Admitamos el siglo XVI como el inicio de la política descubridora de la España como hoy la conocemos. O mejor, el final del reinado de los Reyes Católicos considerado como la implantación de la Modernidad con la denominación de España, tras la unión de Castilla, Aragón, Granada y Navarra. Podemos aceptar este principio aun cuando no sea estricto en la cronología.
Pero hoy nos toca hablar de Descubrimientos con mayúsculas, si bien era necesario definir un comienzo y justificarlo. Para nosotros el origen de los descubrimientos españoles fue el mismo impulso que mantuvo la Reconquista y que siguió en 1492. No es baladí que sea este año, clave en la Historia de España, el que contenga la entrega de Granada en enero y el descubrimiento del “Mundus Novus” en octubre.
Bien es cierto que existe la historiografía tradicional enumerando causas remotas y abstractas, como el corte del comercio con Oriente por los turcos, pero a la Península Ibérica a finales del siglo XV el efecto de la caída de Constantinopla le afectó poco. Lo suyo era la Reconquista. Cuando esta se terminó la ilusión de realizar el nacimiento de un estado unido peninsular siguió y circunstancias puntuales ayudaron a realizar un expansionismo por el Atlántico a la política matrimonial de Isabel y Fernando. En este enmarque histórico es donde debemos situar a Cristóbal Colón, hombre clave en la realización de una política atlántica, primero castellana pero española ya, con la buena reina Juana.
Cristóbal Colón fermento del expansionismo atlántico
La tentación de atribuir sólo a España el mérito del descubrimiento de tierra allende el océano es muy antiguo, ya lo hizo el cronista Fernández de Oviedo otorgándoselo a Argantonius, rey de Tartesos, con tal de restar mérito al genovés. Sin embargo, debemos afirmar que fue la presencia de Cristóbal Colón en la corte de los Reyes Católicos, en Alcalá de Henares en la Navidad de 1485-86, la que motivo el nacimiento del interés por el tema atlántico, especialmente en la recién parida Isabel.
¿Qué vio en Colón y su propuesta de camino a Oriente por Occidente la reina castellana? ¿Realmente Isabel estaba interesada por el comercio de la especería con Oriente? Las respuestas las debe dar el lector. Nuestra opinión es que las necesidades de la reina eran más inmediatas y cercanas. Creemos que era la necesidad de recuperar aspectos perdidos en el Tratado de Toledo-Alcaçovas (4-IX-1479), donde, por asegurarse el trono en Castilla, debió ceder en la presencia naval castellana en el Atlántico, salvando tan solo las islas Canarias (J. Varela 1996).
Esta situación política bien pudo ser la que propició el aceptar a un “quídam” como Colón en una corte como la castellana, que se encontraba inmersa en plena guerra de recuperación de Granada. Eso sí, no se comprometió a actuar de inmediato, sino que dejó al genovés a la espera, poniéndole un sueldo de sustento. Ya llegaría su momento.
Y el momento llegó siete años después, justo cuando cayó Granada. Incluso a la vez, pues los últimos días de diciembre de 1491 Colón estaba en el campamento de Santa Fe negociando las condiciones del futuro viaje. Y Cristóbal Colón consiguió “in extremis” una aprobación que hizo que a primeros de enero, en la entrada triunfal en Granada, él estuviera allí presente. Con esta decisión real de aceptar el plan del genovés de abrir una ruta comercial a Oriente por el Atlántico consideramos que se inicia la política de Grandes Descubrimientos Españoles.
Martín Alonso conoce a Colón y se asocian
Sería difícil justificar en la Historia Española correcta la ausencia de los Pinzón en el hecho descubridor, por esta razón recordaremos ahora su participación ya en los preparativos del primer viaje. Incluso su actividad en los días de desasosiego de D. Cristóbal en su intento vano de reclutar navíos y hombres.
Sabemos que Martín Alonso se encontraba en Italia en los primeros meses del año 1492, a la vuelta del viaje va a conocer a Cristóbal Colón. El momento exacto lo desconocemos, pero para situarlo lo más probable es que fuera primavera. Sobre este encuentro dice el testigo Rodrigo Prieto el Viejo, en respuesta a la tercera pregunta de los pleitos: “Cristóbal Colón vino a esta villa (Palos) para yr a las Indias con una provisión de sus altezas de los Reyes Católicos e questuvo en el monasterio de la Rábida muchos días y que trabajaba de hazer su armada y no hallaba gente y que se concerto con el dicho Martín Alonso Pinçon y hicieron sus conveniencias .”
Damos por válida esta declaración en lo fundamental sobre el momento del encuentro de Colón y Pinzón, y de cuándo y cómo ambos trataron sobre una ayuda mutua. Esta idea es comúnmente aceptada, incluso por un personaje tan poco inclinado hacia los Pinzón como fray Bartolomé de las Casas.
Item mas, las Casas aporta aún más datos sobre esta primera relación y escribe de Pinzón: “El uno se llamaba Martín Alonso Pinzón y éste era el principal y más rico y honrado…con el que comenzó Cristóbal Colón su plática, rogándole que fuese con él aquel viaje y llevase sus hermanos y parientes y amigos, y sin duda es de creer que debía prometer algo porque nadie se mueve sino por su interés y utilidad”. Siguiendo la lectura de este capítulo, las Casas dice “Martín Alonso Pinzón prestó a Cristóbal Colón el medio cuento (500.000 maravedís).”
Parece ser que a Colón y Martín Alonso les presentó el fraile de la Rábida Juan Pérez, sirviendo de eslabón de unión entre ambos. Esta gestión hizo posible una conversación de negocios en que ambas partes acordaron realizar una sociedad verbal para realizar una expedición Atlántica, cuyos beneficios serían “a la parte” según costumbre de la gente de mar, normativa que ellos conocían y de la que, sin duda, tenían experiencia (J.Varela 2005).
El viaje descubridor y el inicio del enfrentamiento con Portugal
Concluidas las conversaciones entre ambos personajes, Colón y Martín Alonso Pinzón, resultó sencillo la organización del viaje y el 3 de agosto de 1492 zarpaba la flotilla de la barra del rio Saltés en Huelva. Unos días por aguas conocidas les llevaría a Canarias, donde se van a detener casi un mes ocupados en pequeños arreglos navales y en ocio y amoríos de Colón con Dª Beatriz de Bobadilla.
Al fin, el 8 de septiembre entre la Gomera y Tenerife, Colón ordena rumbo Oeste iniciando el viaje a lo profundo del Atlántico, cumpliendo lo ordenado por los Reyes (J. Varela. M. León 2003). Era lo que oficialmente constaba en las ordenanzas para evitar enfrentamientos con Portugal.
El viaje resultaba muy placentero, tanto que fue objeto de revueltas a bordo, pues se alarga en el tiempo, no se veía tierra y los vientos soplaban siempre a favor, lo que hacía temer a los marineros en la imposibilidad de volver. En este malestar creciente entre los hombres Martin Alonso fue quien puso la cordura, apaciguándolos y salvado la autoridad de Colón, quien se empecinaba en mantener un rumbo fijo hacia el Oeste.
Al fin, tras el tercer levantamiento de la chusma, Martín Alonso se dirige a Colón pidiéndole que fijase un punto de retorno, poner una solución a un viaje sin fin. Colón solicitó unos días más y aceptó el cambio de rumbo al Suroeste, con lo que propició el hallazgo de la isla de Guanahaní el 12 de octubre. Colón había conseguido su título de Almirante y un respeto entre los hombres que le duraría hasta el 22 de noviembre, fecha de la separación, pero entre tanto gozó de mando y de la dirección de los descubrimientos entre un mar de islas de difícil identificación. El ánimo decaía en el genovés al comprobar cómo los hombres y culturas que veía poco o nada tenían que ver con los de Catay y Zipango. Mas bien, eran tribus paleolíticas con los que el comercio era difícil y sólo veía en ellos posible fuente de esclavos.
A finales de octubre la armadilla descubre una costa amplia y el 2 de noviembre Colón baja a tierra, estaba en Cuba y la amplitud de su costa le hace pensar en tierra firme. Envía tierra a dentro una embajada de tres hombres sabios en lenguas para conocer la cultura de los habitantes de esta tierra, solo descubrieron el uso de tabaco y poco más. De vuelta a la costa la inquietud sube en los hombres castellanos, pero sobre todo en Colón que quiere identificar estas costas con las de Asía.
Es en este momento de duda cuando se produce la separación de los navíos. Era el día 22 de noviembre en que Martín Alonso con el deseo de descubrir Babeque, isla que decían las lenguas era rica en oro, zarpó rumbo Sureste y como las otras dos naves no pudieron seguirle, cayó la noche y al día siguiente las naves no se avistaron. La separación se había consumado y durará hasta el 6 de enero de 1493.
Durante estos 40 días Colón y Vicente Yáñez Pinzón navegaron por el Norte de la Española hasta Monte Cristi, y el 24 de diciembre perdieron la nao Santa María, que encalló en la costa, en tierra del cacique Guacanagari. Pocos descubrimientos geográficos habían hecho ambos navíos, pero sí tomaron contacto con los nativos, y en espacial con su jefe Guacanagarí con quien entablaron cierto grado de comunicación.
Probablemente la pérdida de la nao supuso un gran problema, al no disponer de navíos suficientes para el retorno y verse obligado a dejar en tierra a 40 hombres. Pero también fue algo más de un mes de convivencia, casi obligada con los nativos, que hizo tener cierta información los unos de los otros que serviría en el futuro.
Entre tanto, Martin Alonso equivocando la ruta de seguimiento de la armadilla, bajo por el estrecho entre Cuba y la Española descubriendo Jamaica. Al no encontrar a sus compañeros bojeo la isla Española por el Sur Este y circunnavegando apareció viento en popa desde el Este el 6 de enero, dando nuevas y alegrando a los españoles que con Colón estaban. El futuro de vuelta a España estaba más seguro, pues en ambas carabelas se podía acomodar más gente. Pero ¿toda? Esta pregunta sólo lo sabrán los presentes, en especial Colón. ¿Interesaba dejar allí a los 40 ya elegidos, para obligarse a volver? Lo cierto es que el regreso se hizo, destinando a los 40 en una torre defensiva construida al efecto, con recomendaciones precisas de convivencia con los nativos y ordenes de supervivencia.
El jueves 17 de enero con rumbo Nordeste, ambas carabelas iniciaron el camino de vuelta. La navegación resultó dificultosa teniendo que hacer bordas y elevándose en latitud hasta poder tomar la corriente en chorro que del hemisferio Norte viene a Europa. Martín Alonso marcaba el rumbo con la Pinta y su hermano Vicente le seguía en la Niña, en esta pequeña carabela iba Colón, en teoría como almirante de la flotilla, pero había perdido su nao hecho importante entre los marinos.
Un mes más tarde, el 15 de febrero, avistan tierra sin identificar. Tres días estuvieron entre tormentas tratando de saber cuáles eran aquellas islas, hasta identificarlas con las Azores.
A partir del domingo 17 las carabelas se separan, mientras Colón y la Niña desembarcan y tienen problemas con los portugueses residentes. La Pinta capeando el viento logra seguir navegando rumbo Noreste y en pocos días arribará a Bayona. La fecha es imprecisa, pero entre el 23 y el 25 de febrero Martin Alonso arribaría al puerto gallego, cumpliendo lo ordenado que deberían volver a un puerto castellano.
De inmediato Martín Alonso Pinzón envió un correo a Barcelona comunicando a los reyes su llegada y remitiéndoles información cartográfica y literaria. Creemos sería algo parecido al dibujo que sigue:
En este tiempo, Colón había conseguido liberarse de los portugueses y zarpar a la península donde, tras nuevas tormentas, arribaría en la Roca de Çintra el día 4 de marzo, lunes. Con la llegada a Lisboa de Colón el viaje descubridor había finalizado, sólo falta que ambas carabelas volviesen al puerto de salida, Palos, según estaba ordenado.
Mas, la llegada del Almirante a Portugal y su entrevista con el rey Juan II en el valle del Paraíso, va a generar una problemática política cuyo origen estaba en el Tratado de Alcaçovas (4-IX-1479). El mandatario lusitano interrogaba a Colón con la intención de saber dónde se encontraba la tierra que venían de visitar. Incluso a los indios que venían con Colón les preguntaban por señas cuál era su patria, a lo que contestaron dibujando un mapa sobre una mesa, utilizando alubias que simulaban las islas.
Podemos advertir como los resultados de estos interrogatorios, durante los 9 días de estancia de la nave española en Lisboa resucitaron viejas tensiones familiares resueltas en Alcaçovas, y que se fundamentaban en la posibilidad de que los españoles recién llegados hubiesen descubierto en áreas geográficas que Alcaçovas había reservado a Portugal. Este planteamiento político se confirma con el envío de sendos embajadores portugueses a Barcelona, donde se encontraban los Reyes de España, reclamando tal posibilidad.
Así pues, consideramos que fue precisamente la vuelta de Colón a Lisboa y el éxito de su misión el desencadenante de una etapa de enemistad entre Castilla y Portugal.
Barcelona, ciudad de decisiones políticas derivadas del Descubrimiento de América
Ambos capitanes de la expedición a Indias estaban ya de vuelta en la Península y debían volver al puerto de salida, según lo ordenado. Este hecho se produjo el 15 de marzo día en que ambas carabelas llegaban a Palos de la Frontera y, mientras los Pinzón se recluían entre la familia, pues Martín estaba muy enfermo muriendo poco después, Colón inició su viaje a la Corte con talante de triunfador, lo que hacía que su viaje a Barcelona fuese muy lento, a pesar de que los reyes le había escrito ordenándole su rápida presencia.
Al fin, el triunfante genovés llegó a Barcelona sobre el 18 de abril de 1493. Los monarcas le recibieron como se merecía, e incluso, D. Fernando salió de casa por primera vez tras su atentado, y situó a Colón a su lado para hacer ver la estima en que le tenía. El monarca mantenía el protocolo ante el genovés del que detrajo la información del viaje, como si fuese la primera que tenía. Fue en este momento cuando Colón tuvo que mostrar documentación de su expedición demostrando que había tenido éxito, según lo pactado en las capitulaciones de Santa Fe.
No conocemos los términos exactos de estas conversaciones, pero el dibujo cartográfico siguiente puede ayudarnos a comprender el punto de vista de Colón sobre el lugar donde había llegado.
Esta información colombina sobre haber hecho realidad el viaje a Oriente por Occidente llegando a la misma Asia, fue puesta en duda por los monarcas y sus consejeros, pues ya hemos adelantado que tenían noticias de este viaje por el correo de Martín Alonso Pinzón que había llegado a Barcelona la semana del seis de marzo. Mes y medio antes que el informe de Colón, que había planteado un viaje con este perfil.
Imagen bien diferente a la que veíamos que presentó Martín Alonso, que dibujaba un descubrimiento de islas, mientras Colón confirmaba la llegada a Asia. Veamos estas diferencias en sendos portulanos.
Con las diferencias de planteamientos de ambos capitanes en la cartografía del viaje, a lo que se unía la presencia del embajador portugués (el rey Juan II envió a Rui de Sande, el 5 de abril de 1493, a la corte española llegando a la ciudad condal antes que el Almirante Colón) reclamando para su país las tierras descubiertas por haberse realizado en el área de influencia determinada en Alcaçovas como portuguesa, hizo que se centraran las soluciones de forma sería. Hemos de advertir que la diplomacia española estaba ya en funcionamiento en Roma ante el papa Alejandro VI, solicitando una bula de concesión de las islas descubiertas por Martín Alonso Pinzón, y que llevaba ya semanas de adelanto (J.Varela Tordesillas.1996).
Este dato explica la rapidez en la firma de las bulas papales en mayo, hecho que siempre nos preguntábamos cómo era posible, si no había tiempo material entre la llegada de Colón a Barcelona, el planteamiento del problema y la firma de las bulas Inter Coetera del 3 de mayo e Inter-Coetera II del día 4 corrigiendo la anterior. La solución es que los reyes españoles tenían conocimiento del descubrimiento desde primeros de marzo por el informe de Pinzón.
Así pues, vemos en estos días de finales de abril y primeros de mayo que en Barcelona se está produciendo una dinámica internacional a tres bandas interesante: las negociaciones de los monarcas españoles con el Papa, la presencia del embajador portugués reclamando los descubrimientos de Colón para Portugal por haberse hecho en el área asignada en Alcaçovas a Portugal y el interrogatorio científico a Colón sobre qué había descubierto, dónde estaba y cómo proceder.
A la vez, Fernando sabía de la importancia del hecho confirmado por las reclamaciones internacionales y, con la ayuda de su hombre de confianza, Luis de Santángel, elabora una carta anunciando a toda Europa el descubrimiento. Esta carta se imprime en Barcelona en casa del impresor Pere Possa, con cuyo nombre se conoce el documento (J. Varela. Divulgación Descubrimiento. Alcalá de henares Silex. 2016).
Las soluciones a estos planteamientos se negociaron con el Papa consiguiendo el propósito; si bien, Alejandro VI pedía saber dónde poner el límite de la concesión para no ofender a Portugal. Con Portugal las cosas se tensaron mucho, incluso se ordenó a la armada de Vizcaya dirigirse al Mediterráneo para hacer frente a los navíos portugueses, pero finalmente se consiguió un periodo de negociaciones o de espera que terminara con el tratado de Tordesillas. Con Colón se decide organizar el segundo viaje para que puede comprobar dónde había llegado realmente.
El Viaje de la Confirmación, las Bulas y el Tratado de Tordesillas
Los tres hechos anunciados en el título se desarrollaron al unísono, de ahí su dificultad. Los monarcas hispanos necesitaban el permiso papal, mediante unas Bulas, para tener legalidad en unos territorios que no conocían bien donde estaban, por lo que era preciso realizar un segundo viaje con Colón; viaje que no gustaba a Portugal y estaba dispuesto a impedirlo.
El primer movimiento en el tiempo fue la petición al papa Alejandro VI de una bula que garantizase la propiedad de lo descubierto, a lo que el Papa accedió, pero existía un problema; poner unos límites físicos a la petición. Sería el mismo que creó el problema, Colón, quien en carta mensajera desde Barcelona a 5 de septiembre de1493 expone la idea de la Raya a los Reyes Católicos. Los monarcas aceptan el planteamiento que comunican al Papa quien va a considerarlo, si bien consultando la solución de la raya a las autoridades de Portugal.
En otro orden de actuaciones los reyes españoles deciden la organización de una magna segunda expedición para Colón, y ponen al frente de su organización a Juan Rodríguez de Fonseca, joven toresano, destacado universitario con conocimientos avanzados de cartografía y ciencias navales. Este personaje será, en unos años, el mejor conocedor y responsable de todo lo referente a descubrimientos y comercio con el Nuevo Mundo.
Los portugueses no reaccionan agresivamente ante el segundo viaje de Colón, situándose a la espera de lo que salga de la mediación papal. Roma ha planteado el tema de trazar una Raya de Norte a Sur pasando por los archipiélagos de Azores, Canarias y Cabo Verde, que serviría de separación entre las áreas de influencia naval entre Portugal y Castilla. Portugal no lo admite, pues quedaría encerrada contra África, sin poder navegar al Sur al tener que realizar la gran borda. Esta razón contemplada por el Papa la admite y sitúa la raya a 100 leguas al Oeste de los archipiélagos, para dejar un pasillo mayor de navegación a Portugal en su ruta al Sur.
Entre tanto, el segundo viaje de Colón se ha preparado, y el 25 de septiembre zarpan de Cádiz las 17 naves, que con Antonio Torres al mando de la marinería, tenían como misión cartografiar el lugar descubierto en el primer viaje y también poblar. Para estas dos misiones se habían embarcado familias labradoras zamoranas y de otros lugares, hasta componer un número de 1500 personas para toda la misión. El Almirante llevaba un encargo real muy recomendado por la reina de cartografiar por sus grados el lugar descubierto.
Los mandatos reales se realizaron con presteza, y Colón dibujó una carta plana sobre el lugar en que se encontraban. Esta información llegó a Castilla con los navíos que regresaron al mando de Torres, y que posibilitaron que, a principios de abril de 1494, Antonio Torres entregase en Medina del Campo a los reyes el mapa que retrataba la situación de los descubrimientos.
En las conversaciones diplomáticas entre representantes españoles y portugueses se aceptó la solución de trazar una raya de polo a polo, con lo que Castilla había logrado su propósito: conseguir quedarse con lo descubierto por Colón estuviese situado en cualquier latitud. Ahora se pasaba al segundo punto que era situar esa raya, en lo que Portugal mostraba más interés.
Así pues, las conversaciones se centraron en el número de leguas de distancia donde se debía situar la raya en el Atlántico. Este punto no fue difícil salvarlo a la comisión castellana conocedora de la realidad geográfica, y sabedora que si accedía a la petición lusa de situarla a 370 leguas aún quedaría otra distancia similar hasta llegar a sus descubrimientos, como margen de seguridad. Por tanto, la comisión aceptó la propuesta lusa y la Raya de Tordesillas quedó situada a 370 leguas al Oeste de los archipiélagos de Cabo Verde, Canarias e islas Azores.
Finalmente, los representantes de ambas monarquías fijaron la fecha de la firma de este contencioso en el 7 de junio de 1494, fecha en que hoy en día se celebra en la villa vallisoletana el denominado Tratado de Tordesillas. Por parte de los reyes castellanos firmaron Enrique Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de los reyes, Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de la Orden de Santiago y contador real, y el doctor Rodrigo Maldonado. Representando a Portugal firmaron Ruy de Sousa, su hijo Juan de Sousa y el magistrado Arias de Almadana.
Así mismo, convinieron un plazo de cien días para la ratificación del Tratado. Los reyes castellanos lo refrendaron el 2 de julio de 1494 en la ciudad de Arévalo, y el rey portugués, Juan II, lo firmó el 5 de septiembre en la ciudad de Setúbal. La documentación definitiva redactada por ambas delegaciones se custodia en el Archivo General de Indias en Sevilla (España) y en el Archivo Nacional de la Torre do Tombo en Lisboa, Portugal.
La brevísima enumeración de importantes acontecimientos históricos, que se produjeron en este breve espacio de tiempo que hemos analizado, nos hace poder afirmar que el origen de la era de los grandes descubrimientos –que España realizó en el siglo XVI– tuvo su inicio en el reinado de los Reyes Católicos.
Jesús Varela Marcos es Catedrático de Universidad de Historia de América de la Universidad de Valladolid, Director del Centro de Estudios de América-Casa Colón de Valladolid, Director del Seminario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía, Director de la Revista de Estudios Colombinos. Nuestras líneas de investigación fundamentales son: Cristóbal Colón, cartografía histórica, tratando también temas como el comercio en el siglo XVIII, con múltiples publicaciones que lo atestiguan.
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