Alfred Schlieffen

Alfred von Schlieffen, Jefe del Estado Mayor alemán entre 1891 y 1906 y padre del Plan Schlieffen. Fuente: Wikimedia Commons/Lwc 21

Estado de la cuestión

La confrontación entre el ejército alemán y el francés en las seis primeras semanas de la guerra de 1914 ha tenido siempre una lectura paralela basada en el plan alemán, Plan Schlieffen, y el francés, Plan XVII, cuyo interés y estudio ha excedido la mera descripción bélica de la batalla de Francia. Tras una lectura clásica u ortodoxa de ambos planteamientos, surgió a finales del s. XX y principios del nuevo una corriente revisionista o heterodoxa por parte de Terence Zuber que puso en tela de juicio hasta la misma existencia del plan alemán como tal, y, por supuesto, su adaptación por el general Helmuth von Moltke y toda su ejecución. Una vez vueltas las aguas a su cauce, procede intentar resolver el interrogante que ambas corrientes arrojaron sobre uno de los acontecimientos militares y su diseño operacional más atractivo de la historia militar.

Concepción histórica original del Plan Schlieffen

La sabiduría recibida[1] nos ha ido guiando por la génesis y evolución del plan de guerra alemán en los inicios del siglo XX. Desechando la idea inicial del mariscal Graf von Moltke de centrar la ofensiva inicialmente en el Este (al fin y al cabo, él ya había llegado hasta París en 1871), Schlieffen debió resolver, en torno a 1905, la asignación de tropas a dos más que probables frentes distintos, bajo la premisa de que la fuerza atacante debe ser superior a la defensora. El plan es en sí mismo una reflexión, –Denkschrift– fruto del trabajo de análisis de Schlieffen de la situación en y con Rusia y Francia, especialmente tras la guerra de la primera con Japón de 1904-1905. Centrado en el frente occidental, Schlieffen consideró la línea fronteriza francesa, las fortificaciones, las ciudades o plazas fuertes y, especialmente, los pasillos o aberturas dejadas en la línea para posibilitar un avance francés a través de la línea Verdún-Toul-Epinard y Belford-Suiza, especialmente el eje Toul-Epinard. Y llegó a la conclusión de que era la única alternativa posible para coronar con éxito una ofensiva en Francia. Remarcamos los términos ofensiva y en Francia, porque Schlieffen analizó igualmente la naturaleza y posibilidades del frente oriental, con y sin Austria Hungría, así como un escenario defensivo en Francia, a quienes suponía una intención básica ofensiva para la recuperación de Lorena y Alsacia.

La reflexión, que no un plan estratégico o de guerra, le llevó a desechar estos otros escenarios donde o bien el ejército alemán era superado en número y desbordado o el frente se estancaba como se había observado en Manchuria. En consecuencia, y en primer lugar, Alemania debía adoptar una postura ofensiva y agresiva, tomando la iniciativa. En segundo lugar, para acceder a la línea francesa donde sus unidades serían previsiblemente desplegadas, de Verdún a Epinard, no era posible la vía de la aproximación directa, como había sucedido en 1870. Y puestos a realizar una penetración por las fronteras con Luxemburgo y Bélgica, el destino de estas unidades quedó claro: debían pivotar alrededor de Metz[2] dirigiéndose en dirección suroeste de Paris, buscando terreno abierto para su despliegue y maniobra[3], mientras que el centro francés quedaba fijado y sería atacado por la retaguardia. J.F.C. Fuller lo llama «envolvente simple» y asemeja el planteamiento al de la batalla de Leuthen en 1757 del gran Federico. La premisa básica de Schlieffen[4] era, efectivamente la de un envolvimiento de ala simple, pero, sobre todo, implicaba, requería inexcusablemente, que las unidades francesas no rompieran el contacto y se retiraran. Ello hubiese acortado su línea de suministro y alargado la alemana, a la vez que aquellas se acercarían a sus reservas y obligarían a avanzar a los alemanes. La línea del frente no solo no debía ser abandonada por el ejército francés, sino que este debía quedar fijado y atraído a la batalla; era necesario ceder en la línea para que las unidades francesas se sintieran atraídas a penetrar el frente y avanzar. Lo que Schlieffen quería era una batalla de Kesselring, embolsar a las tropas francesas, no atacarlas de flanco, en la más pura tradición prusiana. No era Leuthen, sino Cannas.

La modificación y ejecución posterior por el general Moltke, como es bien sabido, llevó a romper el equilibrio de fuerzas asignadas a cada ala del ejército alemán, reforzando especialmente los ejércitos V y VI, en los que los príncipes herederos no parecían aceptar un papel secundario en la gran ofensiva. Ello, junto a otras consideraciones, como la de evitar la invasión del suelo patrio, precisamente en la zona encomendada al Príncipe, y una ansiedad extrema por lo que pudiera ocurrir en el Este, abundó en el refuerzo de la parte central de la línea alemana y en el planteamiento de un avance por todo el frente. La escasa capacidad de mando de Moltke y las desavenencias entre von Kluck y von Bülow llevaron a realizar el giro hacia el sureste en lugar de suroeste, de vuelta encontrada con las tropas francesas que en lugar de haber sido embolsadas o empujadas hacia el Este, lo hacían hacia el Oeste, impidiendo la maniobra del ala derecha alemana. Moltke se había vuelto contra sí mismo. El príncipe Ruperto y el general Dellmensingen habían contraatacado con tanto ímpetu que empujaron al Primer y Segundo Ejército francés fuera de la trampa de embolsamiento.

Por su parte, el Plan XVII estuvo basado en el XVI elaborado por el general Bonnal, responsable de los planes XV y XVI. Bonnal, fiel seguidor de la doctrina napoleónica, no supo integrar en las variables de la guerra venidera los nuevos medios de transporte y comunicación, la logística para las enormes masas humanas cuya movilización se avecinaba, ni la nueva disciplina de una artillería de fuego rápido, entre otras. Ignoró, como hizo el Estado Mayor francés y el Ministerio de la Guerra, la posibilidad de movilización por Alemania de su reserva desde el minuto uno de la contienda, y se limitó a considerar un más que probable ataque alemán de diez cuerpos por la línea Toul-Epinal. Su propuesta, arriesgadamente simplona, fue plantear un bataillon carré de 800 000 hombres repartidos en cinco ejércitos, uno en la primera línea, tres en la segunda y un quinto de reserva en retaguardia. Dentro de los símiles bélicos, Bonnal planteaba un Jena moderno. El Plan XVII elaborado a instancia del general Joffre, adoptó el anterior bajo dos premisas: mantuvo la negativa a creer en la movilización inicial de la reserva alemana –y, por consiguiente, no tendrían fuerza suficiente para avanzar simultáneamente por el oeste y el sur–, y, en segundo lugar, consagró a nivel místico el carácter ofensivo del plan francés basado en el principio “masa-velocidad”, concentrando los ejércitos entre Mézieres y Epinal y lanzándolos de frente. Este concepto incluye el de la maniobra hacia enemigo durante la batalla, que resultaría fatal para las unidades francesas bajo contacto con el fuego alemán. Joffre manifestó haber tenido conocimiento del plan de movilización alemán de 1913[5], aunque los “recuerdos” del general francés de esta época no son muy fiables[6]. Pero a estos efectos interesa otra reflexión incluida en sus memorias; el plan y mapas de sendos ejercicios realizados en 1905 y en 1906 por el Estado Mayor alemán que contemplan el movimiento del ala derecha alemana a través de Bélgica[7]. Este dato es tremendamente revelador pues viene a coincidir en la sucesión de acontecimientos descritos por Terence Zuber[8].

El Plan Schlieffen y el revisionismo de Zuber

Fruto de la recuperación de documentación inédita en los archivos de la Alemania del Este, Zuber condujo en torno a 1999 una investigación sobre dichas fuentes y emitió una interpretación revisada del plan Schlieffen. Según Zuber, el objetivo de von Schlieffen, a lo largo de sus reflexiones, estudios, maniobras y juegos de guerra del Estado Mayor, pero nunca como un plan de guerra, era mantener una guerra defensiva contra los dos ejércitos que la política de alianzas le llevaría a enfrentar, dada la inferioridad numérica frente a la Entente, trasvasando unidades de uno a otro frente a través del ferrocarril según las necesidades. En ningún caso podría Alemania asumir un planteamiento ofensivo en dos frentes siendo, además, uno de ellos, una penetración profunda en país enemigo, lejos de sus líneas de suministro y comunicación. Al contrario; bajo la premisa ofensiva del ejército francés, este sería llevado a batallas parciales cercanas a la frontera donde la supremacía militar y técnica alemana lo superaría.

Sin embargo, el planteamiento de Zuber, que contiene no obstante numerosos aciertos fruto de la citada investigación documental de primera mano, es circunstancial. En primer lugar, rechaza de plano el estudio del historiador alemán Gerhard Ritter, publicado en 1958 con el título The Schlieffen Plan[9], y que está basado en la documentación original encontrada en los archivos militares norteamericanos, que es el reflejo de la interpretación ortodoxa del Plan Schlieffen y su modificación posterior a peor por Moltke. Zuber concluye que Alemania entendía que Francia fuese la interesada en el inicio de una nueva guerra, por la cuestión Lorena-Alsacia, y por tanto, y de acuerdo con la ya citada mística ofensiva, Francia atacaría tomando la iniciativa en dicha zona, con un ataque secundario en las Ardenas. Los planes alemanes derivados de todos los estudios, maniobras, etc., de Schlieffen y Moltke de 1905 en adelante se basaron en un planteamiento defensivo alemán, en batallas cercanas con una clara superioridad apoyada en la rápida movilización de tropas a lo largo de todo el frente occidental, y entre este y el oriental. Alemania no podía acometer, y nunca concibió, un plan para una gran batalla de aniquilación, (la Cannae de von Schlieffen). Solo una vez derrotado el ejército francés en la línea fortificada Verdún-Epinal, el ala derecha alemana procedería a la penetración en territorio francés a través del Mosa girando a la izquierda una vez superada la línea de fortalezas y atacando al resto del ejército enemigo de flanco y retaguardia. El ala izquierda alemana nunca fue débil, nunca fue concebida así ni por Schlieffen ni por Moltke. A la postre seguiría una segunda campaña ya en el interior de Francia.

Frente a la interpretación de Zuber, otros autores, como Terence M. Holmes, de la Universidad de Wales, iniciaron un debate basado, de una parte, en las fuentes documentales originales y de otra en la ejecución real llevada a cabo por el ejército alemán en 1914, tratando de confrontar con ello posiciones a favor o en contra de lo que pudo ser el planteamiento de von Schlieffen y la modificación y ejecución bajo fricción por parte del general Moltke. Según Holmes, el plan –el estudio o reflexión– de Schlieffen no tenía por objetivo fijo la ciudad de París. El plan no tenia asignado, como vector de avance forzoso, una línea geográfica determinada a priori de forma ineludible, sino que obedecía, en su concepción con Schlieffen y que Moltke intentó mantener a pesar de la fricción, a la idea de envolvimiento de las tropas enemigas allí donde se las encontrara.

Plan Schlieffen Primera Guerra Mundial

Diagrama de los diferentes planes militares alemanes y aliados para 1914, incluido el Plan Schlieffen-Moltke, publicado en Desperta Ferro Contemporánea n.º1: 1914. El estallido de la Gran Guerra. Pincha en la imagen para ampliar.

Y esta es la idea principal, la razón de ser tanto de la concepción de Schlieffen como de su adaptación a la situación en 1914 por Moltke y su ejecución sobre el terreno. No hay que olvidar que von Schlieffen heredó la doctrina militar alemana del mariscal Graf von Moltke, y el general Moltke de von Schlieffen. Retrocedemos así a 1870-71 y encontramos el auge de la doctrina militar tradicional: la Bewegungskrieg[10], la guerra de movimiento a nivel operacional, con sus raíces ancladas en Federico Guillermo y consolidadas por Federico el Grande, citada por Heinz Guderian en 1936 en una primera referencia a la antigua guerra de invierno de 1678. Es el arte, que no ciencia, operacional alemán; el diseño de planes flexibles y alternativos de maniobra a nivel operacional, basado en un cuerpo de oficiales con formación y capacidad de decisión –Auftragstaktik– y en las armas combinadas, contrapuesta a la batalla de posiciones y desgaste o Stellungskrieg. Busca la maniobra de grandes unidades de forma rápida e intrépida, en profundidad, rebasando al enemigo o buscando su flanco y retaguardia, en batallas breves de impacto decisivo. La propia embestida mantiene la inercia del ataque de forma sostenida y sin pausa. El Plan Schlieffen de 1906 no fue un plan de guerra, eso está claro. No fue mas que una más de las reflexiones y estudios realizados por el Jefe de Estado Mayor respecto a las probabilidades, posibilidades e impactos de los distintos escenarios. Sin embargo, fue este planteamiento el que, de forma oficial u oficiosa[11] recibió, que no heredó, el general Moltke a quien le correspondió la tarea de adaptarlo –unidades disponibles, movilización, fijación de objetivos, despliegues, etc.–, a la situación de 1914. Modificó y alteró la idea inicial, pero mantuvo el arte operacional que subyacía en el original; la maniobrabilidad de las unidades a la búsqueda de un envolvimiento, quizás simple, quizás doble, de una línea enemiga fijada en el centro.

La guerra operacional alemana era difícilmente compatible con una guerra defensiva; aún siendo atacados o aún manteniendo una posición netamente defensiva, la táctica alemana no pasaba por la resistencia pegada al terreno (al menos no al inicio de una contienda); quiere decirse que incluso para el supuesto de una ofensiva francesa en pos de la recuperación de sus territorios perdidos en 1871, el ejército alemán no podía plantearse una guerra de posiciones, perjudicado además por su inferioridad numérica. El análisis por von Schlieffen de todos los escenarios posibles fue lo que le llevó, y Moltke mantuvo de alguna manera, a la conclusión de que tenía que fijar al centro francés, pero no para mantenerlo a largo plazo, sino para aniquilarlo por sorpresa. Si los planes no sobreviven a la fricción, tampoco lo hacen a la mala ejecución o a las desavenencias de sus comandantes, que sumaron errores que terminaron por desvirtuar las posibilidades de éxito del plan y su resolución. Las unidades alemanas no conseguirían romper la línea del frente de las fortificaciones, como tampoco fue ese el planteamiento de 1941 ni de 1944 (este en otro contexto). Nunca se contempló empujar hacia el sur o hacer retroceder al francés, sino expulsarlo por el Este o embolsarlo en una enorme Kesselring, mediante la maniobra del ala derecha del ejército alemán a través de Bélgica y Luxemburgo que, de ser necesario, rodearía París por el suroeste para atacar el frente por la retaguardia, evitando las fuerzas de reserva de guarnición en la capital y haciendo uso de un terreno más despejado que al Norte de Paris (que precisamente se convertiría en el pantanoso escenario de la guerra de posiciones o de trincheras por venir). Que los comandantes alemanes, una vez finalizada la contienda, trataran de defender el valor intrínseco del Plan Schlieffen, cargando las tintas en el poco operativo e imaginativo Moltke, puede ser verdad, como el general Joffre trató de lavar su imagen a pesar de las difíciles decisiones en las que se vio envuelto, pero ello no reniega del valor y mérito de uno ni de otro. El arte operacional alemán sobrevivió a la primera guerra, para luchar un día más.

Bibliografía

  • Bergström, C. (2016) Ardenas la batalla. Ed. Pasado y Presente.
  • Cavanagh, W & K. (2018) A tour of the Bulge Battlefields. Pen & Sword Military.
  • Citino, R.M. (2015) El modo alemán de hacer la guerra; de la guerra de los 30 años al Tercer Reich. Ed. Salamina.
  • Citino, R.M. (2015) De la Blitzkrieg a Tormenta del Desierto. Ed. Salamina.
  • Echevarría, A.J. (2001) An Infamous Legacy: Schlieffen´s Military Theories Revisited Army History Bulletin. Summer-Fallen 2001.
  • Frieser, K.H. (2018) El mito de la Blitzkrieg. Ed. Salamina.
  • Fuller, J.F.C. (1979) Batallas decisivas del mundo occidental. Ed. Ejército.
  • Fuller, J.F.C. (1965) La dirección de la guerra. Luis de Caralt Editor.
  • Guderian, H. (2016) Achtung-Panzer. Ediciones Tempus.
  • Holmes, T.M. (2001) The Reluctant March on Paris: A Reply to Terence Zuber´s ¨The Schlieffen Plan Reconsidered¨ War in History, April 2001, Vol. 8, No.2. Págs. 208-232.
  • Klean, M.A. Der Schlieffen Plan: Interpreting the Shadows on the Cave Wall. Badminton University.
  • Moltke, H. (1891) La guerra franco-alemana de 1870-1971. Montaner y Simón Editores.
  • Ritter, G. (1958) The Schlieffen Plan: Critique of a Myth. Oswald Wolff Publishers Ltd.
  • Sáez Abad, R. (2014) Bélgica, 1914. Ludendorff rompe el cerco de Lieja. HRM Ediciones.
  • Schlieffen von. A. (1913) Cannae. The foundation of Germany´s Military Strategy in World War I. The Naval and Military Press
  • Segura García, G. (2014) Buscando la batalla perfecta: Schlieffen y el espíritu de Cannae. XL Congreso de Historia Militar.
  • Warner, P. (2002) The Battle of France, 1940. Cassel&Co.
  • Zuber, T.  (1999) The Schlieffen Plan Reconsidered. War in History, July 1999, Vol. 6, No.3. Págs. 262-305.

Notas

[1] Schllieffen’s War; reexamining the war plans of 1914. Ty Bomba. Strategy & Tactics. No.319. Nov-Dec 2019.

[2] No nos atrevemos a denominarlo “…avanzar en orden oblicuo…” como Fuller. Batallas decisivas. Vol 3 Pág 226

[3] En caso de maniobrar al Norte de Paris, corrían el riesgo de quedar atrapados entre las unidades desplegadas en la línea del frente y las reservas de Paris.

[4]Procurad que el ala derecha sea lo más fuerte posible”; The German General Staff Walter Göerlitz. Pág 142.

[5] The Memoirs of Marshall Joffre, vol I, págs. 61-64.

[6]…Ya no me acuerdo…Me preguntan un montón de cosas a las que no puedo contestar. No sé nada.” Contestación de Joffre a la Comisión Briey de 1919. Citado por J.F.C. Fuller, Batallas decisivas, vol. III, pág. 225.

[7] The Memoirs of Marshall Joffre, vol I, págs. 46-63.

[8] The Schlieffen Plan Reconsidered. Zuber, T. War in History. July 1999. Vol 6. No. 3, págs 262-305. Sage Publications Ltd.

[9] Curiosamente prologado por Liddell Hart.

[10] El término Blitzkrieg es, como sabemos posterior y de significado distinto.

[11] Parece que no consta una copia original recibida en el Estado Mayor para su archivo.

Este artículo forma parte del III Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

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