La Olimpiada de 1936
Tras la toma del poder en 1933 y el proceso de construcción del nuevo estado alemán, las olimpiadas de Berlín en 1936 son el primer, y más importante, gran acto de propaganda a nivel mundial del partido Nacional Socialista. La propaganda era un aspecto fundamental dentro de su ideario, como medio de transmisión y promoción de ideas y adoctrinamiento social, y a los jerarcas nazis no se les escapó la íntima relación entre poder, política y deporte. Tampoco se les escapó cómo el fútbol, deporte minoritario hasta 1914, había contribuido a atenuar la penosa situación social que se vivía en la Alemania de postguerra, convirtiéndose el deporte inglés en parte de la identidad cultural alemana.
Las olimpiadas eran el mejor escaparate para que el mundo admirase a la nueva Alemania, y fueron también el primer paso de una nueva estrategia de propaganda que unía deporte y política como medio de comunicación del ideario racial alemán. Fue después del partido inaugural de la disciplina de fútbol, el 7 de agosto de 1936, en el que Noruega derrotó a Alemania por 2 a 0, cuando Joseph Goebbels, que asistió al encuentro, escribió en su diario:
100 000 personas abandonan el estadio deprimidas. Ganar un partido puede ser más importante que conquistar ciudades en el este.
Cartel anunciando el partido entre Alemania Noruega, Juegos Olímpicos de 1936.
Alemania-Noruega
7/8/1936 – 17:30 – Berlín – 55 000 espectadores
Árbitro: Dr. Barton (Inglaterra).
Alemania: Jakob, Münzenberg, Ditgens, R. Gramlich, Goldbrunner, R. Bernard, Lehner, Siffling, Lenz, Urban, Simetsreiter.
Noruega: Johansen, Eriksen, Holmes, Ullberg, Juve, Holmberg, Frantzen, Kvammen, Martinsen, Isaksen, Brustad.
Goles: Isaksen 0-1 (6’), Isaksen 0-2 (85’).
Adolf Hitler y Rudolf Hess en el palco del estadio durante el partido.
Italia 1934: Vencer o morir
En 1934, dos años antes de las olimpiadas de Berlín y de que Goebbels escribiera su reflexión acerca de la importancia que el fútbol estaba adquiriendo para las masas, Mussolini ya se había dado cuenta del arraigo cultural del balompié en la sociedad de la Italia fascista. Il Duce llevaba desde 1930 buscando celebrar el mundial de fútbol, algo que le llevó cuatro años. En el tiempo entre mundial y mundial, a Mussolini le dio tiempo de reflexionar, al igual que posteriormente hiciera Goebbels, sobre la importancia de futbol en la cultura colectiva, y se decidió a fabricar un mundial a medida. Importó para ello jugadores de ascendencia italiana de todas partes del mundo, los oriundi, para conformar una selección imbatible, que debería además ser ayudada por «pequeños» empujones arbitrales en caso de necesidad. Por si fuera poco, si a algún jugador le quedaba alguna duda sobre cuál era su cometido, Mussolini hizo al equipo una pequeña advertencia: “vencer o morir”, un eslogan muy acorde con la retórica escatológica y belicista del fascismo.
El día de la final, que enfrentó a Italia contra Checoslovaquia, Mussolini hizo llegar a su selección la ya mencionada arenga, “vencer o morir”, cuando al descanso el resultado era de empate. Il Duce le dijo personalmente al seleccionador italiano Vittorio Pozzo “que Dios le ayude si llega a fracasar”. Italia ganó el mundial y Pozzo vivió para ganar el oro en las olimpiadas de Berlín 1936 y de nuevo el mundial en Francia 1938.
Vincere o morire: Los azzurri hacen el saludo fascista en un partido del Mundial de 1934.
Italia-Checoslovaquia
10/6/1934 – 17:30 – Roma – 50 000 espectadores
Árbitro: Eklind (Suecia).
Italia: Combi, Monzeglio, Allemandi, Ferraris IV, Monti, Bertolini, Ferrari, Guaita, Schiavio, Meazza, Orsi.
Checoslovaquia: Planicka, Ctyroky, Zemisck, Krcil, Cambal, Kostalek, Junek, Svoboda, Sobotka, Nejedly y Puc.
Goles: Puc 0-1 (71′), Orsi 1-1 (81′); Schiavio 2-1 (95′)
Mathias Sindelar: el Mozart del fútbol
Es esta la historia del mejor jugador del mundo durante los años 30, la estrella del llamado wunderteam, la selección de Austria que maravilló al mundo. Pero en 1938 el Anschluss, la anexión de Austria al Reich, puso fin a la historia del «equipo maravilla», ya que todos los futbolistas austriacos debieron integrarse en la selección alemana. A nadie se le escapaba la repercusión, a efectos de propaganda, internacional que una selección capitaneada por Sindelar podía tener.
Sindelar, que tenía simpatías socialdemócratas públicamente reconocidas y del que se decía era de ascendencia judía, no quería jugar con el equipo unificado, y simulaba lesiones… Hasta que fue convocado para el último partido de la selección de Austria, un amistoso con Alemania. Como casi siempre, alguien bajó al vestuario austriaco para prevenirles de la inconveniencia de marcar algún gol, a lo que el Mozart del fútbol respondió en el campo regateando una y otra vez a los alemanes y tirando el balón fuera al llegar a portería, con un evidente desprecio por sus rivales. En la segunda parte todo cambió. Sindelar marco el primer gol del wunderteam y Sesta hizo el segundo, el de la victoria de Austria en su último partido. Sindelar y Sesta lo celebraron bailando y burlándose de las nuevas autoridades nacionalsocialistas.
Las consecuencias de su actitud están nubladas por la propaganda, entremezclan mito y realidad, y no está claro si pasó o no a la clandestinidad debido a la persecución a la que fue sometido por el gobierno del Reich. Especulaciones aparte, lo único cierto es que Sindelar fue encontrado muerto en su piso de Viena, envenenado, oficialmente por monóxido de carbono de una estufa junto a su novia. Una muerte oportuna. Más de 15000 personas acudieron a su entierro en Viena, para despedir a este futbolista único, valiente y consecuente hasta su último partido.
Mathias Sindelar, «el Mozart del fútbol
Austria – Alemania
3/4/1938 – Viena (Prater) – 60 000
Árbitro: Birlem (Alemania)
Austria: Platzer, Sesta, Schmaus, Wagner, Mock, Skoumal, Hahnemann, Stroh, Sindelar, Binder, Pesser.
Alemania: Jakob, Janes, Münzenberg, Kupfer, Goldbrunner, Kitzinger, Lehner, Gellesch, Berndt, Gauchel, Fath.
Goles: Sindelar 0-1 (62’), Sesta 0-2 (71’).
Kurt Landauer
Kurt Landauer era judío. Judío y presidente del club más prometedor de Alemania, el FC Bayern de Munich, un club judío según el nuevo gobierno nacionalsocialista. En abril de 1933, con la entrada en vigor de las políticas raciales del nuevo gobierno, Landauer fue obligado a dejar la presidencia del equipo, y el Bayern se convirtió en objetivo de las autoridades, que comenzaron a poner numerosas trabas al equipo, hasta mandarlo a segunda división. Landauer, como judío, fue objeto igualmente de la feroz represión racial, siendo deportado a Dachau en 1938. Treinta y tres días duró la estancia de Landauer en el campo de concentración, y luego, gracias a su condición de veterano de guerra, fue expulsado a Suiza, fijando su residencia en Zurich.
Kurt Landauer, presidente del FC Bayern Munich.
Cuando, en 1943, el Bayern fue a jugar un amistoso a Zurich contra la selección de Suiza, los jugadores alemanes vieron en la grada, sentado como un espectador más, a su antiguo presidente. Su reacción les honra: se negaron a realizar el saludo nazi antes del partido, ovacionaron a Landauer y se acercaron a saludarle y mostrar su cariño y respeto. La historia cuenta que la Gestapo, que acompañaba a los jugadores, tuvo que intervenir con más o menos violencia para evitar las muestras de afecto hacia Landauer.
Kurt Landauer volvió al Bayern en 1947, y permaneció en la presidencia hasta 1951.
EL PARTIDO DE LA MUERTE
Cuando en junio de 1941 arrancó la Operación Barbarroja, la invasión de la URSS, la Wehrmacht tenía como objetivo principal Moscú, que según los planes de Hitler era la clave para vencer la resistencia soviética. En el mes de agosto la Wehrmacht recibió la orden de asegurar los flancos de su avance, por lo que el Grupo de Ejércitos Sur, que forma el flanco derecho del avance alemán y se encuentra desplegado en Ucrania, se desvía hacia Kiev con el objetivo de ocupar la ciudad, asentar y asegurar su posición y proseguir el avance hacia Moscú. Tras más de un mes de cerco, el 19 de septiembre de 1941 la Wehrmacht entra en Kiev. Cerca de un millón de soldados soviéticos son embolsados, y alrededor de medio millón se vieron atrapados en Kiev cuando los alemanes dieron por concluida la batalla. Las calles de la ciudad estaban atestadas de refugiados que no habían podido ser evacuados a tiempo, incluyendo 30 000 judíos de los 160 000 residentes.
Los alemanes pusieron en marcha de inmediato las leyes raciales y los einsatzgruppen, grupos de operaciones autónomos encargados de localizar elementos pertenecientes a organizaciones políticas y colectivos sociales calificados como indeseables por el gobierno alemán, comenzaron a operar: 100 000 personas fueron ejecutadas, entre judíos, miembros del partido comunista y minorías raciales en el barranco de Babi Yar entre el 20 y el 29 de septiembre. Se estableció la censura, se clausuraron periódicos y se disolvió la administración, dejando a miles de personas desocupadas. Solamente los trabajadores de las granjas colectivas continuaron trabajando, como mano de obra esclava para alimentar a los ejércitos alemán y rumano.
Por supuesto el futbol fue prohibido, y las asociaciones deportivas disueltas, empezando por el Dinamo, el equipo del ejército, prohibiéndose el uso del nombre “Dinamo” para cualquier tipo de organización deportiva.
Plantilla del FC Start
El FC Start
La estrategia alemana en Ucrania, diseñada antes de ejecutar Barbarroja, era sencilla: facilitar la ocupación apoyándose en las organizaciones nacionalistas ucranianas, sobre todo en la OUN-B (Unión de Nacionalistas Ucranianos) de Stephan Bandera, de ideología fascista. Durante el año 1941, el gobierno de Ucrania y la OUN-B colaboraron activamente con los alemanes, formando batallones de voluntarios ucranianos que operaron junto al ejército alemán e incluso participaron en los pogromos de Lvov.
Pero en 1942 la situación en Ucrania distaba mucho de ser idílica, ya que a los problemas inherentes a la ocupación, se unían los continuos choques de soldados alemanes con la OUN-B, y el desencanto de una población que ve como a las duras leyes impuestas por el gobernador alemán, Erich Koch, se une la falta de la prometida independencia. En un intento de destensar las relaciones con la población ucraniana, y siguiendo la estrategia propagandística de deporte y política, las autoridades alemanas organizaron un torneo doméstico, en el que participarían equipos militares, sumando a un equipo ucraniano con el objetivo de elevar la moral de la población y lograr adhesiones al movimiento nacionalista ucraniano.
Es este el contexto en el que se desarrolla la historia del FC Start, que es también la de Josef Kordik, un panadero de origen alemán, fanático del Dinamo de Kiev, y que gracias a su origen podía vivir con más o menos holgura regentando una panadería en la ciudad ocupada. Una tarde que Kordik camina por Kiev, casualidades del destino, se encontró con el portero del Dinamo, Trusevych, que malvive en la calle entre refugiados y gente sin trabajo. Kordik se interesó por su situación, y tras una conversación, le propuso hacerle un contrato de trabajo como ayudante, cosa que Trusevich no dudó en aceptar.
Pero no quedó ahí la cosa, y Trusevych y Kordik se embarcaron en una búsqueda para localizar a más miembros del Dinamo, a fin de conformar un equipo con el que poder volver a jugar al fútbol. De esta manera fueron localizando a jugadores del Dinamo, y también a algunos de su rival, el Lokomotiv Kiev, que malvivían en las calles, ofreciéndoles un puesto en la panadería y confeccionando así una plantilla: Mykola Trusevych, Mikhail Svyridovskiy, Nikolai Korotkykh, Aleksei Klimenko, Fedir Tyutchev, Mikhail Putistin, Ivan Kuzmenko y Makar Goncharenko del Dinamo, y Vladimir Balakin, Vasil Sukharev y Mikhail Mielnizhuk del Lokomotiv. Como nombre, eligen llamarse Start, FC Start de Kiev. Las autoridades alemanas, enteradas de su creación, vieron así una buena oportunidad para sus objetivos propagandísticos, e invitaron al FC Start a formar parte de la competición que había organizado.
El FC Start jugó su primer partido el 7 de junio de 1942. Su rival fue el Rukh, al que vencieron 7-2. El siguiente partido fue ante un equipo militar húngaro, al que golearon por 6-2, y el tercero contra otro equipo militar, esta vez rumano al que barrieron 11-0. El siguiente equipo al que se enfrentaron fue un combinado formado por trabajadores del ferrocarril militar, con resultado similar: el Start les venció 9-1. El PGS alemán pierde 6-0 ante el Start, y las autoridades nazis, comenzaron a preocuparse por los resultados, por lo que decidieron medir al conjunto ucraniano contra un equipo profesional, el MSG Wal húngaro. Disputaron dos partidos, el primero el 19 de julio, que concluyó 5-1 para el Start, y el segundo el 21 de julio, de nuevo victoria de los ucranianos por 3-2.
Vista del Zentit Stadium, en la actualidad Start Stadium, Kiev.
El partido
Las autoridades alemanas decidieron organizar un partido más, uno que demostrase al mundo la superioridad del deportista alemán sobre los eslavos, sobre esos untermenschen racialmente inferiores. Para ello, la máquina de propaganda alemana recurrió al Flakelf, un equipo compuesto por miembros de la Luftwaffe que giraba por la Europa ocupada jugando partidos de exhibición. El partido de disputó en el Zenit Stadium, donde el Dinamo de Kiev jugaba sus partidos como local, el 6 de agosto de 1942, y el FC Start venció por 5-1.
Incrédulos, pero decididos a terminar de una vez y para siempre con aquel equipo de muertos de hambre, los alemanes organizaron un último partido entre el Flakelf y el FC Start, que pasaría a la historia como el partido de la muerte. Se disputaría tres días después, el 9 de agosto, de nuevo en el Zenit Stadium. Antes del partido el árbitro, un oficial de las SS, visitó el vestuario del FC Start para indicarles que antes de comenzar había que formar y hacer el saludo nazi a las autoridades alemanas. Formados los dos equipos en el centro del campo, el Flakelf saluda con el brazo extendido gritando Heil Hitler, mientras que los jugadores del Start gritaron FizcultHura!, “¡Viva el deporte!”, lema de los equipos deportivos en la Unión Soviética.
El árbitro, más que permisivo con los suyos, toleraba el juego duro de los alemanes, lo que no impidió que el FC Start terminase la primera parte con ventaja, ganando por 3 a 1. Pero durante el descanso, otro oficial de las SS entró en el vestuario para advertirles de las consecuencias de ganar el partido. Este continuó con la misma tónica que el primer tiempo, juego duro alemán, rayando en lo antideportivo, y dominio ucraniano, para marcar el FC Start dos goles más, por uno los alemanes. Con 5 a 2 en el marcador, se produjo una jugada legendaria, a la altura de la mano de Dios en México o el gol de Iniesta en Johanesburgo, sin que sepamos donde acaba la realidad y comienza el mito: Alexei Klimenko, emulando a Mathias Sindelar, regatea al portero alemán para, en vez de marcar, chutar el balón al centro del campo, en claro gesto de desprecio a sus rivales.
Cartel anunciando el partido entre el FC Start y el Flakelf el 6 de agosto de 1942.
Cartel anunciando el partido de revancha entre el FC Start y el Flakelf, el 9 de agosto de 1942, el partido de la muerte.
El día después
El partido acabó 5-3, y tras él, propaganda y realidad comenzaron a entretejerse, dibujando sea como fuere un cuadro trágico: unas fuentes dicen que todos los jugadores del FC Start fueron fusilados después del partido, otras que jugaron un partido más y los dejaron marchar, y otras, la mayoría y más fundadas, que el Start jugó un partido más y, al cabo de un tiempo, las autoridades alemanas, molestas por la inyección de moral que para la población local suponían sus victorias, terminaron por disolver el equipo y enviar a algunos de sus componentes –de los que sospechaban eran de la NKVD, el servicio de seguridad soviético–, a un campo de concentración. Uno de los componentes del FC Start murió a consecuencia de las torturas a que fue sometido durante el interrogatorio posterior a su detención, y otros cuatro más, incluyendo al portero Mykola Trusevych fueron fusilados durante su internamiento en el campo de concentración de Siretz.
Una vez expulsados los alemanes, las autoridades soviéticas cambiaron de nombre al estadio Zenit, llamándolo estadio Start en honor al equipo, y en sus inmediaciones se levantó un monumento en honor a los jugadores que, pese a unas consecuencias que iban mucho más allá de dejar de ingresar una prima, no permitieron la humillación de dejarse vencer en el partido de la muerte.
Monumento en memoria de los jugadores del FC Start, Kiev.
Memorial en homenaje a los jugadores del FC Start, Kiev.
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