglo pasado. Gracias a esta campaña preliminar se realizó una evaluación del potencial arqueológico de dichos yacimientos, permitiendo una segunda selección de 10 lugares que presentaban diversas y complementarias características geográficas y arqueológicas: ocupaciones de montaña y en llano, próximas y lejanas a cursos fluviales, costeras o interiores, etc.
El programa de actividades se desarrolló entonces con la planificación de diferentes tipos de intervención arqueológica para cada yacimiento en función de sus particulares características y potencialidades. Sin embargo, a causa del cierre de las fronteras debido a la pandemia causada por la COVID-19 y de la subsiguiente imposición de cuarentenas obligatorias para los viajeros en tránsito entre España y Túnez, entre marzo de 2020 y octubre de 2021, todo el programa de actividades de campo ha debido ser pospuesto hasta la fecha, momento en el que preparamos las próximas actuaciones.
Cabe señalar, además, que el territorio sometido a estudio en este proyecto alberga actualmente la capital del país, Tunis, que cuenta con casi un millón de habitantes en rápida expansión. Esta circunstancia anuncia durante los próximos años un proceso de rápida transformación de los usos del suelo alrededor de la capital (construcción de nuevas infraestructuras, nuevos barrios, áreas de servicios, zonas industriales, residenciales, etc.), lo que suele típicamente implicar bien la destrucción de restos arqueológicos, bien la imposibilidad de realizar estudios adecuados de superficies y/o subsuelos. Es por ello que la investigación sobre este territorio, de capital importancia para comprender la realidad del fenómeno urbano cartaginés, aparece particularmente urgente.
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