Ya durante la Primera Guerra Mundial se creó un cuerpo auxiliar de mujeres, vinculado a la creación propia RAF, el Women’s Royal Air Force (WRAF), creado junto con la RAF en abril de 1918, aunque fue desmantelado tras la guerra, considerando que no tendría utilidad en tiempos de paz. En 1938, y siguiendo la estela de la WRAF, se creó la Auxiliary Territorial Service (ATS) que daría lugar, posteriormente, la Women’s Royal Naval Service y la más conocida Women’s Auxiliary Air Force (WAAF).
La Women’s Auxiliary Air Force
La Women’s Auxiliary Air Force surge el 28 junio 1939, imbricada en la misma estructura de la RAF, aunque, en principio, con ciertas diferencias en los uniformes y disciplina. De hecho, hubo cierto debate en el cambio del característico color caqui de los uniformes de la ATS al característico color azul de los uniformes de la RAF, que conformaría, junto con el clásico pelo corto, la icónica imagen en los carteles de propaganda. Este servicio en un ambiente “mixto”, a diferencia del servicio en la ATS, aunque se intentase una separación de espacios, contribuyó en gran medida a la integración y el cambio de mentalidad de los hombres que convivieron con ellas.
También fue especialmente importante la labor de las mujeres en la Air Transport Auxiliary (ATA), actuando de pilotos y transportando todo tipo de aviones, incluidos los cazas, desde las áreas de fabricación o reparación hasta la primera línea y los aeródromos. Las conocidas como “Spitfire Girls” tenían que ser capaces de manejar una gran diversidad de aviones diferentes, realizando un gran número de viajes durante su servicio. Así mismo, volaban en pésimas condiciones, sin contacto con radio ni los instrumentos necesarios y con poca visibilidad, teniendo que evitar tanto los globos cautivos propios como a los aviones enemigos.
Las mujeres que querían alistarse en la Women’s Auxiliary Air Force tenían que tener entre 18 y 43 años, aunque se limitaba aún más para las operadoras de radar (con un máximo de 35 años), mientras que se permitía a mujeres que pasaban la cuarentena ejercer algunas labores, como la de cocinera. Asimismo, se pedía una mayor edad mínima para las administrativas y las asistentes médicas. Las enfermeras, por su parte, no pertenecían a la WAAF, sino que se encuadraban en un cuerpo propio, el de Princess Mary’s Royal Air Force Nursing Service, que fue exclusivamente femenino hasta 1980. Aun así, había pocos controles de edad realmente efectivos, y se sabe que se alistaron incluso niñas de quince años.
Aunque empezaron con apenas 1700 miembros, para septiembre de 1939 ya tenían unas diez mil voluntarias, y para 1943 se había reclutado 180 000 mujeres. Entre todas las ramas femeninas del ejército, más de medio millón de mujeres participaron directamente en la guerra. Dentro de ella, como vemos, las labores relacionadas con la aviación parecían tener un especial atractivo.
La primera directora de la WAAF, Katherine Trefusis-Forbes, ya había sido instructora en la ATS, y afrontó la tarea de entrenar a las mujeres y la, bastante más complicada, de concienciar a los hombres de la RAF del valor y necesidad de la participación de las mujeres. Esta mala imagen de las voluntarias se veía reforzada por la injusta fama de promiscuidad y “facilidad” que había rodeado a las mujeres de la WRAF, al romper esta con la imagen clásica de domesticidad femenina, y con la creciente visión de las mujeres trabajadoras como extrañas que “robaban” el trabajo a los veteranos desempleados, que se incrementa desde 1920. De hecho, algunas de las voluntarias tuvieron que soportar la continua amenaza de que ningún hombre decente se casaría con una mujer de uniforme, repetida una y otra vez por padres y parientes.
Esta imagen de promiscuidad llevó no solo a comentarios despectivos, sino también a algunos casos de acoso sexual, si bien en los aeródromos y bases de la RAF también surgieron historias de amor, no todas con un buen final. Edith Kupp (nacida en 1918, el mismo año de la fundación de la RAF y cuyo centenario ha celebrado hace poco), que se había prometido con el piloto Denis Wissler, estaba de guardia cuando tuvo que atender el aviso de que el avión de su novio había sido abatido y caía, en llamas, al río.
Asimismo, no solo tuvieron que aguantar comentarios despectivos por parte tanto de los civiles como del resto de miembros de la fuerzas armadas, sino que afrontaban otros tratos discriminatorios, como un salario reducido a dos tercios de lo que cobraban sus pares, raciones reducidas frente a los hombres y una total falta de autoridad real. Así, las oficiales de la WAAF no tenían mando sobre los pilotos y el resto de personal por debajo de su rango, mientras que los hombres tenían una amplia autoridad sobre ellas. Un avance pionero en esto se dio en el ATA, en que, a partir de 1943 se igualaron los salarios para ambos géneros.
La película de 1943, The Gentle Sex, fue pensada como un alegato sobre la valía de las voluntarias y su trabajo en los esfuerzos bélicos, aunque también tenía un cierto tono irónico y dejaba clara su posición sobre la superioridad de los hombres y la esperada vuelta a la domesticidad tras la guerra.
Si bien las tareas iniciales de las mujeres en la WAAF fueron parecidas a las de sus predecesoras en la WRAF, es decir, funcionar como cocineras, conductoras o asistentes, pronto comenzaron a participar en más tareas, antes exclusivamente masculinas, como las de operadoras de radar, empacadoras de paracaídas, mecánicas, electricistas u operarias de globos cautivos. En poco tiempo la única tarea que tenían vetada, a diferencia de otros países, era la participación directa en los vuelos de combate. Esto hizo que la disciplina a la que se veían sometidas fuera acercándose cada vez más a la de los hombres, hasta igualar la normativa por completo en 1941.
Si bien no realizaban dichos vuelos, sí se vieron situadas en el frente y en primera línea de combate, al centrarse los primeros bombardeos alemanes en los aeródromos y en las estaciones de radar (véase Desperta Ferro Contemporánea n.º 35: La batalla de Inglaterra), en que la mitad, aproximadamente, del personal, era femenino. Esto significó que, bajo el fuego enemigo en estos primeros años, murieron casi doscientas y unas cuatrocientas fueron heridas.
Mujeres en la batalla de Inglaterra
Especialmente importante fue la labor femenina en las tareas de inteligencia, sobre todo en el análisis de las fotografías aéreas en Danesfield House, la base de la RAF de Medmenham (Buckinghamshire), hoy convertida en un hotel. Aunque también fue destacada su participación sobre el terreno, trabajando en las Special Operations Executive (SOE), destacando nombres como los de Violette Szabo, que murió ejecutada en el campo de Ravensbrück en 1945, o Nancy Wake, el Ratón Blanco, la mujer con mayor número de condecoraciones militares. Algunas mujeres, como Lilian Rolfe, también ejecutada en Ravensbrück, pasaron de un servicio en la WAAF a la acción sobre el terreno enemigo en las SOE, trabajando con la Resistencia francesa y transmitiendo mensajes de radio (para todo este tipo de acciones, véase La isla de la esperanza, de Lynne Olson).
Por último, resulta curioso mencionar que quien salvó la producción de los conocidos Supermarine Sptifire fue, precisamente, una mujer. La rebelde y excéntrica Fanny Lucy Radmall, lady Houston, en 1931, cuando el gobierno decidió no conceder financiación al Royal Aero Club para seguir desarrollando el Supermarine inicial, donó 100 000 libras de la época (unos 5,5 millones de libras actuales) para que continuaran trabajando en el mismo. Aunque no llegó a ver su influencia en el desarrollo de la guerra, pues lady Houston murió en 1936, marcó decisivamente el futuro de la misma.
Aunque quedaba mucho por hacer y no siempre fue algo consciente, estas mujeres no solo abrieron un camino en la participación femenina en tareas que antes eran impensables, sino que contribuyeron a un lento cambio de mentalidad sobre el papel de las mujeres en la sociedad o el propio carácter, capacidad y valor femenino.
Bibliografía
Escott, Beryl. The WAAF. A History of the Women’s Auxiliary Air Force in the Second World War, Buckinghamshire, Shire, 2003
Harris, Carol. Women at War in Uniform 1939–1945, Sutton Publishing, Stroud, 2003,
Noake, Lucy. Women in the British Army: War and the Gentle Sex, 1907–1948, Routledge, Londres, 2006
Stone, Tessa. “Creating A (Gendered?) Military Identity: The Women’s Auxiliary Air Force in Great Britain in the Second World War”, Women’s History Review, 1999, 8 (4), pp. 605–624.
Sheridan, Dorothy. “Ambivalent Memories: Women and the 1939-45 War in Britain” Oral History 1990, 18 (1), pp. 32-40
Royal Air Force Museum (https://www.rafmuseum.org.uk/)
El artículo está muy bueno. Y, omitieron un tema, casi insignificante. Las mujeres luego de la guerra produjeron humanos, si, al quedar embarazadas llevaron en sus vientres la próxima generación de guerreros.Muchos de los cuales hoy están en algún Memorial.