Un documento de estas características, por tanto, no podía limitarse a un único momento, sino que debía ir evolucionando junto a los acontecimientos. La primera redacción se sitúa en torno al año 394 o 395 y sería la base oficial para las futuras actualizaciones, que se fueron sucediendo sin regularidad hasta el año 425 o 429. La primera fase de la actualización se produjo entre el 401 y 408, durante la época en que Estilicón dominaba la corte de Occidente, con elementos adyacentes e inconexos, tratando de conocer sobre todo la realidad militar del Imperio romano de Occidente en un momento tremendamente convulso. La otra fase de actualización de la Notitia Dignitatum fue entre el 425 y el 429 y pretendía abarcar los treinta y cinco años que habían pasado desde la primera redacción, pero acabó siendo más un pobre elemento de propaganda política que trataba de mostrar, a pesar de su inexistencia, un ejército fuerte sustentado por una administración pública eficiente.
La Notitia Dignitatum es un documento con grandes luces y sombras pues es la única fuente contemporánea para conocer con detalle la estructura del ejército romano del siglo V, aquel que vivió la transformación de la maquinaria militar del siglo IV establecida por Diocleciano y Constantino hacia el ejército bizantino de Justiniano. Entre sus luces podemos encontrar importantes datos sobre el número de destacamentos y su distribución, sobre la estructura interna del propio ejército y la jerarquía de las distintas unidades. Pero entre sus sombras hallamos que al mismo tiempo se trata de una información teórica, que suele diferir de la práctica, que no informa de los números de cada unidad ni del grosor de los ejércitos expedicionarios y que no podemos contrastar fielmente ante la falta de fuentes fiables o suficientemente detalladas.
El ejército romano del Bajo Imperio estaba clasificado, según la Notitia Dignitatum, de manera muy similar al ejército romano de la segunda mitad del siglo IV empleado por Juliano: los limitanei, también llamados a veces ripenses si estaban acantonados junto a fronteras fluviales, que eran las tropas encargadas de la defensa de la frontera y que al mismo tiempo que la defendían se dedicaban a cultivar las tierras que les habían sido asignadas; los comitatenses, que formaban el núcleo de los ejércitos de campaña imperiales y contaban con un entrenamiento y armamento superior; las unidades de palatini, regimientos de los ejércitos de campaña que formaban parte de la élite de los mismos y acompañaban al emperador; y finalmente las scholae, que eran la Guardia Imperial (cinco en Occidente y siete en Oriente) y a diferencia de todas las demás estaban mandadas directamente por el emperador a través del magister officiorum, un magistrado civil.
Limitanei y comitatenses son nombres que designan la adscripción de una unidad a un ejército de guarnición o de campaña, y tanto las legiones como las unidades auxiliares o los vexilationes de caballería se adscribían a uno u otro tipo. Concretamente los ejércitos de comitatenses estaban formados por legiones, de unos 1000 hombres cada una; vexilationes o destacamentos de caballería de hasta 500 soldados; y unidades auxiliares de unos 500 guerreros cada una. Tanto las legiones como las auxilias de los comitatenses podían ser consideradas palatini. Los ejércitos de limitanei tenían una organización más confusa y con mayor variación según su situación geográfica, aunque a grandes rasgos encontramos a las legiones, de 1000 guerreros también; auxiliares, de 500 hombres; y algunos escuadrones de caballería que recibían distintos nombres, como cunei equitum, alae o simplemente equites, que no sobrepasaban los 100 soldados. Las scholae, por su parte, debían estar en torno a los 500 miembros cada una. El número de integrantes de cada destacamento no aparece en la Notitia sino que son estimaciones hechas a posteriori a partir de la información que historiadores coetáneos dieron sobre el número de unidades y participantes de los ejércitos expedicionarios, como por ejemplo Orosio y Procopio.
En base a esta información, es interesante ver cómo la Notitia Dignitatum muestra unos datos relevantes en cuanto al número de fuerzas militares del Bajo Imperio. Concretamente el conjunto del ejército de ambas partes podía sumar según la Notitia Dignitatum 360 000 efectivos dentro de sus ejércitos limitanei (249 500 de infantería y 110 500 de caballería) y 194 500 dentro de sus ejércitos comitatenses (145 000 de infantería y 46 500 de caballería) si cada regimiento contaba con el número de integrantes por unidad antes descrito. Las fuerzas de todo el mundo romano alcanzaban la cantidad aproximada de 554 500 soldados, que permanecieron repartidos de una manera más o menos igualitaria entre ambas mitades.
La Notitia Dignitatum, no obstante, no ofrece solo información numérica con respecto a la composición del ejército romano, sino que su estudio también revela en parte qué sucedió con el ejército del siglo V. Por ejemplo, una de las últimas actualizaciones (421) informa de que el ejército de Occidente estaba compuesto por un total de 181 regimientos comitatenses, pero de ellos 97 habían sido creados después del año 395, lo que indica unas pérdidas humanas brutales en esos 30 años. La peor parte de estas pérdidas las sufrió el ejército del Rin, pues entre el año 395 y el 421 perdió más de la mitad de sus efectivos (37 de sus 58 unidades fueron creados durante el reinado de Honorio) a causa de su participación y derrota durante la usurpación de Constantino III y de su lucha contra los invasores del Rin de la Navidad del año 406.
Sobre cómo fueron repuestas las terribles pérdidas que sufrió el ejército del Bajo Imperio romano también nos ofrece valiosa información la Notitia Dignitatum. De los 97 nuevos regimientos comitatenses creados entre el 395 y el 421, 62 de ellos eran en realidad antiguas fuerzas de guarnición reconvertidas para completar los ejércitos de campaña. Lo que se produjo, de hecho, fue un trasvase de “calidad” entre los ejércitos de campaña y los de guarnición: mientras que algunas unidades de limitanei eran traspasadas a los ejércitos de campaña, 28 legiones pseudocomitatenses (unidades limitanei asignadas a ejércitos de comitatenses), otras 14 legiones comitatenses, y 20 vexilationes comitatenses de caballería fueron colocados dentro de los ejércitos de guarnición. Con todo ello, el número de regimientos comitatenses, el auténtico núcleo de las fuerzas romanas, se había reducido un 25% en los ejércitos de campaña. En este proceso el ejército del Rin fue, de nuevo, el que más sufrió, pues de sus 58 regimientos al menos 51 fueron convertidos en tropas de guarnición.
Sin embargo, la evolución del ejército romano de Occidente en el siglo V no se quedó ahí, pues 35 de los nuevos regimientos con más categoría (comitatenses y palatini) llevaban nombres correspondientes a tribus germánicas (Marcomanos, Brisigavos, etc.), lo que ofrece una duda razonable para considerar que podían estar compuestos, al menos en origen, por una mayoría de no romanos.
De tal manera que la aparentemente aburrida lista que es la Notitia Dignitatum nos muestra a través de su estudio los problemas y la crisis que afrontaba el ejército del Bajo Imperio y que derribaron a los más importantes generales de la época, como Estilicón o Flavio Constancio, a pesar de sus éxitos.
Bibliografía
Heather, P. (2006): La caída del Imperio Romano. Barcelona: Editorial Crítica
Neira Faleiro, C. (2006): La “Notitia Dignitatum”: nueva edición crítica y comentario histórico. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Southern, P. y Dixon, K. (2018): El Ejército romano del Bajo Imperio. Madrid: Desperta Ferro Ediciones.
Un gran artículo, como todos los que se pueden esperar de esta publicación, de la que soy asiduo. Gracias al autor por dedicar unas líneas a esclarecer algunos aspectos, en este caso este documento, de un período convulso del que nos ha llegado una imagen distorsionada, más de sombras que de luces, en parte por la historiografía cristiana tanto contemporánea como los análisis posteriores, queacusaba a los paganos de apostasía y de sellar el «funesto destino» del Imperio.
De la misma manera los autores paganos se afanaban en echar la culpa de la decadencia de Roma a los cristianos y su «falso Dios».
Las construcciones posteriores, en primer lugar medievales, se basaron en autores cristianos, teniendo como pilar fundamental a San Agustín de Hipona, con su famosa obra «De Civitate Dei». Por tanto, la historiografía posterior nuevamente se basaba en fuentes que tomaban un claro partido por los cristianos. Todo ello sentará las grandes crónicas medievales y las hagiografías.
Debido a ello es importante hacer un análisis exhaustivo de las fuentes y una reinterpretación de este período, que en muchos se simplifica como la decadencia o caída de un Imperio que realmente pervivió en su zona oriental y que mutó a lo largo de los siglos teniendo sus propias edades doradas.
De nuevo gracias por traer la luz a la oscuridad de los siglos pasados con vuestros fantásticos artículos.