Duelos y esgrima en la Europa moderna (ss. XV-XVII)

Lance de capa y espada en las calles de Madrid en este detalle del cuadro Milagro de la Virgen de Atocha en las obras de construcción de la Casa de la Villa (c. 1650), óleo sobre lienzo anónimo, Museo de Historia de Madrid. Las reyertas o duelos de esgrima a espada ropera y vizcaína no eran infrecuentes en las calles de la capital. © Wikimedia Commons/Carlos Teixidor Cárdenas

A pesar de que en la Edad Moderna las armas tradicionales perdieron importancia en el campo de batalla, la espada se convirtió en un símbolo de prestigio y de nobleza, ya que su posesión estaba asociada a las clases altas. Este comportamiento fue emulado por las clases bajas, que querían aparentar un mayor estatus. De esta forma, se hizo frecuente llevar una espada como si se tratara de un elemento más de la vestimenta [1]. Su uso como medio de defensa personal o del honor también estuvo muy extendido. En este contexto, destacan dos armas por la frecuencia de su uso y la cantidad de tratados dedicados a ellas. Nos referimos a la espada de mano y media y a la espada ropera.

La espada de mano y media, también llamada espada bastarda o espada larga, debe su nombre a una de sus principales características: su tamaño, oscilante entre los 100 y los 130 centímetros, hacía recomendable el uso de ambas manos para su manejo, aunque, si la situación lo favorecía, podía usarse solo con una. Este arma surgió en el siglo XIV como respuesta a las armaduras de placas, ya que su largo alcance permitía penetrar fácilmente los puntos débiles; pero las armas de fuego ejercían esta función de forma mucho más eficaz, por lo que su uso se acabó restringiendo al ámbito civil, siendo especialmente popular en los territorios italianos y el Sacro Imperio. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XVI su uso cayó en picado, siendo sustituida por la espada ropera [2].

No hay un consenso claro respecto al origen del término ropera. Algunos autores consideran que es de origen hispano, mientras que otros sostienen que deriva del francés rapiere. En principio, la palabra ropera, que podemos encontrar en los textos a partir del siglo XV, designaba a cualquier espada cuya finalidad era ser portada con la ropa civil. Posteriormente, este término acabó siendo asociado al modelo de espada que se fue generalizando en los siglos XVI y XVII [3]: una espada de hoja larga y fina diseñada principalmente para estocar, aunque con la capacidad de cortar, con una guarnición para la mano en la guarda. Era frecuente su uso acompañada de una daga de vela de función principalmente defensiva en la mano izquierda. A mediados del siglo XVII, la espada ropera fue sustituida por el espadín, un arma que era más ligera pero que no podía cortar [4].

Por otra parte, los guardias personales de nobles o burgueses solían optar por la alabarda, un arma que se descubrió de mayor utilidad en el ámbito civil que en el campo de batalla. Esto se debe a que su largo alcance y su capacidad de enganchar el arma enemiga eran muy útiles en las labores de protección. Para este cometido también era frecuente el uso del montante [5], una espada de dos manos algo mayor que la espada de mano y media.

Otras armas que se podían encontrar eran el alfanje, la espada con un cañón de pistola incorporado o la “espada secreta”, consistente en un arma escondida dentro de otro objeto como un bastón, utilizada principalmente como medio de defensa personal por personas que no solían ir armadas como clérigos y médicos [6].

Duelos en la Europa moderna

En la sociedad moderna el honor se impuso como uno de los valores más importantes, y con él, la necesidad de defenderlo de cualquier forma ante la más mínima ofensa. La vía más utilizada fue la del duelo. Rechazar un desafío se consideraba una clara muestra de falta de hombría [7], por lo que los varones, especialmente los de clases altas, se veían envueltos frecuentemente en situaciones en las que tenían que enfrentarse a alguien para defender su imagen pública o la de su familia, ya que se consideraba que el varón era el depositario de la honra de su esposa e hijos [8].

La cantidad de duelos que se celebraban en toda Europa llegó a ser muy preocupante, por lo que los monarcas europeos tuvieron que tomar cartas en el asunto [9]. La Iglesia católica prohibió los duelos tras el Concilio de Trento al considerarlos sucesos lamentables provocados por la bebida y otros excesos [10]. Lo mismo hicieron otras monarquías como la inglesa y la hispana. Sin embargo, todas estas prohibiciones no sirvieron de nada, ya que se siguieron produciendo muchos duelos de forma clandestina [11]. La Monarquía Hispánica decidió ir aún más lejos y promovió la creación de una serie de leyes destinadas a reducir la letalidad de las armas. Se fijaron medidas máximas para las espadas, se prohibieron ciertos tipos de punta que resultaban especialmente letales y se estableció la obligatoriedad de llevar siempre la espada envainada. Para evitar la picaresca, también se prohibieron las espadas que integraban mecanismos para alargar la hoja y las vainas que permitían desenvainar la espada más rápido de lo normal, ya que esto daba ventaja al atacante [12].

Maestros y tratados de esgrima

Durante la Edad Moderna surgieron salas de esgrima en las que los maestros enseñaban sus conocimientos a sus alumnos. Posteriormente, esto se pasó a hacer de forma pública y así se desarrolló la costumbre de organizar en algunas plazas públicas, sobre todo durante las ferias, juegos de esgrima en los que cualquiera podía participar [13]. Para que la práctica fuera segura, se usaban “espadas negras”, armas de menor peso sin filo ni punta y con un botón en la punta para ofrecer protección adicional [14].

En este contexto resulta de vital importancia la figura de los maestros de esgrima. Se trataba de hombres que dominaban el manejo de toda clase de armas y que, además de enseñar a sus discípulos, controlaban el desarrollo de los juegos de esgrima. Para ello, se servían de un montante que interponían entre los dos combatientes cuando consideraba que el juego debía parar. También tenían la costumbre de “florear” estas armas ante el público para demostrar sus habilidades [15].

Los Reyes Católicos crearon en 1478 el cargo de “Maestro Mayor”, cuya función era juzgar quién poseía los conocimientos necesarios para ser reconocido oficialmente como maestro de esgrima e impartir clases [16]. En la Monarquía Católica estaba prohibido enseñar esgrima a grupos desfavorecidos como judíos y esclavos. Hacerlo podía suponer la pérdida de la licencia para enseñar, y si alguien enseñaba esgrima sin licencia, se enfrentaba a una multa muy severa [17].

A finales de la Edad Media algunos maestros de esgrima empezaron a poner sus conocimientos por escrito, en forma de tratados que describían las técnicas más importantes. Estos no estaban destinados a un público general, sino a sus alumnos. Dichos manuales asumían un cierto conocimiento del arte de la espada por parte del lector, por lo que omitían explicaciones básicas como el modo en que el espadachín debía moverse. Su finalidad no era enseñar, sino ayudar a sus discípulos a recordar las lecciones impartidas [18].

El tratado de esgrima más antiguo conservado es anónimo y se encuentra en el museo Royal Armouries del Reino Unido. Recibe el nombre de MS I.33, data de principios del siglo XIV y describe algunas técnicas con espada y broquel en latín con algunas anotaciones en alemán [19].

La aparición de la imprenta fomentaría más adelante la difusión de estos textos, los cuales se extendieron a un público más amplio. En toda Europa surgieron varias “escuelas” de esgrima, es decir, se crearon varias tradiciones que seguían unos métodos comunes, contando cada una con una serie de autores significativos. Las más destacadas fueron la alemana, las italianas y la española. No obstante, también hubo maestros importantes en otros países que nos dejaron textos valiosísimos, como el inglés George Silver, autor de Paradoxes of Defence (1599) [20] o André des Bordes y su Discours de la théorie de la pratique et de l’excellence des armes (1610) [21].

Escuelas de esgrima en la Europa moderna

La escuela alemana:

La tradición alemana se inaugura con Johannes Liechtenauer. No sabemos prácticamente nada sobre su vida, más allá de que vivió en el siglo XIV. Sin embargo, su influencia en la esgrima alemana fue enorme, hasta el punto de que Meyer, que escribe a finales del siglo XVI, continúa su tradición [22].

Liechtenauer no escribió ningún tratado. Lo único que nos ha llegado de él son una serie de versos de muy difícil interpretación. Esta dificultad es intencionada: su objetivo era que solo sus discípulos pudieran entender su significado. Estos versos no constituían una explicación profunda del arte de la espada, sino que eran una serie de rimas fáciles de memorizar cuyo objetivo era que sus estudiantes recordaran las lecciones [23]. Afortunadamente, sus discípulos y los seguidores de estos tradujeron dichos versos a un lenguaje comprensible para los no iniciados.

Los sucesores de Liechtenauer más importantes de principios de la Edad Moderna fueron Peter von Danzig y Hans Talhoffer. Ya en el siglo XVI, destacan principalmente dos autores. Paulus Hector Mair ejerció como funcionario de contabilidad en la ciudad de Augsburgo. Gran aficionado a la esgrima, recopiló una gran cantidad de libros. Al ver que el arte de la espada se estaba perdiendo, en 1552 decidió escribir tres tratados en alemán y latín para los que invirtió una escandalosa cantidad de dinero público, hecho que provocó que en 1579 fuese condenado a la horca por malversación [24]. Por otra parte, Joachim Meyer publicó en 1570 Gründtliche Beschreibung der Kunst des Fechtens, el primer tratado de esgrima impreso en alemán. La principal novedad de este libro fue que, por primera vez en la tradición alemana, introdujo el uso de la espada ropera [25].

Las escuelas italianas:

El libro de esgrima en italiano más antiguo que conservamos es el de Fiore dei Liberi, de principios del siglo XV. No es el primer tratado italiano que se escribió, ya que el propio Fiore menciona otros libros en su prólogo. El siguiente autor importante es Filippo Vadi, autor de De Arte Gladiatoria Dimicandi, escrito entre 1482 y 1487. Este tratado presenta una gran influencia de Fiore dei Liberi, y sobresale por ser el primero en señalar la importancia de la geometría en la esgrima [26].

A diferencia de en el Sacro Imperio Romano Germánico, en la península italiana no hubo una sola tradición basada en un único maestro, sino que se desarrollaron muchas escuelas diferentes. En el siglo XVI destacan la boloñesa, con Antonio Manciolino y Achille Marozzo, y la florentina con Francesco di Sandro Altoni [27].

La publicación en 1553 de Trattato di Scientia d’Arme, con vn Dialogo di Filosofia, de Camillo Agrippa, marcó un punto de inflexión en la esgrima italiana, al tratarse del primer tratado de esgrima dirigido no a los estudiantes del maestro, sino a cualquiera que tuviese interés en aprender. Agrippa no se limitó a describir técnicas que los lectores deben memorizar, sino que hizo un trabajo de argumentación en el que defendió la importancia de la razón a la hora de decidir las acciones a ejecutar en un duelo [28]. Esto tendría una importancia capital en el posterior desarrollo de la esgrima española.

El trabajo de Agrippa supuso una auténtica revolución para la esgrima italiana, ejerciendo una gran influencia en todos los tratados posteriores. Además, su método se hizo muy popular en toda Europa, especialmente entre la nobleza y las clases altas [29]. En el siglo XVII destacaron las obras de Salvator Fabris, Ridolfo Capoferro y Nicoletto Giganti, que imitaron a Agrippa en su estructura, vocabulario y principios básicos [30].

La Verdadera Destreza:

Duelos y esgrima Jerónimo Carranza Verdadera Destreza

Hoja de lámina de Libro de Hierónimo de Carança, natvral de Sevilla, qve trata de la Philosophia de las armas y de sv destreza, y de la aggressio y defension christiana, Sanlúcar de Barrameda, 1582. Biblioteca Nacional de España.

En la península Ibérica del siglo XVI la esgrima se había convertido en un juego practicado por las clases medias. Entre los maestros de este periodo destaca Francisco Román, cuyo tratado del año 1532 se ha perdido [31]. Se desarrolló una escuela, más tarde llamada Esgrima Vulgar, de carácter violento y carente de fundamentos teóricos en la que no se trataba a las espadas negras como réplicas de armas blancas, por lo que su puesta en práctica en una situación real resultaba inútil y peligrosa [32].

El humanista sevillano Jerónimo Sánchez de Carranza no estaba nada satisfecho con esta situación. Carranza había sido soldado y había estado al servicio del duque de Medina Sidonia y de Felipe II. También ejerció como gobernador de Honduras [33]. En 1582 publicó De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y de la agresión y defensa cristiana, un libro en el que, con clara influencia de Agrippa, defiende un estudio teórico y racional de la esgrima usando elementos de ciencias como las matemáticas y la geometría. Su intención era elevar la esgrima a la categoría de arte liberal o ciencia. Ya en vida del autor este libro tuvo un gran éxito entre la clase alta de la época [34].

Carranza había fijado las bases para estudiar el correcto manejo de la espada pero no había creado un método propio, al estar su obra más centrada en la filosofía que en la práctica. De esto se encargó el baezano Luis Pacheco de Narváez. Pacheco, también de carrera militar, fue destinado a Canarias. En 1600 volvió a la Península, concretamente a Madrid, trayendo consigo su Libro de las Grandezas de la Espada, en el que desarrolló de forma teórica y práctica los principios de la Verdadera Destreza de las Armas, la escuela de pensamiento fundada por Carranza [35].

En Madrid, Pacheco y su teoría se volvieron muy populares. Para demostrar la veracidad de sus planteamientos, salía a la palestra a defenderlos espada en mano, ganándose la admiración de personajes como Lope de Vega y Cervantes. Nunca fue vencido; la anécdota de que fue fácilmente derrotado por Quevedo es una invención posterior de un biógrafo del poeta [36]. En 1624 fue nombrado Maestro Mayor de Felipe IV, cargo que aprovechó para imponer la Verdadera Destreza de las Armas como único método de enseñanza de esgrima legal. Varios maestros partidarios de la Esgrima Vulgar emprendieron litigios contra él, pero el baezano salió victorioso de todos ellos [37].

Pacheco escribió un total de once obras. En 1632 fue cesado de su cargo y murió viviendo en la miseria en 1640. En el segundo cuarto del siglo XVII varios seguidores de Carranza empezaron a cuestionar el método de Pacheco. Surgió así un enfrentamiento dialéctico que en algunos casos llevó a duelos entre “carrancistas” y “pachequistas”. A finales del siglo XVII el Maestro Mayor prohibió enseñar esgrima a los carrancistas, imponiendo así definitivamente el método de Pacheco en toda la Monarquía Hispánica [38]. La Verdadera Destreza de las Armas fue la escuela de esgrima más popular entre la aristocracia europea hasta que se popularizó la escuela francesa en la época de Luis XIV [39].

Bibliografía

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  • BOMPREZZI, A. (2012), “La Verdadera Destreza de las Armas o el camino de la Espada del hidalgo español”, Desperta Ferro: Historia Moderna, 1, pp. 38-41.
  • BOMPREZZI, A. (2013a), «Quevedo nunca venció a Pacheco de Narváez», https://www.academia.edu/42797500/QUEVEDO_NUNCA_VENCI%C3%93_A_PACHECO_DE_NARV%C3%81EZ , (consultado el 16 de enero de 2021).
  • BOMPREZZI, A. (2013b), “El pensamiento militar como generador de un sistema de combate individual: la Verdadera Destreza de las Armas”, Perspectivas y novedades de la Historia Militar: una aproximación global, 2, pp: 773-784.
  • CIRLOT, V. (1980), “Un Modelo de Clasificación de La Espada. A Propósito de «The Rapier and Small-Sword (1460-1820)», de A. V. B. Norman”, Gladius: estudios sobre armas antiguas, armamento, arte militar y vida cultural en Oriente y Occidente, 15, pp. 5–18.
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  • GRANT, N. (2020), The Medieval Longsword, Osprey Publishing, Oxford.
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  • VAN DIJK, C. (2020), “A New Halberd Typology (1500-1800): Based on the Collection of the National Military Museum, The Netherlands.”, Arms & Armour, 17, pp. 1-26.

Notas

[1] J. GUILMAÍN ALONSO (2017, 131-132).

[2] GRANT, N. (2020, 4-5, 7).

[3] G. DUEÑAS BERAIZ (2004, 212-213).

[4] V. CIRLOT (1980, 8-14).

[5] C. VAN DIJK (2020, 21).

[6] G. DUEÑAS BERAIZ (2004, 214-222).

[7] J. LUKE (2019, 286).

[8] J. GUILLÉN BERRENDERO, R. SÁNCHEZ (2019, 9-10).

[9] J. LUKE (2019, 283).

[10] J. GUILLÉN BERRENDERO, R. SÁNCHEZ (2019, 53).

[11] J. GUILMAÍN ALONSO (2017, 132).

[12] G. DUEÑAS BERAIZ (2004, 241-251).

[13] J. GUILMAÍN ALONSO (2017, 133).

[14] A. BOMPREZZI (2013b, 778-779).

[15] J. GUILMAÍN ALONSO (2017, 133).

[16] J. GUILMAÍN ALONSO (2015, 2453-2455).

[17] J. GUILMAÍN ALONSO (2017, 137).

[18] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 190-191).

[19] J. HESTER (2012, 20-21).

[20] J. D. AYLWARD (1956, 62).

[21] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 361-362).

[22] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 250-252).

[23] J. HESTER (2009, 181).

[24] D. JAQUET (2020, 87-89).

[25] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 249).

[26] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 295-299).

[27] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 302-305).

[28] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 305-306).

[29] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 302-305).

[30] T. DAWSON, D. JAQUET, K. VERELST (2016, 312-314).

[31] J. GUILMAÍN ALONSO (2015, 2456-2459).

[32] A. BOMPREZZI (2013b, 776-777).

[33] A. BOMPREZZI (2013b, 774).

[34] A. BOMPREZZI (2012, 39).

[35] A. VALLADARES REGUERO (1999,514-515).

[36] A. BOMPREZZI (2013a, 4-5).

[37] A. BOMPREZZI (2013b, 776).

[38] A. BOMPREZZI (2012, 39, 41).

[39] J. GUILLÉN BERRENDERO, R. SÁNCHEZ (2019, 125).

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