Como se explica en Bell [2], los orígenes del sistema policial inglés se asientan en la Edad Media. El rey Alfredo de Wessex (aprox. 847-899) creó una policía jerárquica localmente distribuida, basada en los shire-reeves, que impartían justicia en un condado o shire; del shire-reeve dependía un tythingman, que dirigía un equipo de tythings encargados de detener a los infractores de la ley. Esta estructura se mantuvo tras la conquista normanda (1066) (Ver Inglaterra 1066 AD en Antigua y Medieval n.º 3: La herencia vikinga). Enrique III creó en 1233 la figura del watchman y en 1252 la de parish constable. En 1361 Eduardo III estableció la figura del justice of peace, que impartía justicia y nombraba a los constables encargados de detener a los criminales. Los constables -del latín comes stabuli, el oficial responsable de los caballos- eran elegidos entre ciudadanos fiables y no cobraban por este trabajo, que se añadía a su ocupación habitual. Por eso para muchos de ellos era una carga y, si se lo podían permitir, encargaban a alguien que asumiera la tarea.
Llegado el siglo XVIII, constables y watchmen tenían una pésima reputación debido a su falta de eficacia, que incluso llevó a la creación de compañías privadas (los thief takers) que ofrecían la recuperación de los bienes robados. En caso de grandes altercados, era el Ejército, llamado por el gobierno, el que controlaba a los alborotadores [4].
En 1749, Henry Fielding, magistrado jefe de Westminster –y autor de Tom Jones– creó los popularmente conocidos Bow Street Runners (si bien a ellos no les gustaba ese nombre), que muchas veces se considera la primera policía organizada del mundo, aunque Glasgow contaba con un cuerpo policial anterior. Los ocho miembros iniciales de esta fuerza eran constables seleccionados por mérito y honestidad. Los Runners fueron un grupo de élite muy por encima del resto, pero pese a ello tuvieron que lidiar con problemas de presupuesto durante toda su existencia. Dicho presupuesto constaba de una pequeña parte proporcionada por el gobierno, y una parte variable obtenida de las recompensas por las detenciones. Su gran éxito se tradujo en una reducción de la criminalidad, y por tanto en una reducción del presupuesto, lo que condujo a un nuevo incremento en el número de crímenes. Además, el hecho de que sus ingresos dependieran de recompensas aleatorias abría la posibilidad de corrupción entre los constables [2].
En 1798 se creó en Wapping la Marine Police Office o Thames River Police con 50 efectivos, dedicada al control del Támesis, particularmente muelles y barcos, que sufrían robos continuos. La Marine Police también fue un éxito, y un ejemplo de cómo un sueldo estable (parcialmente privado) ofrecido a los constables del río funcionaba mejor que la remuneración irregular basada en recompensas de los Runners.
Nace el cuerpo de policía de Londres
En 1812 un comité parlamentario recomendó la creación de un cuerpo de policía único en Londres [4]. En 1829 se aprobó la Metropolitan Police Act, propuesta por Robert Peel. La Metropolitan Police constó inicialmente de 1000 constables; este número se dobló al año siguiente. La Met no tenía jurisdicción en la City, y tuvo que trabajar en paralelo con los Bow Street Runners y la River Police. Los constables de la Met, conocidos como bobbies en Inglaterra y peelers en Irlanda a causa de Robert Peel, llevaban un uniforme azul, y portaban una porra, esposas y una carraca bastante incómoda que se sustituiría por un silbato. En 1839 una segunda Metropolitan Police Act se aprobó; esta nueva ley extendía la jurisdicción geográfica de la policía, y fusionaba la Met con los Runners y la Marine Police (si bien esta última mantuvo una cierta autonomía).
Hasta ese momento, la policía se dedicaba a la prevención del crimen, no a su resolución. En 1842 se creó el Detective Department con 2 inspectores, 6 sargentos y 2 constables, vestidos de civil. Scotland Yard, el cuartel general de la policía, se asoció popularmente a este cuerpo de detectives, y así ha llegado hasta nuestros días a pesar de que el Detective Department se renombró como Criminal Investigation Department (CID) en 1878.
La percepción social de las fuerzas policiales en estos primeros momentos no era buena. La reputación de los tradicionales watchmen no jugaba a favor de los nuevos cuerpos policiales; reclutar a nuevos constables tampoco era fácil debido a la falta de disciplina [5], e incluso algunos bobbies fueron despedidos debido a problemas con el alcohol [1]. Además, de acuerdo con el espíritu laissez-faire de la época victoriana, las fuerzas de policía eran consideradas un elemento ajeno al pueblo inglés y una forma de control y opresión gubernamental [5][8]. Este sentimiento estaba más agudizado en la clase trabajadora, ya que los constables pasaron a controlar actividades que tradicionalmente habían sido un entretenimiento inocente para dicha clase social (como interpretar música en establecimientos sin licencia), por lo que sentían que la policía que imponía costumbres de la clase media a la que realmente protegían [3]. Esta fue una de las razones por las que el uniforme de la policía era azul: para diferenciarse de las casacas rojas del Ejército, y reforzar la visión de que la policía era una fuerza civil y no militar [4]. La suma de todos esos factores se tradujo en un sentimiento inicial de desdén hacia las fuerzas policiales que, aparte de los tradicionales motes de bobbies o peelers, también eran conocidos por epítetos menos amables como raw lobsters, blue devils o Peel’s bloody gang [8].
Esta mala reputación de la policía también se debía a su propio rendimiento. La falta de coordinación entre las diferentes fuerzas policiales, así como de un método científico que ayudase a resolver los casos de manera eficiente y profesional (por ejemplo, en el caso de los asesinatos de Ratcliffe Highway en 1811 [8]) complicaba la resolución de los crímenes y generaba alarma social. Como indica [7], la ciencia forense era un área de conocimiento que en el siglo XIX crecía con pasos pequeños y a veces fallidos. Tenía tradición en la Europa continental, pero sin embargo no estaba tan avanzada en Gran Bretaña, debido a dos razones principales. Primero, el sistema de justicia: las muertes sospechosas estaban a cargo del coroner, que no tenía formación médica o científica, y que en caso de duda pasaba el caso a un médico, que no tenía por qué ser un especialista forense. En segundo lugar, la falta de aceptación social de la autopsia, que se consideraba un castigo o una profanación del cadáver. A mediados de del siglo XIX Alfred Swayne Taylor comenzó a enseñar medicina forense en Londres, y ese fue el giro que introdujo a Inglaterra en la perspectiva moderna de la ciencia forense.
A principios del siglo XX la percepción social de la policía era mucho mejor, a pesar de reveses importantes como el caso de Jack el Destripador. La creación del Detective Department mencionada anteriormente fue una señal de que los cuerpos policiales estaban socialmente admitidos ya que, como indica [8], «su existencia solo fue posible una vez que la sociedad se había acostumbrado a, y empezado a confiar en, sus colegas uniformados». Esta percepción había cambiado tanto que en 1883 dos mujeres fueron contratadas por la policía, aunque solo para el cuidado de las prisioneras femeninas [4]. Tenemos que esperar hasta 1918 para ver las primeras oficiales de policía femeninas, que estaban a cargo de crímenes «femeninos» (prostitución, violencia doméstica…) pero no crímenes «masculinos» como robos u homicidios [6]. Otra prueba de la aceptación social de la policía, como se expone también en [6], es la aparición de policías en las novelas de detectives que, como género, estaba también despegando en esa misma época; por ejemplo, el inspector Lestrade de Sherlock Holmes, o el sargento Cuff en La piedra lunar de Wilkie Collins. La primera mujer detective profesional en la literatura apareció en los primeros años de la década de 1860, es decir, antes de su incorporación a la policía en el mundo real, aunque hay cierta controversia en cuál fue la primera: [3] defiende que fue Ruth Trail, creada por Edward Ellis, mientras que [6] sostiene que fue la Mrs. Paschal de W. S. Hayward.
Si nos centramos en los resultados, ya a finales del siglo XIX las tasas de criminalidad habían disminuido, gracias a diversos motivos. En primer lugar, los cuerpos policiales habían incrementado sus filas: el número de constables de la Met superaba los 14.000 efectivos en 1888 [2]. En segundo lugar, el trabajo policial era más eficiente, y las nuevas técnicas forenses –huellas dactilares o preservación de la escena del crimen– y tecnologías –el telégrafo o la fotografía– permitieron resultados más rápidos y precisos. Finalmente, mejores condiciones de bienestar social (la instauración de la educación pública elemental, o el trabajo filantrópico desarrollado por algunas asociaciones) dieron más oportunidades a los individuos de las clases bajas [1][4].
Bibliografía y notas
- [1] Banerjee, J. (2008) How safe was Victorian London?. The Victorian Web, accesible en http://www.victorianweb.org/victorian/history/crime/banerjee1.html, (accedido 24 febrero 2019)
- [2] Bell, N. R. A. (2016) Capturing Jack The Ripper. In the boots of a Bobby in Victorian London. Chapter 2. Amberley Publishing.
- [3] Flanders, J. (2011) The invention of murder. How the Victorians revelled in death and detection and created modern crime [Kindle]. Capítulo 4. Harper Press.
- [4] Flanders, J. (2014) The creation of the police and the rise of detective fiction. British Library, disponible en https://www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/the-creation-of-the-police-and-the-rise-of-detective-fiction, (accedido 24 febrero 2019)
- [5] Royle E. (2012) Modern Britain. A Social History 1750-2011. Capítulo 18. Bloomsbury.
- [6] Sims, M. (2011) The Penguin Book of Victorian Women in Crime [Kindle]. Introduction. Penguin Classics.
- [7] Wagner E. J. (2006) The Science of Sherlock Holmes. From Baskerville Hall to the Valley of Fear, the Real Forensics Behind the Great Detective’s Greatest Cases. Wiley.
- [8] Worsley, L. (2014) The Art of the English Murder. Capítulo 3. Pegasus Books.
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