conquista reino vándalo Ad Decimum

Jinete vándalo (o tardorromano), mosaico procedente de la actual Túnez, British Museum. El grueso del ejército vándalo lo constituía la caballería. En 530 la comunidad vándala continuaba siendo numéricamente similar a la que llegó a África dirigida por Genserico, hacía ya un siglo. Su territorio, antaño más extenso, había menguado, sobre todo debido a la presión bereber. Sin embargo, las mejores tierras, que los vándalos habían confiscado durante la conquista y repartido entre su pueblo (las sortes vandalorum), continuaban siendo poseídas y habitadas por estos. Es en esta región, la Zeugitana, donde Gelimer se refugió tras su derrota en Ad Decimum, y donde se reorganizó para lanzar su contraataque.

«Sin embargo, si alguna vez dio la circunstancia de que sucediesen acontecimientos como éstos, yo no estoy en condiciones de asegurarlo: que el cuarto descendiente de Gensérico y su reino, que estaba en plenitud de riquezas y de fuerzas militares fuese completamente desmantelado en tan corto espacio de tiempo por obra de cinco mil hombres venidos del exterior y que no sabían dónde echar el ancla. Ese, efectivamente, era el número de los caballeros que acompañaban a Belisario, esos mismos que también llevaron a término toda la guerra contra los vándalos; porque tanto si esto sucedió por efecto del azar como por alguna clase de valor, cualquiera podría admirarse justificadamente por ello».

Procopio IV.7.20-21

Tras un largo viaje a través del Mediterráneo, en otoño de 533, Belisario atracó en Sicilia, donde tuvo noticia de que, lejos de esperar un ataque, Gelimer, rey de los vándalos, estaba en el sur del país, en la ciudad de Hermione, a cuatro días de marcha de la costa. También supo que Gelimer había enviado 5000 soldados y 120 navíos al mando de su hermano Tzazón para reprimir la revuelta en Cerdeña de un tal Godas. Animado por la noticia de que podía desembarcar en África de forma segura, Belisario ordenó a sus tropas que reembarcasen y levó anclas.

El ejército bizantino atracó en la costa norteafricana, cerca de la ciudad de Leptis Magna, unos tres meses desde su partida de Constantinopla. Aunque muchos estudiosos aceptan la escasa cifra que da Procopio, una lectura más atenta revela que Belisario mandaba una fuerza considerable. Su ejército consistía en 10 000 infantes y 5000 jinetes, tantos regulares como foederati. Incluía también a 400 hérulos comandados por Faras y 600 hunos al mando de Sinión y Balas. Acompañando a Belisario viajaba su guardia personal (bucellarii y comitatus), aunque no se nos da su cifra. Para transportar este ejército se contó con 500 barcos, tripulados por 30 000 marineros al mando de Calónimo de Alejandría, y 92 bajeles de guerra (dromones) tripulados por 2000 hombres de los que se esperaba que desembarcasen y luchasen en caso de necesidad. Este fue el ejército con el que Justiniano esperaba conquistar el África vándala.

Tras el desembarco, Belisario comenzó el avance hacia Cartago. Para la marcha colocó al frente a 300 bucellarii al mando de Juan el Armenio, su optio, con instrucciones de explorar el camino e informar de cualquier actividad enemiga. Deberían permanecer al menos 20 stades (3,6 km) por delante del grueso del ejército. Los 600 hunos bajo Sinión y Balas debían guarecer el flanco izquierdo de manera similar, permaneciendo también al menos a 20 stades de la columna principal. Belisario se colocó en retaguardia con el resto de sus bucellarii y comitatus, por si se producía un ataque de Gelimer por la espalda, mientras el resto del ejército marchaba en el centro de la formación. Se ordenó a la flota que se mantuviese a la altura de las tropas mientras estas se desplazaban por el camino de la costa y no se dispuso protección en el flanco derecho, ya que era el que daba al mar y estaba, por tanto, protegido por los navíos.

Cuando Gelimer tuvo noticia de que Belisario había desembarcado, reaccionó con presteza. Ordenó a su hermano Ammatas, que había permanecido en Cartago, que reuniese tropas para detener a los bizantinos en el paso de Ad Decimum, donde el camino atravesaba una serie de empinadas colinas. Por su parte reunió a las tropas del sur y partió para encontrarse con su hermano.

Marchando a una velocidad de 80 stades (14,4 km) al día, el ejército bizantino avanzó hacia Cartago, ocupando las poblaciones de Leptis y Hadrumetum en su avance. Finalmente llegaron a Grase, a 350 stades (63 km) de Cartago, y donde el rey vándalo tenía un palacio. Belisario era consciente de que los vándalos estarían cerca, pero su fuerza y posición le eran desconocidas. Y mientras el ejército se preparaba para acampar en Grase, un destacamento de la retaguardia bizantina chocó con algunas tropas adelantadas de Gelimer. Tras una breve escaramuza ambas partes se retiraron a sus campamentos, pero Belisario ya supo que al menos había algunos vándalos en las proximidades, siguiéndole de cerca.

mapa conquista reino vándalo belisario Ad Decimum

Mapa de la conquista del reino vándalo por Belisario. Pincha en la imagen para ampliar. © Desperta Ferro Ediciones

Al abandonar Grase, Belisario hubo de seguir la ruta que se alejaba de la costa, por lo que sus barcos no podían ya apoyar directamente al ejército. Ordenó a la flota que rodease el cabo Bon pero que se mantuviese a 200 stades (36 km) de Cartago, mientras que su ejército, en el cuarto día desde su desembarco, avanzó hacia Ad Decimum. Como mucho su fuerza ascendería a 18 000 hombres.

Decimum, donde el camino pasaba por un “estrecho pasaje”, estaba a 70 stades (12,6 km) de Cartago y allí es donde Gelimer planeaba emboscar a los bizantinos. Su plan era sencillo: Ammatus debía salir de Cartago y bloquear la salida norte del valle, posición desde la que podría atacar a la vanguardia de la columna bizantina cuando esta intentara salir. Esperaba que esto causara confusión y desorden, con los bizantinos confinados en un espacio estrecho, mientras él avanzaría desde el sur para atacar su retaguardia. Desorganizados y atacados desde dos direcciones, el ejército de Belisario sería destruido. El plan de Gelimer era sencillo y elegante, pero tenía un inconveniente: dependía de que ambos ataques coincidiesen en el tiempo, y no sería fácil coordinarlos.

No tenemos cifra de las tropas de Gelimer y Ammatus. El total del ejército vándalo debió de rondar solo 15 000 hombres, debido a las pérdidas de anteriores guerras y a que 5000 de sus mejores hombres estaban con Tzazón en Cerdeña. Pero es poco probable que Gelimer pudiese reunirlo al completo, debido a la emergencia de la situación y al tiempo que llevaba completar la recluta, así que debió disponer de 10 000-12 000 hombres, con 3000-5000 hombres con Ammatus.

Según Procopio, había en las proximidades tres caminos que llevaban a Cartago, ninguno visible desde el otro debido a las colinas entre las que discurrían. La primera vía era la ruta costera que estaban recorriendo los bizantinos, y que pasaba por Ad Decimum antes de dirigirse hacia Cartago. El camino central llegaba desde el sur, y era el que Gelimer estaba empleando en su avance desde Hermione. Esta ruta se cruzaba con la costera un poco antes del paso de Decimum. Y el tercer camino, que parece inquietaba a Gelimer, estaba más al interior y rodeaba el valle, siguiendo una ruta distinta hacia Cartago. Si Ammatus seguía las instrucciones de su rey, la ciudad quedaría indefensa: incluso una pequeña fuerza bizantina podía avanzar sin oposición hasta Cartago siguiendo esta ruta, y era posible que los ciudadanos, cristianos ortodoxos –los vándalos eran arrianos–, abrieran las puertas a sus correligionarios. Gelimer cambió sus planes y mandó a su sobrino Gibamundo con 2000 hombres para asegurar la tercera ruta y Cartago.

Por el contrario, Belisario no quería una batalla y no tenía planes para combatirla. Todavía no tenía una idea clara del potencial del ejército vándalo o de su composición. Lo que necesitaba era información que pudiese emplear para planificar una batalla que, como muy pronto, daría al día siguiente.

La batalla de Ad Decimum

Según las instrucciones de Gelimer, en la mañana del cuarto día desde la invasión, Ammatus ordenó a sus hombres que le siguieran hacia el paso, marchando él mismo en cabeza para explorar la zona y decidir el despliegue.

Mientras los vándalos se dirigían hacia Decimum, Belisario también se acercaba al valle. A unos 6 km de Decimum los bizantinos llegaron a una posición idónea para acampar y Belisario puso a la infantería a fortificarla. Con los bagajes en relativa seguridad, se dirigió con la caballería a su disposición en busca de los vándalos, con Uliaris, comandante de su guardia, al frente con 800 hombres. Juan el Armenio y sus 300 jinetes estaban bastante adelantados a la fuerza principal y, a una distancia similar, los hunos en el flanco izquierdo. Sin estar seguro sobre la posición enemiga, Belisario envió al resto de los foederati con Salomón para contactar con Juan e intentar localizar a los vándalos. El general bizantino no sabía todavía que tanto Juan en su vanguardia como los hunos de Sinnion y Balas a su izquierda ya habían chocado con el enemigo: la batalla de Ad Decimum había comenzado.

Ad Decimum fase 1: la derrota de Gibamundo

Los dos choques tuvieron lugar casi al mismo tiempo. Hacia el mediodía, el sobrino de Gelimer, Gibamundus, y sus 2000 hombres se toparon con los 600 hunos mientras marchaban por el tercer camino, cerca de Pedion Halon, a 40 stades (7,2 km) de Decimum. Aunque superaban en número a los hunos, los vándalos se detuvieron cuando un único huno, que cabalgaba por delante del resto, les enfrentó: Procopio argumenta que temían su reputación de feroces guerreros. Su inacción espoleó a los hunos, que atacaron de inmediato. Sin siquiera intentar resistir, Gibamundo fue muerto y sus hombre derrotados y destruidos.

batalla de ad Decimum

Mapa de la batalla de Ad Decimum. Pincha en la imagen para ampliar. © Desperta Ferro Ediciones

Ad Decimum fase 2: la derrota de Ammatus

Al mismo tiempo, Ammatus había avanzado hacia Decimum con un puñado de tropas para inspeccionar el posible campo de batalla, mientras el resto de sus tropas le seguía en pequeños grupos de no más de 30 hombres, dispersos en una larga columna. Cuando cerca del mediodía alcanzó Decimum, Ammatus se encontró inesperadamente con Juan el Armenio y sus 300 bucellarii, que avanzaban destacados del grueso bizantino. Pese a acabar con 12 bucellarii, Ammatus cayó en combate y el resto de su pequeña fuerza huyó en dirección a Cartago, con Juan y sus hombres pisándoles los talones. Incapaces de concentrar sus fuerzas y organizar la defensa, los pequeños grupos de vándalos que marchaban hacia Decimum por el camino se daban la vuelta y emprendían la huida, en una especie de efecto dominó. El goteo se transformó en inundación, con todas las tropas de Ammatus huyendo hasta Cartago. Juan llegó hasta las mismas puertas de la ciudad, para luego retroceder lentamente por donde habían venido mientras iban despojando los cadáveres vándalos.

Ad Decimum fase 3: la llegada de Gelimer

Mientras tanto, los foederati bizantinos mandados por Salomón –que Belisario había destacado para contactar con Juan– alcanzaron el punto donde había comenzado el combate con Ammatus. Tras interrogar a algunos habitantes, Salomón no tenía claro qué hacer, así que ascendió a una colina cercana para tener una perspectiva. Desde allí vio una nube de polvo aproximándose desde el sur: era Gelimer y el grueso de las fuerzas vándalas. Inmediatamente mandó mensajeros a Belisario, urgiéndole a que acudiese lo antes posible en su ayuda.

Por desgracia, Salomón y sus oficiales discutieron sobre si atacar o no a los vándalos, un debate que solo sería académico: entre los ejércitos había una colina, la más elevada de la zona. Individuos de ambos ejércitos se dieron cuenta de su importancia táctica y entablaron la lucha por ella. Tras una dura pugna los vándalos fueron los primeros en llegar a la cima y desde allí, aprovechando la ventaja de atacar cuesta abajo y su superioridad numérica, derrotaron a los foederati. Estos huyeron en pánico, intentando alcanzar a Belisario y sus refuerzos, y retrocedieron hasta una posición defendida por los 800 hombres de Uliaris que, como hemos dicho, avanzaban por delante del grueso de las tropas bizantinas. Los foederati esperaban que los guardaespaldas se le unieran para enfrentar el ataque, pero se llevaron una sorpresa: al conocer la derrota, la Guardia se desbandó y huyó hacia Belisario.

Las tropas en fuga llegaron a la posición de este, y su reacción inmediata fue reformar sus líneas antes de abroncarles por la huida. Luego escuchó sus informes, de los que rápidamente conjeturó que Gelimer se había detenido y que un gran número de vándalos ya habían sido derrotados. También sospechaba que sus tropas eran numéricamente superiores a las enemigas. Tenía la oportunidad de infligir un golpe decisivo a los vándalos, así que ordenó a sus tropas que marcharan a toda velocidad hacia Decimum.

Allí Gelimer también tenía que tomar una decisión: podía perseguir a los foederati o marchar hacia Cartago. En lugar de ello, descendió de las colinas al paso y se encontró con el cadáver de su hermano Ammatus. En lugar de actuar, Gelimer comenzó a lamentarse y preparar el funeral, y se permitió a las tropas vándalas que rompiesen la formación y se dispersasen por el paso. Aunque, siguiendo a Procopio, está la versión tradicional, hay que señalar que Gelimer debía encarar otro problema: no sabía que su hermano había sido derrotado por solo 300 hombres, y habría asumido que los bizantinos habían avanzado más rápidamente de lo esperado, cayendo sobre Ammatus en masa. Probablemente creía que el grueso bizantino se acercaba a Cartago, y tenía que tomar una decisión al respecto. Mientras cavilaba, el desastre se abatió.

Ad Decimum fase 4: la llegada de Belisario y la derrota de Gelimer

Belisario llegó con sus tropas en orden y atacó con premura a los desorganizados vándalos que, sorprendidos, huyeron, aunque no en dirección a Cartago: creían que un ejército romano ya se había adelantado en esa dirección y no querían quedar atrapados entre dos fuerzas. Huyeron campo a través hacia la relativa seguridad de la llanura de Bulla y el camino que llevaba a Numidia.

La batalla de Ad Decimum había acabado y Cartago estaba a merced del vencedor. Con Gelimer y la principal fuerza vándala alejándose de la ciudad, no había en la misma tropas suficientes ni para resistir un asalto bizantino ni para impedir que la población abriese las puertas. Belisario entró en Cartago triunfante. Había ganado el primer asalto.

La batalla de Tricamerum

Unos tres meses desde su desembarco en África, tras un tiempo en Cartago reparando las defensas y reorganizando a sus hombres, Belisario abandonó la ciudad para la batalla decisiva. Envió a toda su caballería y a sus bucellarii, salvo a 500 hombres, al mando de Juan de Armenia contra el campamento vándalo en Tricamerum. Juan tenía órdenes de escaramuzar con el enemigo si se daba la oportunidad, pero no de aceptar una batalla en toda regla. A la mañana siguiente Belisario le siguió con la caballería restante y la infantería. Mientras, la caballería bizantina había levantado su campamento, dejando una amplia distancia respecto al enemigo.

Tras la batalla de Ad Decimum, el hermano de Gelimer, Tzazón, había regresado desde Cerdeña con sus 5000 hombres, y el monarca vándalo estaba dispuesto al riesgo de una batalla campal. Justo antes del mediodía del día siguiente a la llegada del ejército bizantino, Gelimer sacó a sus tropas del campamento y los formó tras un pequeño arroyo. En el centro se desplegó Tzazon al frente de sus veteranos de la campaña sarda y en los flancos los quiliarcas vándalos con el resto del ejército. Esperaban que durante la batalla los bizantinos se concentraran contra el centro y no sobre las alas, más débiles, y que seguramente tuvieran un tamaño similar. Detrás del centro vándalo había una fuerza de aliados moros, sin que conozcamos su tamaño. Se habían unido a Gelimer para la batalla, pero decidieron esperar a que el resultado de esta estuviese claro antes de entrar en acción, por lo que se desplegaron a una distancia desde la que observar los acontecimientos sin verse obligados a pelear.

El despliegue vándalo cogió desprevenidos a los bizantinos, y Juan el Armenio dio orden de formar en la orilla opuesta del arroyo. En el flanco izquierdo estaba una parte de los arqueros montados, reforzados por los foederati, armados solo para el cuerpo a cuerpo; probablemente fueran unos 3500-4000. En el derecho se dispuso el resto de la caballería, como mucho unos 4000 jinetes, y en el centro los bucellarii y el estandarte del ejército. En los meses anteriores Gelimer había enviado mensajeros a los hunos de Belisario pidiéndoles que se le pasaran, por lo que, como los moros, se desplegaron separados del ejército bizantino, lo que les permitiría escoger bando cuando vieran por quién se decantaba la lid.

mapa batalla de Tricamerum

Mapa de la batalla de Tricamerum. Pincha en la imagen para ampliar. © Desperta Ferro Ediciones

Belisiaro llegó un poco más tarde al campo de batalla: dejando a la infantería atrás, se apresuró como el resto de los bucellarii y apareció poco antes de que se trabara el combate.

La lucha comenzó cuando los bizantinos enviaron a unas pocas tropas a hostigar el centro vándalo, ya fuese para desorganizarlo o para provocar un contraataque que perdiese fuelle y cohesión al cruzar el arroyo. Aparentemente Tzazon se percató de la treta y ordenó una carga limitada que obligó a los escaramuzadores bizantinos a retirase, pero que no cruzó el cauce.

Juan o Belisario llegaron a una importante conclusión: aunque los vándalos no iban a picar el anzuelo, su centro iba debilitándose bajo la acción de los arqueros bizantinos. Además, sus dos alas no se habían movido para apoyar a Tzazon. En un movimiento decisivo, Juan lideró a casi todo el comitatus en un ataque directo contra el centro vándalo; se produjo un feroz combate cuerpo a cuerpo en el curso del cual cayó muerto el líder vándalo.

Según el centro vándalo iba cediendo, los flancos no podían acudir en su ayuda, fijados en su posición por la línea bizantina. Fue entonces cuando Belisario ordenó un ataque total, en el momento crucial. El centro vándalo se colapsó, y en la huida contagió su pánico a las alas: en unos momentos el ejército vándalo se desbandaba aterrorizado. Los hunos se unieron a la persecución, declarando su lealtad a Belisario.

La persecución fue breve: los vándalos regresaron a su campamento, y como la infantería bizantina no había llegado todavía Belisario no disponía de las tropas necesarias para asaltarlo. En vez de eso los bizantinos se dedicaron a despojar los cadáveres enemigos. Procopio afirma que las pérdidas bizantinas fueron de 50 muertos, por 800 vándalos. La batalla de Tricamerum había acabado.

Tras el combate Gelimer escapó del campamento antes de ser asesinado o entregado a los bizantinos y se refugió en las montañas. Poco después, tras serle asegurada su seguridad, se rindió, y la resistencia vándala colapsó. En solo tres meses Belisario había derrotado a los vándalos, ganando la antigua provincia de África para Justiniano y fama imperecedera para él mismo.

Fuentes

  • Procopio: Historia de las guerras. Guerra vándala, libros III-IV, trad. Flores Rubio, J. A.,Gredos (2000).

Bibliografía

  • Greatrex, G. (1998): Rome and Persia at War, 502-532, Francis Cairns.
  • Hughes, I. (2009): Belisarius: The Last Roman General, Barnsley.
  • Lillington-Martin, C. (2007): “Archaeological and Ancient Literary Evidence for a Battle near Dara Gap, Turkey, AD 530: Topography, Texts & Trenches”, BAR –S1717, pp 299-311.
  • Treadgold, W. (1995): Byzantium and Its Army, 284-1081, Stanford.

Ian Hughes es autor de Belisarius: The Last Roman General (2009), Stilicho:  The Vandal Who Saved Rome (2010), y Aetius: Attila’s Nemesis (2012).  Su cuarto libro, Imperial Brothers: Valentinian, Valens and the Battle of Adrianople aparecerá este verano, y ha escrito también artículos para la revista Ancient Warfare. En su tiempo libre le gusta restaurar guitarras e intentarlo con los wargames.

Este artículo apareció publicado en el Desperta Ferro Antigua y medieval n.º 17 como adelanto del siguiente número, el Desperta Ferro Antigua y medieval n.º 18: Justiniano I el Grande.

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